Wednesday, August 20, 2014

GOBERNAR CON ODIO


Acaso lo que más repele de Eric Holder, el Procurador General del Estado que escogió en el 2009 el presidente Barack Hussein Obama, es esa expresión de odio que la trasunta cuando habla, cuando comenta, cuando decide, cuando mira a la gente con la que no concuerda. 
Acaso por ello él y Obama son almas gemelas. Son íntimos y tanto que recuerdan la intimidad de otra pareja demócrata, la de los hermanos John y Robert Kennedy. John, Pesidente, nombró Procurador o Fiscal General a Robert. Ambos tuvieron un fin trágico.
Ahora Holder ha sido enviado por Obama a Ferguson, Missouri, para hacerse cargo de un incidente que debió haberse ventilado exclusivamente con autoridades locales, sin la intervención federal. Allí un joven de 18 años,  de casi dos metros de estatura y 294 libras de peso, agredió a un policía el cual se defendió y lo mató.
El policía, de límpida trayectoria, es blanco y la víctima, negra. Antes del incidente, está registrado en video que asaltó a una tienda y robó una caja de cigarros, de un tipo que los adictos a la marihuana los adaptan para fumar la droga. En la autopsia se reveló rastros de esa yerba en la sangre.
Las dos autopsias (una de rigor, otra pedida por familiares de la víctima) indican que cuatro disparos llegaron al brazo derecho del joven y dos impactaron en la frente. Según testimonios coincidentes, Michael Brown, la víctima, avanzó hacia el policía para tratar de desarmarlo. Éste, según los procedimientos, disparó a los brazos (o piernas) para fenarlo.
Evidentemente, ello no bastó, pues el individuo siguió amenazante. En tales circunstancias, los gendarmes no están en capacidd de vacilar pues peligran sus propias vidas. No tienen cómo determinar si el agresor está o no armado y peor si se trata de una enorme masa de carne, como en el caso de Brown.
De todos modos, es usual que haya dudas sobre exceso en el uso de  la fuerza por parte de los policías. De allí que se instauren por lo menos unas 400 indagaciones anuales en el país para analizar casos en que se produzcan muertes o heridos. En la mayoría los agentes del orden quedan absueltos. 
Pero Ferguson es distinto. La víctima era un negro y quien lo mató es un blanco. En la Florida también un negro, Trayvon Martin, fue muerto por un hispano al que se creía inicialmente blanco y se armó similar escándalo. A la final George Zimmerman fue absuelto, al probarse que actuó en defensa propia. 
Al inicio de su administración, Obama también intervino infortunadamente en un incidente racial. La “víctima” negra era un profesor universitario, Henry Louis Gates que actuaba sospechosamente y que opuso resistencia al interrogatorio de protocolo de un policía. Fue arrestado y ello provocó la ira del Presidente.
El policía (blanco) actuó “estúpidamente”, dijo Obama en cadena nacional de radio y TV. Más tarde, cuando se comprobó que el agente tenía la razón y que ese calificativo le rebotaba, invitó a víctima y victimario a tomarse una cerveza en los jardines de la Casa Blanca. Era un gesto de reconciliación no sabe de qué ni entre quiénes.
Cuando Obama derrotó a la inderrotable Hillary Clinton en las primarias del partido demócrata para las elecciones presidenciales y cuando luego venció con facilidad a su opositor republicano John McCain, la gente pensó con alivio que las tensiones raciales disminuirían o desaparederían una vez llegado un negro (mulato) a la Casa Blanca.
Los que votaron por él, con más razón que los que lo reeligieron en el 2012 por radicalismo o negritud, lo hicieron por esa virtud casi misional del americano profundo: la esperanza de redimir de una vez por todas los rezagos del pecado de la esclavitud, que para terminarla necesitó de una crudelísima guerra civil.
Pero el estigma del racismo no se atenuó con el dueto Obama/Holder. Más bien ellos echaron combustible a la hoguera del odio y la división de clases por razones de raza e ingresos. Ninguno de los dos resultó discípulo de Martin Luther King Jr. quien predicaba olvidarnos de considerar al negro como ciudadano de segunda clase, al que se precisa  proteger como a un minusválido.
Sueño, dijo en su histórico discurso en Washington, que en las futuras generaciones se juzgará al ser humano no por el color de su piel sino por el mérito de sus cualidades. Cuando Obama y Holder acusan a los jueces y agentes del orden por el solo hecho de reprimir a un ciudadano negro, no están siguiendo a MLK. Están prejuzgando por el color de la piel.
Si el policía Darren Wilson actuó con excesivo rigor para causar la muerte de Brown, se debió establecer la investigación como manda la ley para casos parecidos. Ello se hizo imposible porque las turbas se amotinaron con el estímulo de los medios audiovisuales y la presión desde lo alto para que se aprese y castigue al agente Wilson, sin juicio previo.
La función Ejecutiva tiene la misión de cumplir y hacer cumplir la ley. La institución policial es, por ende, parte esencial del Ejecutivo. Presidente y gobernadores estatales tienen la obligación de respaldar la acción de sus agentes del orden, en ningún caso boicotearlos ni socavar su prestigio poniendo en duda su eficacia y honestidad.
Cuando Obama y su clon Holder hablan de uso excesivo de fuerza policial en Ferguson, están prejuzgando y desautorizando. Más cuando el gobernador Jay Nixon, demócrata, pide reemplazar a la Policía local con la de Patrullas y luego con la Guardia Nacional. Y peor cuando Holder decide, por orden de Obama, ir a Ferguson a hacerse cargo de la crisis.
Crisis provocada por la Casa Blanca. Bastaba que se respalde a la policía local en su resguardo del orden, que se inicie la investigación sobre la muerte de Brown y así los disturbios se habrían atenuado. Ahora se espera que un jurado decida un juicio especial a Wilson y Nixon se adelanta en amenazarlos diciendo que si no lo condenan, el caos será mayor.
Lo irónico de Obama y Holder es que ninguno tiene un ancestro de esclavos en los Estados Unidos. El padre de Obama nació en Kenya y su madre fue blanca de Kansas. A Obama se lo vincula con un padrastro indonesio de religión musulmana. Y los árabes fueron pertinaces traficantes de esclavos. A continuación unos apuntes acerca de la personalildad de Obama:


(Perfect
    Description of Obama


The
        O-man, Barack Hussein Obama, is an eloquently tailored empty suit. No
        resume, no accomplishments, no experience, no original ideas, no
        understanding of how the economy works, no understanding of how the
        world works, no balls, nothing but abstract, empty rhetoric devoid of
        real substance.

He
        has no real identity. He is half-white, which he rejects. The rest of
        him is mostly Arab, which he hides but is disclosed by his non-African
        Arabic surname and his Arabic first and middle names as a way to triply
        proclaim his Arabic parentage to people in Kenya . Only a small part of
        him is African Black from his Luo grandmother, which he pretends he is
        exclusively.

What
        he isn't, not a genetic drop of, is 'African-American,' the descendant
        of enslaved Africans brought to America chained in slave ships. He
        hasn't a single ancestor who was a slave. Instead, his Arab ancestors
        were slave owners. Slave-trading was the main Arab business in East
        Africa for centuries until the British ended it.

Let
        that sink in: Obama is not the descendant of slaves, he is the
        descendant of slave owners. Thus he makes the perfect Liberal
        Messiah.

It's
        something Hillary doesn't understand - how some complete neophyte came
        out of the blue and stole the Dem nomination from her. Obamamania is
        beyond politics and reason. It is a true religious cult, whose adherents
        reject Christianity yet still believe in Original Sin, transferring it
        from the evil of being human to the evil of being white.

Thus
        Obama has become the white liberals' Christ, offering absolution from
        the Sin of Being White. There is no reason or logic behind it, no faults
        or flaws of his can diminish it, no arguments Hillary could make of any
        kind can be effective against it. The absurdity of Hypocrisy Clothed In
        Human Flesh being their Savior is all the more cause for liberals to
        worship him: Credo quia absurdum, I believe it because it is
        absurd.

Remember
        you don't have to be on a southern plantation to be a slave, if you are
        dependent on government entitlements you just have a different slave
        owner.)
En cuanto a Eric Holder, si bien nació en el Bronx de Nueva York, su padre inmigró muy joven de Barbados; sus abuelos maternos también nacieron en la isla caribeña. La cual, como colonia británica, se deshizo del esclavismo a comienzos del siglo XIX, al bordear 1840. Está muy bien que uno y otro repudien al esclavismo. Pero es falso, como lo creen muchos, que sea porque sus antepasados lo sufrieron.
E irrita, sobre todo, que lejos de contribuir desde tan altos sitios del poder a subsanar los vestigios del racismo, exacerben el rencor, el resentimiento, la lucha de clases y las acusaciones falsas contra el supuesto predominio e injusticia de los blancos. La visita de Holder a Ferguson con 40 agentes del FBI parecería estar orientada a develar una tenebrosa conspiración para matar negros fraguada entre mercaderes blancos y policías blancos.
Mejor harían Obama y Holder en destinar esos esfuerzos a Chicago, tierra de Obama y a Detroit, o Washington DC, donde los negros matan a los negros y los negros matan a los blancos casi a diario, sin que esas noticias connmuevan a los medios, ni a los líderes demócratas o a los “reverendos” como Sharpton o Jackson, siempre a la caza de estos conflictros para medrar en provecho de su causa racista.
Hay negros magníficos de excepción que condenan a esta mayoría de negros sometida a la doctrina Obama de la sumisión. Ellos quisieran, como MLK, que se les considere no “afroamericanos” sino americanos a secas y que se les aprecie no por el color de la piel, sino por sus méritos. Les aterra que la cifra de 109 millones de ciudadanos de americanos que viven de la limosna estatal siga subiendo y prefieren que, como a todos, se les de iguales oportunidades para prosperar. 
Quisieran que todos los de su etnia sepan que ello es posible si se libran del complejo de inferioridad que se les ha imbuído. Uno de ellos es Jason L. Riles, que escribe con brillantez para The Wall Street Journal y que ocasionalmente se presenta en paneles del Canal Fox TV. Acaba de lanzar un libro con un título muy sugestivo: “Please Stop Helping Us” (Por favor, dejen de ayudarnos). El título lo dice todo.

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