Monday, August 31, 2015

EL EFECTO TRUMP


Según últimas encuestas el neurocirujano Ben Carson (negro) se acerca al puntero Donald Trump, en el Estado clave de Iowa, en la campaña por las primarias para elegir al candidato presidencial por el partido republicano, e incluso una de las encuestadoras iguala el contaje al 23%.
La noticia anula las especulaciones de políticos y columnistas afines al establishment del GOP, que creen que Trump era popular solo como fruto de “una calentura de verano”, que se esfumaría con la llegada del otoño este próximo mes.
Están equivocados. El “fenómeno Trump” no es pasajero ni obedece a un rapto emocional. El liderazgo de Trump se consolida en todos los Estados de la Unión, Iowa incluída, a medida que multiplica sus giras por los pueblos y se divulgan sus discursos.
Su mensaje difiere del convencional de los políticos, porque añade humor y un lenguaje coloquial que no se abstiene de señalar errores del adversario y su manipulación de la cultura en forma directa, sin importarle que ello sea o no “políticamente correcto”.
Su mensaje atrae por su forma y contenido en el mismo grado en el que se oscurece el discurso de sus rivales republicanos y demócratas que utilizan los mismos sesgos y ambages tradicionales, de lo que se ha dado en llamar “los políticos profesionales”, que se acomodan al establishment, los que se cuidan “de no hacer olas”.
Desde ya Trump ha cambiado el curso de la campaña. Los tópicos que él ha tocado desde el inicio, sin rodeos, como el de la inmigración ilegal, es ahora motivo de diálogo de todos en la campaña. Antes era tema que se lo mencionaba de paso, como algo incómodo que nadie quería afrontar.
En lenguaje directo Trump se ha referido también a temas de la seguridad interna y externa, venida a menos con Obama y ha propuesto medidas para rehacer sus traidoras decisiones, como su claudicación frente al Irán. Ha insistido en incontables ocasiones en que volverá a fortalecer al frente militar, que este régimen ha socavado como si fuese su enemigo.
La retórica de Trump ha sido contagiosa porque invita a la recuperación de la fe y el optimismo en los Estados Unidos como nación excepcional, con una misión excepcional en el mundo para defender la libertad y poner freno a las tiranías. Como lo ha sido en el pasado frente al avance del fascismo y comunismo y que ha dejado de serlo hoy frente al islamismo/terrorismo.
El ascenso de Ben Carson, seguido de Ted Cruz, confirma que el “fenómeno Trump” no es fruto pasajero de las artes de un titiritero. Los dos precandidatos están igualmente convencidos de que el GOP traicionó a los votantes cuando claramente, en comicios del 2010 y 2012, pidieron acabar con el “progresismo” de Obama y nada hizo.
Si eventualmente Ben Carson (o Ted Cruz) resultan nominados y no Jeb Bush o alguno de los otros pro establishment del GOP, con seguridad que Donald Trump exclamará “mission accomplished”, misión cumplida. Pues uno de los factores de su popularidad es la transparencia: es un billonario sin intereses políticos personales. 
Su sola y central preocupación es “to make America great again”, volver a hacer grande a los Estados Unidos. Ese propósito se hará realidad con alguien como él. O, si así lo decide el pueblo, con líderes de alta calidad como Ben Carson o Ted Cruz. Si así se perfilara el panorama electoral, el temor a que Trump forme un tercer partido para él, se desvancería.
Las alternativas, de no ser así, serían ruinosas para el país. Entre los demócratas resulta increíble que aún figure Hillary Clinton. Si fuera republicana, ya estaría tras las rejas. Sus contendores son una tomadura de pelo: Joe Biden, especialista en meteduras de pata y Bernie Sanders, que con 73 años de edad encima actúa y piensa como hippy de los años 1960.
Pocas probabilidades hay de que un demócrata herede el desgobierno de Obama. Pero si por alguna maniobra o circunstancia desconocidas ninguno de los tres precandidatos republicanos anti establishment sale nominado, entonces las perspectivas se ensombrecen. Podría resultar elegido un demócrata, lo que sería un desastre completo. U otro republicano endeble que implique un continuismo de la fatalidad obamista.
Afortunadamente el impulso dado por Trump no tiene visos de debilitarse, sino todo lo contrario. Obama ofrece suficiente combustible como para evitar que la maquinaria Trump se detenga. Seguirá operando con indeclinable vigor hasta los comicios presidenciales de noviembre del 2016, para que a la Casa Blanca llegue un Trump, un Carson o un Cruz.
Solo con alguno de ellos los Estados Unidos recuperarán su condición de excepcionalidad, perdida tras ocho años de claudicación obamista.

Wednesday, August 26, 2015

¿LOS LATINOS AMAN A JORGE RAMOS?


Jorge Ramos, el periodista mexicano estrella de Univisión fue echado de la reunión de partidarios de Donald Trump por malcriado y hay quienes dicen que eso ha acentuado el distanciamiento entre los hispanos y el partido republicano.
La verdad pudiera ser otra. Ramos, que emigró de México porque no tenía, según propia confesión, suficientes garantías para expresar con libertad su pensamiento, se presentó de súbito en una rueda de prensa de Trump en una ciudad de Iowa y sin pedir la palabra lanzó improperios contra la tesis sobre inmigración del pre candidato.
Trump le pidió que tomara asiento, pues antes había concedido la palabra a otro de sus colegas. Ramos insistió, hubo desasosiego en la sala por la conducta agresiva del mexicano y Trump no tuvo otra opción que pedir a la guardia de seguridad que lo ponga a buen recaudo.
Ramos y la mayoría de inmigrantes latinoamericanos y de otras regiones han llegado a los Estados Unidos para hallar lo que no existe en sus países de origen: respeto a la ley, a la autoridad y a la tolerancia. Ramos olvida esa realidad como entrevistador en su tribuna de Univisión y actúa, como ayer, a lo “mero macho” mexicano.
En varias oportunidades ha sostenido que el periodismo no es neutral ni independiente, sino un arma más para combatir las injusticias sociales. La meta ulterior, a la que él dice se llegará con ayuda del periodismo “consciente”, es el “progresismo”, o sea un socialismo/marxista que ponga en manos del Estado la solución a los problemas sociales.
El progresismo se ha tomado al partido demócrata, al cual Ramos y su hija (que trabaja en la camapaña para Hillary Clinton) se pertenecen. Tiene él toda la libertad para hacerlo, pero inmiscuir sus creencias y guiar diálogos y entrevistas bajo ese preejuicio partidista, empañan la calidad profesional de su trabajo.
Cuando toca el tema de inmigración, Ramos deja de ser periodista y se convierte en líder de barricada de los inmigrantes ilegales, sobre todo, claro está, si provienen de México y América Latina. Los entrevistados son cercados, intimidados, interrumpidos y ello ocurrió inclusive con Obama. No obstante, es el periodista latino de TV de mayor prestigio en el país y acaso del continentre.
Su ego, por tanto, es más grande que su tamaño físico. Creyó que no necesitaba el permiso de Trump para ser el primero en preguntar en la rueda de prensa, porque quien lo hacía era “él”. Trump le pidió que respete el orden, pero continuó con una perorata en que no había preguntas, sino lecciones acerca de cómo debía aceptar a los ilegales.
Vino la expulsión y todos se han sorprendido de que Trump haya tenido las agallas para despedir “al Cronkite latino” por malcriado. Lo increible es que minutos más tarde, “a pedido de alguien”, el periodista estrella retornó al ruedo y, previa la venia del “profesor”, formuló preguntas que una a una fueron contestadas por Trump.
Una vez más, Trump ha demolido la barrera del PC (lo político corecto) impuesta por la izquierda progresista que impide decir las cosas como son para evitar que se actúe en forma adecuada para recuperar el orden y el sentido común. Otros candidatos se habrían acoquinado ante la arrogancia de Ramos y habrían preferido otra salida al incidente “para no malquistarse con la hispanidad”.
Trump continúa arrasando en las encuestas de popularidad en todos los Estados. Los sabios columnistas de ambos partidos se devanan los sesos tratando de entender “el fenómeno Trump”. Pidieron disculpas por haber errado al predecir la defunción de su candidatura tras la primera semana de su anunciación, pero insisten en que “no durará mucho”. Los cerebros de sus seguidores comenzarán a enfriarese al concluir el verano, dicen con el tono ex cátedra de siempre.
Lo cierto es que Ramos lucía ayer cual un pigmeo frente a Trump. Igual es la impresión que sucitan sus contendores tanto en el área republicana como en la demócrata. En el GOP se exceptúan precisamente quienes no hacen mofa o comparten sus postulados: Ted Cruz y Ben Carson. Los demás, mientras más critican a Donald, más caen en las encuestas.
En el otro lado, el de los demócratas progresistas de Ramos, el panorama es fúnebre. Hillary Clinton ha dejado de ser la candidata en espera de ser coronada y acaso le aguarda la prisión, por perjurio y otros actos criminosos. Su cónyuge Bill también perjuró, no fue a la cárcel y es un demócrata adorado por su partido. Por desgracia, Hillary no es Bill.
Obama, que detesta a Hillary, quiere que su Vicepresidente Joe Biden lo reemplace. Será mucho más divertido que ella y que el hippy Bernie Sanders, pero sus meteduras de pata serán recordadas y otras advendrán, para descalificarlo. En el GOP la figura de Jeb Bush se esfuma y hablan de que podría sustituirlo Mitt Romney, el tantas veces fracasado candidato presidencial. 
Ninguna de tales alternativas tiene posibilidad de obstruír el avance de Trump. Y se equivocan quienes creen que el respaldo a su candidatura obedece a una “calentura de verano”. Es fruto de analizar la  impavidez del GOP para contrarrestar el dominio creciente del progresismo en todos los frentes, tanto interno como externo, de este país.
Nadie como él ha tenido la virilidad, convicción y claridad de comunicación para describir el deterioro al que ha llegado la nación, bajo un progresismo que desdice de los principios fundamentales sobre los cuales se fundó la República en 1776/1786. Y que no vacila en plantear, sin temor al PC, qué es lo que se debe hacer para evitar que el país caiga en el abismo.
Si la lid prosigue limpia y abierta, no se ve qué puede impedir a Trump que logre la nominación el próximo año y la Presidencia en noviembre. Salvo un atentado, como el que segó la vida de Luis Carlos Galán, el candidato liberal a la presidencia de Colombia en 1989. Galán juró terminar con la mafia del narco tráfico de Pablo Escobar, pero fue éste quien terminó con él. 
el otro lado, el de los demócratas progresistas de Ramos, el panorama es fúnebre. Hillary Clinton ha dejado de ser la candidata en espera de ser coronada y acaso le aguarda la prisión, por perjurio y otros actos criminosos. Su cónyuge Bill también perjuró, no fue a la cárcel y es un demócrata adorado por su partido. Por desgracia, Hillary no es Bill.
Obama, que detesta a Hillary, quiere que su Vicepresidente Joe Biden lo reemplace. Será mucho más divertido que ella y que el hippy Bernie Sanders, pero sus meteduras de pata serán recordadas y otras advendrán, para descalificarlo. En el GOP la figura de Jeb Bush se esfuma y hablan de que podría sustituirlo Mitt Romney, el tantas veces fracasado candidato presidencial. 
Ninguna de tales alternativas tiene posibilidad de obstruír el avance de Trump. Y se equivocan quienes creen que el respaldo a su candidatura obedece a una “calentura de verano”. Es fruto de analizar la  impavidez del GOP para contrarrestar el dominio creciente del progresismo en todos los frentes, tanto interno como externo, de este país.
Nadie como él ha tenido la virilidad, convicción y claridad de comunicación para describir el deterioro al que ha llegado la nación, bajo un progresismo que desdice de los principios fundamentales sobre los cuales se fundó la República en 1776/1786. Y que no vacila en plantear, sin temor al PC, qué es lo que se debe hacer para evitar que el país caiga en el abismo.
Si la lid prosigue limpia y abierta, no se ve qué puede impedir a Trump que logre la nominación el próximo año y la Presidencia en noviembre. Salvo un atentado, como el que segó la vida de Luis Carlos Galán, el candidato liberal a la presidencia de Colombia en 1989. Galán juró terminar con la mafia del narcotráfico de Pablo Escobar, pero fue éste quien terminó con él.

Monday, August 10, 2015

TRUMP LES TIENE PERPLEJOS


Divierte observar el desconcierto de los “sabios” analistas de radio, TV y más medios, así como de los políticos, cuando tratan de explicarse por qué el republicano Donald Trump continúa en la campaña electoral presidencial si ellos ya habían decretado hace tiempo su defunción.
Y no solo que sigue en la campaña, sino que mantiene un fuerte liderazgo luego del debate de los diez pre candidatos del jueves pasado, cuando los tres entrevistadores de FoxNews le tendieron una emboscada a Trump para que tropiece, caiga al fondo de la fosa y renuncie a sus aspiraciones.
La principal atacante fue Megyn Kelly, que ha descollado en su programa de las 9 de la noche, superando en audiencia incluso a Bill O´Really, la estrella del mismo canal Fox, que aparece una hora antes que ella. Irritó sobre todo su pregunta sobre la mujer.
Fue traída de los cabellos y recordó la que le planteó el demócrata George Stephanopoulos, moderador del Canal ABC en el 2012 a Mitt Romney, el entonces candidato presidencial republicano. Sin que mediara precedente alguno, le inquirió sobre su postura acerca del uso y distribución de los anti conceptivos, asunto que es libre y no admitía discusión.
George, que fue vocero oficial en el gobierno de Bill Clinton, buscaba sumergir a Romney en el debate sobre los derechos de la mujer a definir su sexualidad, incluído el del aborto, con ánimo de hacerle aparecer a él a y a los republicanos en general, como integrantes de un partido que está en guerra contra la mujer.
El caso de Stephanopoulos se explica por su su posición política. Pero cuando Magyn le dijo a Trump que ha insultado a la mujer (citando algunos calificativos) y que ello lo descalificaba como candidato presidencial, estaba adoptando una actitud y un lenguaje propios de un demócrata. Y ella y Fox se han auto ubicado como independientes e incluso como pro conservadores.
La acusación contra Trump era y es falsa. El billonario dijo que los adjetivos citados por Megyn los lanzó en respuesta a los insultos de una comentarista de TV y que no pueden generalizarse. Al contrario, alabó la fascinante capacidad ejecutiva de las mujeres, muchas de las cuales tienen altos puestos ejecutivos en sus empresas.
En una entrevista de CNN, posterior al debate, Trump se lamentó de lo agresiva que estuvo Megyn y dijo que “brotaba sangre” de sus ojos y más. De inmediato, los que malquieren a Trump explicaron que ese “más” era una referencia despectiva al supuesto período menstrual de la entrevistadora, que pudo haberla indispuesto. 
El aludido comentó que solo un depravado podía imaginar algo semejante. La revista People publica un artículo y una foto de una cantante pop que quizás lo explique: mientras canta, fluye sangre por sus piernas y ella dice que lo hace a propósito para mosrar “solidaridad con sus hermanas” que no están en capacidad de adquirir tampones...
En todo caso, si Megyn Kelly pretendía asumir el papel de campeona de los derechos por la dignidad de la mujer, sus propósitos se derrumbaron con la revelación de un audio clip de una entrevista que ella había concedido en el 2010 a Howard Stern, que tiene una radiodifusora caracterizada por la emisión de programas de la mayor obscenidad sexual.
Megyn, casada, con hijos, acepta discutir públicamente con Stern de su vida sexual, de la dimensión del pene de su marido, de la periodicidad y la intensidad de sus encuentros sexuales y otros detalles que solo un estrella porno no tendría empacho en contar. ¿Es esta la dama que defienden las feministas frente al supuesto “machismo” de Trump? Si ella no se respeta a si misma, ni a su marido, mal podría defender a la “mujer” en general.
Michael Savage, escritor y comentarista radial, la compara con Dorian Gray, el personaje de Oscar Wilde que prolonga su belleza física por años gracias a un pacto diabólico mientras se corroe moralmente en lo interior, hasta llegar a un límite mortal. Trump dice que no debe excusas a nadie. Es más bien a él, dice, a quien le deben excusas Kelly y los de mente podrida que mal interpretaron su frases.
La gente que le respalda a Trump así parece entenderlo, pues el apoyo no baja sino que sube. Quizás al personaje le falte la fluidez académica para expresarse que tiene un Ted Cruz, o un Marco Rubio, pero se nota y siente en él la enorme energía que demandaban los fundadores de la República para quien estuviese encargado de dirigir la rama ejecutiva. 
Y sinceridad y convicción. De ahí que no haya tenido que retractarse de ninguna de sus afirmaciones, como ha sido el caso especialmente del vacilante Jeb Bush. Ninguna de sus declaraciones sobre la presencia no deseada de inmigrantes ilegales ha sido refutada y más bien se confirmaron con crímenes de indocumentados. Ni, a la postre, lo que dijo de John McCain.
De Hillary Clinton afirmó que no entendía como continuaba en la contienda si tiene cargos criminales que responder por ocultamiento de emails oficiales y uso indebido de servidores en casa. Si hubiese un Fiscal independiente, dijo, ella debería estar en la cárcel. Sus predicciones parece que se cumplirán, al menos aquello de que Hillary se retire de la campaña, no él.
De modo directo ha condenado a Obama por exonerar de culpa a Irán y permitirle que se nuclearice y fortalezca económicamente con la entrega de 150.000 millones de dólares retenidos para evitarlo. Como si le respondiera, Obama acaba de declarar que a quienes se opongan a su alianza con el Ayatola, demócratas o republicanos, los considerará sus enemigos, no la teocracia iraní que es la mayor impulsora del terrorismo en el mundo.
Evidentemente, el estilo de Trump es diferente y se aparta de las reglas del “establishment” del GOP y de los gurus. Su retórica deja de lado lo “políticamente correcto” y dice al pan pan y al vino vino. Eso le gusta a la gente y por eso le respalda. Sus atacantes los encuentran bufonesco lo cual no es verdad. De otro modo no habría erigido un imperio económico de más de 10.000 millones de dólares con raíces en todo el mundo.
Ciertamente que en un debate como el del jueves pasado hubo vacíos en sus respuestas. Aparte de lo inoportunas de las preguntas, Trump advirtió que no se prepararía para el debate porque él no era debatiente sino ejecutor. Sería él mismo y eso es lo que ocurrió y eso lo que atrajo a la mayoría de sus seguidores.
Tiempo habrá para pulimientos, para precisión de mensajes y peropósitos. Por el momento, tiene que luchar contra el embate del “establishment” frente al cual otros con menos recursos intelectuales y económicos que él ya habrían sucumbido. La camapaña apenas ha arrancado, las primarias de realizarán a comienzos del próximo año y las elecciones en noviembre del 2016.
Es muy decidor, aparte de la confirmación del liderazgo de Trump, que las últimas encuestas eleven al segundo lugar a Ted Cruz, el único que no vaciló en solidarizarse con Trump desde un principio y que comparte sus propuestas de gobierno. En tercer lugar figura el neurocirujano Carson, negro, quien al igual que Trump nunco ejerció un cargo político. Jeb Bush, del establishment, cayó al séptimo lugar.