Friday, February 15, 2013

OBAMA SIGUE INMUNE E IMPUNE


Marco Rubio, el joven senador federal por la Florida, cubano americano de 41 años de edad (Kennedy tenía 43 años al ser elegido presidente), fue el escogido por los republicanos para responder al discurso de Obama sobre el estado de la nación. Lo hizo muy bien, pero...
Tuvo el imperdonable error de interrumpir abruptamente su alocución para inclinarse y asir una botella de agua, mirando de reojo a la cámara de TV y quebrando así la atención de los televidentes. Rubio es un político fogueado, ha sido entrevistado innúmerables veces por éste y otros medios, por lo cual es explicable su equivocación.
Los medios audivisuales, que en su mayoría respaldan sin objeción alguna a Obama, aprovecharon la oportunidad para vapulear al joven senador, que el GOP quiere estimular y proponer como la estrella que ayudaría a rescatar a un partido vapuleado sin misericordia por los demócratas en dos consecutivas elecciones presidenciales.
La CNN llegó a vaticinar que este incidente, calificado como el nuevo “watergate” republicano, significará la sepultura política de Rubio. Es una exageración porque este político de bilingüismo perfecto, es demasiado talentoso como para dejarse amilanar por tales ataques y profecías. Se recuperará pronto y su futuro seguirá siendo brillante.
Si bien el gesto fatal opacó la réplica de Rubio, su análisis fue de gran valor doctrinario y filosófico y estableció con claridad las diferencias de concepción de la vida existentes entre el obamismo que cree que la solución a todos los problemas es un gobierno crecientemente autoritario y los que, como Reagan, creen que son los gobiernos el problema.
Ese concepto inspiró a los fundadores de los Estados Unidos hace más de 200 años para crear una Constitución que fije límites a la autoridad de los gobiernos, no para fortificarlos en desmedro de las libertades individuales. El poder, como lo observaron en Europa y a través de la historia, tiende a tiranizarse si no está sujeto a control.
Hasta el nacimiento de USA no se había puesto en vigor un mecanismo de control que mantuviera el sistema de protección de las libertades, sin recurrir a la rebelión y los derrocamientos para frenar los excesos de la autoridad gubernamental. Ese mecanismo no fue otro que fraccionar al poder en tres ramas que se controlen entre si en igualdad de condiciones.
Esa constitución y ese sistema no se han alterado y esa estabilidad y goce de libertades han convertido a esta nación en la más poderosa de la historia, a la cual todos quieren inmigrar y a la que odian quienes la ven como antípoda de las autocracias.
El repudio al sistema democrático ha provenido de ideologías como la comunista o socialista, al igual que la fascista, que tienen en común el principio de implantar gobiernos fuertes, sin oposición. Durante la I y II Guerra mundiales había simpatizantes de esas doctrinas dentro de los Estados Unidos, pero eran pocos y se los vigilaba.
Con la II Guerra, el eje nazi fascista fue derrotado con el apoyo decisivo de los Estados Unidos. Pero quedó triunfante también la URSS, un aliado que desde 1917 había impuesto en esa nación un sistema de gobierno absolutamente autoritario, que se proponía divulgarlo por el mundo. Con ingenuidad los aliados pensaron que la URSS cooperaría en la reconstrución de los países del Eje pero con el propósito de que en ellos se sepulte al fascismo y se lo reemplace con la democracia.
Moscú se negó a todo acuerdo. Inclusive se opuso a un programa conjunto para el uso pacífico de la energía atómica, tras la devastadora experiencia de Hiroshima y Nagasaki que puso fin a la guerra. En su lugar  tendió una “Cortina de Hierro”, como la llamó Churchill, alrededor de la URSS y sus nuevos satélites, desencadenando una Guerra Fría que se prolongó hasta 1989.
Desde la visión de Moscú, la Guerra Fría había que ganarla por medios pacíficos y no pacíficos para conquistar más satélites y más adeptos. En algunas ocasiones pasó de fría a caliente, como en Corea y Vietnam, pero usualmente la URSS ganaba terreno mediante el espionaje, los sobornos y la desestabilización de los regímenes semidemocráticos del tercer mundo.
La propaganda comunista fue eficiente y sus frutos se los palpa hoy, no ya únicamente en las frágiles democracias tercermundistas sino en la más robusta de todas, en los Estados Unidos. Por primera vez la denigración del sistema democrático no porviene de fuerzas externas o de unos pocos intelectuales de extrema izquierda en el interior, sino de la propia Casa Blanca.
Obama repetidamente proclama que la sociedad norteamericana está en crisis, porque su sistema está en crisis y hay que cambiarlo, comenzando por la Constitución. Aunque están embargados todos los documentos sobre su vida, Obama dice haber sido profesor adjunto de Derecho Constitucional en Chicago y quizás basado en esa credencial, afirma que la Carta debe ser evolutiva.
Es contrario a lo que piensa, hasta la fecha, la mayoría de ciudadanos. El documento, admirablemente corto, tiene siete artículos (frente a casi 500 de la Constitución ecuatoriana) subdivididos en secciones y en toda su historia ha aceptado tan solo 27 enmiendas, aprobadas tras un largo y complejo proceso en que se involucran todos los ciudadanos de los 50 Estados.
¿Qué es el cambio que ambicionan Obama y los ideólogos de izquierda? En suma, que promueva reemplazar al sistema democrático capitalista en vigencia por otro basado en la “justicia social”. Entendida ésta como una aspiración a borrar las desigualdades en favor de los menos afortunados, mediante el influjo directo de los gobiernos. Es la utopía de siempre, desde la edición de la República de Platón.
Y es igualmente la utopía de las autocracias comunista, nazi y fascista y las que existen en Corea del Norte, Cuba y pululan con mayor o menor fuerza en países con tiranuelos como Chávez, Correa, Fernández y tantos en el resto del orbe. El ideal igualitario es inseparable de la supresión de las libertades individuales y de la oposición, lo cual acelera la autocracia, la corrupción y el empobrecimiento de la población.
Intentos intermedios como los de las socialdemocracias en Europa han fracasado igualmente. Ahora ese continente se ha sumido finalmente en la recesión, arrastrando consigo a la más sólida economía, la alemana, merced al fracasado intento de convertir la auspiciosa comunidad económica regional, en una comunidad política. 
En su discurso del martes pasado ante el Congreso, Obama se mostró más abiertamente pro socialista que nunca, ensoberbecido por la victoria aplastante de su reelección. Dijo mentiras como que la economía está más próspera, sin mencionar que la deuda pública llegó a 16.5 trillones de dólares, de los cuales 5 trillones son su aporte en cuatro años de gobierno.
Se negó a aceptar que un continuo endeudamiento sea malo y al gasto, que no quiere reducir, lo llamó “inversión”. Pidió trillones para universalizar el kindergarten desde los cuatro años de edad, habló de más dinero para reparar puentes y caminos pese a que para ello recibió un trillón de dólares al inicio de su mandato.
Hizo mofa de la necesidad de revisar las condiciones del seguro social y del seguro médico, como piden los republicanos, para evitar su quiebra en pocos años más. Dijo que es inhumano reducir el gasto porque ello privaría de servicios a los niños, ancianos y más necesitados. Pero jamás explicó cómo financiar esos gastos, salvo con más gravámenes para los acaudalados.
Si se confiscaran las fortunas de los más ricos mediante mas impuestos, lo recaudado no reduciría casi nada la deuda total. El problema no es de ingresos, es de gasto. El 5% de la gente de más altos ingresos aporta el 37% del total de ingresos y el 15% con el 59%. Si se grava más a esta gente, se pierden empleos y por ende, sujetos de tributación.
La presentación de Marco Rubio fue excelente si se la escuchaba en un ágora universitaria o en un debate entre especialistas en ciencias políticas. Pero ese tipo de retórica resbala por la piel de Obama y sus seguidores y es ignorada por los principales medios de comunicación que han creado un escudo impermeable en torno al líder, que así es inmune a toda crítica.
Si se pretende romper el escudo, que le hace inmune a Obama a toda responsabilidad por el descalabro de la economía (deuda, inflación, desempleo, duplicación de precios de la gasolina, recesión) y la pérdida de liderazgo en el plano internacional (la vergüenza de Benghazi, toma de Egipto por la Hermandad Musulmana, nuclearización de Corea del Norte e Irán, fortalecimiento de Al Qaida), Rubio y el GOP tienen que ser más incisivos en sus ataques al principal enemigo, Obama.
Visto el fracaso de los consejos del establishment del partido de no decir verdades “impropias” del bando contrario, para no herir a los independientes, el GOP tiene que arremeter frontalmente y decir las verdades sin termor. Hay que desnudar al personaje para que la gente comience a desmitificarlo.
No deben limitarse a decir que el sistema democrático de libre comercio es mejor que el centralismo estatal, sino comentar las citas de Obama que pretenden probar lo contrario y decirlo porqué. ¿Es Obama sincero defensor de la clase media y los pobres? Demuestren con cifras cómo los vulnera con más y más impuestos, al tiempo que él y su mujer dilapidan fondos fiscales en vacaciones (o en cenas de 900 dólares, como la que él y su mujer tuvieron anoche por San Valentín).
Insistan en una fiscalización del subsidio del trillón de dólares del 2009, que gastó en subsidiar a los sindicatos de la General Motors y de los educadores, los cuales son donantes netos del partido demócrata. Prueben que es mentira que haya más petróleo y gas por sus gestiones, cuando ello se deriva del esfuerzo privado por medidas de su antecesor. La explotación en tierras del Estado y off-shore siguen prohibidas, “por razones ambientalistas”.
Las mentiras proliferan a lo largo de sus propuestas y son mentiras lo que alega que son logros. Allí están incólumes las cifras: desempleo cerca del 8% anual, deuda por 16.5 trillones de dólares. En condiciones normales, esos solos datos hubieran bastado para frenar la reelección de Obama, si eran sensatamente manejados  para que la gente entienda qué es lo que en realidad está sucediendo en este país.
Es tiempo, además, de exigir el desbloqueo de la información referente al pasado de Obama. Dónde nació, su niñez y adolescencia en Indonesia y el pasaporte que de este país obtuvo para viajar, su conversión al Islam, los trabajos e informes de estudiante universitario, su afición a las drogas, los motivos por los que nunca escribió para la revista de Leyes de Harvard de la que fue director, cómo obtuvo su ID (seguro social).
La mediocridad de Obama nunca estuvo tan bien reflejada como en el primer debate por TV con su rival Mitt Romney. Pero éste desaprovechó la ventaja por razones desconocidas y perdió. Romney, como John McCain en el 2008, no creyó apropiado o “caballeroso” luchar contra Obama mencionando sus debilidades, ni siquiera en avisos pagados.
Los resultados estan a la vista. Y Obama seguirá campante en su misión de “transformar” a los Estados Unidos si prevalece ese criterio absurdo de atacar, no con calumnias, sino con la verdad. Rubio pudo haberlo hecho el martes pasado y no lo hizo. Por ello y por saciar su sed de manera tan inoportuna, su réplica a Obama resultó anodina y no tendrá repercusión en la historia. 

Sunday, February 10, 2013

LÓGICA Y SENTIDO COMÚN


Dos de los elementos que usualmente contribuyen a mitigar las fricciones en las relaciones humanas, la lógica y el sentido común, han sufrido en los último años un descalabro, que si persiste podría tener consecuencias impredecibles para la humanidad.
Una de las normas de lógica y sentido común más elementales en lo que se refiere a la vida de todos los días, tanto en referencia a los individuos como a familias, asociaciones, corporaciones y a naciones, es no gastar más allá de los fondos disponibles.
Las sociedades primitivas evolucionaron paultainamente del sistema del trueque al uso de la moneda como instrumento de transacción. Mientras unos producían más de un determinado alimento pero carecían de otro, para satisfacer sus necesidades utilizaba el trueque para suplir sus necesidades.
Las transacciones se facilitaron con el uso de una moneda que representaba el valor del intercambio de bienes y servicios, con variada calidad del metal según el mayor o menor valor del objeto de comercialización.
Desde tiempos remotos ha sido la moneda de oro la escogida debido a la brillantez y a su resistencia a la oxidación. La moneda fue universalmente aceptada para comerciar y desde la creación de los bancos en la concepción moderna en Florencia, el oro se acumuló en las bóvedas como respaldo a las monedas emitidas, ya no solo en metal sino en papel.
Por cierto que el proceso es una ficción, ya que la riqueza de las naciones no está dada por una suma de lingotes de oro, sino por su capacidad productiva. Pero esa capacidad tiene que reflejarse y medirse con algún parámetro y no se ha inventado otro mejor que el del oro.
Con las reservas oro, celosamente guardadas en las bóvedas de los bancos centrales o en sitios como Fort Knox en los Estados Unidos, el gasto de los gobiernos tenía un límite físico, muy lógico: el oro de respaldo. No podía ni debía gastarse más allá de la reserva y cuando ello ocurría, se imprimía moneda sin respaldo o inorgánica, lo que acarreaba devaluación e inflación.
Momentáneamente la devaluación podía abaratar los costos de los bienes exportables, pero a la postre era signo de debilitamiento de las economías y el resultado final era el empobrecimiento. La inflación es considerada el impuesto injusto de mayor impacto sobre la población de recursos fijos y reducidos.
El patrón oro operó bien desde la terminación de la II Guerra Mundial, tras el descalabro monetario que siguió al cese de la guerra precedente, con la inflación desorbitada en la Alemania vencida y el surgimiento de la pesadilla nazi fascista. Pero se truncó en 1971, con la malhadada suspensión “temporaria” de Nixon.
Por razones políticas la guerra en Vietnam se prolongaba más de lo previsto y la victoria militar la bloqueó el Congreso. Los gastos de guerra se desbordaron, el dólar se debilitó y De Gaulle comenzó a retirar oro para incrementar sus reservas, afectando aún más la credibilidad y poder de la moneda norteamericana.
La suspensión del patrón oro no fue temporal. Subsiste hasta la fecha y ello explica cómo los gobiernos, en su afán ilógico de mantener un gasto excesivo para proteger un artificioso mundo de “bienestar social”, imprimen moneda como hojas volantes, sin sustento alguno de valor.
Obama, en los Estados Unidos, ha llegado a extremos de locura en este sentido, pese a que Europa está en quiebra por los mismos motivos. La deuda pública llegó a 16.5 trillones de dólares, con los últimos 5 trillones como aporte exclusivo del actual presidente. En solo cuatro años de gobernar, ha superado largamenre en gasto y deuda a todos sus predecesores. 
El Dr. Benjamin Carson, negro, Director de Neurocirugía Pediátrica del Hospital Johns Hopkins y eminencia mundial con 69 títulos académicos honoríficos de las más renombradas universidades, le acaba de decir a Obama que seguir con ese endeudamiento es irresponsable. Si alguien decidiera contar 16.5 trillones un número cada segundo tardaría más de 500 años en hacerlo.
La lógica y el sentido común, evidentes en Carson, están ausentes de Obama. El martes próximo pronunciará el discurso sobre el Estado de la Unión ante el Congreso Federal y allí reiterará su exigencia autoritaria de que hay que continuar con el gasto fiscal,  para financiarlo con más  y más impuestos. (Hasta que estalle una crisis como en Europa o la Alemania pre nazi)
Uno de los mecanismos de mayor exacción tributaria es el Obamacare en proceso de plena vigencia hasta el 2014. Pretende universalizar los servicios de salud preventiva y curativa, eliminando la competencia privada y centralizándola en el gobierno. El servicio se deteriorará, habrá las dilaciones propias de este sistema y se racionará el gasto según criterio no médico, sino de un comité de burócratas.
Carson habló el viernes pasado en la ceremonia anual por el Día de la Oración, a la que tradicionalmente asisten los jefes de Estado. Allí dijo que la solución a los problemas de atención de la salud sería dotar a cada niño recién nacido de su partida de nacimiento, junto con su ficha médica electrónica y una cuenta de ahorros de salud.
Esta cuenta se alimentaría con ahorros libre de impuestos, de por vida, en forma como ocurre en Chile. Los trillones de Medicare y Medicaid, que se despilfarran en fraude y burocracia, alimentarían esas cuentas y contribuirían a financiar los casos de los desprotegidos. Esas cuentas serían manejadas por sus dueños, sin manipulación del gobierno.
Para aceptar estas ideas es preciso despojarse de ideologías y prejuicios, algo imposible para Obama y los que creen en él. La lógica y el sentido común han sido sustituídos por la idea de que el gobierno es el benefactor supremo, encargado de regularlo y administrarlo todo. No importa si a la ideología se la tilda de fascista, comunista o socialista: todas piensan igual.
Otra obsesión de moda, que va contra la lógica y el sentido común, es la de no solo equiparar sino exaltar al homosexualismo frente a las relaciones normales heterosexuales. El homosexualismo no es normal, pero existe y ha existido siempre. No es normal porque las parejas heterosexuales se atraen por amor y para procrear. Lesbianas y gays no procrean.
El atractivo entre homosexuales obedece a un desvío sexual que explica su promiscuidad, la pedofilia y más excesos. Es posible que una pareja finalmente estabilice sus relaciones, quizás por amistad amorosa, pero ello no justifica que puedan unirse en matrimonio con iguales ritos y derechos que las parejas heterosexuales. 
Para forzar la figura matrimonial, algunas parejas homosexuales adoptan niños o procrean con terceras personas por encargo. En uno y otro caso la aberración se acentúa y las víctimas en este caso son los niños que se crían en un ambiente antinatural, sin las figuras clave de padre y madre, presentes en toda especie.
Obama ha prometido impulsar la legalización del matrimonio gay y quiere extender gratis los anticonceptivos para antes y después del acto sexual. Y se opone a todo intento por suprimir la legalización del aborto, vigente desde 1973, que ha ocasionado la muerte de 55.5 millones de seres humanos, 37% de los cuales eran negros.
¿No es de lógica y sentido común, no es algo natural el impulso hacia la preservación de la vida? Es, en verdad, un precepto no solo moral y religioso, sino un mandato constitucional. Pero Obama y los suyos juzgan que la Constitución de 1776 es obsoleta y hay que modificarla para acomodarla a su ideología. Si así se actuara, le dijo Carson a Obama, se estaría dando un primer paso hacia la tiranía.
Mas ni Carson ni nadie van a lograr que Obama y sus fanáticos cambien de criterio y entren en el campo de la lógica y el sentido común. Lo peligroso sería que su mensaje siga corrompiendo la mente de los norteamericanos que lo eligieron una vez y lo reeligieron para cuatro años más, imitando a naciones tercermundistas como Ecuador, Venezuela  y otras que han sucumbido a tiranuelos de tercer orden. 
Acaso la multiplicación de prédicas como la de Carson logren el milagro de frenar tamaña insensatez, a fin de que se pueda volver a colocar en la Casa Blanca a un líder digno de la grandeza de este país. Como lo sería un Benjamin Carson.  

Friday, February 1, 2013

UNA AVALANCHA RUINOSA

Por todo lado se observa una tendencia colectiva cada vez más notoria de ir por propia voluntad hacia el despeñadero de la regresión en la historia y del rechazo al sentido común y a la ley natural.
Ello se evidencia no solo en naciones de débil consistencia democrática como muchas de América Latina, el África o Medio Oriente, sino en los mismos Estados Unidos donde se acunó hace más de doscientos años la democracia más sólida, jamás torcida con una interrupción dictatorial.
En el 2008 la mayoría de norteamericanos eligió como presidente al más radical de los demócratas, Barack Hussein Obama. Y volvió a  reelegirlo el pasado año, pese a que su desempeño ha sido negativo en todos los frentes, tanto interno como exerno.
El desempleo sigue bordeando 8%, con más de 12 millones sin un trabajo aunque fuese temporal. Empero los más de estos desempleados dieron su voto por él, ahora no por el solo atractivo de que era el primer negro en la Casa Blanca, sino por sus políticas.
Estas políticas se sustentan en la teoría de que el gobierno es el mejor adjudicador de alternativas de prosperidad y felicidad ciudadanas, mediante el gasto público alimentado con impuestos. El gasto subió en 5 trillones de dólares en el cuatrenio, para dispararse la deuda pública a 16.4 trillones de dólares superior al PNB.
Mas el aumento del desempleo, de los impuestos y la inflación no influyeron para que los votantes rechazaran a Obama. Claro que el republicano Mitt Romney, como antes John McCain, fue un candidato muy débil, pero ello no es suficiente para explicar la victoria obamista.
Lo que parece suceder en este país y en gran parte del orbe es que la cultura socialista (fascista, comunista, estatista) está imponiéndose frente a la cultura democrática. Aún cuando las fuerzas democráticas al mando de Estados Unidos derrotaron al fascismo/comunismo en dos guerras mundiales el siglo pasado, la ideología vencida está hoy captando el poder sin guerras ni revoluciones.
Los líderes socialistas como Obama están adoptando tácticas similares para corroer al sistema democrático y destruir a sus líderes. Si no promueven revueltas tipo Che Guevara, en cambio divulgan y aplican medidas y una retórica populista que retuercen la ley, aprovechando las coyunturas de libre acción y pensamiento que esa ley ampara.
Hay variados ejemplos. Obama no cree en la Constitución de 1776 (que se ha enmendado 23 veces) pero que nunca se ha quebrado. Sin embargo la viola constantemente. El Obamacare se aprobó pese a que la Constitución prohibe la obligatoriedad de sus mandatos. Al llegar la protesta a la Corte Suprema, ésta la descartó con una pirueta jurídica deplorable.
Obama gobierna con más de una treintena de ministros, llamados “zares”, que no han pasado por el escrutinio del Senado y que no son responsables ante nadie. En igual caso están otros altos funcionarios y las protestas que se vierten en el Congreso cada vez son más tenues y se desvanecen en el espacio.
La Constitución ordena, como en toda democracia e incluso en las que no lo son, que el gobierno discipline sus gastos con un presupuesto anual por él diseñado y aprobado por el Congreso. En cuatro años del régimen de Obama, ese mandato constitucional no se ha cumplido ni una sola vez. Por esa y otras causas, el gasto fiscal es desorbitado pero el pueblo lo ha reelegido sin remilgos.
El mismo documento, que Obama y sus seguidores dicen es obsoleto y hay que actualizarlo y adecuarlo a las exigencias modernas (¿en qué ha cambiado el hombre?), afirma que la obligación prioritaria que el pueblo le asigna al gobernante es velar por la seguridad nacional y de sus ciudadanos.
Máxime si esos ciudadanos representan la soberanía nacional, como es el caso de los diplomáticos en el exterior. Cuando el embajador en Libia y otros tres altos funcionarios clamaron protección a Obama frente al ataque de terroristas de Al Qaida en Bengazi, éste les negó y el resultado fué el sacrificio de su vidas.
La responsable indirecta, Hillary Clinton, quedó libre de culpa y ahora los demócratas la quieren premiar candidatizándola a la presidencia para los comicios del 2016. O a la vicepresidencia, si se pasa un proyecto de enmienda constitucional que permitiría a Obama reelegirse cuantas veces quiera, como Chávez en Venezuela o Correa en Ecuador.
A Hillary la reemplazará John Kerry, ex combatiente de Vietnam. Cuando se separó del servicio  militar se dedicó a tiempo completo a luchar contra la intervención militar en la península, acusando a los soldados, sus colegas, de violadores y asesinos. Así lo declaró ante una comisión indagadora del Senado en 1971 e igual acusación la hizo en el 2005 para sabotear las acciones militares en Irak.
Kerry se entrevistó secretamente en 1971 con representantes del Vietcong en París, para impuslar la derrota de los Estados Unidos, en acto inequívoco de traición a la Patria. Ahora será el máximo líder civil de esas Fuerzas Armadas que denostó y su aprobación para el cargo no tuvo objeción en el Senado. Jane Fonda, actriz coetánea, desplegaba igual sabotaje contra los soldados norteamericanos: es célebre su fotografía tomada en su visita a Hanoi con oficiales del Vietcong junto a cañones antiaéreos dirigidos contra los aviones atacantes “del imperialismo yanqui”. 
La guerra en Vietnam se organizó para impedir el avance de las tropas comunistas del Vietcong, apoyadas por China y la URSS.  Esta realidad se la ocultó con proganda comunista y con aliados como Kerry, Fonda y los medios de comunicación escritos y audiovisuales de USA, con Walter Cronkite de la CBS a la cabeza. 
Los jóvenes se resistieron a la reclutación obligatoria, se lanzaron a las calles a protestar y a la postre la presión fue tal que el Congreso suspendió los fondos para las acciones en Vietnam y la guerra se perdió. No militarmente, sino políticamente. Historias similares se aplican a las guerras de Afganistán a Irak, surgidas como reacción al ataque 9/11.
Obama no quiere unos Estados Unidos fuertes en defensa, pese al mandato constitucional. Propone el desarme nuclear unilteral y el retiro de tropas de Irak y Afganistán, inclusive sin garantías de que el extremismo islámico no se robustezca. En Libia peleó “a la retaguardia” para derrocar a Gadafi y ahora el islamismo extremo ha crecido, como lo prueba Bengazi.
Tampoco le gustaba Mubarak en Egipto, amigo de Israel y los Estados Unidos. Contribuyó a su derrocamiento y ahora quien gobierna ese país es Morsi, líder de la Hermandad Musulmana que forjó los grupos terroristas de Hamas y otros para atacar a Occidente e Israel. En una maniobra similar a la de Obama, Morsi “mandó” aprobar una nueva Constitución, sin un solo voto de oposición.
Dicha Carta obliga a imponer la ley medieval Sharia, que subyuga a la mujer, que denigra a Israel y busca su desaparición. Es a este Morsi a quien Obama acaba de donar 20 cazabombarderos M16 de última tecnología, junto con 200 tanques Ambers. ¿Contra quién los va a utilizar? Sus únicos enemigos son Israel y la oposición pro democracia.
En lo interno, otro de los mandatos de la Constitución que tanto irrita a Obama y sus coideólogos es preservar y garantizar la vida de sus ciudadanos. Él es ferviente partidario de forzar la muerte de los seres más indefensos, los que se están formando en el vientre materno. Incluso votó contra una ley que prohibía matar a los fetos que sobrevivan un aborto, por una u otra causa.
Y es entusiasta defensor de los gays y del matrimonio entre éstos, que biológicamente es anti vida por anti natural. El arzobispo de San Francisco, una de las comunidades más infestadas de gays, acaba de decir que defender al matrimonio homosexual es como si se concediera al hombre el derecho a dar de lactar. Si se aprueba algo tan antinatural como el matrimonio gay, decía otro prelado, es como si se aprobara la terminación de la ley de la gravedad. 
Con el Obamacare, cuya aplicación debe “perfeccionarse” hasta el 2014, será mandatorio aprobar el derecho de la mujer a recibir anticonceptivos y abortos gratis, que es otra maniobra anti natural. Ese derecho se lo quiere camuflar como incluído en “preventive care” o medicina preventiva. El embarazo, así, es para Obama y los suyos una enfermedad, no un don o milagro de la naturaleza (hay anticonceptivos “para el día después”, que realmente son abortivos).
¿Qué pasa con los votantes norteamericanos? ¿Realmente la mayoría apoya a este individuo y su clan pese a pensamientos y acciones tan contrarios a la esencia de la cultura y cosmovisión de esta nación, la más generosa y libre de la historia? 
Las contradicciones podrán continuar y ocasionar daños profundos. Pero será dentro de estas mismas contradicciones de la democracia que tan perversamente han sido manipuladas por este grupo antihistórico que brotarán nuevas fuentes humanas y morales para recuperar la dignidad, el derecho a la vida, la libertad y la felicidad que se están perdiendo.