Thursday, April 24, 2014

EL MILAGRO DEL MILAGRERO CORREA


El presidente Rafael Correa no pudo expresar con mayor claridad en qué consiste el milagro que bajo su mando se ha operado en la economía del Ecuador. Lo reveló en una entrevista que concedió en Barcelona al diario Vanguardia. 
El toque mágico, como se sospechaba, no ha sido resultante del doctorado en economía que obtuvo en una universidad norteamericana, ni tampoco de alguna norma o táctica nunca antes conocida. Se trata, simplemente, del petróleo.
La agencia AFP lo cita declarando que renunció a seguir protegiendo a la zona de Yasuní, defendida por los ecologistas, porque allí hay ricos yacimientos petrolíferos que hay que explotar “porque necesitamos de ese dinero para superar la pobreza”.
“No tenemos otro camino” dijo el PhD en Economía. Trató de justificar la traición a sus principios, que los sostuvo durante siete años de su gobierno, al recordar que pidió al mundo que le regalen 3.600 millones de dólares para no tocar al Yasuní. 
“No nos dieron ni el 3/1.000”, se quejó. Tal actitud es comparable a la de un pre púber que promete a su mamita no cometer alguna travesura mayor, si a cambio ella le complace con alguna de sus golosinas favoritas. “Si no me la das”, le amenaza, “me lanzo bajo el bus”.
Si Correa estaba o está convencido de sus principios en favor de las zonas ecológicas de alto riesgo, debería defenderlos en todo momento y no someterlos a un baratillo de precios. Ahora, como justificándose, dice que la tecnología de extracción petrolera garantiza el menor impacto ecológico, pero ello no es ninguna novedad.
Como tampoco es novedad su endeblez e inconsistencia. Frente al reclamo de los ecologistas y simpatizantes que en el Ecuador quieren un referendo que autorice o no la explotación en Yasuní, el antes ardiente defensor de esa región ha bloqueado todo intento porque prospere esa petición democrática.
En alguna otra ciudad de España, país que ha visitado en estos días, uno de los asistentes a su conferencia se levantó y le reclamó por su doblez en el caso Yasuní. Era un inmigrante ecuatoriano, a quien le obligaron a salir de la sala los guardias de seguridad.
Con la sonrisita despectiva que le es típica, el mandatario dijo: “¿Y a ésto llaman ellos democracia?” Quiso decir: ¿cómo osan contradecirme? Su concepto de democracia es muy distinto, lo ha aplicado en el Ecuador sin resistencia y es el que alaba en Venezuela y Cuba. El derecho a discrepar está proscrito en el Ecuador.
Rige, por su decisión, inspiración y orden, una censura que no se limita a los escritos en diarios y revistas, ni a las opiniones en radios y TV. Se extiende a las fotografías y caricaturas de culaquier tipo de publicación y ahora recientemente al contenido e intención de comedias y demás actos de entretenimiento.
Varios periodistas indóciles han sido expulsados de los medios en que trabajaban y han pagado multas, junto con los medios (el monto de una de ellas se invirtió en la residencia de Correa en Bélgica). Otros han sido forzados a humillantes rectificaciones injustificadas, como el caricaturista de El Universo y el columnista del mismo diario Alfredo Pinoargote.
Censuras como la descrita son propias del Medioevo o de la extinguida URSS, entre los nazis, la Cuba del eterno castrismo y similares. Lo desconcertante es que Correa no se ha vuelto dictador por la vía de un golpe de Estado tradicional, sino a través de las urnas y maniobras dentro del sistema seudo democrático.
En siete años ha sido elegido y reelegido y ha triunfado en todo referendo o elección secundaria de su interés. En la última de febrero perdió, pero para él esa pérdida no es tal, sino un paso hacia adelante, hacia una nueva reelección que la misma Constitución que él forjó la prohibe.
Es probable que todos sus deseos se cumplan porque pese a los comicios de adversos resultados, las encuestas siguen revelando que la mayoría de la población ecuatoriana (algunas marcan 74%) lo ama y respalda. Si así se desarrolla la historia, entonces el “milagro” ecuatoriano continuará sin tropiezo alguno.
Correa se equivoca cuando dice que al país no le queda otro camino para salir de la pobreza que explotar más petróleo, en Yasuní o donde fuere. Más dinero del petróleo, con el estilo Correa, solo significará más dinero para el gasto público, no menos pobreza. La riqueza se crea de otra forma que acaso no aprendió él en las unversidades yanqui o belga donde estudió.
El gobierno no es creador de riqueza. Su función es aplicar leyes que otra función las dicta, para que la capacidad productiva de la población brote en forma eficaz y creciente. Para ello se requiere de un marco de libertad para ahorrar, invertir, inventar y comerciar, es decir, un mercado libre sin interferencia gubernamental.
Correa ha absorbido los poderes de un gobierno que democráticamente se divide en tres. E interfiere permanentemente en el mercado para impedir la libre circulación de ideas (censura) y el libre flujo de capitales y de comercio interior y exterior. Los resultados han sido aumento de la deuda pública, corrupción, desempleo, más pérdida del aliciente de inversión.
Mas el gasto público está llegando al tope del endeudamiento. Correa está preocupado y para ello ha ido casi de incógnito a los Estados Unidos a conseguir un préstamo del antes odiado Banco Mundial. Y ahora quiere arrasar con los “yasuníes” y extraer más petróleo, porque los chinos le dijeron “basta”, ya no más créditos sin pago cierto.
El milagro del milagrero Correa puede irse al tacho de basura si los precios del petróleo caen, como muchos entendidos lo predicen. Es de confiar que tal ocurra antes del nuevo asalto al poder que Correa tiene planeado para el 2017. Por la vía de las urnas...

Monday, April 21, 2014

¿ES OBAMA LÍDER DEL MUNDO LIBRE?


Muchos políticos, sobre todo republicanos y uno que otro demócrata y comentaristas de todas las tendencias, no han cesado de exigirle al presidente Barack Hussein Obama que envíe misiones militares a Ucrania para enfrentar al líder ruso Vladimir Putin. 
Lo critican por su pusilanimidad y lo comparan con el canciller Chamberlain del Reino Unido, que prefirió firmar un tratado de paz con Adolf Hitler en Munich en septiembre de 1938, antes que bloquear de algún modo sus ambiciones expansionistas. Un año más tarde vino la II Guerra Mundial.
Los belicistas ven en Putin una reencarnación de Hitler o de Stalin. Creen que, en efecto, su propósito es resucitar el imperio soviético disuelto en 1989 y que los primeros pasos han sido primero la integración a la Federación Rusa de Georgia, recientemente Crimea y ahora Ucrania.
Piensan ellos que probablemente luego irá agregando a Lituana, Estonia, Latvia y acaso otros territorios de la ex-URSS ahora independientes y hay quienes temen que podrían estar en la mira de Putin otras naciones ajenas a la órbita soviética en Europa y acaso Alaska.
Por cierto ninguno de los agoreros fundamenta sus presagios en hechos que los sustenten. Por ejemplo ¿cuán poderosa es la maquinaria militar de Rusia para respaldar sus pretensiones de conquista, aparte del arsenal nuclear que posee pero que es de imposible uso para tales fines? 
Tampoco ha habido ningún acucioso periodista que entreviste a Putin acerca de éstos y otros temas y cargos que se le imputan, ni tampoco se han hecho evaluaciones sobre el verdadero potencial humano y económico de Rusia, que le pudiese permitir lanzar y sostener una aventura de conquista de la envergadura que se le achaca. 
En todo caso, la retórica belicista encabezada por líderes republicanos como John McCain, el fracasado candidato presidencial, no han hallado eco ni interna ni internacionalmente. La gran prensa en este país, que está con Obama siempre incondicionalmente, parece esta vez coincidir con el modo de pensar de la mayoría de la población.
Y con Obama, por cierto. Él ha optado, desde un principio, en retirar la opción militar para discutir cómo regañar a Putin en sus incursiones en Crimea y Ucrania. Los resultados son lógicos: a Putin le importa un bledo lo que opine Obama y sigue avante en sus propósitos de unir Ucrania a la Federación Rusa, como ya lo hizo con Crimea.
Comparar esas acciones con la invasión nazi a Polonia en 1939 es ridículo y baste con señalar que la decisión de Crimea de regresar a la Federación se hizo con el 97% de los votos de sus ciudadanos. Igual procedimiento democrático Putin quiere establecer en Ucrania, cuyo actual Premier fue impuesto por la CIA.  
Aparte de estas consideraciones de geopolítica e historia, pesan mucho en la apatía popular, frente a las prédicas intervencionistas, el hecho de que si a Putin se lo personifica como émulo de Hitler, hay resistencia y mucha a querer identificar como su antípoda, esto es, como líder del mundo libre, a Barack Hussein Obama.
Winston Churchill fue la figura de dimensiones homéricas que se enfrentó a Hitler y movilizó al mundo libre, involucrando a los Estados Unidos, hasta conducirlo a la victoria final. Uno de los primeros actos de Obama al llegar a la Casa Blanca fue devolver el busto de Churchill a Inglaterra. Su padre no lo quería, había colonizado a su tierra natal Kenya.
Los nazis, enemigos del mundo libre de entonces, han sido sustituidos hoy por los musulmanes extremistas del Jihad. Obama se niega a reconocerlos como tales. Cuando los jihadistas atacaron a la embajada norteamericana en Libia y asesinaron al embajador y otros tres funcionarios, Obama lo negó y dijo que el incidente fue reacción por un video anodino que nadie vió.
Ordenó a su embajadora en Naciones Unidas que vaya a difundir la mentira por todos los canales de TV en una mañana del domingo y desde entonces bloquea toda investigación sobre la masacre, cometida con la complicidad de la entonces Secretaria de Estado, Hillary Clinton, que ahora los demócratas la quieren para Presidente.
Cuando un jihadista, capitán del ejército en Fort Hood, Texas, asesinó a 13 de sus compañeros militares y herido a decenas, la palabra terrorismo también fue excluída, pese a que el autor se comunicaba con Al Qaida y que en el asalto invocó a Alá. Los familiares de las víctimas, por esa exclusión, no tuvieron los beneficios que tuvieron las víctimas de las Torres Gemelas.
Putin, reencarnación de Hitler según algunos, considera a los extremistas árabes enemigos de Rusia y los tiene bajo estricto control. Obama, supuesto líder del mundo libre, es el principal promotor del aborto, el matrimonio gay, la distribución gratuita de anticonceptivos. Putin condena estas opciones y fomenta y estimula la procreación.
Un líder del mundo libre responsable cuida de modo especial de las finanzas de la nación. Como un padre de familia responsable. Obama no se ha comportado así. La deuda pública llegará a 2l trillones de dólares a fines de ese año, lo que implica un incremento del 106% en cinco años de su administración. Ello es inmoral y es inconstitucional. 
Tampoco revela amor por el mundo libre su constante hostigamiento a la otra rama del gobierno, la legislativa, con la cual se ha negado a negociar y a transar para adoptar leyes de común acuerdo. El peor ejemplo fue y es el Obamacare, aprobado con maniobras sin precedentes, con oposición de la mayoría de la población y sin un solo voto republicano.
Su aplicación ha sido imposible sin enmiendas temporales, que él las ha puesto en vigor sin consultar al Congreso. Suman una veintena y solo esa circunstancia bastaría para llamarlo a interpelación y sancionarlo por violar la Constitución. Sigue intocado, en gran parte por la protección de la gran prensa y la falta de acción unificada de la oposición.
El desempleo es el más alto desde la gran depresión de l920/30 y cada vez son más los que reciben subsidio monetario y alimentario del fisco y menos los que trabajan y tributan para mantener esa ficción. Si el “mundo libre” que simbolizan los Estados Unidos sigue por esa ruta, va a la quiebra como han ido a la quiebra otras naciones con similares prácticas.
No solo naciones. Dentro de los Estados Unidos, los Estados que han sido administrados por demócratas, han quebrado. Destacan la trilogía California, Michigan, Nueva York. Igual sucede con la mayoría de países socializados de Europa, con la Cuba del eterno castrismo, con Venezuela, pronto el Ecuador. ¿Costa Rica será el próximo con su flamante presidente izquierdista?
¿Se pretende, pues, hacerle figurar a Obama como el líder del “mundo libre” para enfrentar al oso comunista (o nazi) de Moscú? No cabe duda que el silencio y la apatía que han seguido a los gritos de guerra contra Putin, tienen su explicación.

Monday, April 14, 2014

CORREA EN LOS ESTADOS UNIDOS


El presidente ecuatoriano Rafael Correa estuvo a los Estados Unidos por unos días no para concretar algún acuerdo previamente negociado o para promover una inversión de interés para las partes, sino para intentar vender bonos de la deuda externa que congeló hace siete años, al iniciar su régimen.
La gira lo llevó a tres universidades del exclusivo grupo Ivy League, en las que pronunció discursos y tuvo carácter extra oficial. Por ello, no dialogó con ningún funcionario del gobierno del presidente Obama y acaso por ese detalle su paso por esta nación fue totalmente ignorada por los medios.
Quizás así protegió al Ecuador, ya que mucho de lo que dijo en sus discursos, según las versiones de algunos medios latinos, habrían motivado la mofa de los comentaristas de este país si se hacían eco del mandatario. Inclusive muchos periodistas que comparten su ideología izquierdista/socialista no se habrían podido contener.
Correa no vino a los Estados Unidos porque sienta afecto por lo que es este país. Estudió y se graduó aquí, afirma que no lo odia, pero a juzgar por su pensamiento y acciones como gobernante, está en la orilla opuesta de la cultura de esta nación en cuanto a respetar las libertades individuales y forjar una economía basada en el libre mercado y competencia.
“Para nosotros” dijo en Harvard “el trabajo disfruta de supremacía sobre el capital”. Y añadió: “El gran desafío de la humanidad del siglo XXI es que la sociedad domine a los mercados y no los mercados a la sociedad. Estamos orgullosos de nuestros logros sociales”. ¿Es éste señor Correa el que se doctoró (PhD) en Economía en una universidad yanqui?
Si él escribió el discurso o si alguien lo escribió para él, erraron al no consultar algún texto para averiguar qué es capital, qué es mercado. Un profesor ecuatoriano PhD en la misma disciplina comentó jocosamente  al respecto que Correa probablemente el único mercado que conoce es el de Santa Clara en Quito y que a lo mejor ni siquiera lo ha visitado.
Al redactor del discurso le hubiera bastado no devanarse el seso buscando un texto académico de consulta, sino simplemente ir a Wilkipedia y no en inglés, sino en español. Mas hay que entenderle a Correa. Cuando habla de que en el siglo XXI es la sociedad la que debe dominar a los mercados y no al revés, está diciendo que el mercado debe dejar de ser libre para pasar a ser controlado por los gobiernos. 
Es la doctrina del Socialismo del Siglo XXI, acuñada por su mentor Hugo Chávez, inspirado por Fidel Castro, sumo pontífice de la izquierda de esta región. Socialismo, comunismo, fascismo, peronismo, más todos los ismos de similar ralea que se quiera agregar, tienen todos en común el común desprecio por las libertades individuales y la absorción insaciable del poder absoluto.
Chávez, luego su designado Maduro y ahora Correa, han consolidado su poder con un incremento desorbitado del gasto público. En el caso de Venezuela, país petrolero que era diez veces más rico que el Ecuador, el despilfarro fue grotesco, con obsequios no reembolsables de petróleo para Cuba y Nicaragua. Ahora su economía está quebrada, la deuda pública es impagable, no hay víveres, hay motines en las calles. 
En el Ecuador, el fenómeno es parecido, con la diferencia de cuantía. Sin embargo, en siete años de correísmo, la deuda creció en 69,3% para llegar en febrero de este año a 23.003 millones de dólares, que equivalen, según cálculos oficiales, a un 30% del PIB. Le deuda mayor es bilateral, con China y alcanza a 7.000 millones de dólares u 8.400 millones de dólares, según diferentes cálculos. 
Al anunciar que no pagaría la deuda externa al comenzar su gobierno, dijo que no lo hacía porque era ilegítima y que el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional eran agencias explotadoras al servicio del imperio yanqui. Ahora ha cambiado de actitud, quizás no de parecer, simplemente porque no le queda otra vía de endeudamiento.
China, que al principio le había abierto una línea de endeudamiento de hasta 11.000 millones de dólares, ya no está dispuesta a darle más dólares a Correa. Y vistas las condiciones de riesgo país del Ecuador, las puertas de las mayores y tradicionales fuentes financieras internacionales están cerradas.
Ha intentado, se ve que con buen éxito, abrir una línea de crédito de 1.000 millones de dólares del Banco Mundial. Y, Oh! sorpresa, dice, el préstamo nos dan en mejores condiciones de plazo e interés que los chinos...Qué tal novedad. Los chinos cobran entre el 7% y 8% de interés y con entregas anticipadas de petróleo a precio tope anticipado. Este se computa como ventas, para no abultar la deuda externa.
Correa, el académico, se comparó con Abraham Lincoln en Yale, Harvard y MIT. A él, hoy venerado, también lo consideraban loco porque quería redimir a su pueblo, como yo al mío, dijo. Y agregó que en el Ecuador se está operando un milagro para la liberación del pueblo de la esclavitud de las élites que controlan la riqueza y los medios de comunicación.
El “milagro”, por cierto, es el mal gasto de los petrodólares en obra pública sin licitaciones, en subsidios, en dádivas, en burocracia. Si hubiese un manejo más eficiente y técnico de los fondos fiscales, no se requeriría de más endeudamiento, ni de China, ni del Banco Mundial, ni de ningún otro organismo financiero. El problema es que la voracidad del gasto no se puede detener por la corrupción.
Un economista conocedor de las cifras y malos manejos, que por cierto no es partidario de nuevos endeudamientos, sostiene que si hubiese juicios confiables sobre corrupción en el Ecuador “no habría cárceles suficientes para tanto ladrón”. El sistema judicial en el país, como todo lo demás, está bajo control absoluto de Correa.
La inversión pública ha creado una cortina de humo en la economia del país que obnubila a muchos. No hay crecimiento real de la economía, sino gasto de dólares resultantes del crudo del subsuelo. La producción real, la que proviene del esfuerzo privado, de su iniciativa y ahorro, la creadora de empleo, se ha reducido con Correa y la inversión privada externa es casi nula. 
El andamiaje artificial se vendrá al suelo cuando se porduzca una baja violenta en los precios del petróleo en el mercado internacional. Ya se habría producido en esta época, si otro que no fuera Obama estuviera en la Casa Blanca. La explotación de los esquistos bitumninosos estaría floreciente, el oleoducto desde Canadá en funcionamiento y los precios del crudo en 10 dólares por barril o menos.
Y los correas y chávez y maduros simbólicamente en el fondo de cualquier plataforma submarina de la historia.

Tuesday, April 8, 2014

¿UN ACTO DE AMOR?


Jeb Bush, ex gobernador de la Florida en dos períodos consecutivos, hijo del presidentre George H. Bush y hermano del presidente George W. Bush, dijo que si bien los inmigrantes indocumentados han violado la ley al llegar a este país “lo han hecho por un acto de amor”. 
En consecuencia, añadió en una entrevista por TV, deben ser juzgados no con la severidad aplicable a otros delincuentes sino con un trato especial, que no describió. Su afirmación ha generado polémica, no solo dentro de su partido, el republicano, sino fuera de él y en otros ambientes.
Jeb Bush, quien tuvo un loable desempeño como gobernador, aspira a ser nominado candidato presidencial para las elecciones del 2016, cuando toque reemplazar al demócrata Barack Hussein Obama. En opinión de muchos su posición política ha ido paulatinamente rotando hacia el centro y en coincidencia con muchos puntos demócratas.
Su mención de que los inmigrantes pasan por alto la ley “por amor” es un típico recurso emocional propio de los demócratas y en general de los utopistas. Se intuye que Jeb Bush se refiere al deseo de los ilegales de enviar remesas de dinero a los familiares empobrecidos y al deseo también de  que hijos, padres, parientes y amigos quieran reunirse con los ilegales adelantados.
Buscan hacerlo, pues, “por amor”. Por amor filial, paternal, fraternal  para compensar los magros ingresos de los que quedaron atrás o para reunirse con los pioneros. Es en todo caso un razonamiento impropio de un hombre pensante como  Jeb Bush. Pero aún si se acepta que ese deseo existe y es tan fuerte ¿se justifica que para satisfacerlo se viole la ley? Porque el pariente o amigo sabe muy bien que para ingresar a USA hay leyes y regulaciones.
Como las hay para cualquier país. Para México, por ejemplo, donde nació la cónyuge de Jeb Bush. En esa nación vecina las leyes son severísimas para quienes las infringen como inmigrantes ilegales, según Bush debe conocerlo por propia iniciativa o por anécdotas de su mujer. Son inclusive allí más severas que las leyes en USA.
Quienes quieren reunirse “por amor” con sus seres queridos emigrados a los Estados Unidos, tienen dos vías para hacerlo: la legal y la ilegal. Probablemente los seres queridos a los que añoran están aquí por la vía ilegal. Ellos optarán por la misma opción y pagarán una alta suma a un contrabandista (coyotero) para que los ayude a pasar subrepticiamente la frontera.
¿Y los seres queridos que ya están aquí ilegalmente, lo hicieron también por “un acto de amor”? ¿A qué o a quiénes? ¿Al dinero? Quién sabe si en su tránsito por cavernas, túneles o a la sombra de las noches no transportaban drogas, como muchos de los que siguen llegando a este país “por un acto de amor”, obligados por los coyoteros.
Ted Cruz, otro precandidato republicano a la presidencia por el GOP, le ha salido al paso a Jeb Bush y le he recordado que si bien puede citarse el factor “amor” en algunos casos, el factor constante y prevaleciente es y debe ser el respeto a la ley. No lo dijo pero dio a entender que por más amor al papi o la mami que se tenga, no hay excusa si con ese amor se viola la ley.
Jeb, evidentemente en su plan de conquista de la nominación, quiere congraciarse con la comunidad hispana que en las últimas elecciones no dio sus votos por Mitt Romney. Pero los hispanos que votan son hispanos con ciudadanía plena. Los ilegales o indocumentados no tienen derecho al voto.
Una amnistía para los 11 o más millones de indocumentados, en su mayoría hispanos, que algunos demócratas sugieren y sobre lo cual Jeb Bush aún no opina, tendría consecuencias de voto a futuro, hasta que se implemente esa acción. Consecuentemente, habría que preguntarse hasta qué punto los actuales hispanos votantes apoyarían una posible amnistía o la ambigüedad del acto de amor de JBush.
En América Latina, como bien debe saberlo JBush (que vivió en Venezuela y México donde aprendió a hablar muy bien el español), la excepción es que se respete la ley -peor en México, de donde es su mujer. Si se hiciera una encuesta se observaría que la mayoría de hispanos que inmigró a USA lo hizo cansada porque en sus países de origen ya no era posible tolerar más una vida de tan poco respeto a la ley.
¿Se espera que los que huyeron de la corrupción resultante del irrespeto a la ley, para radicarse en este país cumpliendo con todos los requisitos de ingreso legal, vayan a ver con ternura paternal o amorosa el que se conceda amnistía y perdón a quienes ingresaron a este país por la cloaca?
Si JBush busca dar un aporte de solución al problema de la inmigración, bien pudo invocar el proyecto de ley de su hermano, que se archivó antes de ir al Congreso debido a la oposición del GOP. En esencia buscaba normalizar la residencia de los indocumentados en un plazo perentorio y establecer un cauce claro y preciso para futuras corrientes migratorias permanentes o temporales (de trabajo).
Reagan quiso terminar con el conflicto de los ilegales cuando la cifra era menor, concediendo la amnistía, pero con la condición de que se aplicaran severas medidas de control de fronteras y de seguimiento de inimigrantes. Ello no ocurrió con gobiernos ni demócratas ni republicanos, hasta que la cifra ha llegado hoy a más de 11 millones de seres humanos. No caben más amnistías pero tampoco repatriamientos voluntarios como ingenuamente insinuó Romney y citó de paso también JBush.
La inmigración no es, en definitiva, un tema del corazón. Parte el alma, se le rompe a cualquiera el corazón, eso si, ver reportajes de seres humanos muertos o violados o asaltados en su tránsito por el desierto hacia la utopia conducidos por mafiosos. Pero la solución no es, no debe ser emocional.
Para comenzar, la raíz del mal está en los países de origen. Allí está la causa que impulsa la emigración. Allí impera la cultura de la corrupción, del abuso, del incumpimiento de la ley. Son sus gobernantes, responsables directos de esa situación, los que junto con los demócratas enrrostran a los republicanos como culpables de crueldad con los inmigrantes ilegales.
Los republicanos han errado en su estategia sobre el tema inmigración. Si se empecinan en no querer avanzar en la discusión “mientras no se aseguren las fronteras”, el diálogo seguirá estancado y los demócratas tendrán las de ganar. El objetivo de fronteras seguras está bien, pero en ningún caso es suficiente para terminar o amainar el problema.
Simultáneamente tiene que facilitarse (sin amnistía) un proceso de legalización de los indocumentados, realista, práctico, útil para las partes y una clarificación de los trámites de ingreso para los trabajadores que quieran venir en tiempos de cosecha o en cualquier caso de modo temporal. El flujo sería así constante, normal, sin tensiones, armónico y el rigor se concentraría más en narcotraficantes y terroristas.
Los demócratas, ahora en el poder, han inundado la legislación con leyes con buenas intenciones. Solo con buenas intenciones no se tienen buenos resultados, sobre todo en el campo de la economía. La problemática de la inmigración es, en definitiva, economía. La gente viene a este país porque los sistemas económicos en sus países de origen han fracasado, no por “un acto de amor”.

Friday, April 4, 2014

EL MUNDO TRAS 5 AÑOS DE OBAMA


En las campañas para elegir a un nuevo presidente de la república, es usual que los candidatos pregunten a los votantes ¿estamos hoy mejor o peor que antes con el mandatario de tal o cual partido polìtico al que se tiene que reemplazar?
En los Estados Unidos el presidente en ejercicio es el demócrata Barack Hussein Obama y su mandato concluirá en enero del 2016. Faltan, pues, aún más de dos años pero la pregunta sobre el estado de la nación parece que debería adelantarse por varias razones. 
Nunca como antes y en apenas cinco años el prestigio de la nación ha caído tan bajo. El espejismo del obamismo, saludado en Europa y el Medio Oriente y el resto del mundo se ha disipado y el liderazgo de la otrora primera potencia mundial comienza a ser sustituido por China y Rusia.
El enfrentamiento Obama/Putin es decidor. Aunque el dirigente ruso ha sido acusado de dictócrata y expansionista, nada ni nadie le ha detenido en su decisión de anexar Crimea a la Federación Rusa y pronto lo hará con Ucrania. Lo ha hecho sin violencia y con la aceptación mayoritaria de los pueblos involucrados.
Es evidente la diferencia sustancial en la calidad de liderazgo entre Obama y Putin, lo que explicaría el buen éxito de este último. La impresión de que hay de por medio una lucha cultural antes que económica, territorial o de otra índole es analizada sabia y documentadamente por el columnista y escritor Pat Buchanan.
De la lectura de su artículo se desprende que Vladimir, ex agente de la KGB y por tanto ex servidor cercano de la URSS, es hoy defensor firme de los principios judeocristianos sobre los que se fundaron los Estados Unidos y gracias a cuya aplicación se convirtió en la primera potencia mundial de la historia. Son esos principios los que ahora Obama se ha propuesto destruir.
Quienes crearon esta nación en el siglo XVIII llegaron a la conclusión de que era inútil tratar de cambiar algo inherente en  la condición humana de algunos individuos: la ambición por el poder. Una vez captado el poder, es raro que no aspiren a perennizarse en él, si posible indefinidamente.
A lo sumo, entendieron que lo que cabía es limitar ese ejercicio de poder, regularlo e instituir la alternabilidad. Quienes llegaron de Europa a América y se unieron en las 13 Colonias, vieron la necesidad de tener un gobierno, pero no la reimplatación de una monarquía de la que huyeron por los constantes abusos que engendra.
Se instituyó, con la ayuda de pensadores como Montesquieu y Hobbes, un sistema de gobierno que fracciona el poder en tres ramas que se auto controlen entre si: la de creación de leyes, la de su aplicación y ejecución y la de administración de la justicia. La idea se plasmó en un documento de simple lectura: la Constitución, cuya misión es amparar al individuo del gobierno.
La Constitución es la misma original de 1787, con apenas 27 enmiendas, pero a Obama le incomoda. La ha violado incontables veces, sin que haya habido la resonancia que hubiera tenido si en lugar de ser demócrata hubiera sido republicano. Por ejemplo, ha gobernado 5 años sin Presupuesto y seguirá haciéndolo hasta el fin de su mandato.
La última proforma la presentó hace pocos días el representante Paul Ryan. Hizo mofa de ella sin leerla y adelantó que la vetaría aún antes de ser sometida a estudio del Congreso. La proforma plantea reducir el défict en 5.000 billones (americanos) de dólares en 10 años, eliminar gastos superfluos, restaurar el gasto militar, cortar los subsidios inútiles.
La deuda pública se aproxima a los 18 trillones de dólares, 8 trillones de los cuales son aporte de Obama. El desempleo oficialmente está estancado en 6.7%, el más alto luego de la Gran Recesión y no hay señal de rectificación de conducta. Todo ello es inconstitucional. 
La atención de la salud sigue en proceso de ser confiscada por el Estado, pese a la oposición del 67% de la población. La ley se aprobó sin un solo voto republicano. Desde entonces, hace cuatro años, Obama la ha enmendado en 30 partes, pese a estar prohibido de hacerlo por la Constitución. 
Oficialmente se dice que 7.1 millones de ciudadanos se han inscrito para el Obamacare, pero solo el 20% de estos no tenía antes seguro. Obama había prometido que la protección se ampliaría a 50 millones de desprotegidos. De los 7.1 millones inscritos no se sabe cuántos han pagado la cuota. La mayoría es de adultos de Medicare y Medicaid, subsidiados por el fisco.
La meta, en realidad, es eliminar la atención privada de la salud que en la actualidad está provista por 1.500 compañías y sustituirla por un solo proveedor, el fisco, como en la ex URSS o en algunos países europeos. La medicina privada y competitiva en USA la ha convertido en la mejor del mundo.
A Obama no le gusta el sistema de mercado libre, de libre competencia. Sus mentores socialistas como Saúl Alinsky le enseñaron que la deidad Estado maneja mejor el mercado que los individuos . Más aún, el dios Estado está por sobre los individuos, sabe más que ellos, tiene por ello que guiarlos, decirles cómo comportarse, qué comer, qué comprar, qué leer, qué creer. Fue patético por ello verle a Obama con el Papa Fancisco.
¿Qué conversaron? Nunca se sabrá su contenido. El Papa obsequió a Obama un rosario bendecido. Éste, en lugar de donarlo a un museo de la Casa Blanca, lo entregó a Nancy Pelosi. La representante por California se dice católica pero es promotora del aborto, el matrimonio gay y la distribución forzada de anticonceptivos, igual que Obama. (Parece que a Obama le incomodó tanto el rosario como el busto de Churchill en la Oficina Oval, que lo devolvió a Londres)
¿Quién es Obama? Han transcurrido cinco años de su gobierno y muchos más de su vida política y hasta la fecha no se conoce a ciencia cierta quién es este personaje extraño. Nadie ha podido tener acceso a sus escritos en las universidades, sus documentos de identidad, de seguridad social, de sus pasaportes, de sus visas como estudiante extranjero en USA, de sus amigos, de sus amores y amoríos y aficiones y debilidades.
¿Qué quien es él? Bueno, en el video cuyo link se inserta a continuación se aventura una probable respuesta. Juzguen ustedes.