Los iraníes salieron a las calles a bailar y celebrar encantados el acuerdo entre su Ayatola y Obama. No era porque ello significaría una renuncia a seguir en sus proyectos de desarrollar armas nucleares, como dijo Obama en Washington, sino precisamente por todo lo contrario.
Ni en Israel ni en Estados Unidos hubo demostraciones de beneplácito por el anuncio que en breves palabras hizo del jefe de gobierno, en la misma tribuna de la Casa Blanca en la que anunció que canjeaba cinco asesinos talibanes de Guantánamo por un soldado yanqui desertor.
El acuerdo es en realidad un pre acuerdo, no está firmado por las partes y debe ser reexaminado en junio próximo. Lo que si prevé, desde ya, es que las instalaciones industriales orientadas al desarrollo nuclear de Irán, tanto subterráneas como de superficie, no se tocarán. Y que las sanciones económicas y comerciales se suspenderán.
John Boehner, presidente republicano de la Cámara de Representantes, dijo que ese preacuerdo no es lo que prometió Obama en un principio, cuando dijo que no permitiría armas nucleares para Irán. Obama ahora lo permitirá, aunque pospuesta por 10 años, lapso en el cual dizque “se vigilará que el desarrollo nuclear no ocurra”.
En el 2012 Obama declaró que no se entiende por qué Irán ha construído laboratorios subterráneos profundos, al pie de una montaña, si el objetivo tuviese fines meramente pacíficos y no militares. (Los expertos han dicho que tales instalaciones serían invulnerables al bombardeo de las más potentes armas convencionales)
Su criterio, pues, ha variado y hoy confía en que los trabajos en esos y otros laboratorios se suspenderán para fines militares y se limitarán a fines pacíficos. El Ayatola, dijo, acepta inspecciones pero en ciertas condiciones y no súbitas, o sea imprevistas, sin anuncio previo. Si se revisa la historia iraní de los últimos tiempos, confiar en su palabra es o ingenuidad o es un acto de traición.
Obama ha buscado negociar con Irán a cambio de nada. Igual que con Cuba, aún cuando las dimensiones de peligro varíen. En ambos países los regímenes siguen intactos. En Cuba hay una refugiada norteamericana activista convicta de asesinar a un policía, en Irán están por los menos cinco ciudadanos secuestrados. Con los acuerdos de paz, los regímenes de los dos países se fortalecerán económicamente, sin asomo de cambio político alguno.
Cuba, desde que se deshizo la URSS, ha dejado de ser una amenaza directa contra los Estados Unidos. Pero Irán lo es, como Estado terrorista que fomenta y financia el terrorismo en el Medio Oriente y otras regiones del mundo y que ha jurado aniquilar a Israel. Si se le permite contar con armas nucleares, su amenaza sería global.
Hay quienes comparan a Obama con Chamberlain, el Canciller británico que suscribió un acuerdo de paz en 1938 con Hitler. Al retornar a Londres, Chamberlain se ufanó de haber garantizado la paz y evitado la guerra, a cambio de cesiones territoriale en favor del dictador nazi. En 1939, Hitler invadió Polonia y comenzó la II Guerra Mundial.
El símil con Obama, sin embargo, no es pertinente. Chamberlain negociaba en un plano de debilidad del Reino Unido, ante una Alemania nazi que se había rearmado descomunalmente. Urgía una tregua para alertar al Reino Unido sobre el desastre de las políticas de izquierda que habían debilitado a sus fuerzas armadas.
El espíritu derrotista y antimilitar que infestaba a Gran Bretaña tuvo un cambio radical con la llegada de Winston Churchill. Gracias a su oratoria imbatible, resultante de un liderazgo en el cual no había lugar a vacilaciones ni morales ni intelectuales, condujo al Mundo Libre hacia la derrota del Eje. (En 1940 su ministro de Defensa era Chamberlain).
En la época actual, la situación es distinta. Quien busca negociar con Irán es Obama, líder de la superpotencia del Mundo Libre. El acuerdo, por ende, no debió ser buscado por Estados Unidos, cuya posición era (quizás ya no lo es) de fuerza. E Irán talvez debió eludirlo, a menos, claro está, de salir con ventaja.
Y eso es lo que ha conseguido y celebran en las calles los iraníes y lo que traslucen las sonrisas de sus funcionarios negociadores. Las concesiones han provenido o provendrán, no de la parte débil, sino de la superpotencia. El primer ministro israelí Netanyahu, anonadado, ha dicho que Obama ni siquiera ha logado de Irán que retire su juramento de aniquilar a Israel.
The New York Observer publicó días antes del preacuerdo un análisis del contenido de las negociaciones, que se recomienda su lectura en este link dada su excelencia. También se inserta otro link con la opinión del editor emérito del diario The Washington Times, publicado luego del preacuerdo. Este último diario simpatiza con la causa republicana, The Observer tiene una posición contraria.
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