Monday, November 30, 2015

DE JIHADISTAS Y ABORTEROS


En uno de los canales hispanos de TV, el entrevistador preguntó a un líder de los musulmanes que frecuenta ese medio, cómo explica que en nombre de la “religión de la paz”, que así calificó al islamismo, se cometan actos tan monstruosos como los de París.
Actos de terrorismo, contestó, se registran en otras religiones y ha habido terrorismo de judíos y cristianos, como el que acaba de ocurrir en Colorado contra Planned Parenthood. No por ello, dijo, cabe acusar al Cristianismo o al Judaísmo de promotores del terror. Se identificó así con Obama al tratar de excluir al Islam del terrorismo islámico.
(La alusión al ataque al centro de abortos de Colorado no se justifica, pues se trata de un hecho aislado y de alguien con problemas mentales. No se conoce su identidad religiosa. Lamentables las muertes de dos civiles y un policía, como lamentables son las muertes diarias de niños inocentes en ese centro y similares que se financian con fondos públicos) 
Es una aspiración contraria a la lógica y a la historia. La violencia del Islam contra la cristiandad y el judaísmo nació con Mahoma en el siglo VII y es un mandato que lo cumple el ala radical de esa ideología desde entonces y sin pausa hasta la fecha, ahora instalados en el reinstaurado Califato en el Medio Oriente. 
En el programa, el líder musulmán no citó casos concretos de terror de cristianos y judíos, pero es de suponer que se refería quizás a los excesos en las Cruzadas, como ya lo dijo Obama. Pero las Cruzadas fueron actos  de guerra en respuesta a la guerra originada por los moros en Jerusalén contra los cristianos, a los que se decidió proteger por pedido del Papa Urbano II en el siglo XI.
¿Quizás habría querido mencionar al Ku Klux Klan, los enmascarados que se escudaban en crucifijos de madera para ahorcar y quemar vivos a los negros, en rechazo a su integración plena tras la abolición de la esclavitud con la Guerra Civil? Esta secta fue organizada por demócratas sureños, cuya defensa de la esclavitud causó la guerra de las 600.000 muertes. (Su odio incluyó a católicos y judíos)
No hay memoria de cristianos o judíos unidos para planificar y ejecutar asaltos a objetivos civiles como en París, las Torres Gemelas y tantos otros hechos horrendos en diversas partes del mundo. Lo que si se recuerda, en cambio, es la alianza del Islam en la II Guerra Mundial con Hitler, aliados por su común antisemitismo.
Podrían acusar a los israelíes de actos de fuerza (terror) en Gaza, pero la agresión constante palestina contra Israel se ha convertido en ataques que no tienen otra respuesta que la guerra. La historia lo prueba desde que las Naciones Unidas autorizaron la creación del Estado de Israel en 1948 y alrededor de su territorio se tendió un círculo árabe/musulmán para sofocarlo.
El ISIS o Estado Islámico es, como su nombre lo indica, musulmán. Surgió con el apoyo de Obama y se armó con materiales de guerra dejados por las tropas norteamericanas cuando les ordenó que evacuaran Irak en el 2011, cuando el terrorismo islámico estaba bajo control. Tan pronto el ejército de casi 50.000 hombres comenzó a aterrorizar, hubo quejas.
A regañadientes, Obama autorizó bombardeos sobre el ISIS, cuyo territorio se había extendido por Irak y Siria. Pero advirtió que no se destruyan los pozos de petróleo iraquíes ni los tanqueros que financiaban al estado terrorista y el impacto de la acción de “guerra” de Obama fue nulo. Alguien pidió  que se asignen tropas en tierra y se negó.
Los terroristas islámicos estaban resueltos a tomarse toda Siria y entonces fue que el Presidente Bashar el Asad pidió auxilio a Putin para sobrevivir. En pocas semanas, contra la voluntad de Obama, el líder ruso está por liquidar al ISIS. Pero el extremismo musulmán no se circunscribe al ISIS pues está desperdigado por todo el Medio Oriente y el mundo.
En Egipto, los terroristas implantaron una bomba en la aeronave comercial que transportaba a más de 200 turistas de regreso a Rusia y la hicieron estallar sobre el desierto. En París los atentados dejaron 130 muertos y 400 heridos. El presidente Hollande se unió a Putin para pulverizar al ISIS. Obama y su discípula Hillary Clinton, mientras tanto, siguen  predicando que el Islam, “la religión de la paz”, nada tiene que ver con el ISIS.
¿Si el ISIS desaparece geográficamente como EI, puede esperarse que el radicalismo islámico también desaparezca? Por cierto que no. Existe el dicho “muerto el perro se acabó la rabia”. El ISIS, evidentemente, no es el perro, no es todo el radicalismo islámico, no es la rabia en si sino una rama, una muestra, una expresión de la furia musulmana anti occidental.
Se calcula que hay entre 1.200 a 1.300 millones de musulmanes en el mundo, por lo cual se supone que no todos estén contaminados con la rabia del islamismo radical. Consecuentemente, no se trata de eliminar a 1.200 o más millones de seres humanos para evitar la diseminación del mal, pero si que es imperioso frenar por las armas a los terroristas, que son una cuarta parte del total, o sea unos 250 millones de personas.
Occidente no puede ni debe ceder ante esta guerra declarada por los musulmanes desde hace centurias. Si no lo hace ya, con las armas nucleares convertirán a Occidente en un cementerio. Hitler estuvo a punto de hacerlo e igual habría ocurrido con  la URSS, si no se imponía la firmeza de Ronald Reagan. 
Obama no trabaja en favor de los Estados Unidos ni de Occidente. Lo ha demostrado en incontables confesiones pro Islam y en su pacto con Irán que le permitirá financiar y desarrollar armamento nuclear. Ahora se une al único estado islámico de la OTAN, Turquía, para hostigar a Putin y derrribar aviones rusos de combate que están destruyendo al ISIS y sus fuentes financieras. Se halla en París en estos momentos para distraer la atención mundial con la payasada del “calentamiento global” y el propósito de erigirse en dioses para controlar el clima...mediante impuestos.
A los terroristas islámicos y sus cómplices hay que denunciarlos, matarlos si se resisten, encarcelarlos o recluirlos en campos de concentración. A los musulmanes neutros, pro radicales o anti radicales habría que exigirles que renuncien al mandato de forzar la conversión de los “infieles” so pena de degüello, prisión o alta tributación.
En el caso de que fueren inmigrantes en países de Occidente, además se les deberá exigir acatar las leyes y costumbres nacionales y renunciar a la ley Shariah, por inconstitucional y porque implica mutilaciones, muerte por adulterio y rebeldía a la autoridad paterna y más penalidades medievales. Los inmigrantes obstinados serían expulsados o recluídos.
Winston Churchill, cuando todavía no concluía la I Guerrra Mundial, propuso exterminar a los bolcheviques que habían fusilado al Zar y a su familia y habían suspendido en 1917 el apoyo a los aliados en la guerra contra Alemania. Churchill temía que Alemania se tomara Rusia y sobre todo estaba alarmado de la barbarie bolchevique, que inclusive había asaltado un consulado británico e inmolado a su cónsul.
Sin embargo, su pedido no tuvo respaldo ni en el curso de la guerra ni después. Más bien la Oficina de Guerra (War Office) decidió que se invitara a París u otro lugar a “bolcheviques, anti bolcheviques y pro bolcheviques” para que dialogaran “fraternalmente” en búsqueda de la misma paz que se buscaba para la Europa de posguerra. Todo en nombre de la “libertad”.
No fue mediante el uso de la libertad que Lenín y más tarde Stalin terminaron por dominar a Rusia y la URSS y luego a China. Tampoco fue a nombre de la libertad que Hitler se convirtió en Führer y desencadenó la II Guerrra Mundial. En cuanto a los radicales árabes, lo menos que les interesa para dominar al mundo es la “libertad”, como se la entiende en Occidente.

Monday, November 23, 2015

¿RADICALISMO ISLÁMICO SIN ISLAM?


El presidente Barack Hussein Obama sigue impermeable a las críticas de 2/3 de la población norteamericana y persiste en la incomprensible noción de que los terroristas musulmanes árabes nade tienen que ver con el Islam “que es una religión de la paz”.
En esa absurda obstinación, contradicha por la historia reciente y antigua, el mandatario está respaldado por Hillary Clinton, quien fue la ejecutora de su política exterior como Secretaria de Estado durante cuatro años y que ahora aspira a sucederle en la Casa Blanca por el partido demócrata.
Los terroristas árabes pertenecen a grupos con muchos nombres pero un denominador común: todos son musulmanes y sus inmolaciones y ataques lo hacen siempre invocando el nombre de Alá es grande (Allahu Akbar). No se registra en ninguno de tales abominables episodios alguno en que se haya citado a un ídolo distinto o un grito de batalla diferente.
Son musulmanes árabes los que han creado el I Califato del Siglo XXI en tierras de Irak y Siria, con el nombre de Estado Islámico o ISIS. No lo llaman Estado Cristiano, ni Budista, ni utilizan definición pagana. Han reclutado al menos 30.000 hombres bien apetrechados con armas y equipos obsequiados por Obama tras ordenar el repliegue de tropas en Irak el 2011. 
Los terroristas musulmanes son el brazo radical del Islam y constituyen, según estadísticas oficiales, 1/3 de la población islámica mundial o sea unos 300 millones. La pelea por la dominación del Islam no es de data reciente sino que fue iniciada por su fundador Mahoma, en el 600.
El objetivo es subyugar a por la fuerza a todo infiel y la rebeldía puede ser penada con el degüello o fuertes gravámenes, como los que se aplicaron durante la ocupacion mora en España durante siglos. La ley normativa es Shariah, con sanciones medievales por los delitos de robo, adulterio u homosexualismo, así como penas para la mujer que altera su papel de sumisión frente al hombre.
Obama se educó de niño en Indonesia en una escuela de adoctrinación islámica o madrasah, que dejó huellas indelebles en su conciencia. Tanto, que en varias intervenciones públicas no ha podido reprimir su admiración por esa religión, al extremo de sostener que esta nación judeo cristiana es lo que, gracias al influjo inicial del Islam.
(El primer contacto histórico registrado de Estados Unidos con los árabes fue a comienzos del siglo XIX, cuando el presidente Jefferson envió naves militares al Mediterráneo para evitar el saqueo de los piratas árabes a los buques comerciales norteamericanos que se desplazaban por la zonas. El otro contacto eran los esclavistas árabes que vendían su mercancía humana de negros para el mercado de las Américas)
Una compilación de extractos de los discursos pro Islam de Obama, hecha por el periodista Sean Hannity de FoxNews, se puede observar en este link o enlace.
La treoría de que los radicales musulmanes no son musulmanes se desbarata con lo ocurrido en París. En la matanza de la sala de conciertos los sobrevivientes narran que los asesinos perdonaban a quienes podían recitar algún pasaje del Corán. El avión que estalló sobre el Sinaí con pasajeros rusos, fue obra del ISIS, según propia confesión.
Las pruebas abundan. En 1993 y el 2001 en Nueva York, el Pentágono y Pensilvania, en Buenos Aires, Madrid, Líbano, Libia, París, Alemania y centenares de casos fallidos en los mismos Estados Unidos y otros lugares del orbe. Negarlo denota alienación mental o complicidad.
En consecuencia, la liquidación de ISIS geográficamente no bastará para terminar con el problema de la agresión islámica a Occidente. Porque si en apariencia sunis y shias son diversos, o si Arabia Saudita e Irán se pelean y si Hamas y Al Qaida tienen metas opuestas, la verdad, hay que insistirlo, es que todos son musulmanes y todos siguen el Corán y el Corán manda imponer su doctrina e ideología hasta el sacrificio.
¿Cabe imaginar un musulmán moderado? Si lo es, se trata entonces de un converso que ha sepultado el Shariah y la ética medieval que mueve a los terroristas del ISIS en París y Bruselas o del Al Qaida en Malí. Los terroristas no entienden sino el lenguaje de la fuerza. No cabe transar con el enemigo. Éste deja de serlo cuando se rinde, solo entonces cabe negociar. Todo lo demás es palabrería obamista.
En Obama parece existir la fusión de islamismo con socialismo/marxismo. La polémica sobre su verdadera identidad se silenció a poco de ganar la presidencia. Pese a los documentos se archivaron los reclamos sobre sus partidas falsas de nacimiento, seguridad social y todos los archivos de su vida estudiantil permanecen sellados por orden superior.
Es un caso de secretismo sin precedentes, que deberá develarse más temprano que tarde. En estos días se divulgará un documental probatorio de que el verdadero padre de Obama no es un Obama de Kenya, sino el conocido agente comunista a sueldo de Moscú, Frank Marshall Davis, citado por Barack en su libro autobiográfico.
Davis, negro, tiene iguales facciones que Barack Hussein, sobre todo la nariz. Era íntimo del abuelo materno de Barack, también comunista al igual que lo era Ann Dunham. Según el relato documentado, Ann tuvo relaciones íntimas con Davis durante su vida disipada como actriz porno, en la que  inclusive alternaba como lesbiana. Fruto de esa relaciones fue Barack.
Para explotar su condición de negro (mulato) y sus cualidades de “community organizer” o agitador de masas, sus “coachs” decidieron que era preferible ignorar a Davis como su padre biológico y asignarle en su lugar al Obama de Kenya que estaba estudiante en Hawaii en 1960 y que a la postre murió alcohólico. Dice el documental que revelar la verdadera identidad de Obama habría obstruído la carrera política que le estaban labrando.
ISIS es el primer estado musulmán en que se está aplicando un modelo socialista/estatista, lo cual encaja dentro de la mentalidad Obama. Ello explica siete años no solo de tolerancia sino de fomento del terror islámico y el constante esfuerzo por deteriorar y envilecer las a instituciones sustantivas de esta nación.
Cada vez se ha debilitado más la seguridad externa (Fuerzas Armadas) y la seguridad interna (Policía), al tiempo que se ha socavado la economía siempre basada en la competencia de libre mercado y en la menor intrusión posible del gobierno en las actividades lícitas del sector privado.
El gran fraude Obama sigue destrozando la ley y la única esperanza  de frenarlo, pues no otra válida se vislumbra, es sustituirlo en las votaciones de noviembre próximo en la Casa Blanca por un líder auténticamente pro USA. Con la esperanza añadida de que el cambio no resulte tardío.

Thursday, November 19, 2015

OBAMA, PROFETA DEL ISLAM


Siempre ha intrigado que Barack Hussein Obama fuese al mismo tiempo un socialista marxista y un ardiente defensor del Islam. ¿Cómo alguien que promueve el homosexualismo y el matrimonio gay, que fue bisexual y abusó del alcohol, el tabaco y las drogas puede alinearse con una religión que prohibe tales excesos?
La respuesta parece atisbarse en un análisis que hace el director de la revista rusa “El Arte de la Guerra”, Ilya Plejanov, quien asegura que el Islam ha dado un giro hacia un socialismo cuyo objetivo es sustituir a un capitalismo “corrupto e inmoral”, habiendo iniciado para ello un proceso nazi/fascista/bolchevique para adoctrinar a las nuevas generaciones.
El “islamosocialismo” al que alude utiliza, en efecto, el mismo lenguaje que se escucha de labios de Obama y sus seguidores demócratas como Hillary Clinton o los estudiantes rebeldes de las universidad de Misuri y Yale y los dirigentes negros para denigrar al sistema de los Estados Unidos, al que acusan de ser responsable de todos los males del planeta.
Esa simbiosis socialista/islámica en Obama explicaría por qué su decisión de retirar las tropas de Iraq en el 2011, para permitir que surja el ISIS cuyas primeras atrocidades calificó de simples juegos juveniles y por qué acudió ante el Ayatola del Irán para firmar un acuerdo que le permitirá sin restricciones desarrollar armas nucleares y acceder a más de 100.000 millones de dólares congelados por la ONU. 
En su última y nefasta rueda de prensa en Turquía, Obama no ocultó su fastidio por las insistentes preguntas sobre su falta de solidaridad por la tragedia de París, originada por los islámicos radicales a menos de un año de lo de la revista Charlie Hebdo, hecho terrorista que tampoco le conmovió. A la última acción la calificó de “set back”, simple tropiezo, no una confirmación macabra de las intenciones mortíferas del Islam. 
Su inclinación pro musulmana se ha vuelta inocultable. La adquirió en su niñez en Indonesia, cuando asistía a una escuela islámica o madrasah, de adoctrinamiento islámico y esa semilla ha germinado para quedarse en su espíritu para siempre. Lo demostró en El Cairo, lo demostró al inclinarse 90 grados ante el califa saudí y cuando dijo que el llamado para la oración en las mezquitas era música celestial para sus oídos.
Su renuencia a frenar la inmigración de árabes a los Estados Unidos está en consonancia con su credo. Se diría que el Decreto Ejecuito, ahora en suspenso por orden del juez federal, para conceder aministía a los ilegales que ingresan por la frontera sur, no es sino un pretexto para seguir favoreciendo la llegada de más y más musulmanes a este país.
La masacre de París del viernes pasado no es “otro evento" del ISIS, sino una agresión más del Islam contra Occidente, protegida por primera vez en la historia desde la Casa Blanca. El Islam no es una religión de la paz, como tontamente lo dijera George W. Bush tras el ataque del 9/11, sino todo lo contrario: es una religión de la muerte.
El ISIS no existía cuando los jihadistas volaron las Torres Gemelas en el 2011 y cuando lo intentaron antes en 1993. Tampoco cuando asaltaron las barracas de Beirut en 1983 en tiempos de Reagan y mataron a 299 soldados. Iguales actos terroristas ha habido en Buenos Aires, Madrid, Boston, en años recientes y mucho antes, desde el año 600 en que a Mohama se le ocurrió fundar el Islam cimitarra en mano. En el 1095 el Papa Urbano II llamó a la Primera Cruzada para defender a los cristianos que iban a Jerusalén y eran perseguidos y muertos por los musulmanes.
El presidente Obama pretende equiparar al Islam con el Cristianismo y ello es execrable. La Biblia predica el amor, el Corán el dominio del Islam como ideología impuesta por la fuerza, no la persuasión. O el infiel se somete a la ley islámica incluída el Shariah, o es degollado o paga un estipendio. No hay derecho al libre albedrío y los delitos de robo, sodomía y adulterio pueden penarse con la mutilación o la muerte.
Hillary ha dicho hoy que si llega a la Casa Blanca luchará no contra el Islam sino contra los jihadistas extremistas. ¿Hay algún jihadista moderado o hay algún jihadista que no sea musulmán? Obama tampoco quiere admitir que el EI (Estado Islámico) sea islámico. Si no son islámicos ¿que son? ¿marcianos?
Muchos “liberals” defienden al Islam diciendo que no todos sus seguidores son radicales, sino talvez una cuarta parte. Es decir unos 250 millones de individuos. En Alemania, los nazis que siguieron a Hitler inicialmente eran en número infinitamente menor, como ocurrió con Stalin y Mao en Rusia y China. Esas minorías radicales son las de peligro y hay que exterminarlas de raíz. 
Jeb Bush y Marco Rubio creen que con pulverizar el ISIS en Irak/Siria, el problema ha terminado. Donald Trump no lo cree así. En París se anuncia que el líder de la masacre del viernes fue en efecto liquidado, pero Trump opina que él no es sino un “scam” o engatusamiento del problema. El asunto de fondo es el Islam.
El Islam está absorbiendo al Occidente. No lo hace solo con simples atentados como los descritos, por cierto abominables. Sino mediante la maniobra que Gadafi predijo: la invasión irrefrenable de Europa y los Estados Unidos, cuyas poblaciones originarias se agostan por el uso de anticonceptivos y el aborto. Es escalofriante el panorama demográfico en perspectiva, según este documental grabado hace siete años, en el 2008.
(Los musulmanes en Europa y los Estados Unidos, al contrario de lo que generalmente sucede con los latinos, no se asimilan a las sociedades huéspedes. Forman getos aislados y herméticos, como a la espera de la invasión definitiva. Ya se ha dicho: inmigración sin asimilación es invasión)
Fue escalofriante la reacción del público en el estadio de Turquía, cuando antes de iniciarse un partido de fútbol se pidió un minuto de silencio en homenaje a las víctimas de la tragedia de París. En repudio, hubo una silbatina estentórea y gritos de Allauh Akbar, grito de batalla de los terroristas cuando atacan o se inmolan.
Cuánta razón tuvo el Papa Benedicto XVI en oponerse a que Turquía se integre a la Unión Europea, por no compartir los principios judeo cristianos de Occidente. Turquía, como lo demostró ese público plural que asistió al estadio, es musulmán y anti occidental. 
Muchos se preguntarán ¿y Putin? Bueno, ha reemplazado a Obama como líder mundial, está demoliendo al ISIS, no tolera a los musulmanes extremistas o no y le repugnan los homosexuales. Además, es cristiano. Vean lo que recientemente advirtió a los islámicos y compárennlo con Obama link.
(Se transcribe a continuación un artículo publicado por el diario The Wall Street Journal acerca de cómo actuar frente a los terroristas)

On March 27, 2002, a suicide bomber walked into the Park Hotel in the Israeli city of Netanya and blew up the explosives belt he had strapped around his waist. Thirty people, who moments earlier were sitting down for the Passover Seder, were murdered. A celebratory and civilized scene, like those in Paris last week, had suddenly become a field of carnage.
The Park Hotel attack came at the height of the Second Intifada, a conflict that would ultimately claim the lives of more than 1,000 Israelis. More than 130 people were killed that March, and by then there had already been thousands of terror attacks.
My country, Israel, seemed paralyzed and the national sentiment was that the military would be unable to defeat the terror campaign. The only real way to stop the attacks, many supposed experts said, was by political means.

Opinion Journal Video

Gen. Jack Keane on the terror network’s leadership, goals and strategic reach. Photo credit: Getty Images.
They were wrong. Two days after the hotel massacre, the Israeli government launched a military operation called Defensive Shield to stop the suicide bombers and retake control of Palestinian cities in the West Bank.
It worked. Within weeks of the operation, the number of attacks and Israeli casualties dropped by more than 80%, and while it took time, we eventually succeeded in bringing suicide attacks down to zero. We proved that terror can be defeated.
Europe, the U.S. and their allies can defeat the terrorists of Islamic State, or ISIS. The first step is making the decision to fight back. The next step is understanding that drones and standoff missiles will not be enough. Ground troops will be needed.
In 2002 Israel went on the offensive in the West Bank cities of Nablus, Jenin, Jericho and Tulkarm, going house-to-house and door-to-door to hunt down Palestinian terror suspects. We found and demolished bomb labs, arms caches and terrorist command centers.
I remember the period well. At the time I was in New York running a high-tech company. As an officer in an elite Israel Defense Forces (IDF) commando unit, I got on a plane, flew back to Israel and joined my fellow soldiers as we fought to stop the terror wave that had struck our country.
We succeeded because we understood that when fighting Islamic terror, there is no middle ground. There is no halfway solution. There is one path to victory and that is taking the fight to the enemy.
I know that “boots on the ground” is a scary phrase and that the Western world has gotten used to sterile attacks. But we need to be honest—while these attacks hurt ISIS, they will not destroy it.
To win, the world needs to go on the offensive. There is no other way. What Israel did in 2002 is a model for how terror can be defeated. Soldiers may be put in harm’s way, but the number of civilian lives saved will be much higher.
Europe must also share intelligence within and outside the continent. Israel can help on that front. We maintain powerful counterterrorism intelligence tools because we are in the thick of the Middle East turmoil, with borders surrounded by Islamic State, Hamas and Hezbollah.
But you don’t have to live next to terrorist lands to be able to defeat the enemy. The West has demonstrated its ability in the past to project power and move troops to distant regions. What Israel showed in 2002 was that when you take the fight to enemy territory, the enemy will have difficulty taking the fight to you.
This is not currently the case with ISIS. Yes, the jihadists face occasional airstrikes and missile bombardments, but they aren’t on the run. They don’t go to sleep worried that soldiers may burst in during the night and seize them. Their command centers are not really threatened. Only when that happens will the ability of ISIS to direct attacks in Europe or America be hindered.
Like Israel, Europe and the U.S. also face terrorists who lurk in their own cities. Hundreds of young Westerners have inexplicably been drawn to the ISIS death cult; they fight in Syria or Iraq and return home with orders to attack. Europe is especially vulnerable to terrorists who may hide among the refugees pouring across its borders.
To detect these threats, European countries and the U.S. must strengthen their surveillance techniques. Liberty, freedom of speech and human rights are pillars of our democracies, but in Israel we balance them with national-security needs. Privacy is occasionally and under certain circumstances invaded, passports are confiscated and administrative detention is used to lock up terror suspects. We also demolish terrorists’ homes to deter future attacks.
These steps can be highly effective. Last week a Palestinian terrorist ambushed an Israeli car, murdering a father and his son. The terrorist’s family turned him in on Sunday to prevent their house from being demolished.
Europe can adopt some of these models. French President François Hollande on Monday called for amending France’s constitution to allow for more effective and aggressive measures against terrorists. This is an important step. No time can be wasted.
The historic upheaval currently engulfing the Middle East is not going away. The world needs to be determined, to show resolve and not to blink when challenged by adversaries like ISIS. These terrorists understand only one language: force.
Mr. Bennett, Israel’s minister of education and diaspora affairs, is a major in the IDF reserve corps.

Monday, November 16, 2015

FRANCIA ESTÁ EN GUERRA


Eso lo acaba de decir el presidente de Francia, Francois Hollande, ante el Congreso en Pleno reunido hoy en Versalles. Es lo que debió decir y no lo dijo el presidente de los Estados Unidos George W. Bush, tras el ataque islámico del 9/11.
Es una de las raíces del mal que ha recrudecido con Obama hasta llegar a límites demenciales con el atentado terrorista en París del viernes pasado que segó la vida de al menos 129 personas y dejó heridas a más de 300, algunas de ellas en estado precario. 
El líder francés, de izquierda, pidió al Congreso reformar con premura la Constitución para adaptarla a las nuevas circunstancias de la guerra contra el terrorismo y lograr más eficacia y rapidez dentro y fuera de las fronteras patrias. La situación de emergencia se extendería por lo menos a tres meses.
El contraste con la actitud de Obama es vergonzoso y humillante. En rueda de prensa en Turquía, los periodistas le repitieron en varios tonos la misma pregunta: ¿por qué la primera potencia militar del planeta falla en doblegar a lo que uno de ellos calificó como “un hato de bastardos”?
Obama, acaso en su peor rueda de prensa, esquivó una respuesta directa al cuestionamiento, anunciando que no habrá cambio en la estrategia e insistiendo en proteger al Islam al afirmar que el terrorismo no representa a esa “religión de la paz”. Se indignó ante la insinuación de que pudiera reducir el ingreso de refugiados musulmanes.
Ello iría en contra de los principios de compasión de los Estados Unidos, aseveró. No comentó, por cierto, que entre los asesinos de París, por lo menos uno fue identificado como refugiado sirio filtrado a través de Gecia y llegado a Francia sin trabas, puesto que la Comunidad Europea tiene abolidas las fronteras entre los asociados.
Obama ha resuelto facilitar el ingreso de al menos 100.000 refugiados sirios por año, cometiendo parecido error al que comete en Alemania la Canciller Angela Merkel, con creciente rechazo popular. Aquí, en los Estados Unidos, hasta la fecha cinco gobernadores de los 50 Estados se han rebelado contra Obama y han decidido no aceptar a ningún potencial terrorista.
En la II Guerra Mundial se prohibió el ingreso de japoneses y alemanes y en el caso de los japoneses residentes en el país, incluso se los concentró en campos cerrados. En tiempos de guerra hay casos en que pagan “justos por pecadores”, según el refrán, pero las razones de la seguridad nacional prevalecen. El problema actual es derivado de la falta de liderazgo al rehusar admitir que Estados Unidos, como Francia, está en guerra y no solo desde el 9/11 sino por ataques anteriores.
Donald Trump, candidato presidencial por el partido republicano, escribió un libro en el 2000 en el que advertía que el atentado de las Torres Gemelas en 1993, cuando hubo 6 muertos y daños parciales, era anuncio de que habría ataques terroristas de mayor envegadura, por lo cual había que estar precavidos, exhortando a que se vigile a Bin Laden.
La CIA, según se conoce hoy, en junio del 2001 llevó a la Casa Blanca informes precisos de que ese gran atentado estaba por desencadenarse. El informe no pasó del filtro de la asesora de seguridad de entonces, Condolezza Rice y el deastre conmovió luego al país y al mundo en septiembre 11 de ese año.
George W Bush no creyó que ese ataque (peor que el de Pearl Harbor en 1941) justificaba una declaratoria formal de guerra. Cuando envió tropas a Afganistán y luego al Irak en el 2003, invitó a la gente a despreocuparse e ir de compras a los malls, para que continúe “la rutina de una vida normal”.
Hizo quizás algo peor, que Obama exaltó en su rueda de prensa de hoy: aclaró que la ofensiva contra Afganistán e Irak no era una guerra contra el Islam, “que es una religión de la paz”, sino contra quienes “obran mal en su nombre”. Y dispuso que el Departamento de Estado organice seminarios para determinar las causas de por qué los árabes “están resentidos con nosotros y nos atacan”, a fin de “enmendarnos”.
La cobardía inicial de Bush por no alertar a la nación sobre el hecho innegable de la situación de guerra, ha tenido consecuencias lamentables acentuadas con Obama. Tras casi ocho años de su gobierno, el país se ha perdido liderazgo en el mundo libre y el terrorismo musulmán se extendido por el Medio Oriente, Noráfrica, Europa y expandido sus garras por Asia y Centro y Sudamérica.
Obama no ha querido combatir al enemigo. No lo llama por su nombre ni cuando ataca en territorio norteamericano como en Boston, Texas o Nueva York. Pero pacta sumiso con el mayor promotor del terrorismo en el orbe, Irán, facilitándole desarrollar armas nucleares y financiar grupos de terror con la ayuda de más de 100.000 millones de dólares de fondos hasta la fecha congelados.
Si Obama, o Bush, hubiesen sido de otra estirpe, habrían reunido al Congreso Pleno, como Hollande, para anunciar que los Estados Unidos están en guerra con un enemigo no convencional y para pedir reformas, no ya constitucionales, sino de reversión de una anterior revocatoria que declaró la no obligatoriedad de la conscripción militar.
Los fundadores de esta nación fueron sabios en esa materia. Decidieron que todo ciudadano tenía el derecho de portar armas para estar siempre listos para repeler el enemigo, o para enfrentar a gobiernos abusivos. Las milicias luego se transformaron en fuerzas armadas regulares y profesionales, pero con el mandato de que todo ciudadano mayor de 18 años se reclute por cierto lapso para adiestrarse en las artes de la guerra.
Ello funcionó perfectamente hasta la guerra de Vietnam, cuando surgió un movimiento estudiantil rehacio a ir al frente de batalla en momentos en que afloraba la abundancia económica de posguerra, el sexo libre y el uso de alucinógenos. Paralelamente el liderazgo político prevaleció sobre el criterio militar en pro de la victoria y sobrevino la derrota.
Una de las repercusiones fue la eliminatoria del servicio militar obligatorio, lo que distanció cada vez más a la sociedad civil de la militar. En Suiza, en Israel, en los albores de los Estados Unidos, cada ciudadano es un soldado, siempre listo a la batalla para defender la paz. Cuando los veteranos de Vietnam regresaron a casa, fueron escarnecidos.
Obama desprecia a los militares. John Kerry, su canciller que peleó en Vietnam y se volvió su peor crítico, afirmó que hoy solo los fracasados, los que no tienen mejor opción, se enlistan como soldados. Ha dejado de existir esa identificación ciudadano/soldado de otrora y muestra de ello es el maltrato que se ofrece en los servicios de salud a los veteranos.
El retorno a la conscripción militar obligatoria por uno o dos años podría comenzar a recuperar ese sentido cívico de unidad, de respeto y solidaridad por lo militar, entendiendo mejor su papel en un mundo en que la paz, sin el apoyo de la fuerza, es una utopía.
Si GW Bush hubiese dicho que Estados Unidos está en guerra, es probable que nunca habría llegado Obama a la Casa Blanca y que jamás se habría registrado el caos que ahora existe en el Medio Oriente, con el Califato del ISIS, el Irán, los grupos terroristas de muchos nombres y un solo objetivo, que se están tomando Europa con y sin atentados terroristas. 
El columnista del New York Post, Michael Goodwin, le plantea a Obama un dilema: o asume el liderazgo para derrotar al ISIS y a los radicales islámicos, o renuncia. ¿Qué tal si más bien es destituído por el Congreso con una interpelación (impeachment) por traición a la Patria? Algo improbable, por cierto, ya que los demócratas que le son fieles más allá de todo raciocinio bloquearían todo intento.

(A continuación se transcribe un artículo publicado por el diario The Wall Street Journal, con consejos acerca de qué hacer para enfrentar al terrorismo, como lo entiende Israel)

French President François Hollande declared the Nov. 13 terrorist attack in Paris an “act of war” by Islamic State, and he was right, if belated, in recognizing that the jihadists have been at war with the West for years. Islamic State, or ISIS, is vowing more attacks in Europe, and so Europe itself—not just France—must get on a war footing, uniting to do whatever it takes militarily to destroy ISIS and its so-called caliphate in Syria and Iraq. Not “contain,” not “degrade”—destroy, period.
But even if ISIS is completely destroyed, Islamic extremism itself will not go away. If anything, the destruction of ISIS would increase the religious fervor of those within Europe who long for a caliphate.
European leaders must make some major political decisions, and perhaps France can lead the way. A shift in mentality is needed to avoid more terror attacks on an even bigger scale and the resulting civil strife. Islamic extremists will never succeed in turning Europe into a Muslim continent. What they may well do is provoke a civil war so that parts of Europe end up looking like the Balkans in the early 1990s.
Here are three steps that European leaders could take to eradicate the cancer of Islamic extremism from their midst.
First, learn from Israel, which has been dealing with Islamist terror from the day it was born and dealing with much more frequent threats to its citizens’ security. True, Islamic extremists inside Israel today resort to using knives and cars as their weapons of choice, but that is because attacks like those in Paris last week are now simply impossible for the terrorists to organize. Instead of demonizing Israel, bring their experienced, trained experts to Europe to develop a coherent counterterror strategy.
Second, dig in for a long battle of ideas. European leaders will have to address the infrastructure of indoctrination: mosques, Muslim schools, websites, publishing houses and proselytizing material (pamphlets, books, treatises, sermons) that serve as conveyor belts to violence. Islamic extremists target Muslim populations through dawa(persuasion), convincing them that their ends are legitimate before turning to the question of means.
European governments must do their own proselytizing in Muslim communities, promoting the superiority of liberal ideas. This means directly challenging the Islamic theology that is used by the Islamist predators to turn the heads and hearts of Muslims with the intent of converting them into enemies of their host countries.
Third, Europeans must design a new immigration policy that admits immigrants only if they are committed to adopt European values and to reject precisely the Islamist politics that makes them vulnerable to the siren song of the caliphate.
There are distinct weaknesses in Europe’s current immigration policy: It is too easy to gain citizenship without necessarily being loyal to national constitutions; it is too easy for outsiders to get into European Union countries with or without credible claims for asylum; and, thanks to the open-borders policy known as Schengen, it is too easy for foreigners, once they are in the EU, to travel freely from country to country. This state of affairs has been revealed as unsustainable by this year’s migrant flood into Europe.
Does this amount to “Fortress Europe,” with a new Iron Curtain to the east and a navalcordon sanitaire in the Mediterranean and the Adriatic? Yes. For no other strategy makes sense, given a threat like the one posed to Europe by Islamic extremism. And if Europe’s leaders persist, like German Chancellor Angela Merkel, in making a virtue of the openness of their borders, they will soon be chased out of office by populists better attuned to public feeling.
The trouble is that such people generally bring to the table other ideas beyond immigration control—not least the kind of fervent, illiberal nationalism that has torn Europe apart in the past.
To achieve all this, Europe would need to overhaul treaties, laws and policies—in other words, take steps that before the atrocities in Paris on Friday couldn’t even be discussed. Maybe this will be the watershed moment for Europe to rethink the path it has been traveling.
Ms. Hirsi Ali, a fellow at the Harvard Kennedy School and the American Enterprise Institute, is the author of “Heretic: The Case for a Muslim Reformation” (HarperCollins, 2015).