Bastaría señalar que la deuda en el Ecuador ha crecido de 10.000 millones de dólares cuando el economista Rafael Correa se hizo cargo del gobierno en el 2006, a 41.000 millloones de dólares a la fecha, para entender que su gestión autoritaria es un total desastre.
Ahora tiene ahogado al país con esa deuda y quiere seguir con el mismo ritmo irresponsable de gasto recurriendo a más endeudamiento y, peor aún, el ardid del bitcoin o dinero electrónico que no es sino el primer paso hacia la devaluación.
Ahora los ecuatorianos podrán comentar solo a hurtadillas sobre esta otra condenable medida dictatorial de Correa. Si lo hacen por la prensa o en público, el Pesidente los puede enjuiciar por propalar rumores falsos y encerrarlos en una mazmorra hasta por siete años.
La devaluación, como se conoce, afecta a todos pero golpea de manera especial a los pobres, a la gente de menores recursos. Correa ha pretendido ser su redentor y protector y los ha colmado de subsidios gracias a los altos precios del petróleo, cuyos recursos ha despilfarrado.
Esos fondos se han agostado y ahora está desesperado por rellenar las arcas fiscales a como de lugar, inclusive con dinero electrónico. Los que más sufrirán serán aquellos que precisamante prometió proteger y que son los que ingenuamente lo respaldan, junto con los usufructuarios de todo régimen dictatorial.
Afortunadamente hay una brillante periodista, Maria Anastasia O´Grady, que no vive en el Ecuador y por tanto no corre peligro de que Correa la encierre en una mazmorra por escribir sobre sus erradas políticas. Acaba de hacerlo en el Diario The Wall Street Journal. Es una magnífica pieza, que vale la pena leerla en su integridad, en el link que antes se indica.
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