Wednesday, March 28, 2018

LA GUERRA COMERCIAL

La guerra comercial no la va a iniciar el Presidente Trump contra China ni contra México ni Europa. La guerra estaba ya en marcha hace treinta o más años contra de los Estados Unidos y lo único que ha resuelto el actual mandatario es tratar de poner orden en las relaciones internacionales.
Buscamos reciprocidad, ha dicho enfáticamente Donald Trump al anunciar que revisará los convenios comerciales con el resto del mundo, cuando en esos convenios ese requisito no existe: con China, por ejemplo, país con el cual el défict comercial es de más de 500.000 millones de dólares al año.
El crecimiento espectacular de la economía china se ha basado en la explotación de los privilegios que Occidente, liderado por Estados Unidos, concedió a ese país tras admitirlo en la Organización Mundial de Comercio. Quedó exento de toda reciprocidad para recibir tecnología y capitales del exterior sin retribución, para levantar industrias de bajo costo (para que China "se haga democrática").
Las principales corporaciones norteamericanas y europeas se asentaron en territorio chino para producir con menos costo e inundar mercados de todo el mundo, sin aranceles. Las compañías huéspedes, para asilarse en China, además tenían que obligatoria y gratuitamente revelar secretos tecnológicos.
A Trump no le parece que esa situación es justa, como no lo es la que se repite con variantes en Corea del Sur, México y otras naciones. No está en contra del libre comercio, como se le acusa, sino que quiere que en realidad sea libre es decir justo y recíproco para las partes. Para iniciar las negociaciones, ha anunciado que impondrá tarifas a ciertas importaciones.
La respuesta ha sido positiva, salvo del lado de los anti Trump de siempre. Pero no cabe sugerir el peligro de que China inicie una guerra comercial de retaliación, pero acaso si que la agudice. ¿Quiere China auto imponerse restricciones para exportar sus productos a Estados Unidos, su principal mercado o a la importación de algunos de ellos? Los más afectados con la medida, en todo caso, serían ellos.
El problema fundamental de  es que está centralmente planificada y dirigida por la super burocracia de Beijing, que ahora tiene un líder vitalicio. Algunos indicadores podrían dar la falsa idea de que va camino de superar a la economía estadounidense (o que lo ha hecho), pero eso no ocurrirá porque la Historia ha demostrado que la pujanza de una economía de libre mercado es imbatible.
Quienes bien entienden este problema son, no los “sesudos” de la “fake mass media” sino Xi Jinping, Presidente de China y Donald J. Trump, los protagonistas del drama. Trump ha hablado claro y Xi está de acuerdo con revertir la falta de reciprocidad comercial y para poner fin al robo de la propiedad intelectual. El acuerdo para cortar los primeros 100.000 millones de dólares del deficit comercial está ad portas.
Paralelamente el dictador de Corea del Norte Kim Yo-Jong acaba de visitar en Beijing a su mentor Xi y se comprometió a terminar el programa de nuclearización que inició violando el acuerdo con Naciones Unidas. Pronto se reunirá con el Presidente Moon de Corea del Sur y con Trump para adelantar diálogos con ese fin y, acaso, para sellar la unificación de la Península.
La Península de Corea nunca debió dividirse si Truman optaba por derrotar militarmente a los invasores comunistas sinosoviéticos. Prefirió el armisticio que aisló tras el Paralelo 38 a la región Norte, que se convirtió en una cárcel comunista dominada por la dinastía Kim. Similar derrotismo militar se repitió en Vietnam por presión de los “pacifistas”.
En esa época el lema era “Make Love Not War” (haz el amor y no la guerra), que blandían los jóvenes que no querían enlistarse en las fuerzas armadas para terminar con la invasión comunista en Vietnam. Vivían una vida cómoda con las ventajas alcanzadas por sus padres, veteranos de la Segunda Guerra Mundial. No querían los horrores de Vietnam, peferían  Woodstock con ilimitado amor libre, alcohol y drogas.
Ese sentimiento no se extingue. Ha florecido nuevamente hoy a propósito de la última masacre de la escuela Parkland. En lugar del lema sobre el amor, ahora piden un “adiós a las armas” y votos para los demócratas de los sobrevivientes y para los inmigrantes ilegales. Se ha sumado un ex-miembro de la Corte Suprema, de 97 años de edad, que en el ocaso de la vida pide suprimir la II Enmienda Constitucional “para salvar vidas”.
La II Enmienda garantiza el derecho de los ciudadanos para portar armas para la defensa personal. En Parkland, un coach enfentó con los brazos en alto al asesino para proteger a sus pupilos y murió acribillado. Si hubiese tenido un arma, probablemente la suerte habría sido distinta. La violencia de la expansión comunista en Vietnam no podía terminar con lemas ni con Jane Fonda congraciándose con los enemigos en Hanoi.
Al enemigo hay que derrotarlo. Si se resuelve ir a la guerra, hay que ir pero para ganarla, decía el general Douglas MacArthur. No se va a la guerra para firmar armisticios ni peor para salir en fuga como en Saigón o Iraq. A Kim no se lo persuade con mimos, sino convenciéndole de que esta vez tendrá que sujetarse a las leyes, porque ahora la ley si está respalda por la fuerza.
China no se hizo más democrática porque Nixon se allanara a Mao para restablecer relaciones diplomáticas sin compromiso alguno. China no se hizo democrática con las concesiones post OMC. Irán no dejará de causar turbulencias terroristas porque Obama le inundó de dólares y le dió luz verde para que siga en su progrma nuclear. Sería preferible que el ejemplo democrático de Occidente hubiese prevalecido pacíficamente tras la II Guerra Mundial y subisugientes, pero la realidad fue otra.
Y probablemente asi lo seguirá siendo siempre. El mal, los “hombres malos” como dice Trump en español, no cesarán de existir. Hay que estar preparados para prevenir que actúen y para frenarlos y destruírlos si actúan. Así lo piensa y actúa el actual Presidente y pese a la campaña de desprestigio de los principales medios de comunicación, su liderazgo sigue en auge.
(A continuación, una nota ilustrativa del Wall Street Journal sobre China)

Reporters in China often run up against Potemkin projects—gleaming science parks sitting half empty, new districts with eerily few residents, solar-powered cities where most of the panels are disconnected. These wasteful investments, designed to fulfill local-government ambitions to boost construction and drive short-term growth, can be a nuisance when researching stories about innovation or environmental foresight. But what if such projects are not a distraction but the story itself? What if China’s economy is, in fact, on the brink of a precipitous downturn? That is the question Dinny McMahon asks in “China’s Great Wall of Debt.”
Mr. McMahon, a former Beijing-based correspondent for this newspaper, suggests that China has powered ahead for as long as it has not because it is immune to crises but because its government has so far managed to intervene to stave them off. When China’s stock market plunged in 2015, the central government directed fund managers to buy instead of sell and pressured journalists to write only optimistic reports. One reporter who strayed from the official line was trotted out on state television to apologize.
Such intervention has created a false sense of confidence, Mr. McMahon argues, which in turn has led to a bad case of economic bloating. As of 2015, China’s firms had an accumulated debt equivalent to 163% the size of the national economy, compared with 105% in South Korea and 71% in the U.S. Many of the companies on a borrowing binge are large, state-owned enterprises deemed too big to fail.
Local government leaders are rewarded for contributing to this bloat. They are graded on growth figures; to keep those numbers high, they prioritize tax contributions and construction projects above management and long-term planning. Even zombie companies—those that do not earn enough to repay their debts—help generate taxes, reducing the incentive to shut them down. Mile upon mile of new housing and infrastructure may not fill any real need, but seizing land from rural residents and selling it to developers is an easy way for local governments to boost revenue.
‘China’s Great Wall of Debt’ Review: The Chinese Growth Charade
PHOTO: WSJ

CHINA’S GREAT WALL OF DEBT

By Dinny McMahon
Houghton Mifflin Harcourt, 256 pages, $28
When it comes to generating economic growth, Mr. McMahon notes, such strategies are low-hanging fruit. Land sales are a one-off gain; eventually, “there are no magic bullets left.” An explosion of wealth, meanwhile, has created bubbles far beyond the property sector. The proliferation of unregulated shadow-banking outlets has contributed to a ballooning finance sector. Financial services now account for a greater share of the gross domestic product in China than in the U.S.
China’s leaders are fully aware of the country’s debt problem. Writing in the official People’s Daily newspaper in 2013, the influential Chinese economist Ba Shusong warned that a cooling of the property market could lead to a financial crisis. In February, China’s regulators took control of Anbang Insurance Group Co., the conglomerate that had acquired New York’s Waldorf Astoria in 2014 for $1.95 billion; this following a series of moves meant to rein in the company’s lavish spending.
Predictions involving China don’t always age well. In his 2001 book, “The Coming Collapse of China,” Gordon Chang proposed that the Communist Party would be out of power within a decade. In 2010, hedge-fund manager Jim Chanos warned that China’s economy was on a “treadmill to hell.” Other Western fantasies include the notion that the internet would bring democracy to China and that Xi Jinping would prove to be a democratic reformer. Such analyses often say as much about Western anxieties and aspirations as they do about reality.
Here Mr. McMahon is not immune. His insights are grounded in the 2008 global financial crisis. China’s financial system, he notes, increasingly looks like America’s “prior to the Lehman Brothers bankruptcy.” Mr. Chanos, he says, is not wrong about where the treadmill is headed; it is just that Beijing has “an unparalleled capacity to kick the can down the road.” But because debt keeps growing, at some point the can “will go no farther.”
Unlike earlier doomsayers, however, Mr. McMahon wisely steers clear of broad strokes. He doesn’t give a timeline for a downfall; nor, despite his brash subtitle—“Shadow Banks, Ghost Cities, Massive Loans, and the End of the Chinese Miracle”—does he delight in signs of malaise. His book will be an indispensable explainer in the event of a downturn and a useful guide to understanding China’s economy in the meantime.
Perhaps the book’s sole moment of overreach comes when Mr. McMahon turns to China’s capacity for innovation. Despite stunning successes in sectors such as tech, Mr. McMahon is skeptical that China will be able to innovate its way out of a downturn. Beijing’s plans for innovation are largely state-driven, he notes, and reliant on short-term tactics such as protectionism and industrial espionage. But illicit technology transfer has lately been joined by strategic acquisitions of overseas companies in sectors as diverse as artificial intelligence and seed science. It may be too soon to tell what effect such shifts will have on China’s long-term economic prospects.
Ultimately, Mr. McMahon notes, those most affected by China’s debt binge are the people of China—the rural residents who watch as their land is seized and yet the developments built on them sit empty, and the urban professionals whose savings take a hit in value as banks dole out nonperforming loans. Income inequality has risen dramatically in China since the 1980s, putting it on par with Brazil. China has so far managed to elude the instability that often follows such inequality, but only because in recent decades its people have known only growth. If the country hits a recession, that may well change.
Ms. Hvistendahl is a national fellow at New America. Her next book, “The Scientist and the Spy,” on industrial espionage and China, will be out next year.

Monday, March 26, 2018

LA VIOLENCIA QUEDA PROSCRITA

Millones de jóvenes (la mayoría menores de 18 años) salieron el sábado pasado a las calles de las principales ciudades de este país de la mano de los demócrata progresistas, para “decretar” que la violencia, a juicio suyo fomentado por los republicanos, debe terminar.
Como secuela de la matanza en el colegio de Parkland, Florida, en la que fueron asesinados 17 estudiantes y profesores, los muchachos piden que se restrinja la libre adquisición de las armas de fuego, garantizada por la Constitución a la que consideran, según entrevistas, “obsoleta”.
En las manifestaciones, que tuvieron cobertura continua en las cadenas de radio y TV, los líderes exhortaron a sus compañeros a registrarse tan pronto cumplan los 18 años para votar y alcanzar sus objetivos. No lo dijeron ni hacía falta: el voto potencial tendrá que ser demócrata.
Las pocas entrevistas a los participantes hechas al azar y difundidas daban clara idea de la debilidad de sus conocimientos acerca del por qué de la II Enmienda de la Constitución que garantiza a los ciudadanos el portar armas para defenderse de los gobiernos abusivos y su ignorancia total sobre armamentos. Y de la Historia en general del país.
La educación, desde que pasó a control del Estado contra lo señalado por la Constitución, ha ido decreciendo en calidad, debido al predominio de los sindicatos de profesores de tendencia “liberal” o de izquierda, que impiden todo intento de frenar la revisión de la historia de este país. (Trump quiere hacerlo con su gobierno)
Los manifestantes del sábado, por ejemplo, quieren responsabilizar al NRA de todo crimen individual y colectivo con armas de fuego, porque es la institución que desde 1871 defiende la II Enmienda contra los esfuerzos por debilitarla o eliminarla, siguiendo patrones dictatoriales. NRA no se ha visto involucrada ni directa ni indirectamente en crimen alguno de los que se le acusan.
Las leyes para la adquisición de armas existen y en el caso de la tragedia de Parkland el asesino Nikolas Cruz jamás debió recibir autorización para comprar el fusil automático A-15 ni municiones por sus antecedentes que lo inhabilitaban, según hubo más de 50 denuncias que la policía y el FBI no quisieron o no supieron escuchar para prevenir los daños.
Aún si se prohibiese la adquisición de armas de modo total, el crimen y la violencia individual o colectiva no cesarían. La violencia no la crean las armas, anida en la mente y el espíritu de los seres humanos. No habrá manifestación alguna que la borre, ni exhortación papal a los gritos que la alienten para lograrlo.
Si alguien está predispuesto al mal y carece de un revólver o fúsil, buscará una bomba, granada o cualquier otra instrumento mortal para lograrlo. Por más ilusiones utópicas que políticos profesionales imbuyan en mentes aún inmaduras, la sola alternativa para afrontar los estragos de la violencia es estar preparados para impedirla.
Días antes del sábado de las manifestaciones, una masacre en Maryland se evitó porque alguien estaba armado y logró abatir a un asesino que intentaba cometer otro asesinato colectivo. La policía habría llegado minutos después de la primera alarma, luego que el hombre armado ya actuó para salvar vidas.
La idea de que profesores o empleados se adiestren en el  manejo de armas en escuelas y colegios es absolutamente válida y debe expandirse por la Unión, como ya ocurre en estados como Utah y como es reglamentario en Israel. Por rápida y eficiente que sea la respuesta policial a un llamado de auxilio, estar prevenidos debe ser mandatorio.
La movilización de cientos de miles de jóvenes debió financiarse con millones de dólares de demócratas multimillonarios que odian a Trump. No atinan cómo descalificarlo. La patraña de la colusión con los rusos se va por el caño. Anoche utilizaron a una prostituta (qué es, si no, una “porno star”) para ser entrevistada en TV sobre una supuesta relación sexual con el actual Presidente. 
El entrevistador de 60 Minutes, Anderson Cooper, es homosexual confeso y no se le vió muy cómo tratando de dar cátedra de moralidad sexual con la porno star, que por tres veces había declarado por escrito que nunca había tenido sexo con Trump. Talvez Cooper habría estado mejor si la entrevista se refería a algún escándalo entre hombres.
Para colmo, Cooper trató de vincular la supuesta denuncia “bomba” con la investigación sobre la colusión rusa que el consejero especial Bob Moeller realiza desde hace casi año y medio sin encontrar evidencia alguna. Fue una ridícula intentona, que se estrelló hoy con la noticia de la expulsión de 60 diplomáticos rusos ordenada por el “agente” de Putin, Donald J. Trump, por el caso de envenenamiento en Londres.
Las millonadas del partido demócrata en la manifestación buscan una recompensa: votos. Si los muchachos votan demócrata, es porque en sus escuelas no les han enseñado que ese partido fue el que motivó la Guerra Civil, asesinó a Lincoln e impidió la integración de los negros, creó el Klu Klux Klan, se opuso al voto de la mujer y a los Derechos Civiles.
Pese a la cobertura obsesiva de la manifestación y los discursos por parte de los medios audiovisuales y escritos, parece que la gente no se traga ruedas de molino. La popularidad de Trump sigue en ascenso (como la Bolsa de Valores) aunque le critiquen no solo progresistas, sino incluso algunos de sus partidarios que no terminan por entenderlo.

Friday, March 23, 2018

LOS CRÍTICOS DE TRUMP

Ahora los críticos del Presidente Trump son no solo los demócratas y los progresistas de siempre sino también los autotitulados “conservadores de pura sangre” y “únicos y verdaderos” soldados anti establishment.
¿Cuál la razón de esa conversión de quienes hasta esta tarde eran ardientes defensores del líder republicano, que revitalizó la economía nacional con la reducción de impuestos y la abolición de las trabas a la inversión del régimen de Obama?
Simplemente porque aprobó hoy la proforma presupuestaria por más de 1.3 trillones de dólares, que los conservadores “puros” le pidieron que vete por estar en contraposición con los principios de austeridad del partido y por incluir gastos para Planned Parenthood y excluir fondos para el muro fronterizo con México, entre otras cosas.
Son observaciones aceptables, pero que no justificarían un veto que habría paralizado al gobierno, aplazando la aprobación bipartidista de 60.000 millones de dólares de fondos adicionales para restituir el poder militar sistemáticamente disminuído por Obama, que pese a ello duplicó en ocho años la deuda pública nacional.
Los objetivos republicanos de Trump, que se están cumpliendo en los otros campos con celeridad sin precedentes, podrían haberse alcanzado de no mediar las restricciones de división de poders establecida en la Constitución. Si fuese dictatorial, como le acusa la oposición, acaso Trump pudo valerse de malas artes para lograrlo, como su antecesor.
Según la Constitución, las leyes, entre ellas la del presupuesto, deben ser aprobadas por consenso de la simple mayoría de la mitad más uno. En el Senado, sin embargo, esa elemental regla fue violada durante el pasado gobierno de Obama, cuando el líder de la mayoría demócrata Harry Reid introdujo la práctica de votación “filibuster”.
En teoría, la norma habría de aplicarse con leyes de especial importancia que requieran la anuencia de al menos los 2/3 de los 100 senadores, es decir 60, como para la nominación de jueces o aprobación de tratados. Pero luego esa exigencia se generalizó y extendió a todo proyecto de ley, incluída la proforma presupuestaria. 
La proforma es voluminosa, pero basta que un item sea rechazado para que todo el conjunto lo sea. Por ejemplo, los demócratas condicionaron su si al gasto militar, con el subsidio al Planned Parenthood por 500 millones de dólares (incluído el aborto). Los anti aborto se oponen, pero en la actual situación la alternativa habría sido el estancamiento. 
Trump ha dicho que será la última Proforma que firme con tales yerros y que los vacíos tratará de inmediato de superarlos a partir del próximo lunes con los legisladores y expertos del Ejecutivo. Tal el caso del muro con México, pendiente desde el 2006 y la definición del estatus de los 869.000 ilegales protegidos por el DACA de Obama, que los demos persisten en obstruir.
Por cierto y como lo advirtió Trump en su anuncio de esta tarde, el llamado “filibuster” tiene que ser eliminado ipso facto. Los senadoes republicanos son 52 y se requiere de 60 para aprobar una ley. La cifra republicana disminuye con traidores como John McCain o anti Trump como Jeff Flake y otros impredecibles. De ahí que la cifra 51 es clave.
Paralelamente a esta restitución del proceso constitucional para legislar, se debería permitir que la Proforma Presupuestaria, como lo indicó Trump, se apruebe item por item, para evitar tropiezos, trampas como las que hoy se han tendido y se logre mayor fluidez y transparencia.


Monday, March 19, 2018

O CUMPLES O NO LA LEY

Lo trascendente en cuanto a la convivencia humana es cumplir con la ley. ¿Aceptas vivir en paz y armonía? Pues entonces no existe otra alternativa que acatar un cúmulo de leyes y regulaciones adoptadas por consenso, ya que de otro modo esa paz y esa armonía se quiebran.
Dado que las sociedades humanas no están pobladas por ángeles, como lo advirtió James Madison, uno de los co fundadores de esta nación, para los que vulneran las leyes hay que establecer policía y juzgados para aprehenderlos, juzgarlos y castigarlos. Tarea, por cierto, inacabable.
Las leyes, inspiradas en valores éticos y morales, rigen no solo para el convivir interno de las naciones sino también para el ajuste en las relaciones internacionales. Y, por cierto, moderan la conducta individual de los seres humanos capacitándoles para diferenciar ente el bien y el mal.
Si se hubiera cumplido la ley, probablemente no habría habido la masacre de Parkland, en la Florida, que causó la muerte de 17 vidas inocentes. La FBI y la Policía no hicieron caso de los 45 llamados de advertencia sobre la mentalidad enferma del asesino Nikolas Cruz, pese a que por  ley debían hacerlo. 
Si hubiesen rastreado a Cruz, expulsado de la escuela por violencia, no habría podido comprar el fusil A-15 semiautomático con el cual ametralló a sus ex-compañeros y al entrenador de fútbol. El policía de guardia en la escuela no ingresó al oir disparos, desobedeciendo el reglamento.
Desastres como el ocurrido no se corregirán con más leyes obstructivas a la tenencia de armas que garantiza la Constitución, sino con sancionar a quienes no cumplieron con las leyes vigentes y con adoptar medidas para que en el futuro no se las omita. Solo los estados totalitarios prohiben a sus ciudadanos el libre uso de armas de fuego.
La confusión creada por Obama con los niños que vinieron con sus padres   al cruzar ilegalmente las fronteras y que los protegió de la deportación con el decreto ejecutivo DACA, tiene su origen en violaciones de la ley. El ingreso de padres e hijos fue ilegal y al amparlos Obama violó la Constitución. El Congreso aún no acuerda una vía para su legalización.
En lo internacional, la crisis de Corea del Norte no la creó Trump sino la dinastía Kim y su heredero Kim Jong-Un. Esa fracción de la Península Coreana, que quedó en manos comunistas por debilidad de Truman, violó el Acuerdo de No Proliferación de Armas Nucleares de las Naciones Unidas  y desarrolló su propio arsenal nuclear con apoyo iraní y chino.
Los predecesores de Trump, demócratas y republicanos, fracasaron en sus intentos de desnuclearizar a Corea del Norte con mimos y dádivas a cambio de ofertas que nunca se cumplieron. Ahora parece que la situación podría cambiar con la aplicación de otro estilo de diplomacia que no oculta que para hacer cumplir con la ley se precisa como respaldo de la fuerza.
Los “escándalos” dentro del FBI están siendo motivados también por el irrespeto a la ley. La demócrata Hillary Clinton perdió ante Trump en las elecciones del 2016 y la ley vigente manda que hay que respetar los resultados alcanzados limpiamente. El partido de Obama resolvió  no respetar ese elemental principio y forjó fantasías para impedirlo.
Comprometió a las más altas autoridades del FBI para que respaldaran una supuesta “colusión” de Putin con Trump para favorecerlo en las elecciones en perjuicio de Hillary. A casi año y medio de investigaciones de un consejero especial y de dos comisiones del Congreso, solo una se ha pronunciado porque la acusación no tiene sustento.
Pero han aflorado patrañas registradas por escrito, algo increible para profesionales del espionaje. En esas notas se trasunta un odio irrazonado contra Trump y el deseo de forjar lo que fuere para descalificarlo y destituirlo. Por lo pronto, el subdirector de la FBI, Andrew McCabe, acaba de ser destituído del cargo por pedido de un organismo interno de auditoría y se espera que será enjuiciado por perjurio.
Ante el diluvio de evidencias delatoras de las deshonestas intenciones que Obama y los seguidores de la frustrada Hillary tienen contra Trump, éste acaba de sugerir que ya no tiene sentido que el consejero especial Robert Mueller continúe desperdiciando tiempo y dinero en la búsqueda de evidencias de la colusión rusa, exhortándole a que de por cerrado el caso.
Los demócratas progresistas y sus portavoces que son la mayoría de medios de este país y del exterior, se han lanzado al unísono a condenarlo diciendo que Trump “va a cancelar” a Mueller y que la cancelación de McCabe se explica como “una obstrucción a la justicia” para impedir que salga a luz “la verdad” sobre la colusión.
La Casa Blanca tuvo que aclarar que Trump nunca ha tenido ni tendrá la intención de despedir a Mueller y que sigue firme la promesa de cooperar para cualquier gestión que requiera su misión. El cumplimiento de la ley es una acción humana estrechamente vinculada con la verdad. Los medios en este país, infectados por el virus progresista, por desgracia no dicen la verdad por haber dejado de ser independientes.
Su percepción de la realidad ha quedado circunscrita al esquema mental que les ha sido imbuído desde hace algunas décadas en escuelas, colegios y universidades por la corriente “progresista” anti Constitución que Trump pecisamente está empeñado en pulverizar y por lo cual atrae tanta resistencia.

Thursday, March 15, 2018

LA AVERSIÓN A SER LIBRE

Contrariamente a lo que podría suponerse, no todos aman la libertad. Para muchos, esta opción les atemoriza y como que preferirían delegar a otros la toma de decisiones sobre sus vidas y sus acciones, para evitar la tortura y el riesgo de pensar y decidir por si mismos.
No de otro modo se explica que dentro de los Estados Unidos exista un movimiento creciente en contra de la Constitución de 1778, que consagra la libertad como elemento básico del sistema de gobierno, inspirado a su vez en la Declaración de la Independencia de 1776.
Por primera vez en la historia se puso en práctica un gobierno elegido por consenso del pueblo y no por imposición de una monarquía o tiranía y con el condicionante de que la soberanía popular indelegable se fraccionaría en tres ramas, que mutuamente se controlarían para evitar excesos.
La experiencia, que selló la independencia de la monarquía británica, ha probado ser la fórmula más eficiente de convivencia humana para favorecer el desarrollo con preservación de las libertades individuales. El sistema, para seres humanos y no para ángeles, según Madison, contiene sus propias reglas para autocorregirse y superar falencias.
En casi 300 años de vigencia la democracia constitucional de los Estados Unidos ha dado nacimiento a la mayor potencia económica, militar y cultural del planeta. Los países que de un modo u otro han imitado su modelo, son los que más han avanzado. En contraste, los que optaron por las autarquías se debaten en la miseria y ausencia de libertad. 
No obstante esta evidencia contrastante, persiste en el espíritu de muchos la idea de soluciones utópicas, unas veces inspiradas en buenas intenciones, otras en las ansias de acumular y acrecentar poder. Ante la realidad de la persistencia de la pobreza y la desigualdad del ingreso, por ejemplo, surge el mito de la igualación.
El eslogan de la “justicia social” es demostrativo de la distorsión de moda de la izquierda “progresista”. Con la unión de los dos vocables, pretenden insinuar que solo con una redistribución (igualación) de los ingresos se logrará una justicia social, sin ricos explotadores ni pobres oprimidos.
El objetivo puede alcanzarse por medios violentos, con “revoluciones” a la cubana, venezolana o norcoreana y similares o a través de reformas como piden los demócratas estilo Obama/Hillary, concentrando el poder en la rama ejecutiva, desalentando la inversión privada y elevando los tributos para aumentar el control administrativo del Estado.
En cualquiera de los casos la redistribución no se obtenible sin sacrificar las libertades individuales y sin sacrificio del mercado de libre competencia en el cual haya riesgo de inversión, lucro y florecimiento de la invención. El resultado siempre es menos o ninguna libertad, empobrecimiento creciente y concentración de decisiones en manos de unos pocos.
¿Cómo se divulgan y esparcen esas visiones políticas cuyos resultados, cuando se aplican, son completamente opuestos a los prometidos? En el caso de la Rusia bolchevique se explica por la maniobra dictatorial de Lenin que terminó por imponerse implacablemente sobre sus rivales hasta la llegada de su sucesor Stalin, que junto con Mao y Hitler es uno de los mayores genocidas de la historia.
Lenin pudo haber sido frenado a tiempo si Europa Occidental hubiese escuchado a Churchill y reaccionado a tiempo. Más tarde los Estados Unidos favorecieron la consolidación de Mao en China en desmedro de Chiang Kai Shek. Luego Nixon (con Kissinger) le tendió la mano a Mao reconociéndolo como líder con perdón de sus atrocidades y genocidios.
En los Estados Unidos, Uncle Joe (Tío Pepe) Stalin siguió de amigazo de Franklin D Roosevelt, mientras expandía su imperio soviético por el orbe tras la Cortina de Hierro descrita por Churchill. La élite intelectual y del periodismo señalada por el senador McCarthy era afin al comunismo de la URSS, aunque en estos días aparezca “anti” por ser anti Trump.
Los partidarios de la utopía progresista socialista marxista, sea por poder o por creer en la “justicia social”, saben que son una minoría en la población pero saben también cómo ganar terreno: controlando la educación pública de donde brotan los políticos y los periodistas adoctrinados. 
Los progresistas se han tomado las escuelas, colegios y universidades que casi todos se financian con impuestos. Los profesores están afiliados obligatoriamente a los sindicatos de mayoría demócrata y contribuyen al partido y deciden lo atinente a los curicula, que se distorsiona cada vez en más alineándose con el pensamiento anti Constitución y pro “justicia social”.
La mayoría que egresa de las universidades públicas es “liberal” o sea “progresista”, al igual que casi todos los que escriben para los medios audio visuales y escritos. Donald J Trump, republicano contrario a la tendencia utopista, está bloqueado por esa muralla informativa y de opinión de los medios, de los que se defiende como un titán para sobrevivir.
Todos ellos, los progresistas, estaban seguros del triunfo de su candidata presidencial Hillary Clinton y siguen trastornados con su pérdida. Ella está enloquecida y sigue diciendo estupideces para tratar de justificarse, por donde quiera que va. Ellos ya no saben qué hacer. El martes pasado, por ejemplo, el candidato demócrata en Pennsylvannia, Conor Lamb, optó por hacer campaña con principios republicanos para intentar ganar.
Casi lo logra, porque su rival, mucho mayor, Rick Saccone, carecía de carisma y llegó a aventajarlo con seis puntos. Tuvieron que venir en su ayuda a última hora Trump y su vicepresidente Pence. Lamb tiene una leve ventaja de alrededor de 600 votos y el resultado final se sabrá con un último conteo de votos por correo.
Los “liberals” utilizan cualquier artimaña para avanzar. Ayer manipularon a los niños de las escuelas para que salgan a las calles a pedir al Congreso que exija la prohibición del uso de armas de fuego, garantizado por la Constitución (para que el pueblo se levante contra los gobiernos que en un caso hipotético quiebren la Constitución).
Ya manipularon para que la Corte Suprema de Justicia apruebe el aborto, en violación del derecho a la vida que garantiza la Constitución. Y para que equipare el matrimonio homosexual con el tradicional. Y que se rehaga la historia y se derriben monumentos a los que forjaron la nación, como Washington, Jefferson, Lincoln y se queme y escupa a la bandera.
Si este país está dividido, no es por Trump. Es por los progresistas que pretenden escarnecer e ignorar a la Constitución, que ha sido el elemento unificador por excelencia de esta nación por casi tres centurias y clave para su engrandecimiento. Donald J Trump está resuelto a que lo siga siendo.

Thursday, March 8, 2018

RESISTENCIA A LA VERDAD

Marzo 8, 2018

RESISTENCIA A LA VERDAD

Agotados todos los argumentos para intentar descalificar como Presidente de los Estados Unidos al republicano Donald J. Trump, los demócratas y los progresistas adoptaron el slogan “Resist” (o sea resistir, bloquear) todo proyecto y toda obra del gobernante. 
En ese empeño han contado con el respaldo de los mayores medios de comunicación audiovisual y escrita del país y del exterior. Pero lo que se ha puesto en evidencia es una confrontación entre la verdad y la mentira, por lo cual a la postre los resultados finales no son difíciles de predecir.
Esta tarde habló Trump sobre las tarifas que impondrá a la importación de acero y aluminio, 25% y 10% respectivamente. El anuncio de que lo haría desató una ola de insultos y anticipaciones de que la medida provocaría una guerra comercial que haría añicos los logros económicos del régimen.
La explicación que dió hoy fue clara. Las tarifas son una primera medida para reformar las relaciones comerciales no recíprocas de los Estados Unidos con el mundo, que le significan un déficit anual de más de 800.000 millones de dólares y pérdidas de fábricas y empleos en el país.
La medida anunciada se hizo tras nueve meses de estudio y estará sujeta a un proceso de evaluación con cada país involucrado, de suerte que si hay reajustes de reciprocidad como con Canadá y México dentro de NAFTA, las tarifas a los metales serán eliminadas o reducidas. No habrá revisión en los casos de hostilidad económica o militar con otros países.
El desequilibrio comercial, explicó Trump, se origina en el altruismo post II Guerra Mundial cuando se aplicó el Plan Marshall de ayuda a Europa y se redujeron aranceles para ayudar a los países afectados por la guerra. Pero hoy esas naciones exudan prosperidad y siguen recibiendo protección militar y exenciones arancelarias sin justificcación.
Si los países se niegan a renegociar y lanzan la “guerra” comercial, añadió el mandatario, los perjudicados serán ellos y no el país ya perjudicado, los Estados Unidos con su déficit de 800.000 millones de dólares, de los cuales 500.000 millones son de China, productor excedentario de acero que coloca su producto de calidad no óptima de modo directo, o por terceros países.
Si la oposición insiste en la “resistencia”, estaría resistiéndose a la verdad y a defender los intereses de este país, tanto en lo económico como en lo atinente a la seguridad nacional. Necesitamos, dijo Trump, volver a producir nuestro propio acero para construír nuestros tanques y aviones de guerra sin depender de las importaciones de naciones aliadas y no aliadas.
La “resistencia” está organizando y financiando una multitudinaria marcha a Washington para forzar al gobierno y a los legisladores a que prohiban la venta de armas de fuego a los ciudadanos,  garantizada por la II Enmienda de la Constitución. Dicen que esa sería la manera de evitar que se repitan masacres como la reciente en Parkland, Fl.
Billonarios como Soros pagan ómnibus, alimentación y demás gastos para hombres, mujeres y estudiantes que se sumen a la protesta. Evitan discutir que la suspensión legal de venta de armas, deja éstas exclusivamente en manos de criminales que las usan para agredir, intimidar y matar, no para la defensa que es la motivación de la II Enmienda. 
Mienten al decir que promueven la marcha en defensa de la vida de los niños y adolescentes en peligro, cuando al mismo tiempo defienden hasta la histeria el aborto. En Parkland murieron 17 inocentes. Hasta hoy han muerto más de 60 millones de inocentes desde que la Corte Suprema de Justicia violó la Constitución para autorizar al aborto.
Las matanzas colectivas no son consecuencia del mercado legal de armas sino de la violencia y desprecio a la vida, que se manifiesta igual en la aceptación del aborto y el pre aborto de la anticoncepción. Está comprobado que este último recurso redujo el número de matrimonios y debilitó la posición maternal de la mujer, a quien le toca muchas veces asumir sola la crianza abolido el núcleo familiar tradicional.
Mienten los progresistas, también, al atribuirle a Trump algo que nunca ha sido: anti inmigrante. Lo que ha prometido durante la campaña electoral y como Presidente es cumplir con las leyes. Las de Inmigración estipulan que para ingresar a los Estados Unidos hay que sujetarse a ciertos requisitos, sea como turista, mucho más si se aspira a la residencia.
Millones han irrespetado esas leyes y se encuentran aquí ilegalmente. En muchos casos cruzaron las fronteras con menores de edad. Todos ellos deberían ser deportados sin discusión. Obama, sin embargo, postergó la deportación de los menores de edad, algunos ya adultos, mediante un decreto ejecutivo conocido como DACA, que es inconstitucional.
Trump no se adhirió a esa medida inconstitucional y pidió al Congreso que en seis meses se ingenie alguna media para facilitar la naturalización de los protegidos de Obama, ampliando el número de 690.000 a 1.800.000. Pero los demócratas se han opuesto y exigen que se otorgue la amnistía general y automática a los “dreamers”, a sus padres y en suma a los once millones de ilegales.
Ni Trump ni la mayoría de estadounidenses aceptará esta trampa, que los demócratas la fraguan con la certeza de que esos ilegales se harán demócratas si se legalizan y votarán por la “resistencia”. El DACA debía caducar el 5 de este mes pero se prolongará unos meses debido a la intercesión de algunos jueces federales obamistas. Algún momento volverá el caso a la CSJ, si antes no se llega a un acuerdo en el Congreso.

Friday, March 2, 2018

OTRA VEZ SE CAE TRUMP

Es la cuarta o quinta vez en un año que los medios de comunicación anti Trump, alineados incondicionalmente con el partido demócrata progresista, vaticinan que el Presidente está a punto de “echar la toalla” porque la Casa Blanca es un caos que él es incapaz de gobernar.
Si caos es lo que existe en la Casa Blanca, entonces Donal J. Trump es un genio pues a pesar de ello ha logrado concretar en ese lapso el 64% de las promesas de campaña, según la Heritage Foundation, más que ningún otro gobernante que le ha precedido, incluído Ronald Reagan.
Entre las promesas cumplidas figuran la reducción de impuestos, revisión de los tratados comerciales con resultados no recíprocos, la anulación de las regulaciones de Obama obstructivas al desarrollo y la obligatoriedad de adquirir el Obamacare, todo lo cual ha impulsado la economía a través del aumento de la inversión, el ahorro y el empleo.
Si hay caos es en el lado del “progresismo”, frustrado cada vez más en su empeño por debilitar la Constitución vigente para facilitar un giro de la nación hacia una izquierda socialista/marxista en que  predomine el Estado sobre los derechos individuales. La pérdida de la candidata presidencial Hillary Clinton, que hubiera acelerado esa tendencia, fue un shock del cual no se recuperan.
Una de las promesas de tipo comercial que anuncia cumplirá, es elevar los aranceles a la importación del acero (25%) y aluminio (15%)  que inundan el mercado y desalientan la explotación nacional de esos metales. Muchos países se han visto favorecidos sin reciprocidad, pero ello terminará debido entre otras consideraciones a que se trata de materiales estratégicos.
Se ha actualizado el tema China a propósito de estos tratados y de otros conexos. Se habla sin rodeos acerca de que el poder económico de esa nación surgió gracias a las concesiones de Occidente en lo político y económico. Ingenuos como los dos Presidentes Bush, Clinton y Obama pensaron que con el crecimiento económico chino advendría la democracia.
La capitulación comenzó con Nixon cuando viajó a Pekín a rogarle a Mao que aceptara establecer relaciones diplomáticas que él no buscaba. Estas se sellaron pasando por alto los actos genocidas y más atrocidades del dictador para “comunizar” al pueblo chino. El columnista Pat Buchanan escribe sobre  el tema y dice que China es un monstruo creado por Occidente. (No menciona a Nixon, de cuyo gobierno formó parte)
Al frente de China está ahora Xi-JingPing, quien al parecer está gobernando tan bien (no como Trump, si como Mao) que los miembros de la Asamblea o Congreso Chino le tienen prometido introducir reformas a la Constitución para premiarle con la presidencia vitalicia. Algo muy distinto de lo que seguramente esperaban Nixon y los Bush. 
La economía china es artificial porque es centralmente planificada y porque usufructúa de todas las ventajas comerciales como nación menos favorecida, que Trump se propone terminar. Debido a que la prensa allí es oficial, se ignoran los centenares de proyectos estatales que han fracaso con pérdidas billonarias, así como la manipulación de la moneda y de marcas y patentes.
La baja de impuestos a las corporaciones de Trump significa que muchas de ellas dejarán China (y otros países) para volver a invertir y emplear en los Estados Unidos, con lo cual paulatinamente el défict comercial de 500 mil mllones de dólares comenzará a bajar. La capacidad de invención es incomparablemente superior en una sociedad libre que en una centralmente dirigida.
El mito de la superioridad militar y económica de China sobre USA, consecuentemente, podría comenzar a desvanecerse a medida que Beijing se vea forzada a reestucturar el presupuesto con menos gasto militar y más dinero para socorrer a inmensos segmentos de la población que permanecen empobrecidos, alejadas de las áreas industralizadas cercanas  a las costas.
Históricamente está comprobado que la prosperidad se ha acelerado y ha alcanzado a mayores sectores de la población con el capitalismo naciente en el siglo XIX, que sustituyó a la esclavitud como método más eficiente y por cierto más humanitario para producir más y mejor en todos los campos de la producción. Y que la productividad es más alta cuanto más libre y competitiva es una sociedad.
Trump está convencido de ello y todo lo que hace y dice responde a esos principios. Hay quienes lo acusan de fascista y hitleriano pero su liderazgo es la antípoda de lo que esos conceptos encierran: porque apuntan a la libre competencia de mercado con respeto a la ley. Y de respeto sobre todo a la ley primaria, la Constitución de 1778, que los “progresistas” la quieren arrinconar porque implica “gobierno por consenso” - no gobierno de unos pocos.