Saturday, July 27, 2013

EL PROBLEMA NEGRO ES DE LOS NEGROS


Han sido dos negros en altas posiciones públicas los que han vuelto a remover el problema del racismo en los Estados Unidos, pero no para intentar superarlo, sin para empeorarlo.
El más importante es Barack Hussein Obama, actual Presidente de la República desde el 2009. El otro es Eric Holder, Fiscal General de la Nación, igualmente en el cargo desde comienzos del régimen. 
Ni uno no otro son negros típicos norteamericanos, en el sentido de que ninguno de ellos desciende de esclavos llegados del África. Obama es mulato, su madre fue blanca y su padre era un negro que llegó como becario de Kenya a estudiar en los Estados Unidos. 
Si bien Holder nació en el Bronx de Nueva York, su pade vino de Barbados y su madre también tiene ese ancestro caribeño. Ambos, Obama y Holder, jamás tuvieron las privaciones de la clase negra norteamericana pobre, ya que tuvieron acceso a la mejor educación y a las mejores universidades.
Fue a raíz de un fallo en favor de un hispano que mató a un joven negro en la Florida, en defensa propia, que Obama inició una retórica racista para denigrar la decisión legalmente impecable del jurado de seis mujeres. Holder le siguió a poco en igual tono.
El Presidente insinuó que el joven negro Trayvon Martin fue muerto por el hispano George Zimmerman, debido a su raza. Y mintió al decir que él entiende lo que es la discriminación porque la sintió en carne propia toda vez que veía apartarse a la gente en la calle, el ascensor o en la farmacia o un restaurante.
Holder lo secundó, anunciando que iniciará un juicio ciivil contra Zimmerman por violación de los derechos civiles, es decir, por racista. La querella probablemente no llegará a instaurarse, porque ya el FBI ha hecho una investigación del acusado, determinando no solo que no hay vestigios de racismo en él, sino lo contrario.
Pero el veneno verbal se esparció y gente que los sigue fanáticamente y que poco enterados están de la historia, los cree. Lo cual es falso. Lo que especialmente Obama denuncia es cosa del pasado. Grandes líderes como Martin L King Jr. impulsaron el cambio y ese tipo de discriminación al que alude casi ha desaparecido.
La prueba contundente es que el pueblo, incluídos blancos y negros, colocó en la Casa Blanca a un nego (mulato), con la esperanza de que ese gesto contribuiría a sepultar los “negros” prejucios del pasado. Tras la aprobación de las leyes de Derechos Civiles en el decenio de 1960, bloqueada por los demócratas desde el fin de la Guerra Civil, los negros ya pudieron votar y utiizar libremente todos los servicios sin discriminación.
Pero Obama (y los negros y blancos demócratas) que lo rodean quieren matener viva la idea de que persiste la animosidad blanca contra el negro y que allí radica la causa del atraso y alta criminalidad de la gente de esa etnia y que cualquier crítica a los fracasos de su gobierno de cinco años en   todos los frentes, obedece a los que lo odian por ser negro (mulato).
La población negra es apenas el 13% de la población. Pero es la que genera el más alto índice de homicidios y asaltos y no solo contra los blancos sino entre sí. En Chicago, donde el uso de armas de fuego es altamente restringido, los negros se matan, roban y violan como en ninguna otra ciudad de los Estados Unidos, todos los días.
En Nueva York, donde los negros son el 24% de la población, el 83% de los asaltos con armas de fuego es ocasionado por negros. Si a ello se suman los hispanos, el porcentaje sube al 98%. La Policía dice también que 49 de cada 50 asaltos son cometido por negros o hispanos.
Fernando Mateo, un hispano de la raza negra y líder del sindicato de taxistas de la Gran Manzana, declaró que él detecta o es informado, que el 99% de los asaltos es obra de negros o hispanos. En NY, el 86% de los votantes blancos y el 97% de los votantes negros votaron por Obama.
Pero los adueñados de la dirigencia negra no quieren aceptar está realidad y siguen perorando que la situación de desventaja de los negros se debe a la “injusticia social” impuesta por los blancos. Y no a la disolución de la unidad familiar, causa de que el 73% de los niños negros nazca en hogares de un solo padre (la madre).
Ese 73% es sobreviviente, puesto que muchos negros mueren antes de nacer debido a la presión de las leyes y regulaciones demócratas en favor del aborto sin límite. Son los demócratas también los creadores desde el siglo XIX de querer prohibir el derecho constitucional a portar armas, por temor a que los negros se armen para defender sus derechos.
En tales condiciones se entiende que los niños sin un hogar estable se lancen a las calles y caigan en el delito de la violencia  y las drogas. Viven en virtuales ghettos donde la educación en escuelas y colegios es pésima, pues todo intento por mejorarla es obstruído por los sindicatos demócratas.
Es un círculo vicioso en el cual nada tienen que ver los prejuicios racistas de antaño, ya superados. Lo demuestran las excepciones de negros que han logrado evadir el cerrojo demócrata que les obliga a la dependencia y se han superado por propio esfuerzo en todas las áreas del deporte, la ciencia, el arte, la empresa. 
Ellos, ultrajados por los negros demócratas, predican el cambio de enfoque al problema negro, a fin de situarlo donde está: en el constante deterioro de valores acicateado por leyes supuestamente protectoras del Estado, pero que en realidad ahondan la larga tradición esclavista de quienes prefirieron que el país se escinda, antes que admitir la abolición de la esclavitud. 
La maraña verbal de dirigentes como Al Sharpton, Jesse Jackson, Obama, Holder quiere dar la impresión de que la esclavitud es una invención de los gringos blancos y que son los blancos los que buscan perpetuarla pese a las reformas legales a las que ellos, los demócratas, se han opuesto históricamente.
La verdad es otra. La esclavitud, que se remonta al Código Hamurabí del 1760 AC, fue una institución de más de diez décadas en la propia África hasta muy entrado el siglo XX . En ese lapso la mayoría de naciones africanas tenía en esclavitud hasta 1/3, 1/4 y hasta 2/3 de la población. En Etiopía había 2 millones de esclavos de un total de 8 a 10 millones de habitantes, que terminó solo con la guerra perdida ante Italia en 1930. Nigeria fue el último país en abolir la esclavitud en 1936. Pero aún se la practica en África, con mayor o menor disimulo.
Aparte de la esclavitud intra continental, el drenaje de recursos humanos, que tan óptimas ganancias rendía a los traficantes negros, se producía por varias rutas: 4 millones por el Mar Rojo, otros 4 millones por el Océano Índico, 9 millones por el Sahara hacia compradores islámicos y de 11 a 20 millones por el Atlántico, hacia América.
Los primeros esclavos negros llegaron con los españoles a lo que es hoy la República Dominicana. Del Caribe pasaron eventualmente a los Estados Unidos para las plantaciones de tabaco y algodón y luego llegaron en embarques de holandeses y británicos hasta que el Reino Unido abolió el tráfico en 1833. Los proveedores de negros eran, por supuesto, negros. Los esclavos eran prisioneros de guerra, delincuentes o simplemente resultado de raptos.
De suerte que si persistiera el movimiento de algunos líderes (negros y blancos demócratas) para que el Congreso asigne cuantiosas sumas de dinero en compensación a los descendientes de esclavos, también deberían extender la exigencia a los empresarios negros del África que vendieron a sus antepasados (Ojo, Obama y Holder estarían exentos).  
El esclavismo no es exclusivo de los negros. En Roma y antes en Atenas,  Egipto, todo el Medio Oriente, en la Edad Media, entre los moros y cristianos, inclusive entre los judíos, siempre ha sido un buen negocio traficar ganado humano, no importa el color de la piel. Grandes réditos para el vendedor, grandes ganancias para el comprador de trabajo gratuito.
La palabra esclavo proviene de eslavo. A los vikingos les encantaban apresar y vender eslavos de cabellos rubios, muy apetecidos por británicos y otros europeo. De esa tradición deriva el nombre. La costumbre fue seguida también por los ingleses y las presas de su esclavismo eran los irlandeses católicos, que se negaban a renunciar a su religión católica.
En el siglo XVII venideron a buen precio 30.000 irlandeses al Nuevo Mundo. Se registra en 1650 el envío de una carga especial de niños blancos: 100.000, de 10 a 14 años de edad, separados a la fuerza de sus padres con destino a las Indias Occidentales, Virginia y Barbados. Otros 2.000 fueron vendidos en Jamaica y una 52.000 mujeres blancas a Virginia y Barbados.
Surgió con los irlandeses un problema de mercado: pagaban por ellos menos que por los negros: 5 libras frente a 50 libras. Pero el ingenio comercial pronto funcionó. Se hizo aparear a las mujeres blancas con negros, para cosechar mulatos. El precio fue ligeramente superior, pero luego la práctica fue eliminada por contrapoducente.
La esclavitud, pues, es tan antigua como el hombre. En los Estados Unidos se dio por contagio al mismo tiempo que se irradiaba por otros confines del Nuevo Mundo. Siempre hubo defensores que lucraban con él, pero también siempre hubo críticos. La gran batalla para abolirla aquí causó 600.000 muertos con la Guerra Civil que lideró Lincoln, un republicano.
Lincoln fue asesinado y no pudo continuar con la misión en paz de restaurar la dignidad de los negros. El gran paso adelante se dió un siglo más tarde, con la ley de los Derechos Civiles. La situación ha mejorado. No será perfecta pero insistir en que todo sigue igual es una infamia más de los negros (y blancos) apoderados por equivocación de la Casa Blanca.  

Tuesday, July 23, 2013

¿OBAMA SOLO HA BAJADO AL 41%



Los medios de comunicación de este país, que en su mayoría respalda rebañegamente la doctrina radical del presidente Barack Hussein Obama, publican alarmados que la popularidad de su líder ha bajado al 41%.

Hasta hace poco tiempo y luego de su extraña reelección en noviembre pasado, las encuestadoras señalaba que esa popularidad era superior al critico nivel del 50%, registrándose por un buen lapso hasta el 54%, para decaer luego al 49% y finalmente al 41%.
Los seguidores a ultranza de Obama podrán alarmarse por la caída, pero lo realmente sorprendente es que la cifra no sea mucho menor, dado que su administración de cinco años se ha deteriorado a un ritmo imparable en todos los frentes, tanto interno como externo.
Obama ha hecho todo lo que ha estado a su alcance para dividir a la nación y para frenar la economía. El pueblo lo eligió en el 2008 con la esperanza de que lograría en su gobierno lo contrario, seducido como estuvo por la demagogia que él y los medios esparcieron por doquier.
La deuda pública sigue incrementándose y ha llegado a los 17 trillones de dólares, superior a la riqueza nacional. Nada ha hecho este gobierno por moderarla, sino lo opuesto. El banco de la Reserva Federal, puesto que los recursos no bastan para cubrir los gastos, sigue imprimiendo moneda sin respaldo.
La justificación ideológica de la izquierda en el poder es la redistribución de la riqueza para alcanzar la “justicia social”. En contubernio con las “unions” o sindicatos públicos y de las grandes corporaciones se continúan otorgando privilegios exorbitantes a empleados y trabajadores acrecentando  gravemente la deuda pública y externa.
El partido demócrata cree que la desigualdad de ingresos puede superarse no con el esfuerzo individual para el aprovechamiento de la libertad de oportunidades, sino con la intervención del Estado a través de un gobierno autoritario, desentendido de los mandamientos de la Constitución y ahito de poder.
Obama continua empeñado en aplicar el modelo intervencionista que ha llevado a la ruina a Detroit, la otrora dinámica ciudad del automóvil. En esa urbe ha reinado el partido demócrata desde 1960, hasta llevarla a la bancarrota porque primó el criterio de redistribución sobre el de estimular la inversión y la libre competencia para estimular el crecimiento de la economía y el empleo.
Los sindicatos de gigantes como la General Motors quebraron por esos motivos, pero Obama los rescató con subsidios de 90.000 millones de dólares, sin condiciones. Continuó el pago de pensiones a gente que no trabajaba o que se jubilaba a los 45 años de edad. Ninguna reforma estructural se operó por oposición de los sindicatos, contribuyentes de Obama, La deuda incobrable supera los 54.000 millones de dólares.  
Parecida situación se registró en otras empresas y en oficinas públicas. Las pensiones, que no pueden reducirse por mandato de la Constitución de Michigan, se siguen saldando con deuda. Ésta ha llegado a 20.000 millones de dólares y la situación se hizo insostenible.
La bancarrota no la declaró el alcalde, que es demócrata. La decisión, que es la única factible y que la recomendó Mitt Romney en la campaña presidencia pasada, la adoptó un republicano. Todas las leyes y regulaciones pre existentes quedan suspendidas, hasta que agentes de bancarrota fijen reglas claras para salir de la crisis.
Si se observa un mapa de USA se identifica a los Estados en rojo, al borde de la bancarrota: son demócratas. California, por ejemplo, tuvo superávit al cierre de la gestión de Ronald Reagan. Pero a raíz de la amnistía a los immigrantes el Estado se volvió azul, o sea demócrata y la economía ahora está en rojo por años, con varias ciudades próximas a la bancarrota.
Gastar más de lo que ingresa, sea en una economía familiar o de Estado, conduce a la quiebra. Es lo que está ocurriendo en Europa donde la señora Merkel de Alemania quiere acaso infructuosamente convencer a los países de la UE que solo con más trabajo y no con más impuestos y subsidios se corregirán los absurdos socialistas en Grecia, España, Italia y tantos otros socios ineficaces.
Para Obama y su equipo estas realidades de Detroit y Europa no existen, son falsías de la derecha recalcitrante. Su Obamacare naufraga, pero eso no le impide iniciar una campaña cuasi electoral para proponer medidas de salvamento de la economía. Pero sus tesis son las mismas, las mismas que han fracasado en cinco años de su gobierno, las mismas que han llevado a la bancarrota a Detroit y Europa.
Como si lo de la economía no fuera suficiente, Obama vuelve a interferir en el sistema judicial, que prohibe la Constitución garante de la independencia de funciones. En la Florida un vigía voluntario fue agredido brutalmente por un negro y para librarse del asedio lo dispara en defensa propia y lo mata. Obama de inmediato acusa al autor de racista.
El autor es de apellido Zimmerman pero es hispano mestizo. Los medios, para proteger a Obama, dicen que es hispano pero blanco. La Policía, por las evidencias del suceso, no presentaron cargos. Pero los activistas lograron que se lo instaure, éste se realiza y Zimmerman queda absuelto. El Presidente no se da por vencido. Insinúa que hay que respetar el fallo pero suelta una andanada de alusiones racistas que a estas alturas no son aplicables de los Estados Unidos.
Afirma que él comprende el racismo, porque siempre se sintió rechazado por la sociedad blanca en la calle, los ascensores, escuelas, almacénes y restaurantes. Lo cual no es verosímil, pues Obama no tiene esclavos en su ancestro, es mulato, se crió con su madre y abuelos blancos e ingresó a las mejores escuelas y universidades del país sin problema.
Su objetivo es atizar el odio. Él y el Procurador, Eric Holder, otro negro, se propusieron instaurar un juicio civil contra Zimmerman para probar que violó los derechos civiles de la víctima Trayvon Martin. Se organizaron flash mobs o asaltos fugaces en 100 ciudades, pero no tuvieron impacto. A la postre, no habrá juicio civil.
Pero queda clara la actitud racista de Obama, secundada por Holder. (Nadie menciona otro caso de contubernio corrupto entre un presidente y el Procurador, que se supone es independiente: el de John F Kennedy, que nombró Procurador a su hermano Robert por orden del padre de ambos...) Y Obama fue electo por blancos y negros, dizque para acabar con el racismo.
Los negros han sido siempre oprimidos por los demócratas. A comienzos del siglo XIX, la esclavitud fue inclusive alentada por los conservadores de entonces, los whigs. Pero hubo una ruptura de quienes no consideraban válida esa posición y así surgió el GOP o partido republicano en 1854, con el agregado de muchos republicanos anti esclavistas.
El GOP cobró notoriedad con Lincoln, quien comandó la Guerra Civil hasta la victoria. Evitó así la secesión buscada por los demócratas que no querían privarse de la mano de obra esclava para mantener su poder económico en las grandes plantaciones del Sur. Terminada la Guerra Civil, Lincoln fue asesinado y con ello la tarea de reivindicación de los negros quedó truncada a medias.
La Restauración se obstruyó por los excesos republicanos contra los demócratas vencidos. Y éstos, a su vez, bloquearon el acceso a los derechos civiles de los negros hasta bien entrado el siglo XX. Los negros, por tradición, fueron republicanos. Pero a la fecha, un negro republicano es una excepción escarnecida por sus hermanos de etnia.
Los demócratas, para aislar a los negros, se organizaron en grupos como el Ku Klux Klan. Su misión era amedrentar a los negros y a los que pretendían su amistad o un matrimonio mixto. La era de los linchamientos e incendio de iglesias para negros se registraban hasta mediados del siglo pasado, hasta que la ley de Derechos Civiles se aprobó, rompiendo el bloqueo demócrata.
La conquista de la causa negra tuvo líderes de la talla de Martin Luther King, maravilloso ideólogo y orador que fue asesinado por un demócrata radical. King proponía la armonía racial y estaría horrorizado hoy al escuchar a Obama en sus prédicas de odio contra blancos y contra empresarios de cualquier color.
La America (USA) de odio de los años sesenta de King ya no es la America de hoy. La elección misma de Obama lo prueba. Si bien las relaciones inter raciales pudieran ser aún defectuosas, son mucho más humanas y menos prejuiciadas de lo que insinúan Obama y otros líderes negros congelados en las luchas de entonces.
Obama dijo que la muerte de Trayvon Martin era como si hubiese muerto el hijo que no tuvo. Luego dijo que él mismo habría sido Matin hace 35 años. Son palabras insinceras en procura de alentar al radicalismo negro. Pero, por fortuna, sin eco. Los tiempos han cambiado, como lo anota con perspicacia el columnista del The Wall Street Journal (link).
¿Por qué la popularidad de Obama sigue con el alto porcentaje del 41? Si a la manipulación del caso Zimmerman se suma lo del asesinato del embajador en Benghazi, el espionaje de NSA, el acoso a periodistas de medios críticos, el bloqueo a las agencias del Tea Party con el IRS (Control de Impuestos), la inaplicabilidad del Obamacare, el fracaso en la política externa y la hecatombe de la economía...¿por qué hay todavía 41% de Obama adictos?
En gran medida, por los medios de comunicación. Facilitaron la divulgación de la mentira Obama en la elección y reelección y ahora la minoría radical controla la Casa Blanca, el sistema judicial, los sindicatos, las escuelas y colegios. La “verdad” demócrata parace blindada. Ello explica tanto barullo por el caso Zimmerman, pese a que el sector negro es solo el 13% del total de la población.
Igual sucede con el homosexualismo, que no pasa del 3% del total de este país. Es tal el influjo creado por estas minorías que la “verdad” homosexual se distorsiona hasta parecer mayor que el parecer y vivir de la abrumadora mayoría que aborrece esa tendencia, así como el aborto, las drogas y el uso indiscriminado de anticonceptivos.
La barrera interpuesta es por hoy casi infranqueable, pero no invencible. A la postre la sensatez y el sentido común terminarán  por derribarla.

Sunday, July 14, 2013

DE VEREDICTOS Y ESPIONAJE


Un tribunal de la Florida absolvió anoche de culpabilidad a un hispano que mató a un joven negro en defensa propia. La decisión de los jurados fue admirable, pues resistieron a la presión contraria del gobierno de Obama, las organizaciones racistas y los medios de comunicación prejuiciados. 
La policía floridana inicialmente no detuvo al autor de la muerte, George Zimmerman, pues era evidente que ese acción era en defensa propia. Pero líderes racistas negros como Al Sharpton, que tiene un programa en MSNBC, una TV radical, desató una campaña para acusar a George Zimmerman de asesinar un negro indefenso e inocente.
Sharpton no actuó así por propia iniciativa. Siguió la directiva del presidente Barack Hussein Obama, quien tan pronto se divulgó la noticia llamó a sus dóciles periodistas y les dijo que la muerte de Trayvon Martin, de 17 años, le había dolido tanto como si hubiese perdido al hijo varón que nunca tuvo. 
Con ello llamaba a la insurgencia de los negros “oprimidos”, en la creencia de que Zimmerman era un blanco reminiscente acaso del Ku Klux Klan. Pero ocurre que era hispano, hijo de peruana y con tez mestiza. Cuando ello se hizo evidente, los medios y los líderes negros lo tildaron entonces de “white hispanic”, o hispano blanco, para preservar la noción racista.
La presión para hallar a Zimmerman culpable de asesinato racista, nacida de la Casa Blanca, se prolongó por año y medio y pretendió continuar hasta la medianoche de ayer. Se comprobó que el gobierno, a través del Fiscal General Eric Holder, negro, financió el envío de expertos agitadores para la organización de tumultos racistas.
El jurado lo integraron seis damas, cinco de ellas madres, todas blancas y una hispana. Desde el inicio del juicio permanecieron en secuestro, aisladas del público y de los medios de comunicación, pero mucho se temía que pese a las precauciones, se hubiese filtrado algún tipo de amenaza para torcer su criterio en pro de la tesis racista oficial.
No sucedió así y hacia las 10 de la noche, luego de 16 horas de deliberaciones, el verdedicto de No Culpable finalmente se difundió. “Es una bofetada en el rostro” fue el primer comentario de Sharpton, que tiene título de reverendo aunque nadie le ha escuchado jamás dictar un sermón ni se ha conocido nunca que tuviese iglesia alguna.
Mas el “reverendo” esta vez tuvo razón. Fue una bofetada pero en el rostro del racismo que el pueblo norteamericano ingenuamente creyó se mitigaría al elegir a un negro (mulato) a la Casa Blanca. Para su gran desilusión, no solo no se debilitó el racismo, sino que arreció con Obama en el poder.
Fresca está la memoria del policía blanco de Boston que tuvo un altercado con un profesor universitario negro, a quien le pidió identificarse cuando fue visto en actitud incierta en una casa de apartamentos. El profesor reaccionó con violencia y fue apresado. Obama, al saberlo, llamó a sus periodistas y vilipendió al policía acusándolo de racista.
Más tarde se aclararon las cosas y se le dio la razón al policía en todo lo actuado. A poco Obama invitó a policía y profesor a una conciliación en los Jardines de la Casa Blanca, brindándoles un vaso de cerveza. Pero las alusiones racistas de Obama son constantes cuando están de por medio proyectos de ley o decisiones que hallan oposición en los republicanos. No razona: los acusa de obstrucción, porque él es negro.
Los abogados de la defensa fueron severos con los periodistas anoche en la rueda de prensa. Fueron acusados de tratar a Zimmerman como a un paciente en la sala de operaciones, al cual quisieron aplicar toda suerte de experimentos sin anestesia para probar que era racista.
Las televisoras manipularon y rehicieron las cintas magnéticas grabadas cuando Zimmerman habló con los policías a minutos del incidente y les explicó lo ocurrido, sin ayuda de abogados. Sus versiones no dejaron dudas, razón por la cual los policías no presentaron cargos en su contra. Pero luego fue capturado, en respuesta al clamor racista.  
Si Zimmerman hubiese sido negro, que mató a un negro en defensa propia, el asunto no trascendía. Es lo que se registra a diario en muchas ciudades de los Estados Unidos, sobre todo en Chicago donde las matanzas entre negros suceden cada día, varias veces al día. La central tática de operaciones políticas de Obama y su clan está en esa ciudad.
Dadas las circunstancias sombrías que afectan a este país en lo político, cultural y social desde que Obama está en el poder, el veredicto de la Florida adquiere trascendental importancia, máxime que la juez, que condujo el proceso, es demócrata y por ende obamista. ¿Se trata quizás de un presagio alentador de lo que adviene?
El país se encuentra en un despeñadero. La economía, con la reelección de Obama, sigue en recesión. El desempleo no se detiene y si la Bolsa de Nueva York no está en rojo, es por el espejismo especulativo de la emisión de moneda sin respaldo por parte de la Reserva Federal, que ha elevado la deuda pública a más de 17 trillones de dólares. 
En lo moral, Obama se ha convertido en el principal profusor, no solo del racismo, sino del homosexualismo, el uso masivo de anticonceptivos, el aborto y el matrimonio gay. Ello ha contagiado a las fuerzas armadas, a las escuelas, colegios y universidades. La unidad familiar declina y se multiplica el número de madres solteras y con ello la delincuencia juvenil y el consumo de drogas. 
Por cierto que Obama no es el único responsable. Pero es la cabeza principal de la hydra cuyos orígenes han de encontrarse en el decenio de 1960 y sucesivos, cuando las cómodas generaciones nacidas en la bonanza de posguerra buscaron eludir la conscripción militar y la vida fácil, de rápida autosatisfacción con drogas y sexo sin compromiso con anuencia de feministas adictas a cualquier tipo de anticonceptivos y al aborto.
La tasa de crecimiento vegetativo ha llegado al nivel más bajo y se ha vuelto negativa, es decir, menor a la necesaria para reponer la población actual. Igual que en Europa, como en Japón. En los Estados Unidos esa brecha se llena, por el momento, con inmigrantes de México y América Latina. Pero también con árabes, que hoy son la cuota principal en Europa.
La hydra, nacida en esa coyuntura, tiene sus cabezas incrustadas en la educación, en los mayores medios de comunicación, en la diplomacia y ha comenzado a infiltrarse en las fuerzas armadas. ¿Será el veredicto de anoche, acordado contra la feroz presión de la agenda oficial, una clarinada anunciadora del inicio del corte herculeano de las cabezas múltiples de la fátidica hydra?

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Algunos países de Europa y América Latina han pedido “explicaciones” a los Estados Unidos por las acciones de espionaje denunciadas por el desertor de la CIA Edward Snowden, todavía en el limbo en un aeropuerto de Moscú.
¿Explicaciones de qué? Obviamente los dignatarios de esos países no están contentos al saber que los servicios de inteligencia norteamericanos acumulan información para procesarla y clasificarla y determinar si son o no útiles a sus intereses de defensa nacional, no solo militar sino de otra índole, industrial incluída. 
¿Qué explicación cabe? No solo los Estados Unidos, sino todos los países del mundo y a través de toda la historia se han dedicado al espionaje. No por hobby o por defecto o mala costumbre, sino por necesidad. Desde tiempos de Grecia y Roma, China o la India e inclusive en las sociedades más primitivas, las comunidades han debido cuidar de su supervivencia frente a actitudes potencialmente agresivas de comunidades rivales.
¿Cómo? Acumulando información de sus actividades, de sus planes, del estado de sus ejércitos, de sus tácticas, armas y reservas. En muchos casos el espionaje se hace indispensable no solo para prevenir ataques sino para originar los ataques de conquista.
Es pueril suponer que los Estados Unidos pida autorización o perdón por espiar, solo porque un desertor haya hecho públicos los procedimientos y parte de la información acumulada, como ya se produjo con otro delator, el militar que dio la información a Wikileaks. El espionaje puede disgustar pero  no desaparecerá. Lo censurable es la traición.
La traición no es nueva. La hubo aquí durante la Revolución Americana por la Independencia, en la Guerra Civil, en las dos guerras mundiales, en las guerras menores entre países. No se puede luchar con ventaja si no se conocen las características del enemigo. Y enemigos los habrá siempre.
Lo reprochable es que entre los que protestan por el espionaje develado por Snowden esté Rafael Correa, presidente del Ecuador que ya protege a Julian Assange, jefe y creador de Wikileaks. Lo tiene encerrado en la embajada en Londres, prófugo de la justicia británica.
La policía inglesa lo reclama para deportarlo a Suecia, donde es reclamado por abuso sexual contra dos mujeres, no por difundir información de inteligencia de Estados Unidos. Está allí ya más de un año. Correa dice que lo protege porque es campeón de la libertad de expresión, algo que él ha coartado en el Ecuador.
A un primer impulso, Correa también quiso poner a Snowden bajo su ala, pero se arrepintió, sin razonar el por qué de su inconsistencia ya que su caso es similar al de Assange. Pero en todo caso, los dos son espías. A uno lo protege por espía y al otro “casi” lo protegió, pues su cónsul en Londres le concedió una que luego revocó.
¿Cuál es la lógica de Correa para reclamar en esas circunstancia a los Estados Unidos por el espionaje denunciado por sus protegidos?.
De los incidentes, hay que apartar lo relativo al espionaje interno denunciado por Snowden. Si Obama espía a los ciudadanos de los Estados Unidos dentro de los Estados Unidos, sin autorización judicial, ello es violatorio de la Constitución y hay que sancionar al culpable, previa la investigación correspondiente.
Pero mientras haya países y naciones, nunca faltarán conflictos ni guerras, ni hostilidades y para enfrentarlos, habrá que estar prevenidos. Uno de los instrumentos para ello son los servicios de inteligencia. Tan necesarios son como las inmunizaciones en el cuerpo humano para prevenir enfermedades.      

Friday, July 5, 2013

LOS MILITARES Y LA DEMOCRACIA


Por lo general las fuerzas armadas en los países de plena o mediana democracia juran defender la Constitución y las leyes. Se supone que no son dirimentes, pero en casos extremos y sobre todo en los países del tercer mundo, se han visto forzadas para restaurar el orden. 
Es lo que acaba de suceder en Egipto y lo que ha ocurrido en incontables ocasiones desde la Grecia antigua hasta hoy por todos los confines del globo, con la excepción de pocos países, como los Estados Unidos.
En Egipto regía por años el régimen autárquico de Mubarak respaldado por los militares. En medio de lo negativo del origen de su poder, apoyaba a Occidente e Israel y mantenía en jaque a los islamistas radicales como los que se agrupaban en la Hermandad Musulmana.
Pero el pueblo egipcio se fatigó y salió a las calles a protestar. Fue cuando el presidente Barack Hussein Obama decidió intervenir para ofercer a los rebeldes un apoyo que no solicitaron, para derrocar a un Mubarak que se había mostrado solidario con USA y sus causas.
Cayó Mubarak y a él le scuedió, por voto popular, el líder Morsi de la Hermandad Musulmana. Según muchos predecían, el nuevo dirigente hizo todo lo que debía hacer para instituir el radicalizmo islámico. Obligó a aprobar la ley Shariah, sin un solo voto de la oposición en la asamblea y arremetió en sus amenazas contra Israel.
Su radicalización involucró odio y represalia contra religiones no alineadas con el Islam, particularmente la católica, cuyas iglesias fueron saqueadas e incendiadas, con la muerte de feligreses. La gente se indignó y se volcó nuevamente a las calles para exigir que el autócrata sea despedido y se reencauce a la nación por la vía democrática.
Fue duro para Obama que los militares expulsaran a su protegido, quien continuó recibiendo más de 1.600 millones de dólares de ayuda norteamericana, aparte de tanques y aviones de combate como se especificó en el acuerdo de paz con Arafat e Israel. Obama no atinó cómo reaccionar pero a la postre se resignó a perder a Morsi.
Con un añadido anodino: pidió que pronto se llame a elecciones, negándose a calificar como golpe militar a lo sucedido en Egipto. Salió con la perogrullada de sustituir “golpe” con “intervención militar”. Se ha negado también a llamar terroristas a los árabes terroristas, como Correa que no quiso llamar terroristas a los terroristas de las FARC sino “luchadores por la libertad”.
En los últimos tiempos se ha observado un cambio de posición en las fuerzas armadas en algunas naciones en las cuales han intervenido para detener la destrucción de constituciones y democracias. Cuando en Chile el socialista Salvador Allende destrozó la economía e intentó llevar al país hacia una dictadura al estilo de Cuba de la mano de Fidel Castro, los militares lo derrocaron sin vacilar.
Igualmene en Venezuela, Ecuador y otras naciones de América Latina (para solo hablar de esta región), si la situación quedaba fuera de control las fuerzas armadas asumían el mando para gobernar directamente, con civiles o con regímene mixtos hasta restablecer el orden y convocar a nuevas elecciones.
Mas ocurre que el nuevo estilo de quienes quieren el poder para llevar a las sociedades hacia el socialismo/fascismo, ha variado de estrategia. Tan pronto llegan a la presidencia por voto popular aparentemente normal, su objetivo inmediato es neutralizar a las fuerzas armadas y a los medios de comunicación.
A los militares, como en el Ecuador y Venezuela, ahora se les adula y otorga jugosos contratos para enriquecerlos, mantenerlos contentos y gratos y en silencio. A los medios se los humilla, amedrenta y  en algunos casos se persigue a los periodistas críticos o se instauran juicios contra los empresarios, para aplastarlos con millonarias penas.
Con esos dos factores en jaque, proceden a vulnerar la Constitución para asumir el control las otras dos ramas del poder que escrutan, fiscalizan y balancean los excesos de poder del Ejecutivo. Disuelven congresos y cortes y reemplazan a sus integrantes con gente sumisa a la ideología del mandatario.
En esas circunstancias los atropellos y abusos contra la Constitución y las leyes fluyen sin contrapeso. Los medios de comunicación se amoldan al nuevo orden, se amilan y prometen ser críticos cuando el estatus quo sea otro, como antes. Los militares aparecen muy cómodos y como que prefirieran llevar a ultranza el principio de su neutralidad.
En los Estados Unidos lo que acontece no es saludable tampoco. El presidente demócrata Obama ha cometido atentados nada demócratas y la mayoría de medios, que lo respaldan, los han pasado por alto. Inclusive las fuerzas armadas se han dejado atropellar, sin que haya respuesta alguna de su parte.
Obama quebranta la Constitución al nombrar más de una treintena de “zares”, que actúan como ministros de Estado sin la obligatoria aceptación del Senado. Forza la aprobación de una ley que estatiza los cuidados de la salud, pese al rechazo del 64% de la población y de todos los congresistas republicanos de oposición.
La ley está parcialmente vigente porque la Corte Suprema desechó la demanda de inconstitucional, gracias a una pirueta verbal abominable del presidente de la Corte, John Roberts, supuestamente republicano. Pero la aplicación de la ley Obama acaba de aplazarla por propia decisión hasta luego de las elecciones de medio período, en el 2014, sin consenso del Congreso.
El Nobel de la Paz, que es eso Obama, resolvió ayudar a los rebeldes del Al Qaida que pugnan por derrocar a Asad de Siria, con armas y tropas, sin la autorización del Congreso. Y está firmemente resuelto a retirar las tropas de Afganistán e Iraq, sin que antes se haya ganado una guerra que costó tantas vidas humanas y dinero a los Estados Unidos.
Continua en su cruzada por debilitar y desmoralizar a las fuerzas armadas destruyendo toda oposición a admitir el homosexualismo como algo normal en sus filas y que las mujeres sean admitidas incluso en las fuerzas elite de los Navy Seals y otros grupos de asalto. La feminización de la institución militar conducirá a su auto destrucción.
Al asesino de Fort Wood, en Texas, aún se lo mantiene con sueldo y recluído en espera de juicio. De alto rango militar, este islámico mató a 13 de sus colegas en un destacamento militar. En condiciones normales, se lo habría instaurado un juicio militar sumario y condenado a muerte por traición. Pero Obama lo protege.
Los casos de delación de la información de inteligencia son sospechosos y no se los entiende sin aceptar que fueron premeditados por quienes están empeñados en podrir y desperestigiar la democracia en USA. A Snowden, a quien Correa le ofreció inicialmente asilo, Obama lo tildó solo de hacker y no de traidor como lo hicieran altos funcionarios de inteligencia de su gobierno.
Hay infinidad de casos de violaciones al sistema de leyes en la Venezuela de Chávez y Maduro, en el Ecuador de Correa, en los Estados Unidos de Obama. Pero en contraste con lo observado en Egipto, la rebelión popular, si la hay, no alcanza niveles de preocupación para quienes manejan el poder con la fórmula mágica de anular a las fuerzas armadas y domar a los medios de comunicación.
Si bien esa manipulación está dando frutos en los citados países del tercer mundo, sería catastrófico si prospera en los Estados Unidos. Porque si en la primera potencia, cuya democracia perdura inalterada desde 1776, la tendencia hacia la estatización socialista/fascistoide se impone, entonces la pandemia de las tiranías se esparciría urbi et orbi, en espera de su  auto extinción.