El juez federal de Texas, Andrew Hanen, declaró que la decisión de Obama de conceder amnistía a más de cinco millones de indocumentados es inconstitucional y con ello infligió acaso el más severo golpe contra los excesos de poder del gobernante.
El juez se basó en los argumentos que manejó el propio Obama en 22 oportunidades para oponerse a la presión ejercida por los inmigrantes que no se habían ceñido a las leyes para ingresar a los Estados Unidos. Y también a la demanda en contra de la medida presentada por 26 de los 50 Estados.
Obama recurrió a un Decreto Ejecutivo para dictar la amnistía, cansado según dijo de esperar que el Congreso apruebe las enmiendas que él y los demócratas querían para la Ley de Inmigración. La Constitución descarta que una de las tres ramas de poder decida unilaterlamente un asunto en discusión, pues promueve el consenso.
La impaciencia del Presidente se explica porque busca que los inmigrantes ilegales que trata de legalizar atropelladamente por la fuerza, voten por la causa liberal/demócrata. Su idea es multiplicar los votos abriendo las fronteras como ya lo ha hecho y facilitando la entrega a los mayores de 18 años de licencias de manejo (incluso antes de la amnistía), con las cuales puedan votar.
El fallo del juez entierra ese sueño demócrata, pues las apelaciones que se han interpuesto, o serán desechadas automáticamente o tardarán más de dos años del gobierno de Obama en resolverse. Como alguien dijo, la decisión es irreversible, como leche derramada o el genio que se escapa de la lámpara de Aladino.
El recurso que les queda a los liberal/demócratas es maldecir al GOP, esto es a los republicanos, acusándolos como enemigos de los inmigrantes. Lo cual no es verdad. La oposición a Obama proviene no solo del GOP, sino de demócratas y de muchos hispanos e inmigrantes de otros orígenes. Lo que repudian es la amnistía, por ser un premio a la ilegalidad.
Uno de los campeones de la amnistía es Jorge Ramos, el mexicano de la TV hispana a quien consideran aquí el nuevo Walter Cronkite (el otrora estrella de la NBC que mintió sobre Vietnam y movilizó la opinión pública en contra de la guerra hasta la derrota). Ramos anuncia una venganza contra el juez de Texas: todos los hispanos votarán (votaremos) contra el GOP, amenazó.
No debería estar tan seguro. La mayoría de inmigrantes, incluso hispanos, que disiente con Obama, está aquí por los canales legales y ha obtenido la ciudadanía siguiendo el debido proceso. Les repugna que Obama y Ramos, el primero por razones políticas y el segundo por causas no difíciles de desentrañar, traten de imponer su criterio rompiendo la ley.
Los cinco y más millones de inmigrantes que se encuentran aquí violaron la ley. No les asiste derecho alguno a la ventaja de un perdón. Lo viable es un proceso de rectificación de su situación, que es lo que se estaba discutiendo en el Congreso y para ello se requiere del acuerdo de las partes, no la imposición de la Casa Blanca y sus seguidores.
Los inmigrantes abandonaron sus países porque la situación en la que vivían no era óptima. Y no lo era por el desajuste social y político en que se desenvuelven las naciones del tercer mundo, con pocas o ninguna excepción. El denominador común que caracteriza a ese subdesarrollo del cual han escapado, es el irrespeto de la ley.
Si han resuelto huir del fantasma de la ilegalidad que les tenía condenados a la pobreza y falta de libertades ¿por qué darles la bienvenida con el perdón por haber qubrantado la ley al ingresar, como lo quieren Obama y Ramos? El GOP y los inmigrantes y descendientes de inmigrantes no temen ni son enemigos de la inmigración, sino de los transgresores de la ley. Este país, en contraste con los del tercer mundo, ha llegado a ser lo que es hasta convertirse en imán para ellos, porque desde su fundación se inspiró en el respeto a la Constitución y las leyes.
Obama lo sabía al decir que no puede legislar en materia de inmigración, pero por motivaciones políticas se desdijo, pese al repudio de los votantes en las elecciones del pasado noviembre y de los gobernadores de 26 de los 50 Estados de la Nación. Si Obama fuese respetuoso de los mandatos democráticamente así expresados, se habría corregido. No ha sido así, pero ahora tendrá que hacerlo por orden de un juez federal.
Ojalá sea éste el primer paso para el desmantelamiento del mito Obama, que tanto daño ha hecho al país. Está pendiente el Obamacare. El inmediato tendría que ser el relativo a su pertinaz defensa del Islam. Mueren cristianos calcinados, crucificados, degollados pero él insiste en llamarlos de cualquier manera menos como lo que son, terroristas y asesinos que actúan a nombre del Islam.
Poco a poco, aunque tímidamente, comienzan ciertos líderes a decirle a Obama lo que es: musulmán disfrazado. Así se expresó Frank Graham, el hijo de Billy Graham (que aún vive) y que llegó a una posición entre los protestantes equivalente en poder espiritual a la del Papa. Nació, creció y se educó con el Islam, dijo de Obama y eso explica su postura en los conflictivos momentos actuales.
Un sacerdote católico, Gerald Murray, obisbo de Nueva York, no tuvo empacho en aplaudir al gobernante egipcio y al rey de Jordania por recurrir a la fuerza militar para atacar a los musulmanes del Isis/Isil. A propósito de ello dijo que “pagamos a nuestros militares para que nos defiendan del enemigo, no para que permanezcan en sus cuarteles...”(mientras Obama recurre a los drones y al Internet, habría que añadir).
La portavoz del Departamento de Estado, Marie Harf, graduada en la Universidad de Virginia en Relaciones Internacionales, tuvo el desparpajo de revelar la “estrategia de guerra” de su jefe en la Casa Blanca. No vamos a matar a los terroristas de uno en uno, dijo, porque así no conseguiremos nada. El problema de sus acciones, agregó, es la falta de empleo.
Tal monstruosidad ha sido motivo de mofa en todos los tonos. No ha dejado de reecordarse, eso si, que el padre de Osama Bin Laden (tuvo docenas de hijos con sus múltiples mujeres en su harén de Arabia Saudita) era tan, pero tan pobre, que su fortuna alcanzaba “apenas” a unos 5.000 millones de dólares. Se comentó que en Isis/Isil no hay desempleo: todos están ocupados matando infieles.
En su programa nocturno de FoxTV, Bill O´Really entrevistó al obispo católico y al pastor protestante Robert Jeffress. Faltó un judío, pero del diálogo a Bill se le ocurrió una brillante idea. Que judíos, cristianos y seculares dirijan una comunicación a Obama instándole a que es hora ya de que (“deje de jugar golf y”) defienda a los Estados Unidos del enemigo musulmán. Idea brillante ¿verdad?
La de recordarle al Presidente que en el país rige una Constitución y que entre sus principales mandatos figura garantizar la seguridad de la nación. No lo ha hecho Obama, no lo hará. Su proyecto de “guerra” presentado al Congreso va camino del archivo. Tiene que surgir algún acontecimiento de magnitud como lo del juez de Texas para obligarle a que cambie.
En cuyo caso deberían intervenir los militares. No para dar un golpe como en el tercer mundo, pero si para ingeniarse alguna maniobra dentro de la ley para recuperar la responsabilidad que el pueblo ha depositado en ellos, por mandato constitucional. Faltan aún dos años del desgobierno de Obama y en ese lapso puede sobrevenir cualquier catástrofe.
Quién sabe si de dimensiones apocalípticas sobre todo si Irán logra culminar con sus proyectos nucleares protegido por el actual Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos de América. ¿Persistirá la indiferencia de los militares, aún si el panorama se torna más y más sombrío? Si eso ocurre es porque West Point y Annapolis se han degenerado tanto como la academia, que gradúa estudiantes de tanta perspicacia como la actual portavoz del Departamento de Estado.
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