Hillary Clinton vs Hillary Clinton. Ésta, que parecería ser una charada para párvulos o para estúpidos, está ocupando no obstante las primeras planas de los diarios y los espacios “prime time” de las emisoras de radio y TV en todo el país.
¿De qué se trata? Pues simplemente de que Hillary Clinton, la cónyuge del ex presidente demócrata Bill Clinton, aspira a llegar a la presidencia en las elecciones de noviembre del 2016 y que para ello está decidida a emplear cualquier recurso lícito o no, honesto o no.
La fecha está lejana, así como las primarias demócratas y no se vislumbra un rival de peligro dentro de su partido, pero ya se ha lanzado de lleno al ruedo para tratar de alcanzar su objetivo, que lo acaricia desde que casó con Bill en 1975 y mucho más como Primera Dama (1993/2001).
La campaña la inició con la promoción de un libro por el que recibió un adelanto de 7 millones de dólares de los editores. Las ventas han sido un fracaso y todavía se anuncian, en un esfuerzo de los inversionistas por recuperar aunque sea algo de lo invertido.
Las encuestas de opinión, de todos modos, le son favorables a Hillary y no únicamente entre los “liberals” (izquierdistas) y demócratas sino entre los independientes y algunos republicanos confundidos. Como en el caso del color de la piel de Obama, en Hillary parece influir en su favor su condición de mujer.
Pero como que no se halla muy segura y quiere reafirmar el respaldo del electorado. Observa que su jefe, Obama, cae cada vez más en la opinión de la gente y no solo por el pésimo manejo de los asuntos internos, sobre todo en el área económica por el alto desempleo y aumento de la pobreza, sino también por el caos en la política exterior.
No hay un solo punto en el globo en el cual Barack Hussein Obama pueda decir: he ahí mi obra, he ahí me herencia e influjo de paz por lo cual me siento orgulloso. En Irak, Gaza, Libia, Ucrania, Rusia, Siria, Venezuela, Centro América, en Nigeria, Somalia, Argentina, Brasil...en fin, en todo el orbe reina el caos y el desconcierto.
El extremismo musulmán gana terreno mediante el terror y solo Israel y Rusia parecen capaces de detenerlo. Obama prefiere encerrarse con su doctrina de “liderar desde atrás” en su lugar de descanso en Martha´s Vineyard y jugar al golf, al tiempo de insistir en que no dará respuesta militar a los ataques militares terroristas. (Una coincidencia: se celebra hoy la victoria militar sobre el Japón).
Su ministro de Defensa, Chuck Hagel, admitió ante sus soldados que el mundo está conmocionado por todas partes. Como resultado, no lo dijo, de que los Estados Unidos ha dejado de ser el líder del mundo libre. No porque ha surgido otra gran potencia rival, como en la guerra fría, sino por la sola decisión del actual inquilino de la Casa Blanca.
La política exterior, como en todo sistema republicano, la conduce el jefe del Ejecutivo, el cual traza estrategias, tácticas y planes de cuya aplicación se encarga el ministerio de Relaciones Exteriores, aquí llamado Departamento de Estado. En casos especificados por la Constitución, es necesario consultar al Congreso para determinadas políticas exteriores.
De modo que cuando Hillary Clinton, por ganar más votos entre los que se han desilusionado de Obama, pretende criticar a su exjefe por la conducta con Siria y el brote de Isis en ese país y ahora en el Irak, está criticándose a si misma. Ella fue la ejecutora de ese y otros planes para la zona.
Si tuvo objeciones para el plan en Siria, debió decirlo en el momento de discutirlo, no en la campaña. Si sus convicciones eran mayores que su apego al salario y al prestigio del cargo, debió renunciar o callar para siempre. No lo ha hecho, lo que comprueba su endeblez moral y ambición desmedida por la candidatura presidencial.
Cuando su cónyuge tuvo sexo oral con Mónica Lewinsky en la Oficina Oval de la Casa Blanca y luego mintió haberlo hecho bajo juramento, lo menos que Hillary tenía que haber hecho es divorciarse. No lo hizo, dejó a un lado la dignidad (pese a auto calificarse campeona del feminismo) porque ello habría equivalido a sepultar sus ambiciones políticas.
Estar pegada a su marido ha sido para ella la vía hacia sus victorias políticas. Cuando Primera Dama fracasó en promover el “obamacare” de entonces, pero luego ganó fácilmente la senaduría por el estado de Nueva York, siendo oriunda de Illinois. Luego pretendió la candidatura presidencial demócrata, pero le salió al paso un mulato, Obama.
Bill despreciaba y desprecia a Barack Hussein. En las primarias, dijo que él no tenía méritos ni para servirle una taza de café. En los debates entre Obama y su mujer, ambos se dijeron pestes. Pero los Clinton convinieron en que ella aceptara la Secretaria de Estado, porque así se mantendría presente en la opinión del pública, con miras a la presidencia del 2016.
Algunos “liberals” incorregibles, como columnistas, alaban el extraordinario talento y destreza política de Hillary al tratar de distanciarse en tiempo tan oportuno de Obama. Su giro hacia la centro derecha, dicen, es genial y ello le garantizará la victoria final. Pero quienes la conocen bien saben que Hillary está más a la izquierda no solo de Bill sino de Obama.
Como estudiante universitaria cayó seducida por Saul Alinsky y tanto que su tesis de grado versa sobre su doctrina. En ella se predica que los Estados Unidos es una nación en decadencia, corrupta, explotadora y a la que hay que transformar radicalmente en tránsito hacia un socialismo interventor y redentor. Otro de los célebres discípulos es, claro, Obama. Y también el terrorista Bill Ayers.
Noticia relevante de las últimas horas también ha sido que Hillary tendría anoche un encuentro con Obama en Martha´s Vineyard y que allí se darían un abrazo de reconciliación. Disparates de la prensa liviana. No necesitan de ningún abrazo. Uno y otro piensan igual. Si por alguna razón Hillary no se candidatizara, muy útil reemplazante pudiera ser Elizabeth Warren. Son todas piezas idénticas.
Los obamistas y hillaristas, es decir los demos y libs de este país, están con cualquier candidato lib que les impongan. En ellos ha desaparecido la tortura de pensar. Las piruetas de campaña de Hillary sobran. La prueba para este país (y el mundo) está en el otro lado del espectro, en el lado independiente y pensante que tiene que votar en noviembre próximo y en el 2016.
En los comicios de este año el partido republicano podría recuperar el control en el Senado y reafirmarlo en la Cámara de Representantes. Solo así se iniciaría un proceso de recuperación de la institucionalidad democrática del país, resquebrajada lastimosamente con Obama, hasta retomar la Casa Blanca en el 2016. La alternativa son las tinieblas.
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