Friday, December 23, 2011

¿SE TAMBALEA EL GOP?

En los Estados Unidos, contrariamente a lo que sucede en otros países como Venezuela, Ecuador o Argentina, el Ejecutivo no tiene que manipular la ley para desarmar el rol de los medios de comunicación como escrutadores de las actuaciones gubernamentales.

Porque aquí, con pocas excepciones, los mayores diarios y cadenas de radio y TV son incondicionales del actual gobernante izquierdista Barack Hussein Obama. Pero son severísimos investigadores de todo lo que concierne a la vida personal y política de sus contendores, mucho más cuando aspiran a disputarle la reelección en el 2012.

Las elecciones primarias para designar al candidato presidencial republicano aún no han comenzado (se realizarán de enero a junio del año próximo), pero ya los medios han emprendido una feroz batalla contra los aspirantes, anticipando la victoria de Obama, ciudadano de cuya historia nada se conoce por silenciamiento de los medios.

En la campaña del 2008, las baterías de los periodistas de izquierda se enfilaron contra John McCain, su rival, aduciendo que no era ciudadano norteamericano de nacimiento, pues nació en Panamá cuando su padre, un militar, estaba asignado a esa plaza. El Congreso aceptó la demanda y la desechó, porque la plaza de Panamá era territorio de los Estados Unidos.

Pero no quiso conocer la demanda para que Obama exhiba su partida de nacimiento que hasta la fecha no se la conoce. No se sabe si nació en Hawaii o en Kenya. Pero aún si su lugar de nacimiento físico era en Hawaii, estaría descalificado para la presidencia porque su padre era kenyano. La Constitución manda que los dos padres del aspirante sean norteamericanos por nacimiento.

También los medios y las cortes han obstruído todo intento por conocer detalles de la vida estudiantil de Obama en Hawaii, Indonesia, California. Se presume, con documentos, que adoptó la nacionlidad de su padre adoptivo de Indonesia para viajar por Oriente. Y que ganó una beca Fulbright para estudios universitarios en USA, que solo se conceden a exrtranjeros.

Durante tres años de gobierno Obama ha destruido a la economía de los Estados Unidos y, por rebote, a la economía mundial. El desempleo no baja del 9%, acaso llega realmente al 11% y la deuda se ha disparado a más de 15 trillones de dólares, equivalente a la riqueza nacional o PIB.

Al igual que en Europa, donde el proceso de deterioro de la economía parece ser modelo para Obama, aquí se quiere solucionar el problema de la deuda con más deuda y el desempleo con más desempleo. Pero con miras a la reelección de Obama en noviembre del 2012, los medios ya manipulan la información y las perspectivas, para sugerir que la depresión ha comenzado a declinar en los Estados Unidos.

Hablan de una reducción del desempleo al 8.6%, pero ello obedece a que la pensión de desempleo (en que se basa el índice) ha caducado para muchos o han renunciado a ella por otras razones que la obtención de un empleo. De todos modos, la tasa de desempleo aún es muy alta y para fomentar la creación de empleo Obama pide...más impuestos y más deuda.

En gesto infantil, como para contradecir su obsesión por los impuestos a los “ricos”, el régimen en los últimos días ha exigido a los congresistas que aprueben la prórroga del no pago de un 4.2% del “impuesto” que en los roles de pago se asigna para el fondo del Seguro Social. La oposición se resistió, porque perjudica al cuasi quebrado Seguro Social.

Pero Obama y sus áulicos demócratas y por cierto los medios desataron una campaña para acusar de contradictorios y “clasistas” a los republicanos, porque de un lado defienden la no suspensión de la prórroga de los impuestos a los “ricos”, pero si cuando se refiere a los “pobres” de la clase media y baja.

Los argumentos no tienen sustento. El “impuesto” al seguro social no es tal, es la contribución de todo empleado al fondo general de la institución, (no al fisco). El cual se está desfinanciando a medida que sube el número de pensionistas y baja el de los trabajadores aportantes. Obama quiso gravar a los ricos en compensación y fue rechazado. Pero a la postre ese beneficio temporal (de dos meses, acaso prorrogable a un año, de no más de 40 dólares por mes por persona) se verá compensado con otro impuesto a los que buscan una segunda hipoteca tras el desastre en el mercado hipotecario. ¿Irá ese fondo al SS o al fisco?

La Cámara de Representantes, de mayoría republicana, se vió vilipendiada por Obama y los medios por su actitud de resistencia. A la final cedió hoy, aceptando que la prórroga sea solo por dos meses y que ello no altera sus principios ni concede una victoria política al presidente. No lo ven así los medios, que consideran que la solución de hoy catapulta a Obama a la reelección.

La realidad es que el fondo del SS, con esta medida, dejará de recibir unos 140.000 millones de dólares, lo que acentúa su riesgo de quiebra para el año 2020. Los republicanos plantean alternativas para salir de la crisis, como la chilena, pero los demócratas siguen obtusos y creen que más gravámenes a los ricos equilibrarán al SS y bajarán la deuda.

La verdad es otra, que se la ve a través de la historia y ahora en Europa. La mentalidad socializante y estatizante, ahora y aquí o en cualquier parte, se aliena de la realidad. Supone que la riqueza social brota de la explotación de los pobres, no del ingenio empresarial privado, el mercado libre y competitivo, el ahorro y la inversión. Afirma que la pobreza terminará si el Estado comienza a repartir esa mal adqurida riqueza.

Los resultados no son la baja de la deuda ni de la pobreza, sino todo los contrario. La deuda de 15 trillones y más de dólares no disminuiría sino en mínimo porcentual si se confiscara toda la riqueza de todos los ricos de los Estados Unidos. Si los ricos desaparecen o fugan ¿quiénes crearán fuentes de trabajo? ¿Los pobres? ¿Sin recursos ni conocimientos? En cuanto al gobierno, los empleos públicos se financian con impuestos a los empresarios privados y a los consumidores. Si se volatiliza la riqueza con más gasto fiscal, el colapso general es inevitable.

Obama no puede hacer una campaña defendiendo los logros de su gobierno, porque su gestión ha sido negativa. Tiene, pues, que armar su equipo Goebbels de propaganda para aniquilar al adversario. Ya lo hicieron con Herman Cain, luego con menos esfuerzo contra Rick Perry y ahora están contra Newt Gingrich. No quieren ningún sólido contendor, sino uno al estilo John McCain. Esa ficha, deleznable, es Mitt Romney.

¿Qué podría defender Obama? El repliegue de tropas en Irak y acaso muy pronto de Afganistán, dejarán todos los esfuerzos pro paz de las fuerzas militares en veremos. La insurgencia terrorista en Irak se ha renovado. En Egipto y Libia, el extremismo musulmán está al comando y a Israel lo ha aislado.

Los jueces, en su mayoría de izquierda, siguen legislando en favor de la causa centralista de gobierno. Cuando Gingrich dice que esa situación no debe continuar, pues está en contra del equilibrio de poderes de la Constitución, brota un vocerío que afirma que Newt es un dictador. Gingrich razona, da ejemplos como la negativa de los jueces a considerar a los terroristas de Guantánamo como enemigos combatientes y si como delincuentes sujetos a los derechos constitucionales en tiempos de paz.

Pero los demócratas son impermeables. El Procurador General, que parece clon ideológico de Obama, se opone a que en los comicios los que van a votar presenten su identidad, porque ello atentaría contra los derechos de las minorías que no pueden adquirir dichos documentos. Lo cual es falso. Como falso también es oponerse al uso de la identidad previa a votar, asunto común en todo tipo de acciones y transacciones de la vida diaria.

La exigencia de la ID rige en 27 Estados, fue propuesta por Jimmy Carter, un presidente demócrata y respaldada por Clinton. La negativa de Obama y Eric Holder, el Procurador, vaticinan un posible recurso del fraude desde la matriz de la mafia en Chicago, que tan bien funcionó para dar los votos que le faltaban al pspá de John F Kenney para ganar las elecciones de su hijo en noviembre de 1959. El juez federal negó hoy a Carolina del Sur el derecho a exigir la ID antes de votar...

Para colmo, aparece también hoy otro posible baluarte de Obama para debilitar al partido republicano y asegurarse la reelección: Donald Trump, el magnate de bienes raíces y frecuente personaje de televisión. Anunció que se desafilia del partido republicano para postularse como candidato presidencial por una tercera opción.

Fue Trump quien fraguó una campaña para que Obama exhiba sin más demora el misterioso certificado de nacimiento en Hawaii. Al fin lo presentó luego de un “suspense” de telenovela y Trump, sin más, lo aceptó como legítimo y afirmó que la polémica sobre el tema quedaba oficialmente archivada.

Lo cual está muy lejos de la verdad. Ese documento, según expertos de todos los niveles y posiciones ideológicas, es fraudulento. Y si el candidato republicano a la presidencia para los comicios del 2012 es honesto y no teme inclusive por su vida, tendrá que hacer unos de los motivos centrales de campaña la necesidad de clarificación de este tema vital.

Si el nominado es Mitt Romney, el asunto no será tocado. Tal como ocurrió con McCain. Y Obama será reelegido y con él la epidemia estatizante que ha azotado a Europa y otros confines, como la plaga previa a la II Guerra Mundial, se habrá afincado acaso por mucho timepo en estas tierras hasta ahora precariamente libres.


Sunday, December 11, 2011

GINGRICH vs SOCIEDAD IGUALITARIA

Newt Gingrich se consolidó en el debate de anoche como favorito para ganar las elecciones primarias del partido republicano como candidato presidencial para enfrentar al presidente demócrata Barack Hussein Obama, que busca ser reelegido en noviembre del 2012.

Confirmó no solo ser el más hábil debatiente sino el más sólido defensor de los principios republicanos en los campos de la economía, los derechos civiles y la política internacional. Era la primera vez que aparecía como líder en las encuestas y salió indemne de todos los intentos que hicieron los otros candidatos para disminuirlo.

Con argumentos volvió a criticar a Obama por conducir a la nación hacia el socialismo, con estancamiento de la economía (desempleo del 9%) y un exceso de restricciones para frenar el ahorro y la inversión. A lo que se añade la deuda de l5 trillones de dólares en tres años, la más alta en la historia nacional.

La receta para salir de la crisis, que compartieron los otros cinco candidatos del debate, es la de reducir las cargas impositivas a toda la población, incluidos los “ricos”, en la convicción y con la evidencia de que ello estimula ese ahorro e inversión cuya ausencia ha generado la actual crisis recesiva.

La fórmula no es nueva, ni exclusiva de este país. Se la ha aplicado antes en los Estados Unidos, en Bolivia, Lituania y otros países de la antigua URSS. En todos los casos ha funcionado bien. La mayoría de los estadounidenses lo sabe y por eso rechazó el mal gobierno de Obama en los comicios parciales de noviembre del año pasado.

En ese evento, la votación de oposición fue abrumadora y la victoria de los republicanos espectacular en la Cámara federal de Representantes, en las legislaturas estatales, gobernaciones y otras funiones de elección popular. Pero Obama desoyó la advertencia y contrariamente a lo que hiciera el demócrata Bill Clinton en 1994 (con Gingrich como líder de los Representantes), no modificó un ápice su conducta ni sus relaciones con los legisladores del bando opuesto.

Peor aún, en su discurso en Kansas de la semana pasada, Obama tuvo la audacia de afirmar que la crisis económica actual es resultado de la falla del modelo político y económico capitalista que ha regido en los Estados Unidos por más de dos centurias, causante de la concentración de la riqueza en pocas manos, con la explotación de los más.

Nunca antes Obama se había expresado con tanta claridad acerca de su verdadera concepción política, que muchos ya la habían definido con anterioridad, con la aceptación de pocos. La contrapropuesta al supuesto fracaso del sistema capitalista y liberal es, a su juicio, potenciar aun más al gobierno central en pos de una sociedad igualitaria.

Si se confirma a Gingrich como candidato presidencial republicano, Obama se verá en graves aprietos y no tanto por las cualidades oratorias superiores de su rival, sino por un grave déficit en su bagaje cultural: desconocimiento de la historia. Gingrich tiene un doctorado (PhD) en esa disciplina y ha escrito 24 libros sobre historia.

Cuando Obama dice en Kansas que el modelo capitalista de libre mercado ha fracasado y que hay que sustituirlo por cualquiera de las recetas estatistas/fascistas, Gingrich puede refutarlo con facilidad, basado en lahistoria: USA es la nación más próspera de todos los tiempos, al par que todos los proyectos utopistas igualitarios han terminado o están por terminar en escombros.

Dijo Obama, por ejemplo, que la reducción de impuestos es una teorìa que no ha funcionado. En 1920 el presidente Warren Harding bajó los tributos del 73% al 25% y la economía creció en 10 años un 59% al ritmo del 6% anual, hasta 1929 en que se produjo la Gran Depresión como resultado de intervenciones contraindicadas en la economía de mercado.

En 1960 el presidente John F Kennedy redujo las altas tasas impositivas del 91% al 70% y hasta 1968 la economía creció un 42% a un ritmo del 5% anual. Con Ronald Reagan, que heredó una recesión menos severa que la actual, los gravámenes bajaron del 70% al 28%, con una expansión de la economía al 4%.

Finalmente, con George W Bush los cortes de impuestos, que aún siguen vigentes, permitieron elevar la tasa de crecimiento de la economía del magro 1.7% al 4.1% hasta mediados de 2004, cuando sobrevino la crisis hipotecaria, fruto de la presión demócrata sobre el mercado para que se concedan créditos irrecuperables, garantizados por el gobierno.

¿Qué ha hecho Obama para enderezar la economía, en trurbulencia a fines del mandato de su predecesor? Aumentó la deuda pública, lanzó 787 millones de dólares al rescate de bancos en problemas y de corporaciones en quiebra, como la General Motors. Prometió crear 3.3 millones de empleos, pero la cifra de desempleados subió a 13.3 millones.

No obstante el rechazo popular de noviembre del 2010, Obama no ha cedido en nada y presiona para aumentar los impuestos a los ricos. Como para camuflar, pide continuar con el corte del 6.2% de impuestos a los sueldos, destinados a financiar el fondo de seguridad social.

Los republicanos del Congreso no quieren más impuestos y se resisten a extender el no pago del 6.2%, porque ello agravaría el desbalance del fondo de seguridad social, cercano a la quiebra. Proponen cerrar todos los intersticios de evasión tributaria para grandes y pequeñas corporaciones y fortunas personales, así como emprender en una reforma sustancial del sistema tributario, para favorcer el crecimiento.

Estas medidas, como quieren Gingrich y los demás pre candidatos republicanos, crearían empleos, ingresos y más tributos, más aun si paralelamente se reduce el gasto público con una deuda que iguala ya en un 100% a la riqueza nacional o PIB. Pero si este conjunto de medidas se aplicara, habría un efecto colateral poco atractivo para Obama y sus ideólogos: el influjo gubernamental se debilitaría.

Sin un gobierno interventor, el mito de la sociedad igualitaria no es posible. Quitar a unos para ficticiamente dar a otros, solo cabe con el uso de la fuerza, cuando la vía legal de imponer impuestos no baste. La “igualdad” no llega nunca, pero en la ilusoria búsqueda la libertad se sacrifica. La confiscación no se redistribuye, aumenta el poder central y si se traduce en migajas, como subsidios, no genera ni empleo ni riqueza.

La sociedad igualitaria como objetivo nacional, no figura en la Constitución ni en la Biblia. No hay seres humanos idénticos, se diferencian en sus huellas dactilares y sus DNA. Tienen en común que se necesitan unos a otros, para relacionarse, convivir, procrear. En unos y otros hay virtudes y defectos, con mayor o menor intensidad. La convivencia, si pretende ser pacífica, tiene que sustentarse por tanto en un acuerdo de conducta aceptado por las partes.

El acuerdo no puede surgir si se parte del principio de que todo ser humano es igual, por lo cual todos los bienes tienen que repartirse por igual. Esa igualdad, que solo puede buscarse por la fuerza, a más de atentar contra la libertad convertiría en desigual al grupo dueño de la fuerza y por tanto de poder y privilegios.

Eso se ha observado a lo largo de la historia, con regímenes monárquicos y autócratas y con ensayos fascistas y comunistas o socialistas, al estilo de la Europa de hoy. Obama quiere más impuestos para crear más empleos públicos, pero ese dinero no viene del aire, sino del sector privado. Por ello Europa está en quiebra, por ello puede quebrar también los Estados Unidos con cuatro años más de Obama.

Los humanos, distintos individualmente, tienen en común el deseo de prosperar y esa aspiración está consagrada como un derecho inalienable en la Declaración de Independencia y a lo largo de la escueta Constitución de los Estados Unidos. Para alcanzar la prosperidad no hay método más eficaz que la libertad, la libertad de oportunidades y la libertad para expresarse, crear, comerciar, ahorrar a invertir.

Cuando esas libertades se vulneran, el modelo norteamericano de hace casi 300 años empieza a fracturarse. El remedio no es acabar con el modelo, como quiere Obama, sino rescatarlo y refrescarlo. La historia y el sentido común lo aconsejan. Pero hay quienes, con una mentalidad torcida por años de adoctrinamiento radical, que no piensan lo mismo.

Para frenarlos, la solución está en manos de la vasta mayoría de votantes que ya se pronunció en ese sentido con el Tea Party en noviembre del 2010 y que ha estado latente a lo largo del actual proceso para la nominación del candidato republicano. ¿Será Gingrich el líder escogido para fraguar la victoria? Todo parece indicar que si.

Monday, December 5, 2011

Y AHORA QUEDA GINGRICH

Barack Hussein Obama acaba de librarse de quien pudo convertirse en uno de los mayores escollos para lograr su reelección en noviembre del 2012: Herman Cain. La alternativa que queda es la de Newt Gingrich, contra el cual ya comienza a funcionar la maquinaria demócrata para desprestigiarlo.

Cain, un republicano negro conservador, había escalado vertiginosamente la escala de popularidad en las encuestas y apuntaba como serio contendor de Obama, no solo por su etnia sino por sus propuestas concretas para sacar al país del descalabro económico y reivindicar los principios sustantivos de esta nación, en declive con el actual régimen.

Con Cain como rival, Obama se hubiera visto frenado en su campaña que maneja dos únicas armas: el odio racial y la lucha de clases. Porque no puede ni podrá pedir al pueblo que lo reelijan en premio a lo que ha hecho en su primer período: destruir la economía en lo interno y debilitar al país en el frente externo.

Con Cain, por ser negro, el argumento de que la crítica al desgobierno de Obama nace del odio racial se habría anulado automáticamente. E igual en el caso de pretender acusar a los ricos del déficit y el desempleo en el país, males que quiere combatir gravando más a la clase empresarial, que es la creadora de empleos.

El republicano Cain (próspero empresario surgido de una familia modesta con ancestros esclavos) propuso una reforma tributaria simplificada del 9/9/9, con baja tributario en esos porcentajes para estimular el ahorro y la inversión, con la subsecuente explosión de empleos e ingresos fiscales, al tiempo de reducir el explosivo gasto público que con Obama ha llegado a más 15 trillones de dólares, o 100% del PIB.

No hay pruebas, pero acaso podrían surgir en el futuro, de que la mafia de Chicago que promovió a Obama y lo colocó en la Casa Blanca, fue la que se financió la salida a pantallas de la TV y diarios de las tres desconocidas damas que supuestamente tuvieron amoríos extra maritales con Cain hace 10 y 14 años.

Nunca hubo pruebas concretas de las acusaciones, pero la campaña pro Cain quedó en escombros. Aunque el candidato ha negado hasta el último la veracidad de los cargos, quedó la duda y su credibilidad se vino a cero, a lo que se añade su debilidad extrema en las respuestas sobre polìtica internacional en debates y entrevistas.

La maquinaria trituradora de Chicago, una vez sepultado Cain, apunta ahora a Gingrich. No les preocupa mucho el mormón Mitt Romney, ya que su candidatura aparece frágil y tan fácil de quebrar como ocurrió con John McCain hace cuatro años. Lo “liberal” y “conservative” en ambos se halla tan imbricado que se avizoraría otra derrota que los republicanos no la quieren volver a sufrir en el 2012.

Gingrich tiene muchos defectos, pero nadie puede dudar de su trayectoria republicana y conservadora nítida, desde su colaboración con Ronald Reagan para recuperar al país tras la pesadilla demócrata con Jimmy Carter hasta cuando con Bill Clinton y como líder de la Cámara de Representantes, impulsó una revolución para equilibrar el presupuesto y frenar el gasto público excesivo.

Pero junto con su récord, Gingrich exhibe un poder de oratoria sin par que la sustenta con un torrente de ideas, hechos, lógica y agilidad mental. Algunos lo critican por su elocuencia a veces desbordada y le reclaman disciplina en este aspecto y en general en el contenido y alcance de sus declaraciones, que las emite en todo orden de temas y en cualquier foro.

Pero evidentemente sería preferible alguien con un arsenal de ideas y la virtud de expresarlas con claridad y persuasión, que tener déficit de ellas, que es el caso de muchos, sobre todo de Obama. De ahí que inclusive algunos rivales republicanos por la nominación, como Romney, han declinado presentarse con él para debatir “mano a mano”.

Por cierto habrá quienes no miren con buenos ojos a Gingrich por sus dos divorcios y tres matrimonios. Él ha admitido que son errores de conducta y carácter que deplora, pero afirma que su vida ha cambiado con su tercera esposa y su conversión al catolicismo. Refuta igualmente críticas a pronunciamientos y funciones como asesir no muy ortodoxos desde el punto de vista conservador, pero garantiza que son cosas del pasado que no se repetirán.

Para quienes consideran que impedir cuatro años más de Obama es vital para la supervivencia de esta nación como la idearon los fundadores, la disyuntiva entre Gingrich y Romney no parece difícil en favor del primero. Una última encuesta que encabeza Gingrich en Iowa coloca al libertario (cuasi anarquista) Ron Paul en segundo lugar, por sobre Romney, pero ese registro parece errático y por ende temporal.

Obama será y ya es un feroz e inescrupuloso candidato que esgrimirá todo tipo de herramientas, por tóxicas que fueren, para amedrentar y humillar al rival que los republicanos nominen el próximo año. Romney no resistiría por lo cual resta la esperanza de que Gingrich sea el escogido, con la misión de asumir el papel de un luchador sin las cobardías de McCain.

Para demostrarlo Gingrich tendría que repeler las estrategias y tácticas de Chicago con las preguntas preguntas directas que McCain se rehusó a hacerlas sobre el misterioso Obama, entre otras su certificado de nacimiento, la historia de su paso por escuelas, colegios y univesidades con documentos y testimonios, sus viajes con pasaporte indonesio, la beca Fulbright que obtuvo y se concede solo a estudiantes extranjeros, su certificado fraudulento de seguridad social.

Aparte de estos asuntos trascendentales de su personalidad, Gingrich será sin duda el más apto para debatir con Obama sobre su proyecto de socialización a la europea y su constante negativa a considerar a los Estados Unidos como un país de excepción por los logros económicos y culturales resultantes de la institucionalidad democrática, inviolada en casi 300 años.

Los “ocupantes de Wall Street” han popularizado el slogan de que representan la resistencia del 99% de la población frente a la opresión del 1%. Pero ahora el país va a la deriva, de la que trata de librarse Europa, por influjo de una ideología extremista que comparte un 1% de la población (para parodiar la exageración de los “ocupantes”) que controla el gobierno, los medios y las universidades.

El 99% piensa distinto y cree en esta nación tal como fue diseñada por los fundadores, un grupo excepcional y pragmático de pensadores y hombres de acción que a fines del siglo XVIII entendió que los seres humanos no son ángeles de utópicos paraísos, sino seres con defectos que se pueden y deben corregir en un ambiente de institucionalidad democrática.

Si Obama, por algún hecho impredecible o por arte de magia de la mafia de Chicago sigue en el poder cuatro años más, el “sueño americano” acaso podría dejar de ser tal. Como lo desea ese 1% adoctrinado en las universidades desde los años 1960.


Wednesday, November 23, 2011

UNA VEZ MÁS EL TEMA DE LA INMIGRACIÓN


Newt Gingrich, Phd en Historia y ex presidente de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, ha pasado a encabezar la lista de aspirantes a la candidatura presidencial republicana que busca derrotar a Barack Hussein Obama en las elecciones del próximo noviembre.

Newt puede tener todos los defectos que se le señalan en su vida conyugal, veleidades con temas y figuras de la oposición o cabildeos no muy transparentes con coroporaciones y organismos de gobierno, pero nadie podrá dudar que dio en el clavo anoche al referirse a la inmigración, con un enfoque que radicales de la derecha repudian.

En el debate promovido por la conservadora Heritage Foundation y la liberal CNN, el locuaz candidato dijo ser partidario de que se promueva alguna medida legal para facilitar la nacionalización de las familias que viven en este país desde hace una veintena o más años, indocumentadas.

Apeló al sentido humanitario y a los principios de defensa de la familia del partido republicano al exponer su tesis. No cabe, dijo, que por aplicar con rigidez la vigente ley, se pretenda quebrar el núcleo familiar en el cual unos son ciudadanos por nacimiento y otros permanecen como ilegales.

Según la Constitución, cualquier individuo nacido en territorio de los Estados Unidos es considerado automáticamente como ciudadano norteamericano por nacimiento. Mientras no se altere esta norma, seguirá rigiendo inexorable. Muchos inmigrantes, latinos y no latinos que han llegado sin documentos, vienen con niños de corta edad y aumentan la familia con hijos nacidos aquí.

Quienes se oponen a la inmigración ilegal sugieren que todo ilegal sea expulsado. Si la medida se aplicara, la expulsión no podria extenderse a los hijos de cualquier edad nacidos aquí. Gingrich se refería al hipotético caso de que, de esa forma, el núcleo familiar se quebraría con repercusiones graves para esa familia y la sociedad en general.

Las críticas a Newt fueron inmediatas y se centraron en acusarlo de proponer una amnistía para los 12 o más millones de inmigrantes que viven en los Estados Unidos al margen de la ley. A ello contestó que no se trata de una amnistía, sino de idear una vía para que toda esa gente adquiera alguna protección legal, previa a la tramitación de la ciudadanía plena.

Recordó que el presidente Reagan (1981-1989), convertido ahora en ídolo republicano, concedió la amnistía a los inmigrantes indocumentados de entonces, que sumaban unos cuatro o cinco millones, pero con la condición de que, a futuro, todo potencial inmigrante se sujete con estrictez al proceso legal de nacionalización.

Esa aspiración no funcionó y la inmigración ilegal continuó en ascenso, hasta llegar a la cifra de 12 o más millones. ¿Qué hacer con ellos? No se los puede expulsar en masa, como quisieran los más radicales, ni menos crear prisiones o campos de concentración. Es impracticable y en ello hay que convenir, cualquiera que fuere la ideología.

Tampoco cabe volver a errar con otra amnistía general, ni observar con impavidez cómo los ilegales continuan burlando las fronteras porosas. El doble problema de la enorme masa de ilegales dentro del territorio y de la vigilancia de fronteras tiene que ser resuelto de manera simultánea. Lo entendió así George W Bush, pero su propuesta fue bloqueada inclusive por los propios republicanos.

Bush, en suma, planteó un proceso similar al de Newt para facilitar el tránsito de la ilegalidad a la legalidad para los inmigrantes indocumentados radicados ya en este país por algún tiempo. A los que no hubieren echado raíces aún, porque su llegada data de un par de años o menos (y peor si han cometido delitos), habría que deportarlos sin más opciones.

Las fronteras deberían ser vigiladas con tropas y avanzada tecnología, pero a los que quieren ingresar por la vía legal, hay que igualmente ofrecerles con claridad un modus operandi. Si anhelan inmigrar por tiempo corto, en época de cosechas, por ejemplo, optarían por visas de trabajador huésped.

De otro lado, se estimularía el ingreso de gente capacitada a todo nivel. Steve Jobs, el creador de Apple y los iPhones y iPods y iPads, se quejó ante Obama que no podía reunir 30.000 ingenieros de calidad aquí para expandir sus empresas, por lo cual le pedía agilitar el trámite para la inmigración de gente altamente capacitada.

El partido republicano, si no cambia de actitud frente al problema de la inmigración como lo plantea Gingrich (y antes Bush), tendrá serios tropiezos para ganar la batalla presidencial en el 2012 dado que el voto hispano está adquiriendo un influjo de decisión cada vez mayor en las elecciones.

Por cierto, el inmigrante no tiene derecho al voto. Pero si sus familiares e independientes que concuerdan con una visión pragmática para solucionar el problema de la inmigración. Otro agravante se suma contra el partido republicano: si la obstinación persiste, se acentuará la imagen, falsa, de que los republicanos están en contra de los inmigrantes, no en contra de la inmigración ilegal exclusivamente.

El problema de la migración en general y en especial a los Estados Unidos se explica porque éste es el país más próspero y aún el más pleno de oportunidades para que progrese quien tenga talento y voluntad para lograrlo. Y porque al otro lado de la frontera sur (y en otras latitudes) los gobiernos y las estructuras políticas opresivas han impedido que florezcan los mercados de libre competencia de ideas, comercio y producción.

Estados Unidos se ha fortalecido hasta covertirse en primera potencia mundial por las oleadas de inmigrantes que encontraron aquí ese ambiente de libertad para arriesgar, construir y progresar, o para fracasar y volver a empezar. Todo en un marco del respeto a la ley y la tolerancia de ideas y religiones, elementos invisibles en las naciones empobrecidas que exportan emigrantes.

El respeto a la ley es, pues, consustancial a la sociedad norteamericana. Y cuando un inmigrante ingresa sin papeles y viola la ley, debe ser sancionado. Ha habido negligencia en aplicar esa norma de parte de gobiernos demócratas y republicanos por igual, pero ello no es excusa para premiar a los infractores de la ley con el perdón y la amnistía.

La presencia de 12 o más millones de inmigrantes latinos, chinos, árabes o europeos sin documentos, es una realidad factual, así como lo es la existencia de fronteras porosas en aire, mar y tierra. Por tanto se requiere de una visión frontal y de sentido común para terminar con esta realidad negativa, para beneficio común.

La idea Newt/Bush se encuadra dentro de ese objetivo. Hay que aceptarla, discutirla, perfeccionarla. De otro modo la propuesta demócrata de la amnistía general ganará adeptos. A los demócratas no les interesa el lado humano de los inmigrantes, sino sus votos. Con esos votos quieren fortalecer el Estado/benefactor que ha quebrado a Europa, no propiciar el acceso de los inmigrantes a la prosperidad por sus propios medios, que ha sido y es la tradición cultural de esta nación.


Sunday, November 13, 2011

¿Y SI HERMAN CAIN ES EL NOMINADO?

Los demócratas que quieren reelegir a Obama en noviembre del 2012 y los republicanos acomodaticios al estatus quo de Washington D.C, pugnan porque el candidato republicano desafiante sea Mitt Romney y no cualquiera de las otras opciones.

Pero si el partido republicano rechaza a Romney, por su ambigüedad en defender los principios básicos contra el aborto, el matrimonio homosexual y el cuidado privado de la salud, entonces las dos facciones preferirían a Newt Gingrich como el seleccionado o, en último caso, a Rick Perry.

Ni siquiera aceptarían la opción de Herman Cain y si se les plantea una pregunta al respecto, responden con sorna. Es un negro simpático que solo ha entrado en la contienda por publicidad de si mismo y de su reciente libro autobiográfico, responden.

Igual actitud han adoptado desde un principio los principales comentaristas de diarios, radio y TV (con excepciones) aunque algunos de ellos se han mostrado más cautos a medida que las encuestas revelan que Cain gana adeptos y ha pasado a liderar la lista de los ocho precandidatos, pese a algunas de sus respuestas imprecisas o erróneas y las acusaciones infundadas de acoso sexual a mujeres blancas.

Porque Cain es negro pero, como dirían los racistas, un negro más puro que Obama, quien es mulato de padre kenyano y madre blanca de Kansas. Las raíces de Cain, sureño de Georgia, se remontan a la época de los plantaciones de los esclavistas demócratas del siglo XIX que prefirieron la secesión y la guerra a terminar con la esclavitud.

Obama, de lo poco que se sabe, tuvo una vida cómoda desde la niñez a la juventud. Jamás se ha llegado a conocer su certificado de nacimiento que probaría que no es “a natural born citizen” o sea nacido en los Estados Unidos de padre y madre norteamericanos. La Constitución descalifica al candidato que no reúna estos requisitos.

A Obama le sería más fácil competir con Romney y derrotarlo. Una de las leyes que más rechazo ha generado es la del Obamacare, que apunta a la destrucción del sistema privado de provisión de la salud con más de 1.500 corporaciones que compiten entre si, para sustituirlo con un sistema estatal único controlado por burócratas.

Romney instituyó un sistema así en el estado de Michigan, cuando fue gobernador y Obama se inspiró en ese esquema y contrató a sus asesores para elaborar el proyecto que presentó al Congreso de mayoría demócrata. Fue aprobado sin un solo voto republicano y con el repudio de la mayoría de la población encuestada. Uno de los puntos, el mandato obligatorio de afiliación, se considera inconstitucional y la Corte Suprema de Justicia podría entrar a conocer el caso esta semana.

Los servicios de salud en los Estados Unidos son los mejores del mundo. No perfectos, pero si perfectibles sobre todo en cuanto a los altos costos y una mayor accesibilidad. Pero la estatificación, a la europea o al estilo socialista o populista, limitaría la accesibilidad, aumentaría los costos y la falta de libertad y competitividad arruinarían su calidad.

En la contienda Obama obviamente agradecería a Romney si es el nominado por su aporte al Obamacare y ello le restaría votos entre los republicanos y los independientes, que preferirían no ir a las urnas que votar por él. También la vitriólica retórica obamista demolería al rival al hacer mofa de sus vacilaciones de trapecista en cuanto a principios.

La campaña pro reelección, dirigida por la mafia demócrata de Chicago, no se detendría tampoco en explotar el asunto religioso. Romney es mormón y eso causa escozor entre los cristianos. Los mormones, como los musulmanes, dicen que Jesucristo es un simple profeta y no Dios, algo inaceptable para la cristiandad.

Además de millonario, Romney es blanco y empresario multimillonario. Está incluído, pues, en el 1% de la sociedad que odian los llamados Ocupantes de Wall Street y cuyo criterio es compartido y respaldado por Obama y los suyos (la mayoría de los cuales por cierto es dueña de grandes fortunas). La acción de los ocupantes le ha venido como anillo al dedo a Obama en su lucha de clases contra los ricos, los empresarios y el capitalismo en general.

Puesto que Obama no tiene cómo armar su campaña basada en logros de su gobierno (9.1% de desempleo, 15 trillones de dólares de deuda, frustración en el 80% de la población) sus baterías tiene que dirigirlas contra los que él considera culpables del desastre: los ricos “protegidos” por los republicanos.

El Congreso de mayoría demócrata dejó de ser tal en noviembre pasado con la votación aplastante de la oposición republicana. Obama no ha podido continuar aprobando leyes que acentúen la “europeización” de los Estados Unidos. Como el proyecto para gravar con más impuestos a los ricos, en tiempos de recesión.

El Congreso le dijo no, que el problema del déficit y el desempleo no es de falta de ingresos, sino de exceso de gasto. Que si se confiscara toda la riqueza en manos del 1% más rico de la sociedad, el déficit no bajaría un ápice. Que si sigue el aumento del gasto y de impuestos, los Estados Unidos podrían entrar en crisis como en Grecia, Italia y Europa en general.

Obama es obtuso. No cedió ante el aviso de las elecciones del año pasado para que cambie de rumbo. Ha resuelto gobernar por decreto, sin consultar al Congreso y la explicación que da al rechazo de sus pedidos es el mismo de siempre: se oponen a él porque es negro y porque los republicanos odian a los negros y explotan a los pobres.

Si es Gingrich el nominado, la contienda electoral sería mucho más entretenida por la versatilidad del profesor de historia y ex presidente de la Cámara de Representantes. En los debates, su posición en las encuestas ha ido en crecimiento por su facilidad de palabra, vastos conocimientos en historia y su actitud de consejero de sus compañeros de tribuna.

Pero sus virtudes podrían verse anuladas por detalles de su vida personal (tres matrimonios), su papel como cabildero de compañías controvertidas como las del etanol y ciertas posiciones políticas poco ortodoxas para las bases republicanas. La maquinaria de Chicago actuaría demoledora para explotar esas falencias.

Aunque el gobernado de Texas, Rick Perry, pasó a liderar las encuestas al presentarse finalmente como pre candidato presidencial, pronto descendió precipitadamente en la escala debido a su impericia como debatiente. En el debate de anoche estuvo mucho mejor y podría recuperar posiciones hasta las primarias de enero.

Pero también sería débil frente a Obama, si es Perry el escojido. Carece de gracia, de carisma: es muy rígido, no tiene el don de la comunicación que es requisito sine qua non de todo líder. Es, además, muy provinciano al limitarse demasiado a hablar de su Texas, sin el contexto nacional. El hecho de que el odiado George W Bush es también texano sería manipulado también negativamente por la maquinaria de Chicago.

Y si el nominado es Herman Cain ¿cuales los argumentos de Obama y su mafia para disminuirlo? La primera suposición podría ser la de que el factor racial de la negritud quedaría descartado porque ambos son negros. Error. Desde ya los demócratas, negros y no negros, han entrado en una campaña racista contra Cain, ante la eventualidad de que su candidatura siga afianzándose.

Según ellos, Cain ha traicionado a su raza al volverse un conservador republicano que fustiga al gobierno y reclama su menor intrusión en la vida de los ciudadanos y del sector privado. Porque ellos, los demócratas negros y no negros, dicen que un negro no debe hablar mal del gobierno, porque es el gobierno (¿demócrata?) el que los ha liberado de la esclavitud.

Cain es para ellos un tío Tom sumiso al patronazgo de los blancos. Lo cual es exactamente lo contrario. Fueron demócratas los que, según la historia, lanzaron a la guerra a la nación en 1861 para impedir la abolición de la esclavitud, con el sacrificio de 600.000 vidas humanas. Y fueron ellos los que mantuvieron la segregación hasta un siglo más tarde.

Tras el martirio de Martin Luther King Jr. (Republicano), el fin de la segregación y el goce pleno de los derechos civiles advino con Lyndon Johnson, el demócrata que sucedió a John F. Kennedy en 1963. El proyecto contó con el apoyo mayoritario republicano, pero a partir de entonces brotó la leyenda de que son los demócratas los protectores de los negros.

Otra es la realidad si se hurga un poco en las biografías de los demos que ahora pretenden figurar como campeones de la negritud. Ahí está, por ejemplo, la figura de Robert Byrd, el ya fallecido noneganario senador demócrata, confeso miembro del Ku Klux Klan creado para linchar públicamente a los negros (y hostigar a católicos y judíos). Byrd cambió en sus últimos años y Bill Clinton, en la oración fúnebre, justificó a Byrd indicando que tenía que aparecer como del Ku Klux Klan en su nativa Virginia, “para ganar votos...”

(En Virginia acaban de celebrarse elecciones parciales el viernes pasado. Por primera vez desde la Guerra Civil los republicanos toman control total del Congreso estatal y otras nominaciones).

Pero la mentalidad esclavista no ha desaparecido en los demócratas. Se la observa en sus calificativos contra Cain. Y está presente en leyes como la Affirmative Action, que es un reconocimiento tácito de la supuesta inferioridad negra para optar empleos e ingresos a las universidades frente a los blancos, por lo cual se les concede cuotas de acceso con gradaciones de nivel menor.

(Obama es uno de los beneficiarios de esa cuota en Harvard y antes en California, con una beca Fulbright para estranjeros -él como indonesio, nacionalidad de su padre adoptivo-. Pero nadie puede acceder a los documentos de su vida educativa, están sellados por orden superior...)

Cain ha dicho que es republicano porque hace tiempo que abandonó la plantación demócrata. Él, cuyo padre fue chofer y su madre empleada doméstica, surgió en plena segregación por sus propios méritos, sin la caridad humillante de la Affirmative Action. Su campaña no hace alusión a su etnia, sino a sus principios y a su convicción de que este es el mejor país por sus libertades y por la igualdad de oportunidades para emerger ( si, y para volverse ricos y prósperos como él, sin ayuda del gobierno).

Contrista observar en los enfoques de las cámaras de TV en eventos en los que Cain está presente. Casi no hay negros, la mayoría es blanca. Los negros, que casi todos votaron por Obama, parecen “lavados el cerebro”, como dijo Cain, por los demócratas falseadores de la realidad y de la historia. Pero estoy convencido, aclaró , que cada vez más los de mi raza encontrarán la verdad.

¿Debatiría usted con Obama? le preguntaron en una ocasión a Herman Cain. Claro, dijo, pero casi no habría debate... ¿Qué validez tendrían de parte de Obama y su club las armas racistas, el odio de clases, la crítica a la cultura y grandeza de esta nación, el denuesto a los ricos, frente a un Cain que es el reflejo de todo lo bueno que esta sociedad puede ofecer a los ciudadanos con talento, voluntad y patriotismo?

Surgió un intento por enterrar a Herman Cain con supuestos acosos sexuales a mujeres blancas hace 15 años. En ninguno de los casos hay pruebas. Cain jamás ha tenido manchas de ese tipo en su carrera de más de 40 años y asi lo testifican quienes lo han conocido. Con esa evidencia, lo critican ahora porque ha manejado mal el problema, a lo cual él contesta: ¿cómo me defiendo de anónimos sin pruebas?

La campaña por la nominación durará todavía más de un mes y medio y resulta arriesgado pronosticar. Pero tres siguen firmes en la punta: Cain, Romney y Gingrich y atrás Perry. Si Cain es a la final el elegido, se vivirá una de las campañas presidenciales más atractivas y significativas en la historia de éste y de cualquier otro país.

Sunday, October 30, 2011

CRISIS GLOBAL Y PATRÓN ORO

Frente a la crisis económica que afecta no solo a los Estados Unidos y a Europa sino al mundo entero, no se está poniendo énfasis suficiente en el hecho de que dicha crisis es, por sobre todo, monetaria: hay más gasto público que ingresos porque se emite dinero sin control.

Históricamente las transacciones de compra venta, el ahorro y la inversión se sustentaban en un valor invariable: el oro. Por mucho tiempo el medio de cambio fueron las monedas de oro y eventualmente de plata, al no caber el trueque generalizado de mercancías.

Las monedas metálicas más tarde fueron complementadas por otro medio de cambio más dúctil y flexible, el papel moneda. Pero este papel no fue creado en el aire, se lo respaldaba con el oro depositado en los bancos privados originalmentre creados en Florencia y que paulatinamente fueron adquiriendo mayor complejidad en las transacciones.

Mientras el patrón oro, que así llegó a llamarse, servía de horma para la emisión de papel moneda, cheques y demás papeles fiduciarios, el sistema monetario a nivel mundial se mantuvo estable. Los gobiernos de países con problemas internos optaban eventualmente por devaluar sus monedas con respecto al oro, pero con deterioro de la calidad de vida.

Hacia los años 1920 y 1930 sobrevino la depresión e Inglaterra abolió la “horma” oro con lo cual sobrevino una ola inflacionaria con el consiguiente desempleo, antesala de la II Guerra Mundial y tejida sobre los errores cometidos por quien vencieron en la I Guerra Mundial.

Concluída la guerra segunda, el caos monetario y financiero buscó una salida en la reunión de Bretton Woods. Allí se reimplantó el patrón oro marcando un acelerado crecimiento económico con estabilidad, sin precedentes en todo el orbe. Los gobiernos no podían imprimir dinero al antojo político de sus líderes sin sufrir graves consecuencias financieras.

Estados Unidos, como primera potencia económica, sustituyó a la libra esterlina como moneda de transacción internacional y de libre convertibilidad. Los países consideraron al dólar tan confiable como el oro por lo cual buscaron acerecentar las reservas, como si reservasen oro. Hasta que vino la crisis de la guerra de Vietnam y la escalada de los precios del petróleo orquestada por la OPEP.

Algunos países, especialmente Francia, comenzaron a convertir los dólares en oro y ello precipitó una merma peligrosa en las reservas auríferas de los Estados Unidos, que para 1970 mutó su papel de exportador de petróleo por el de importador neto.

El presidente de entonces, Richard Nixon, republicano, con el consejo de luminarias de la economía como Milton Friedman, decidió en 1971 eliminar la libre convertibilidad del dólar generando una crisis que reverbera aún hasta estos días. La máquina impresora de billetes en Washington, que comenzó a funcionar sin respaldo aún antes de que se abandonara el patrón oro, se desquició y ha alcanzado un ritmo de locura con el actual presidente demócrata Barack Hussein Obama.

Los bancos centrales se contagiaron por los cinco continentes. La situación se agravó con la presión de sindicatos públicos y privados, que redoblaron sus exigencias para lograr “conquistas sociales” en cuanto a aumentos salariales y de pensiones jubilares, reducción de la jornada laboral y edad de retiro y más. Los gobiernos y empresarios sucumbieron a las amenazas, acaso suponiendo que todo no era sino “imprimir más dinero”.

Eso es lo que se ha hecho en Estados Unidos y de manera superlativa en Europa. Europa está en bancarrota. ¿Cuál ha sido la “inteligente” solución a la crisis del pasado fin de semana? Imprimir dinero, comprar deudas a los quebrados como Grecia, luego será Portugal, más tarde España e Italia. La crisis no se ha solucionado, el golpe definitivo de quiebra solo se ha aplazado. ¿Hasta cuándo?

Hay quienes creen que la medida respaldada por Merkel, la líder alemana, no durará más de dos semanas. La solución de fondo tendrá que ser la declaratoria de quiebra de Grecia y similares y su separación de la Unión Europea y la utopía de unir a las desigulaes para igualarlos ¿a qué y con qué rasero?

Mientras Europa se derrumba, Obama quiere arrastrar a los Estados Unidos al mismo sifón inflacionario de quiebra y corrupción. A comienzos de su administración, en enero del 2009, botó casi 1.000 millones de dólares al mercado para impulsar la economía y el empleo. Fracasó: la economía se estancó y el desempleo trepó al 9.1% o más.

Frente a esta evidencia, Obama propuso al Congreso una nueva emisión de papel moneda sin respaldo, por 500 mil millones de dólares para seguir subsidiando a los sindicatos con beneficios onerosos y a los empleados públicos que ganan ya casi más del doble que los empleados privados. El Congreso, a pesar de contar con muchos demócratas, negó el pedido.

Puesto que para su campaña por la reelección en el 2012 no puede exhibir logros positivos, se ha dedicado a una guerra de clases contra los ricos, a los que quiere cargar con más impuestos y a blandir su condición de mulato para acusar a sus opositores de racistas. Pero la deuda llega a casi 15 trillones de dólares que ni toda la riqueza de los ricos confiscada alcanzaría a reducirla en lo más mínimo.

Como sostienen los republicanos, el problema no es de ingresos, sino de gasto. Hay que reducir los descomunales gastos fiscales magnificados en este régimen y cesar la lucha de clases al tiempo de reducir las regulaciones y facilitar la inversión, el ahorro y la creación de empleo en el sector privado.

Lo cual es lógico. Pero juntamente debería iniciarse una campaña de persuasión para que el mundo retorne al patrón oro como un vehículo probado para frenar la inflación, resultante de la irresponsable impresión de papel moneda por parte de los bancos centrales. No parece haber otra alternativa mejor. Si la hubiere, sería interesante que alguien la exponga.

(Se ha sugerido una enmienda constitucional para obligue al gobierno y al Congreso aprobar el presupuesto federal únicamente si está libre de déficit, como en Ohio. Pero ello, si bien deseable, solo sería complementario)


Sunday, October 23, 2011

SE CUMPLE OTRO OBJETIVO: LA RETIRADA

El presidente demócrata Barack Hussein Obama continúa triunfante en su propósito de campaña de transformar a los Estados Unidos de primera potencia mundial en todos los órdenes, en un “imperio” en ruinas. La orden de retirada de tropas en Irak es otra prueba.

Tan pronto se posesionó en enero del 2009, Obama comenzó a poner en práctica lo que aprendió de sus maestros izquierdistas/marxistas, para quienes USA y la democracia capitalista son los responsables de todos los males del mundo, por lo cual hay que pulverizarlos.

Entre sus principales mentores figuran el pastor Jeremiah Wright, de la Iglesia Trinity United Church of Christ de Chicago, a la cual asistió Obama y en la cual casó con Michelle y bautizó a sus dos hijas y el catedrático de la Universidad de Illinois, Bill Ayers, terrorista confeso en su juventud.

Las prédicas de Wright, incendiarias y racistas, fueron escuchadas por el ahora ocupante de la Casa Blanca por mas de veinte años continuos. Nadie que no comparta y acepte sus criterios de ataque a la esencia cultural e histórica de esta nación podría tolerar sus sermones, ni siquiera por un día.

En cuanto a Ayers, autor de un atentado terrorista en sus años de estudiante universitario, lo ha justificado aduciendo que fue un esfuerzo de protesta contra el sistema que “no produjo muertes” ni daños mayores, por lo que fue absuelto. En sus escritos y libros y en sus clases, aboga por la destrucción de la democracia capitalista debilitándola desde adentro, sin guerrillas, mediante votos, manipulando sus fragilidades.

Es un recurso ahora en boga a raíz del consejo de Mao Zedong a los extremistas, tras el fracaso de los intentos revolucionarios del Che Guevara en Angola y Bolivia imitando las acciones guerrilleras que llevaron al poder a Fidel Castro hace más de 50 años en Cuba, junto con camaradas como el propio Che.

Hay varios discípulos victoriosos del nuevo estilo de infiltración en los sistemas capitalistas endebles: Hugo Chávez en Venezuela, Rafael Correa en Ecuador, Evo Morales en Bolivia, Daniel Ortega en Nicaragua, Cristina Fernández en Argentina. A los que habría que sumar los casos de un socialismo distinto, pero igual de destructor, en Europa.

Lo impredecible ha sido el surgimiento en los Estados Unidos, bastión del capitalismo, de un líder de esa laya. Obama, desde su posesión en la Casa Blanca no ha cesado de divulgar urbi et orbe que este país está en declinación, pidiendo excusas por los supuestos errores cometidos por una forma de vida que ha resuelto liquidar.

En lo interno, la economía está en ruinas. Y en el frente externo, todas sus decisiones se encaminan a lo mismo. Obama, como senador, se opuso siempre con otros pocos legisladores a la guerra contra Irak, pese a las evidencias de la inteligencia de USA y Europa de que allí había armas nucleares y químicas, estas últimas utilizadas para asesinar masivamente a sus conciudadanos kurdos.

A la postre no se detectó la presencia de estas armas, pero es presumible que en el lapso entre la advertencia a Hussein de aceptar la inspección a expertos de Naciones Unidas y la guerra, el líder árabe pudo transportar dichas armas a Siria, según se probó con las fotografías satelitarias de grandes camiones cruzando el desierto en esa dirección. (Israel bombardeó más tarde las instalaciones que Siria montaba en su territorio con esos artefactos).

Bush continuó la guerra y reforzó el número de tropas para alcanzar la victoria. Se estableció un gobierno democrático libremente elegido por votación popular y se hubiera alcanzado la paz duradera de no mediar la oposición interna de demócratas como Obama y la debilidad de Bush de no haber declarado formalmente la guerra al terrorismo islámico para alcanzar rápidamente la victoria (como inicialmente en Afganistán).

Las “rules of engagement”, es decir las reglas de juego para guerrear, habían sido paulatinamente ablandadas por los demócratas tras el proceso de socialización que arrancó en los años de 1960, luego de las dos grandes guerras que no ganaron los Estados Unidos: la de Corea, que terminó en un armistición que aún perdura y la de Vietnam.

Al error táctico/político de Bush se sumó su inhabilidad de resisitir a las presiones de la izquierda “pacifista” de tratar al enemigo como delincuente común, con derechos constitucionales. Al soldado norteamericano en los campos de batalla se le ha llegado a obligar a pedir permiso al superior para defenderse con las armas, por temor a herir los derechos del enemigo que, como terrorista, no está sujeto a ninguna ley. Así mismo, la decisión de Obama de permitir a los soldados homosexuales a que revelen y practiquen abiertamente su homosexualidad traerá consecuencias nefastas en lo militar.

Pese a que las fuerzas armadas de USA siguen siendo las mejor equipadas y adiestradas, no pueden ganar las guerras en esas condiciones, porque ha prevalecido el sentimiento derrotista de los políticos de izquierda en Washington, acentuado especialmente a raíz de Vietnam.

El general Douglas McArthur, héroe de la II Guerra Mundial y responsable de la reconstrucción y pacificación del Japón, decía que cuando una nación va a la guerra, el único propósito que existe es ganarla. En la de Corea, planteó con esa doctrina medidas para derrotar al enemigo norcoreano y sus promotores de China y la URSS. Pero Truman se opuso y optó más bien por destituirlo. El resultado fue el armisticio.

En cuanto a la guerra de Vietnam, no se la perdió militarmente sino por imposición de Washington. Los estudiantes universitarios organizaron revueltas por todo el país contra la guerra, con muertes, inspiradas no por principios sino para evadir el reclutamiento militar obligatorio. El Congreso se hizo eco y retiró los fondos para la guerra y ésta se perdió.

Obama sigue en la mismo línea. Si bien envió refuerzos a Irak, en ningún momento ocultó su menosprecio por la institución militar y por “la guerra de Bush”. Es verídica la versión de que el envío de mas tropas era un pretexto para confirmar que la guerra no era ganable y que, como lo había prometido en campaña, había que retirarse de Irak sin la victoria.

Acaba de confirmarlo. Ningún soldado quedará en ese país hasta fines de este año, salvo contingentes para resguardo de la sede de la embajada en Bagdad. El sacrificio de 4.400 soldados norteamericanos (muchos más que los 3.000 de las Torres Gemelas) y miles y miles de heridos y amputados ha sido en vano pues Irak, al igual que Afganistán, caerán en manos del terrorismo islámico bajo el liderazgo de Irán, que contará o cuenta ya con armas nucleares.

En la Alemania nazi fascista y en el Japón y Corea aún hay tropas que han evitado la regresión de las dictaduras que originaron la II Guerra Mundial y se creó la NATO para reforzar esa previsión. Con ello se evitaron los errores del armisticio que dio fin a la I Guerra Mundial y dejó sembradas las semillas para la subsiguiente conflagración global.

Sin el respaldo militar e ideológico, Irak y Afganistán caerán en manos de los talibanes y las milicias que financian y promueven los extremistas de Irán. Su influjo se extenderá a toda la región del Medio Oriente, como está ocurriendo en estos mismos instantes en Egipto, Siria y Libia. Obama, con su filosofía, ha facilitado ese proceso, desde la retaguardia según se ufana.

Las perspectivas son sombrías. China y la URSS por el momento son una incógnita, pero el islamismo terrorista se declara abiertamente enemigo de los Estados Unidos e Israel, porta estandartes de la vida en democracia. Pero este sistema se corroe por dentro (el canje de un prisionero israelí por 1.028 asesinos palestinos lo prueba) y, a menos que ocurra algún milagro, podría avizorarse su fin.

Si la izquierda extrema se está aprovechando de las fragilidades del sistema democrático para fracturarlo, la única forma de frenarla está también dentro del mismo sistema: los votos. En noviembre del 2012 los norteamericanos tendrán la oportunidad de bloquear la reelección de Obama. Si no lo hacen, la marcha degenerativa de la democracia seguirá su curso. Pero las elecciones parciales de noviembre del 2010, cuando el pueblo dijo rotundamene no al obamismo, alientan la esperanza para la redención.

Sunday, October 16, 2011

¿SUBLEVACIÓN GLOBALIZADA?

Quedaron resonando las advertencias de Glenn Beck, un controvertido animador de radio y TV de este país. Dijo tener pruebas de que los motines que comenzaron en Wall Street y que se han extendido a otras ciudades y continentes, son promovidos y financiados por grupos de extrema izquierda empeñados en disminuir el potencial e influjo de USA.

Beck tiene ahora su propio canal de TV y en la entrevista en el O’Reilly Factor de Fox News no dio detalles sobre los documentos que posee. Pero la sincronización de los movimientos y la similitud en los mensajes contra el sistema capitalista identificado por Wall Street, siembran dudas e inducen a pensar que, en efecto, hay una coordinación internacional en las revueltas.

Lo penoso es que el presidente de los Estados Unidos, Barack Hussein Obama, ha sido el primero en respaldar a los rebeldes “occupiers” de un parque privado adyacente al distrito bancario y financiero de Wall Street, en la ciudad de Nueva York. A él se han sumado, por cierto, los principales líderes del partido demócrata que lo llevó a la Casa Blanca en el 2008.

Hay coherencia en esa decisión de los demoliberals. Obama, al momento de posesionarse, prometió no cambiar ni mejorar a los Estados Unidos y su sistema, sino transformarlo. Se transforma solo algo que está mal, que no funciona, para sustituirlo por algo mejor. Y es éso lo que dicen a gritos y con carteles los hacinados en el parque de Wall Street.

Los ataques se enfilan contra la banca de Wall Street, culpándola del mal estado de la economía nacional y el alto desempleo, oficialmente del 9.1% pero que realmente asciende al 16%. Los amotinados que se defecan, orinan, emborrachan, se drogan y fornican a vista y paciencia del alcalde Bloomberg, pasan por alto que Wall Street dio más de 70 millones de dólares a Obama en su campaña, más que a todos los 4 o 5 candidatos presidenciales (sumados) que le precedieron.

Tampoco analizan que el multimillonario subsidio o bailout de billones de dólares para la banca quebrada por operaciones fraudulentas, fue dada por Obama, sin beneficio alguno para la economía y la falta de empleo. De ahí que el diario The Miami Herald, demócrata, publica hoy una caricatura sobre los “occupiers” en la que dice que los verdaderos “occupiers” de Wall Street son Obama y sus áulicos.

Muchos interpretan el surgimiento de los “occupiers” como una respuesta de los estrategas demócratas pro reelección de Obama para el 2012 como una respuesta al Tea Party del lado republicano, que barrió en las elecciones de medio tiempo de noviembre del 2010 y con cuyo apoyo se busca derrotar a Obama en los comicios presidenciales que se avecinan.

Pero hay diferencias sustanciales de fondo y forma entre los dos movimientos. Para comenzar, los del Tea Party no apestan. Ha habido convocatorias de hasta 300.000 personas (en Washington D.C.), siempre con autorización policial. Terminados los encuentros, los participantes se retiran en paz, sin dejar tras de si ni una colilla o un vaso plástico de basura.

El contraste con los “occupiers” es fétido. El alcalde Bloomberg rogó a los manifestantes que se retiren temporalmente para limpiar e higienizar el campo ocupado, pero dio marcha atrás con la resistencia. Y les pidió disculpas si algún agente del orden fue violento. Los amotinados percibieron la debilidad y, con más coraje, planearon para la noche del sábado una “toma” de Times Square. Fueron dispersados y hay unos 70 presos.

El Tea Party no quiere la muerte del capitalismo, ni la prisión para los banqueros de Wall Street, ni la transferencia de la riqueza de unos para los que no la tienen. Su prédica es la no alza o creación de mas impuestos y la supresión de las corrupciones para no debilitar más al sistema democrático, capitalista, liberal. La corrupción se origina en gran parte en las interferencias inconsultas y contraproducentes del gobierno en el sector privado.

La banca privada y la economía en general entraron en crisis al término de la administración del republicano George W Bush, como resultado de la presión demócrata para que conceda préstamos de vivienda a todos los que lo solicitaren, aún sin probar su capacidad de pago. Como muchos préstamistas no quisieron correr el riesgo de conceder créditos hipotecarios incobrables, el Estado les garantizó la recuperación.

Bush, al comprender que se cernía una hecatombe, quiso frenar esta práctica anti mercado pero un Congreso de mayoría demócrata le obstruyó. Al término de su gestión y en acuerdo con su sucesor Obama, se acordó crear un fondo de 850.000 millones de dólares de subsidio para la banca y corporaciones en quiebra. Obama lo puso en práctica a su antojo y los resultados ahondaron la crisis.

Un principio fundamental del sistema democrático capitalista es el riesgo. Cada individuo o empresa privada están en libertad de escoger la inversión que deseen y manejarla como mejor lo juzguen, siempre dentro de la ética y regulaciones vigentes. Si el proyecto marcha positivamente, los inversores tienen todo el derecho para gozar del lucro, ahorrar, gastar o reinvertir.

Pero puede darse el caso contrario. Por mala gestión o por vicisitudes imprevisibles del mercado, que la inversión fracase. Los perdedores son los que arriesgaron su capital y nadie más. El sistema de libre mercado, por si mismo, les castiga. Ninguna inversión, por mínima o gigantesca que fuere, debe quedar exonerado de esta alternativa.

Fue en este punto que erraron Bush y Obama, al decidir subsidiar a institucionens “demasiado grandes para quebrar”. Pero Bush dejó el poder y quien manipuló el gasto del subsidio fue Obama. La responsabilidad es, por tanto, exclusivamente de él. Ahora quiere corregir los errores y las frustraciones de la medida con un nuevo error que conduciría a más frustración: otros 450.000 millones de dólares de bailout, que el Senado con mayoría demócrata ya negó.

Los “occupiers”, cuando son presionados a responder con qué sustituirían al capitalismo, divagan. Son impermeables al diálogo, a la información, a la controversia. Repiten los mismos esquemas mentales aprendidos en las universidades dominadas por gente de izquierda extrema que adoctrina a los jóvenes como Obama a su tiempo (y Correa, en el caso de Ecuador).

No dicen en concreto qué tipo de gobierno, si comunista, socialista o de otra índole. Pero se intuye cuál es su posición, que es la de Obama: el capitalismo es malo, injusto, inmoral, hay que reemplazarlo por un gobierno fuerte que redistribuya la riqueza, mediante altos tributos a los ricos y más regulaciones obstructivas a los empresarios.

En el fondo, los que así piensan repiten las utopías que afloran de tiempo en tiempo a lo largo de la historia: con igualdad hay prosperidad para todos y desaparecen la injusticia y la explotación de unos a otros. La misma historia y el sentido común, que con ellos se eclipsa, prueban exactamente lo contrario. Mientras más intrusivo y autoritario es un gobierno, hay más miseria con la pérdida de libertad.

Porque la útopica igualdad no se da sino con un régimen escaladamente autoritatorio que restrinja y elimine las libertades de los “desiguales”. Pero la igualdad no es opcional ni imponible: está en la naturaleza. Ni la pareja familiar crea hijos iguales, ni lo son los siameses. Las diferencias entre individuos comienzan en el momento mismo de la concepción y si el feto no es abortado, se transparentan y frortalecen al nacer y crecer.

No hay nada condenable en ello, sino lo contrario. No todos nacemos hombres y no todos los hombres y mujeres son iguales entre si. La diversidad acaso pueda crear conflictos, pero tambien crea felicidad, competitivid positiva, estímulos, goces. Tratar de borrar las diferencias por métodos artificiales, culturales o de otra índole, produce resultados degenerativos y castrantes. Hay la tendencia en las escuelas, por ejemplo, de eliminar calificaciones según las aptitudes en estudios y deportes, para así no ofender a los menos aptos.

Eliminar la competencia es matar la creatividad. Es un mercado abierto al intercambio de ideas el que motiva ingenios asombrosos que ahora todos alaban, como el de Steve Jobs y sus fabulosos productos Apple. Si el mercado es aherrojado y controlado férreamente, como lo quieren Obama y sus coidearios Castro, Chávez, Correa y Kim Jong, habrá miseria y los potenciales Steve Jobs no brillarán jamás.

(La única igualdad tolerable y deseable es la igualdad de oportunidades, a fin de que todos la tengan para desarrollar en libertad sus potencialidades).

Algunos comparan a los “occupiers” con los que promovieron la “primavera árabe” en Medio Oriente. Falso. Allí, en Egipto y otros países, las revueltas se organizaron contra gobiernos como el de Mubarack, a quien terminaron por deponer. Aquí, en USA, los revoltosos están con el presidente Obama, unidos ambos contra el sistema que libremente lo llevó al poder.

Por lo visto, lo que identifica a los rebeldes de éste y otros países no es algo concreto como “menos gobierno, menos impuestos” que proclama el Tea Party, sino amenazas como “muera el capitalismo, mueran los millonarios” y algo obsceno como “F--- USA”. En definitiva abogan por un gobierno global comunista y autoritario al estilo URSS o nazifascista.

Para lograrlo Obama y sus seguidores demócratas y los del parque de Wall Street tendrán que forjar alguna estratagema distinta a la del proceso normal de las elecciones. Porque si la situación sigue como ahora, o peor, (que es lo más probable), cualquier republicano nominado candidato presidencial lo arrollará en los comcios de noviembre del 2012.