Monday, January 30, 2017

LA BATALLA SERÁ LARGA

Para los demócratas y “progresistas”, entre los que se cuentan varios que todavía se autoclasifican republicanos, la realidad de la victoria de Donald J. Trump no acaba de convencerles y creen que pueden impedir que siga en la Casa Blanca con motines, libelos y gimoteos.
No son solo los políticos los que protestan sino los propietarios y actores de los principales medios de comunicación audiovisual, lo que contribuye a crear la impresión de que la resistencia a Trump es significativa. Pero no lo es, según revelan las estadísticas.
Se están repitiendo las contradicciones tan evidentes durante las campañas de las primarias presidenciales y las previas a la elección general, en la cual la mayoría de encuestadoras y columnistas presagió la victoria de la demócrata Hillary Clinton sobre el republicano Trump.
En uno y otro caso, los analistas deambularon fuera de la realidad. Por ejemplo, frente a la celeridad con la cual Trump ha actuado en los primeros siete días de su gobierno, poniendo en ejecución las primeras promesas de campaña, los detractores de Trump lo han denigrado acusándolo de haber actuado con precipitación irresponsable.
El sábado pasado puso en vigencia una moratoria de 90 días al ingreso de refugiados de siete países árabes, hasta que se revisen y modifiquen los métodos de admisión para evitar la infiltración de terroristas. Los críticos de inmediato dijeron que había desatado el caos en los aeorpuertos del mundo con una acción inhumana y antiamericana.
Los siete países, incluída Siria, habían sido seleccionados por Obama. ¿La razón? Que eran y son un semillero de terroristas por lo cual el escrutinio o “vetting” de los potenciales refugiados, era complejo por la carencia de datos. Este sábado hubo 325.000 personas que llegaron a los Estados Unidos y solo a 109 se las detuvo para ahondar el interrogatorio porque venían de alguno de esos siete país.
A 12 se los retuvo y hoy se informó que todos quedaron libres. En 1965, el entonces Presidente Bill Clinton anunció al Congreso que había que actuar con más estrictez en los permisos de ingreso a refugiados e igual en el 2011 Obama suspendió el visado a los iraquíes por seis meses. Es clara la ley al atribuír al Presidente esa prerrogativa por razones de seguridad.
El senador demócrata por Nueva York, Chuck Schumer, judío, lloró ante las cámaras de TV por la rigidez de la medida de Trump en favor de un mejor escrutinio de los árabes migrantes. Es hipócrita su actitud, pues debe estar enterado de la severidad del registro de ingreso a Israel de todo visitante y de la existencia allí de un muro, que redujo a cero el ataque terrorista de los palestinos por la la frontera antes desprotegida.
Las imágenes de la TV y los comentarios y entrevistas divulgados 24/7 por los canales adeptos y adictos a la causa liberal progresista, así como los artículos y crónicas sesgadas de diarios tan importantes como The New York Times, The Washington Post e incluso The Wall Street Journal, harían suponer que, en efecto, existe una reacción masiva contra Trump.
Pero las encuestas revelan que el 66% de la población lo apoya en la última medida. Como ya lo apoyó en esta y otras porpuestas durante la campaña de las primarias con 17 precandidatos y cuando se enfrentó a Hillary. Lo seguirá apoyando para abolir las regulaciones que frenan la inversión y el empleo, para construir el muro en la frontera, para  fortalecer a  las fuerzas armadas.
La oposición mediática continuará. Trump no busca, como los caudillos del tercer mundo o los regímenes totalitarios de todos los tiempos, silenciar a los medios o chantajearlos. Quiere inducirlos a que desempeñen su trabajo basados en la verdad, no en la distorsión ni la mentira. En esos términos, la crítica será bienvenida. Caso contrario, seguirá usando el Twitter para aclarar lo que es falso.

Tuesday, January 24, 2017

TRUMP Y AMÉRICA LATINA

No sorprende que políticos y comentaristas latinoamericansos opinen que la presidencia de Donald Trump será negativa para las relaciones de los Estados Unidos con América Latina. “Eso nos unirá más contra el imperio” ha dicho Rafael Correa, presidente del Ecuador.
Y no soprende esa reacción porque los comentarios se han basado, casi sin excepción, en clisés e informaciones incompletas o distorsionadas acerca de la personalidad del líder republicano, su plataforma política y de sus propuestas en torno a los asuntos internos y externos.
Pero allá, como aquí en los Estados Unidos, parece que los comentaristas y líderes de opinión están despistados acerca de lo que realmente piensa la gente sobre este personaje y de aquel otro, Barack Hussein Obama, que acaba de ceder su puesto a Trump en la Casa Blanca.
Anastasia O´Really es una columnista del diario The Wall Street Journal. Ni ella ni el diario han sido partidarias de Trump. Pero Anastasia publicó el domingo pasado un análisis demostrativo de que la mayoría de la gente en América Latina tiene esperanzas de que su situación mejore con la llegada del republicano.
Porque Obama ha respaldado y protegido a los gobiernos izquierdistas de la región, que han arruinado a sus pueblos económicamente y que los han aniquilado moralmente con la corrupción. Tales los casos de Venezuela, de Ecuador, Nicaragua, El Salvador, Brasil y otros admiradores del Socialismo del Siglo XXI, parido por los hermanos Castro.
Al parecer Donald J. Trump adoptará una actitud distinta, según lo describe Anastasia en el artículo, que se reproduce a continuación:

Ciudad de Guatemala
Migrantes de este país, que viven en su mayoría en Estados Unidos, enviaron cerca de US$7.100 millones en remesas a sus hogares en 2016, en torno a 10% del Producto Interno Bruto de Guatemala. Las exportaciones de indumentaria y textiles totalizaron más de US$1.400 millones el año pasado, lo que hace de la producción de telas y el ensamblaje de ropa la mayor industria de exportación. Este es un país pobre, pero sin la emigración a EE.UU. y el comercio, sería incluso mucho más pobre.
Aun así, muchos de los guatemaltecos con los que hablé acá la semana pasada no le temen a un Donald Trump antiinmigrante y proteccionista en la Casa Blanca. Están más bien enfocados en la salida de Barack Obama, cuya política exterior consideraban como politizada a favor de causas izquierdistas y un extremismo ambiental que perjudican el desarrollo de Guatemala.
EE.UU. ejerce una influencia significativa sobre América Central y sus opiniones son escuchadas por aquellos en el poder en estos países pequeños. La esperanza acá y a lo largo de América Latina es que la presidencia de Trump revierta ocho años de una agenda del Departamento de Estado que ha promovido un gobierno grande, políticas de redistribución y la política en lugar del crecimiento.
Las quejas se extienden más allá de las diferencias de opinión sobre el papel del Estado. Durante los años de Obama, Washington respaldó en repetidas ocasiones a aquellos que despreciaron el estado de derecho en el nombre de la “justicia social”.
Cinco meses después de asumir el poder en 2009, el gobierno estadounidense se puso del lado de aliados hondureños del dictador venezolano Hugo Chávez, quienes estaban tratando de instalar permanentemente a su propio caudillo en violación de la Constitución de Honduras.
Otro momento memorable de Obama se produjo en 2013 cuando los ex guerrilleros del FMLN que gobernaban El Salvador declararon como un delito la privatización parcial en 2002 de la eléctrica estatal.
El fiscal general de El Salvador apuntó a dos salvadoreños con ciudadanía estadounidense por su papel en la transacción, a pesar de no tener evidencia de fraude, malversación o conducta delictiva. El gobierno de Obama hizo la vista gorda sobre el caso mientras aprobó cientos de millones de dólares en ayuda extranjera para el gobierno corrupto.
El respaldo estadounidense al acuerdo entre el gobierno de Colombia y los narcoterroristas de las FARC es extremadamente preocupante en una región necesitada de certidumbre judicial. Como el pacto rechazado el 2 de octubre de 2016 en un plebiscito nacional, el nuevo acuerdo ofrece amnistía por crímenes de guerra —incluyendo el reclutamiento de niños soldados— y curules en el Congreso sin necesidad de elección a las FARC. Colombia es nuevamente el mayor exportador de cocaína.
Cuando Nicolás Maduro, el sucesor de Chávez, bloqueó un referendo revocatorio en 2016 que habría convocado una nueva elección presidencial, el Departamento de Estado del gobierno de Obama le dio protección al iniciar un “diálogo”. La demora era esencial para la supervivencia de la dictadura, ya que cualquier votación de revocatoria este año, según la Constitución, se saltaría nuevas elecciones y pondría al vicepresidente a cargo hasta 2019. 
El común denominador en todo esto es la perspectiva internacional de Obama, saturada con una desconfianza de los mercados, una desestimación de los derechos de propiedad privada y una obsesión con la equidad de ingresos por encima de la libertad. 
La pregunta de los 480.000 quetzales (US$64.000) es si Trump es lo suficientemente astuto para darse cuenta cómo las políticas estadounidenses que socavan el imperio de la ley alimentan el aumento de migrantes desesperados. El nombramiento del general John Kelly como jefe del Departamento de Seguridad Nacional de EE.UU. ofrece una esperanza.
Kelly, quien se retiró con cuatro estrellas, obtuvo el cargo principalmente por su experiencia lidiando con organizaciones criminales transnacionales como jefe del Comando Sur de EE.UU. entre 2012 y 2016. Él le dijo el año pasado a la publicación Military Times que EE.UU. “tiene derecho a proteger” sus fronteras, pero también recalcó la necesidad de menos violencia y más oportunidad económica en los países de origen de los migrantes. “Ningún muro funcionará por sí solo”, le dijo a la revista Foreign Policy en julio de 2016.
Esa es una idea de la que hacen eco aquí, alarmados por la decisión de la Corte Suprema de Guatemala este mes contra dos proyectos hidroeléctricos valorados en US$300 millones. El demandante era un líder indígena respaldado por activistas ambientales, quienes argumentaron que los compromisos multinacionales de Guatemala requieren consultas con los grupos indígenas más allá de las comunidades locales antes de encender las turbinas. 
Las inversiones de la empresa, las cuales están en propiedad privada, han superado los obstáculos ambientales y recibido todos los permisos necesarios para construcción y operación. Sin embargo, la corte siguió dictámenes similares sobre proyectos mineros, incluso copiando y pegando el lenguaje y olvidando cambiar líneas como “con respeto a la licencia de explotación minera”.
Guatemala necesita energía asequible de manera desesperada, sin mencionar las inversiones, si desea salir de la pobreza. No obstante, mientras las élites ambientales, que trabajan para avivar el miedo en las comunidades rurales y tienen la simpatía de EE.UU., estén al mando, eso no sucederá. Los guatemaltecos tienen la esperanza de que Trump tenga ese problema en mente y forje una nueva política para la región. 

Escriba a a O’Grady@wsj.com.

Monday, January 23, 2017

TRUMP ¿RÉPLICA DE HITLER?

Ha llegado a tal extremo el rencor y desconocimiento de la personalidad de Donald J. Trump, el nuevo Presidente de los Estados Unidos, que hasta el Papa Francisco ha compartido el temor de los “progresistas” de izquierda que ven en él la reencarnación de Hitler.
Alemania votó en la segunda vuelta por Hitler, porque éste prometía al país redimirlo de la humillación impuesta por el tratado de Versalles y porque en el lapso entre la primera y segunda vuelta de las elecciones, los nazis impusieron el terror que amedrentó, incluídos a los judíos que votaron por él.
La crisis que viven los Estados Unidos no es comparable a la de Alemania de los años 1930. Pero es crisis de todos modos, motivada por quienes reniegan de la Declaración de Indepedencia y la Constitución aprobadas en el siglo XVIII en este país, cuyos principios se resumen en el concepto de que el poder está en el pueblo.
Esos documentos, según ellos, son obsoletos porque impiden un “progreso”  más acelerado, obstruyen la redistribución de la riqueza en favor de los pobres y limitan las atribuciones del gobierno para dictar regulaciones en todos los órdenes de la vida diaria.
Esa mentalidad “progresista”, surgida hace más de un siglo con Woodrow Wilson, se ha acentuado con el paso de los años con los gobiernos de demócratas como Franklin D. Roosevelt, Lyndon B. Johnson y sobre todo con Barack Hussein Obama. Si hubiese sido electa Hillary Clinton, a la que Obama escogió como sucesora, el “progresismo” acaso habría sido irreversible.
No lo será porque Trump ganó. Con él comenzará a desmantelarse toda la maraña “progresista” que se ha infiltrado hasta dominar en campos clave de la educación, los medios de comunicación y los partidos no solo demócrata sino republicano, hasta lograr transformar y bloquear la mente de sus seguidores.
Reflejo de ese bloqueo mental al análisis, la discusión y la información es el absurdo de comparar a Trump con Hitler. Trump no quiere destruir ni invadir ni conquistar ni vengarse. Busca restituir los valores intrínsecos de esta nación para rescatar lo que dijo Lincoln en su discurso de Gettysburg: “that this nation, under God, shall have a new birth of freedom—and that government of the people, by the people, for the people, shall not perish from the earth.”
Con Obama, el gobierno “del pueblo” estaba desvaneciéndose con la maniobra de soslayar al Congreso para dictar leyes desde el Ejecutivo y la Función Judicial. El gobierno “por consenso”, cimiento del sistema libre y democrático de la nación, dejó de ser tal debido a la inundación de leyes y regulaciones del Ejecutivo, sin conexión alguna con el Congreso.
La Corte Suprema de Justicia comenzó a legislar en contra de preceptos fundamentales de la Constitución, como el derecho a la vida. En 1973 dispuso que matar a los niños en las entrañas maternas era legal y desde entonces casi 60 millones de seres humanos han perecido, lo que ha colocado en signo negativo el crecimiento vegetativo de este país.
Merced al influjo de los medios de comunicación y el sistema educativo, hay quienes ahora consideran al aborto un derecho civil, un derecho de la mujer a decidir por cuenta propia la vida o muerte del ser en sus entrañas. El sábado pasado desfilaron centenares de miles de mujeres por las calles de Washington y otras ciudades para defender su derecho a matar.
La validez del aborto y del matrimonio homosexual ha sido rechazada en su oportunidad por el pueblo en 37 de los 50 Estados de la Unión pero ese pronunciamiento fue anulado por los jueces aduciendo  su inconstitucionalidad. En parecida maniobra se aprobó el Obamacare, típico caso de algo no aprobado “por consenso”. La ley se aprobó sin un solo voto republicano y con el rechazo ciudadano.
El proyecto, de 3.000 páginas, no fue leído para aprobarlo. Los Fundadores pedían que las leyes fueran claras, precisas, cortas, para que todos las entiendan. La ley, además, impone la adquisición obligatoria de seguros de salud a individuos y empresas o multas. El mandato es  por ello inconstitucional, pero la Corte Suprema lo “bendijo” con el voto de capitulación ante Obama de John Roberts, el Presidente de la CSJ.
Trump ha comenzado hoy a desmantelar la maraña “progresista” con una celeridad y eficiencia impresionantes. Los Decretos Ejecutivos que regulan y legislan serán revocados con similares Decretos Ejecutivos, al tiempo que en los próximos días anunciará el nombre por él seleccionado para llenar la vacante dejada por el juez Antonin Scalia en la Corte Suprema. No cabe duda que el escogido será, como Scalia, un juez pro vida.
Quedan por restaurar otros daños del “progresista” Obama, calificables como actos de traición. Por ejemplo, el perdón al asesino terrorista Óscar López Rivera (al final se reproduce un artículo del hijo de uno de los asesinados, publicado por WSJ), portorriqueño autor de decenas de bombas y muertes; o al soldado Bradley Manning que dio a WikiLeaks 270.000 documentos de alta seguridad; o la liberación de los asesinos talibanes de Guantánamo, cuando aún se está en guerra con el extremismo musulmán.
El mundo cambiará, ha comenzado a cambiar con Trump. El beneficio de los cambios no tardará en esparcirse y a su paso quizás el bloqueo mental generado por el “progresismo” globalista comience a fraccionarse, de modo  que las utopías se reemplacen con un realismo pragmático, el análisis veraz de la historia y el conocimiento del hombre, lo cual conduzca a plena a exaltación de la libertad y la vida.


Alexander Hamilton Wouldn’t Approve of a Terrorist’s Clemency

Lin-Manuel Miranda’s shameful performance for a man who helped murder my father.


Protestors march in Washington, D.C., Jan. 11.



Although overshadowed by the clemency bestowed on Chelsea Manning, on Tuesday the news broke that President Obama was commuting the sentence of Oscar López Rivera. The push to release the terrorist had been a cause célèbre in Puerto Rico, the U.S. and Latin America for years. He counts among his supporters New York Mayor Bill de Blasio, New York City Council Speaker Melissa Mark-Viverito and Sen. Bernie Sanders, who labeled López Rivera a “political prisoner” and compared him to Nelson Mandela. 
The historical record belies these claims. López Rivera was a longtime leader of the Armed Forces of National Liberation, known by its Spanish acronym FALN, a group claiming support for Puerto Rican independence. It was actually a Marxist organization intent on subjugating Puerto Ricans and imposing a Castro-like communist regime. From 1974 to 1983, the group claimed responsibility for more than 100 bombings and other violent crimes in U.S. cities, making it the most active domestic terrorist group in U.S. history.
The FALN’s deadliest attack occurred on Jan. 24, 1975, when a bomb tore through New York’s historic Fraunces Tavern during lunch hour, killing four people and injuring more than 60. One of those murdered was my father, Frank Connor, a 33-year-old banker with a loving wife and two young sons. Our family planned to celebrate my 9th and my brother’s 11th birthday that very night.
López Rivera organized and personally led numerous FALN bombings, armed assaults and hostage takings in the U.S. and Puerto Rico. He also was a prime FALN recruiter; a crucial trainer in bombing, sabotage and other techniques of guerrilla warfare; and the mastermind behind the establishment of a series of FALN weaponry safe houses and bomb factories. When the FBI finally arrested him in 1981, it found in his residence a large quantity of dynamite, blasting caps and other bomb components.
In 1983, Judge Thomas McMillen called López Rivera “an incorrigible law violator” and an “unrehabilitated revolutionary” before sentencing him to 55 years in prison. He later received an additional 15 years after planning two escapes from Leavenworth, which, had the FBI not foiled them, likely would have claimed more innocent lives. 
López Rivera declined an offer of conditional clemency from President Clinton in 1999. He refused to renounce violence or leave behind another FALN member who was not offered clemency—clearly the act of a terrorist leader, not a mere follower. To this day, he has not accepted responsibility for his actions as an FALN leader. In his biography, he whitewashes his violent past. And when other family members of FALN victims and I faced off against him in 2011 at his parole hearing, he remained defiant, offering not a shred of remorse or contrition.
One of the most vocal advocates for López Rivera’s release has been Lin-Manuel Miranda, creator of the Broadway musical “Hamilton.” Last November, Mr. Miranda wrote the lecture an actor delivered after a performance to Vice President-elect Mike Pence. He voiced his concern that the new administration would not “protect us . . . or defend us and uphold our inalienable rights.” Doesn’t that include the right not to be blown to bits while innocently dining in a restaurant?
Upon hearing the clemency news, Mr. Miranda—who like my father was born in the New York City neighborhood of Washington Heights—said he was “sobbing with gratitude” and announced that he would reprise his role of Alexander Hamilton in a special Chicago performance for López Rivera. Ironically, in 1976 the FALN bombed a location near the Chicago theater where “Hamilton” is now being performed. It is the height of hypocrisy for Mr. Miranda to advocate clemency for an unrepentant terrorist and heap praise on him.
In Federalist No. 74, Hamilton defended the president’s unchecked power to grant clemency: “The reflection that the fate of a fellow-creature depended on his sole fiat would naturally inspire scrupulousness and caution; the dread of being accused of weakness or connivance, would beget equal circumspection.” That prediction has sadly been proven wrong. 
Alexander Hamilton would be horrified to know that a presidential power he fought for would be used to release an enemy of the country, a leader of the terrorist group that bombed Fraunces Tavern, the very place in which much of “Hamilton” the musical is set and our founders met to plan the blueprint for America.
For the victims of the FALN, which include several horrifically wounded New York police officers, the grant of clemency to López Rivera reopens deep wounds. As in 1999, unrepentant criminals are forgiven while the innocent are ignored. Mr. Obama’s White House didn’t even give us notice of the decision.
FALN leader William Morales, who was the group’s principal bombmaker, continues to live in Cuba under political asylum. Perhaps those who have lauded the clemency for López Rivera will find it in the interest of justice to speak out for Morales’s extradition to the U.S. Nothing will bring my father back, but justice is something I still believe in. 
—Mr. Connor is writing a book with Jeff Ingber tentatively titled “Forgotten Terror: The Enduring Legacy of the Fraunces Tavern Bombing.” 

Tuesday, January 17, 2017

LA DEMOCRACIA DE LOS "DEMÓCRATAS"

Ya son más de 40 los legisladores del partido demócrata que anuncian que no asistirán a la ceremonia de posesión del Presidente republicano Donald J. Trump este viernes, por creer que su elección es ilegítima como resultado de la interferencia de Vladimir Putin en el proceso.
El promotor de la protesta es el congresista por Georgia John Lewis,  considerado un héroe de la lucha por los Derechos Civiles debido a que acompañó a Martin Luther King Jr. en la histórica Marcha a través del puente Selma en 1965, violentamente disuelta por la Policía.
Lewis fue entrevistado el domingo pasado en el programa matinal Meet the  Press y dijo que había decidido no ir a la posesión de Trump convencido de que los rusos lo ayudaron a ganar las elecciones en perjuicio de Hillary Clinton, su rival demócrata. El entrevistador Chuck Todd, demócrata, no le pidió que explicara en qué consistió la interferencia rusa.
A tres días de la posesión de Trump, la única información disponible sobre el asunto es que supuestamente los rusos hackeraon las computadoras del Comité del Partido Demócrata, para revelar el contenido de emails que evidenciaban maniobras turbias para manipular el proceso de las primarias  del partido, en beneficio de Hillary.
Las mismas agencias de inteligencia, dirigentes demócratas, articulistas y otros han comentado que, en todo caso, la divulgación de esos emails por WikiLeaks no influyeron en los resultados de los comicios. En otras palabras, con o sin el hackeo y publicidad de esos emails, Hillary de todos modos perdía frente a Trump.
Pese a todas estas evidencias y en contradicción con el sentido común y el respeto a la Historia y la Constitución y leyes de este país, una cuarentena de legisladores demócratas insiste en un boicot que no conducirá sino a ahondar el desprestigio de un partido político que lleva un nombre que no respetan.
La Marcha en la que participó Lewis la promovió Luther King Jr. para presionar para que los negros tengan liguales derechos que todos los demás ciudadanos para votar, sin las discriminaciones impuestas por la ley Jim Crow y similares obstrucciones heredadas de la Guerra Civil, que no terminó de afianzarse en su favor por el asesinato de Abraham Lincoln.
Un ex-líder del grupo radical The Black Panthers o Las Panteras Negras, Mason Weaver, en una entrevista anoche en FoxNews por Tucker Carlson recriminó a John Lewis recordándole que quienes disolvieron a gases y garrote a los participantes de la Marcha eran los gendarmes que cumplían órdenes del gobernador demócrata George Wallace y que él, en lugar de seguir combatiendo al enemigo, se sumó a él.
Wallace fue uno de los más radicales promotores de la discriminación. En su discurso inaugural como gobernador en 1963 dijo que estaba en favor “de la segregación ahora, la segregación mañana, la segregación para siempre”. Se alineó así con los demócratas que se opusieron a la abolición de la esclavitud, que crearon la ley Jim Crow, el Ku Klux Klan y el trato a los negros como ciudadanos de segunda clase.
En contraste, Donald Trump recibió ayer al hijo de Martin Luther King Jr. en la Trump Tower de Manhattan y con él oró a la memoria del líder que predicó la paz, la tolerancia, la fraternidad y la aplicación de la ley para todos, sin importar el color de la piel. Se sumó a la prédica la activista Alveda King, sobrina de MLK, quien confirmó su apoyo a Trump en su promesa de dar mejores oportunidades de empleo y educación a los de su raza.
El viernes próximo habrá un nuevo Presidente, un nuevo líder en la Casa Blanca, en cumplimiento a un proceso pacífico de transición del poder, que fue revolucionario cuando se creó hace más de 240 años. King quería en Selma luchar una vez más por el derecho a que su gente y todos participen a plenitud en ese proceso, lo que a la postre conquistó. 
Desplantes como como el de Lewis y sus seguidores no lograrán opacar esa realidad. Lo que si quedará afectada es la estatura de quien ha sido  tildado como ícono de una causa noble, pero que infortunadamente él la ha autominimizado al actuar como un vulgar agitador de barricada. El ritual del próximo viernes, de seguro, brillará impecable sin su presencia.

Thursday, January 12, 2017

PUTIN, PUTIN, PUTIN

Poco faltaría para que Vladimir Putin, el Presidente de Rusia, le supere al Presidente Electo de los Estados Unidos Donald Trump en popularidad en los medios audiovisuales de este país, gracias a la campaña desatada por el partido demócrata en contra del candidato republicano ganador.
Faltan nueve días para que Trump se posesione formalmente del cargo y hasta ahora los partidarios de la derrotada Hillary Clinton no se conforman con la realidad e insisten en encontrar causas de la pérdida que no sean el fracaso de las propuestas “progresistas” que Obama y sus seguidores defienden.
Primero arguyeron que la Constitución era obsoleta (un “pergamino” inútil como lo calificó Obama en su discurso de despedida), porque no reconoce como ganador de las elecciones a quien acumule la mayoría de los “votos populares”, sino al que tenga más votos en el Colegio Electoral. Por ello maniobraron para que los Electores voten por Hillary y no por Trump en los Estados que ganó, pero fracasaron.
Luego creyeron que podían invalidar los resultados con una nueva cuenta de votos en algunos estados del nordeste del país, pero les resultó la bigotera al revés, pues en un recuento Trump añadió más votos, lo que les indujo a suspender los restantes recuentos. Entonces surgió la teoría de que Trump ganó gracias a que Putin intervino en el proceso electoral para influír en los electores.
¿Cómo? Mediante el hackeo (piratería) de emails del comité del partido demócrata para entregarlos a Julian Assange de WikiLeaks para que los difundiera. Esos emails revelaban actos turbios de Hillary, de sus subalternos y del jefe de campaña, John Podesta, en contra del opositor de ellla en las primarias, Bernie Sanders. Nada específico ni en favor ni en contra de Trump.
Cuando resultaba obvia la ineficacia del ataque anti Trump por la falta de evidencias de la intervención de Putin, Obama, los demócratas seguidores y los republicanos anti Trump, más los medios, han arreciado la “cruzada” para convencer al público de que la amenaza rusa es cierta (igual o peor que el “global warming” o calentamiento global) y que no admitirlo es un acto de traición a la Patria.
Las audiencias del Senado para aprobar los nombramientos de ministros del gabinete de Trump han comenzado y la mayoría de preguntas rondan el tema de Putin y los rusos. ¿Considera Ud. que Putin es un crimininal de guerra? le espetó Marco Rubio (senador republicano derrotado por Trump en las primarias) al nominado Secretario de Estado Rex Tillerson. Al potencial Fiscal General Jeff Sessions también le bombardearon con similares preguntas.
El Presidente Electo dió una conferencia de prensa ayer en la mañana y la mayor parte del tiempo se distrajo sobre el mismo tema. Se agravó porque en la víspera las agencias de Inteligencia al servicio de Obama filtraron un documento espurio sobre una supuesta acción obscena de Trump en un hotel de Moscú, en la habitación donde alguna vez se había alojado Obama.
Tan absurda y calumniosa trama fue anoche desmentida por el propio jefe de la Dirección Nacional de Inteligencia, James Clapper, que llamó a Trump para disculparse. Sin embargo ya había sido difundida la calumnia por un medio como CNN. La “cruzada” de los medios no cesará y solo una personalidad recia como la de Trump ha podido afrontarlos durante la pre elección y lo seguirá haciendo durante la presidencia.
En la rueda de prensa anunció que habrá una reestructuración de los servicios de Inteligencia y que en noventa días estará listo un plan para la defensa del cyberspace, que no existe, para evitar futuros hackeos. Éstos no cesarán, pues el espionaje es inherente a la seguridad nacional de los países, Estados Unidos entre ellos, amigos unos, enemigos o neutrales.
En este enlace se dan ejemplos de las intervenciones realizadas por los  Estados Unidos en varios países para debilitar, destituir o fortalecer gobiernos. Es lo que hacía la URSS por el mundo entero, como lo hizo en Corea, Vietnam, Cuba y otros países de América Latina. El hacking de Rusia, como el denunciado ahora por los demócratas, no cesará con sanciones a Rusia, sino blindando al cyberspacio nacional.
La infiltración soviética en los Estados Unidos fue denunciada por el senador Joseph McCarthy a mediados del siglo pasado y originó un alboroto. Probó con documentos quiénes eran agentes (incluso a sueldo) de los soviets en la buruocracia, los medios, Hollywood, las universidades, todos demócratas pro marxistas, cuyos herederos ahora claman contra los republicanos y los acusan de ser los aliados de Putin y Rusia.
Trump dijo ayer que no tiene vínculos de ningún tipo con Putin, ni intereses en Rusia, pero que si él personalmente le cae bien a Putin, tanto mejor si se trata de mantener buenas relaciones con el líder de una potencia nuclear de importancia. Espero que las relaciones sean buenas, declaró. Si no lo son, lo que es muy posible, dijo ¿creen que Hillary hubiera sido más enérgica que yo con Putin? Déjense de tonterías, añadió.

Monday, January 9, 2017

UNA FARSA QUE FATIGA

La CIA y demás Agencias de Inteligencia de los Estados Unidos han ratificado la presunción de que Vladimir Putin de Rusia ordenó intervenir en las elecciones de los Estados Unidos para favorecer a Donald Trump en perjuicio de Hillary Clinton, la candidata presidencial demócrata que apoyó Obama.
El informe, una vez concluído, fue divulgado el viernes pasado pero aún antes de ello, una semana atrás, el Presidente había resuelto expulsar a 35 funcionarios diplomáticos de la embajada rusa en Washington en señal de retaliación.
Cuando la medida se ejecutó, Trump y la dirigencia del partido republicano pidieron al régimen que explicara las causas de tan drástica resolución, pero el informe final no se conoció sino hasta el pasado fin de semana. Y el informe no presenta prueba alguna de que fueron funcionarios rusos los que por orden de Putin realizaron el hackeo.
El Presidente Electo, sus subalternos y algunos comentaristas se pronunciaron en ese sentido. Puesto que el documento acusa al jefe del gobierno de una potencia nuclear de tal cargo de modo concluyente y con nombres, lo menos que podía exigirse de parte del público nortteamericano y de los acusados, es que haya evidencias concretas.
La respuesta oficial aduce que las fuentes delatoras son confidenciales que no se pueden revelar. El régimen y sus seguidores, incluyendo la mayoría de medios de comunicación, más demócratas y republicanos anti Trump han sostenido que dudar de la veracidad de la CIA, del FBI y demás agencias es algo antipatriótico que hay que condenar.
Lo cual no basta para despejar ciertas dudas básicas. Aún si se admitiera que fueron los rusos los que hackearon (robaron, piratearon) los emails del DNC o Comité Directivo del Partido Demócrata en las postrimerías de la campaña electoral, para que Julian Assange los divulgara por WikiLeaks ¿quién es el culpable de que ello ocurra? ¿Los rusos, Assange o el DCN?
Los pro Obama/Hillary de pronto se volvieron fanáticos de la CIA y el FBI y piden una suerte de “excomunión” para quienes osen dudar de su obra y  actos de fé. Pero ¿para qué existen esas agencias sino para espiar? ¿Acaso los rusos, británicos, alemanes y demás ciudadanos de las demás naciones del mundo no tienen iguales derechos a espiar que los Estados Unidos?
El espionaje es un asunto de seguridad nacional que existe desde los más remotos tiempos y que seguirá existiendo. La URSS espió con la KGB que tuvo como a uno de sus jefes a Putin, USA espió con la CIA que tuvo como a uno de sus jefes a George W.H. Bush (¿recuerdan el U2 capturado en lo más “caliente” de la Guerra Fría con los soviets?).
Obama sabía que Rusia y los demás países amigos y no amigos espían a esta nación 24/7 y viceversa, como siempre y ahora no solo con aviones U2 sino a través del Cyberspacio. En la última campaña electoral, el FBI advirtió a los dos partidos que había indicios de hackeo y que tomaran precauciones. Los republicanos se blindaron y no tuvieron problemas.
No así los demócratas. No devolvieron las llamadas al FBI. John Podesta, el jefe de la campaña del DCN, no solo que desoyó la advertencia sino que hizo pública la contraseña de su computadora: dijo que su password era password. Tan infantil, que Assange dijo que hasta un niño de 14 años podía haberlo hackeado. Y el hackeo ocurrió, sin que se sepa a ciencia cierta quién. 
La irresponsabilidad tenía su antecedente en Hillary, que cuando ejercía el cargo de Secretaria de Estado de Obama tuvo su servidor privado en su casa, desde donde manejaba emails sin ninguna protección para explotar su función pública en beneficio de la Fundación Clinton, logrando millones de dólares en donaciones con fines políticos.
Con ayuda de los emails difundidos por WikiLeaks se supo que Hillary borró 33.000 mensajes comprometedores, lo que sumados a otros que se recuperaron, la comprometieron penalmente. Otros emails de Podesta revelaron las intrigas y maniobras antidemocráticas para torcer el curso de las primarias en favor de la candidata demócrata Hillary.
Pero en ningún lado se constata la presencia directa de Putin o de algún funcionario de su gobierno para “colapsar” el sistema democrático de USA de modo de colocar al billonario Trump en la Casa Blanca, en lugar de la progresista Hillary. Si hubiese intervenido el ex-jefe de la KGB, lo menos que se hubiera esperado es un sabotaje en el mecanismo de recepción de votos, en el sistema financiero, energía eléctrica o algún otro temible acto terrorista.
Pero todo se limitó a un acto destinado para forzar la transparencia en el proceso de las primarias, por lo cual la gente decente más bien debería estar agradecida con quien sea el autor de la proeza. En este caso el hackeo fue positivo, pero a futuro el espionaje podría ser nefasto si se convierte en ataque directo, en sabotaje y para ello habrá que estar siempre alerta y preparado.
Para eso pecisamente se crearon las Agencias de Inteligencia, a las que Trump tendrá que alejarlas del influjo político partidista en las que han caído con Obama, como un desquite por las heridas sufridas con la pérdida de su candidata Hillary, a la que escogió para que lo encubra y continúe su legado progresista/liberal/socialista desde la Casa Blanca a la que no llegó, ya no como Primera Dama sino como Presidenta.
Obama y todos los demos y medios estaban seguros de la victoria. Esa es la única razón por la cual silenció la existencia de los hackings durante la campaña. Prefirió no hacerlo antes para no distraer la atmósfera triunfalista que precedía, según él y los suyos, a los comicios del 8 de noviembre. 
Pero cuando la realidad fue otra, ideó artimañas para tratar de ilegitimizar el triunfo de Trump. Primero el reconteo, luego el Colegio Electoral, ahora la distorsión y mentira sobre los hackings. Un portavoz del Kremlin ha dicho que están hartos de esta “cacería de brujas” pueril y la asesora del Presidente Electo, Kellyanne Conway, pregunta ¿porqué Putin habría de preferir a Trump en la Casa Blanca? 
Obama dice que se quedará a vivir en Washington, DC para combatir a Trump desde el primer día de su gobierno. En la Costa Oeste esa tarea la tendrá Eric Holder, ex Fiscal General de Obama acusado de perjurio ante el Congreso por el caso de entrega de armas a narcotraficantes de México. Ambos podrían ser demolidos por Trump a “tweetazo” limpio.

Parece que el Twitter hubiese sido inventado para Trump. Si en tiempos de Lincoln hubiese existido este medio, probablemente el gran líder habría podido mitigar las fricciones y acaso evitar o atenuar los estragos de la Guerra Civil. Frente a la hostilidad de los medios en este país, Trump tendrá que seguir recurriendo al Twtter, no para evitar la oposición, que es inherente a la democracia, sino para confrontar y destruir las mentiras. 

Tuesday, January 3, 2017

OBAMA, PEOR QUE NUNCA

Está confirmado que Obama no ha  tenido las cualidades suficientes que muchos creían que tenía para gobernar esta nación. La mayoría de los ciudadanos de toda etnia y tendencia votó por él, un mulato, no solo una sino dos veces, con la ilusa esperanza de que uniría más al país.
Lo que hizo fue lo opuesto y lo que está haciendo recientemente para  obstruir y tratar de desligitimizar al Presidente entrante, Donald J. Trump, confirman su falta de clase. A Trump le prometió cooperar para que la transición fuese fluída, sin tropiezos, pero mintió tal como lo ha hecho muchas veces en su administración.
El primer golpe traicionero fue no vetar en el Consejo de Seguridad de las Naciones la condena al asentamiento en territorio judío de ciudadanos judíos. Con ello Obama se puso del lado de los palestinos terroristas que se oponen a la teoría de la paz basada en dos Estados contiguos. Los palestinos quieren solo su Estado, con la extinción de Israel.
La derrota de Hillary Clinton, que Obama apoyó con la esperanza de que protegiera su legado “progresista”, fue aplastante para él y sus seguidores. No se explican aún por qué ocurrió y siguen forjándose ideas y maniobras para buscar la anulación de su elección, en casos extremos, o restarle legitimidad, en otros.
Primero quisieron forzar a los miembros del Colegio Electoral a que voten en cada Estado no por quien tuvo mayoría de votos, sino por Hillary y el intento falló de modo ridículo. Igual suerte tuvo la idea de debilitar la legitimidad de la victoria de Trump, porque Hillary obtuvo más votos en el conteo nacional pero menos en el Colegio Electoral. Y así de frustrado fue el reconteo de votos en tres Estados.
Obama y los demo/progresistas son insistentes. Cuando parecía que ya se había esfumado el tema de que los rusos (y Putin personalmente) habían intervenido en las elecciones para favorecer a Trump, el Presidente lo resucitó y ahora los demos quieren convertirlo en el principal “caballo de batalla” anti Trump.
Para justificarlo, Obama ordenó a la CIA que prepare un documento de 13 páginas probatorias del hacking, piratería o espionaje de los rusos para desestabilizar “la más pura” democracia del mundo, debilitar la candidatura de Hillary (cuya tesis de grado la hizo sobre el marxista Saul Alinsky) y para favorecer al “kamarada” Trump.
Ese informe es un galimatías que nada deja en claro. ¿En que consistió el “sabotaje” ruso? Cualquiera se imagina que Putin, ex jefe de la KGB de la URSS, habría tramado alguna inteligente maniobra cibernética para que las computadoras cliqueen Trump en lugar de Hillary al momento de votar, o el secuestro o muerte de gente clave, o sobornos o algo siniestro por el estilo. 
Nada de eso ha ocurrido. La “cosa terrible” que habría hecho Putin es entregar a Julian Assange, el refugiado de WikiLeaks en la embajada del Ecuador en Londres, un cúmulo de emails de Hillary y John Podesta, jefe de su campaña electoral, para que los divulgue y revele la corrupción del DNC, Comité del Partido Demócrata.
Los defensores de la “democracia más pura” deberían estar gratos con Putin si en verdad él ordenó la entrega a Assange de esos emails. Cuando se fundó esta nación en el Siglo XIX, sus creadores temían mucho que las “facciones”, o sea las agrupaciones político partidistas, pudieran perjudicar a la naciente democracia en su lucha por el poder con métodos errados.
Es lo que estaba ocurriendo con los demócratas, revelado por los emails. Con ellos se confirmó la corrupción de los Clinton y su Fundación, la complicidad bochornosa de los medios de comunicación con ese partido y su candidata, las tejes y manejes para bloquear el avance del opositor Sanders. Ningún email fue fraudulento. Y tanto, que algunos dirigentes del partido renunciaron y algún periodista por lo menos fue amonestado.
¿Quién está libre de espiar? Los shuar lo hacen en la selva ecuatoriana, los negros lo hacían en el África para capturar otros negros para los traficantes blancos, Grecia, Roma, El Vaticano, virtualmente toda nación tiene su forma de espionaje más o menos sofisticado, según sean sus intereses y poder.
No siempre la motivación es militar, para la defensa o el ataque. Pueden existir razones económicas. Alexander Hamilton, a poco de iniciado como Secretario del Tesoro, creía que las 13 Colonias tenían un futuro económico basado no solo en la agricultura, como creía Jefferson, sino en la industrialización que nacía en Inglaterra. Propició entonces el espionaje de inventos y la seducción de gente experta.
Es ridículo sostener que Putin haya orquestado este hacking del que se lo acusa. Él lo niega, Assange lo niega, Trump es escéptico. Debe insistirse en el cuestionamiento: ¿cuál fue el daño causado por la divulgación de los emails? ¿Habría sido mejor para el votante entererase de ellos luego de depositar el voto? ¿Quién puede determinar el impacto que tuvo la divulgación en los comicios? ¿Habría perdido Trump sin ellos?
Putin ha calificado esta discusión como una “discusión de cocina”, por lo que al anuncio de la expulsión de Washington de 35 diplomáticos rusos en represalia, respondió con una invitación a los diplomáticos norteamericanos asignados en Moscú y a sus hijos a que se sumen a la celebración de la Navidad y Año Nuevo en el Kremlin. Eso se llama “clase”.
Lo saludable sería que de alguna manera el autor del hacking salga a la luz y eche por tierra toda la patraña de Obama, la CIA y los demócratas. Circula un video en el Internet de un ex agente de la CIA que se dice autor de la piratería (este BLOG lo publicó), pero no ha tenido resonancia entre los cuestionadores de Obama.
El próximo jueves Donald Trump se pronunciará sobre el tema, una vez que dialogue con los jefes de las agencias de seguridad encabezadas por la CIA. Esas agencias deberán ser reestructuradas, aunque no desaparecerán. Porque el espionaje existirá siempre para espiar no solo al enemigo, sino a países amigos, como lo ha hecho Obama con Angela Merkel, o Israel con los Estados Unidos en el pasado.