Wednesday, February 25, 2015

LA MINORÍA DOMINANTE


Se supone que en una democracia prevalece el criterio de la mayoría. Pero en la democracia de los Estados Unidos, la más estable de la historia,  tal suposición se está debilitando aceleradamente bajo el régimen de Obama. 
Los ejemplos abundan. En la mayoría de los 50 Estados el pueblo ha votado repetidamente en contra del aborto y el matrimonio homosexual y el pronunciamiento ha sido ratificado por las legislaturas estatales. Sin embargo, los jueces federales lo han declarado inconstitucional.
El presidente Obama sabía de ello con anticipación, pero en la campaña presidencial del 2008 mintió y dijo que defendía el matrimonio tradicional entre un hombre y una mujer, para ganar votos. Una vez electo, aclaró su posición y acaba de nombrar un embajador para que defienda la causa de homosexuales y lesbianas a escala mundial.
El Congreso aprobó ayer la construcción del oleoducto Keystone que uniría Canadá con el Golfo de México para bombear crudo, creando mano de obra y reduciendo la importación petrolera. Obama objetó la decisión bipartidista. Según las encuestas, desde que se anunció el proyecto al inicio de este régimen, el 75% de la población lo ha apoyado.
También desde que el actual presidente anunció su intención de lanzar una ley de control estatal de la salud, el 65% de los encuestados se ha pronunciado en contra, antes y después de que se convirtiera en ley hace dos años. El malestar por esa ley, que aún no se complementa, fue factor clave para la victoria de la oposición en los comicios de noviembre pasado.
La mayoría de la población ve atónita, según lo denotan las encuestas, la negativa del Presidente a frenar el avance del radicalismo islámico en el Medio Oriente y otras regiones. Peor aún, no entiende cómo él y sus altos funcionarios esquivan preguntas relacionadas con el Islam como motivación para los actos de terror del Isis/Isil y grupos afines.
La película The American Sniper (Francotirador, en español) cautivó a los norteamericanos y rompió todos los récords de taquilla. Sin embargo, en Hollywood, los jueces que comparten la visión de la minoría incrustada en la Casa Blanca no le otorgaron ningún Oscar. Quizás porque se trataba de un homenaje a un héroe de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos.
La mayoría en este país cree en los valores judeocristianos inspiradores de la Declaración de la Independencia y la Constitución de este país y cree que ellos sustentan la grandeza y excepcionalidad de esta nación. Obama y sus seguidores no comparten tal criterio.  Estiman que este país es como cualquier otro, que nada especial le distingue y que ha cometido errores que Obama se ha apresurado en pedir perdón.
La prioridad de Obama es defender el Islam, que dice ha sido tan trascendente en la cultura de esta nación como el cristianismo, aserto que no resiste el menor análisis. Paralelamente, ha dicho al comenzar su gobierno que su deseo fundamental es “transformar” de raíz a este país.
El modelo que se ha ido trasluciendo de sus palabras y hechos es reflejo de las enseñanzas marxistas recibidas en su juvenud. La meta es asumir el mayor control gubernamental del poder, que debería equilibrarse según la Constitución con las otras dos ramas, la legislativa y judicial.
Cada vez Obama es más autoritario e impone su criterio por sobre el de la mayoría de la población, expresada en las urnas y encuestas. Lo hace con petulancia. Durante cinco años desoyó el pedido de los abogados de los ilegales en favor de la amnistía, aduciendo que está impedido de hacerlo porque ello es privativo del Congreso, por mandato constitucional.
Lo dijo en 22 oportunidades. No le importó y en noviembre pasado dictó un Decreto Ejecutivo para otorgar aministía a más de 5 millones de ilegales. El caso está hoy en manos de la Cámara de Representantes, pues el Senado se negó a frenar el acto inconstitucional de Obama y devolvió el proyecto redactado en tal sentido a la Cámara Baja.
La disputa carecería de sentido si Obama respetase la Constitución, pues un juez federal en Texas acaba de detener el Decreto Ejecutivo de Amnistía por inconstitucional. Así lo consideraban y consideran 26 de 50 estados de la nación, cuyos gobernadores se rehusan a aceptar la arbitrariedad del Ejecutivo. ¿26 de 50 no es mayoría?
Los republicanos, que ahora controlan las dos cámaras, están temerosos de responder al mandato popular de los comicios de noviembre. Sería desastroso que capitulen. La mayoría, incluídos millones de inmigrantes naturalizados, respalda la inmigración, pero por la vía legal. Y se percata que a Obama le mueve no la compasión, sino su interés político.
Quiere a toda costa atraer a los ilegales al rebaño demócrata. Una vez que los legaliza, les concede permisos de trabaja, seguro social y licencias de manejo y con estos documentos, pueden votar “demócrata”. Como experto “community organizer” (agitador social), Obama tiene preparados ya los equipos para reclutar y adoctrinar a los nuevos afiliados.
No solo los latinos están en la mira de Obama. Están sobre todo los árabes de Siria, Libia, Irak, Afganistán, Líbano, Yemén y otros países que son fuentes de adiestramiento y difusión del terrorismo. Ese terrorismo que según Obama no es “ni musulmán ni radical”. El número de inmigrantes de ese origen duplica el de latinoamericanos.
Algún día saldrá a la luz el verdadero plan siniestro de Obama en éste y otros menesteres. En este enlace o link se advierte cómo no es nueva la consigna dada a los funcionarios de no ligar al Islam con el terrorismo. La orden parece haber sido dictada el mismo primer día en que Obama asumió el mando, el 20 de enero del 2009.
La incógnita que sobrecoge y espanta es el silencio de los medios y, peor   aún, el lúgubre silencio de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos.

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