Thursday, February 12, 2015

DEATH TO AMERICA!


Muerte a los Estados Unidos! Es la imagen de los terroristas musulmanes de Yemén, con los fusiles ametralladoras en alto que las televisoras repiten constantemente en las últimas horas, al anunciar que ha habido una nueva derrota facilitada al Islam por el gobierno de Barack Hussein Obama. 
Las imágenes son más humillantes al saberse que el Departamento de Estado obligó a los marines que custodiaban la embajada en ese país a entregar sus armas a los rebeldes, antes de fugar en una nave militar. “Si, pero se les pidió que antes destruyan las armas”, confirmó la oficina.
Inevitable recordar la estampida de Saigón, cuando las fuerzas militares de los Estados Unidos se vieron forzadas a rendirse ante el Vietcong por presiones puramente políticas. Es la situación de Yemén, que hace un año Obama presentaba como un orgulloso ejemplo de su manejo diplomático frente al avance islámico.
Si se observa un mapa de la península arábica se verá cómo Irán expande su influjo por la zona. Yemén probablemente será armada con cohetería y  piezas de alto poder letal suministradas por Irán, que pronto contará con un arsenal nuclear avalado por Obama. Irak, Siria, Afganistán y otros países del área paulatinamente seguirán cayendo bajo el influjo iraní. 
Lo extremo que se le puede exigir a un marine es que entregue sus armas. Equivale a una rendición. Es lo que acaba de ordenar no el Pentágono o un oficial en el campo de batalla, sino un funcionario del Departamento de Estado. Constituye una interferencia obstructora del mandato que los soldados norteamericanos reciben para defenderse ante amenazas como  el “Death to America!” que lanza una horda terrorista.
Lo mismo ocurrió en Benghazi, cuando la defensa fracasó para evitar el asesinato del embajador en Libia y otros tres funcionarios, debido a la interferencia de la Secretaria de Estado Hillary Clinton, que hoy aspira a la presidencia por el partido demócrata. La embajada se cerró. Como en Siria y en Irán en 1979 cuando el demócrata Jimmy Carter fue impotente para impedir el  secuestro de 52 diplomáticos.
Ellos permanecieron en cautiverio 444 días, hasta la posesión del republicano Ronald Reagan. La embajada sigue cerrada porque el régimen teocrático es el mayor auspiciador y financista del terrorismo a nivel mundial y hoy está en proceso de desarrollar un arsenal nuclear, contra todas las prohibiciones de las Naciones Unidas.
Obama sigue empeñado en bloquear medidas que impidan que prospere ese armamentismo nuclear, con el cual aniquilaría a Israel y pondría en peligro la seguridad de Estados Unidos y de Occidente. Irán no oculta que su número de cohetes intra y transcontinentales es cada vez mayor. Nadie ignora qué destino y qué carga tendrían esos misiles una vez lanzados al espacio.
El mismo día (ayer) en que se anunciaba la vergonzosa caída de Yemén y la fuga de las tropas de defensa de la embajada en Sana´a, Obama se dirigía al Congreso solicitando que se le autorice lanzar una guerra al Isis/Isil y los fondos respectivos. Ni los demócratas lo respaldan. Su pedido está cuajado de hipocresía, circunloquios, imprecisiones y todo menos una estrategia que permita a los legisladores tomar una decisión.
Si el Congreso declara la guerra al Isil, Obama puede manejarla con plena autonomía, pues la Constitución le faculta para ello. De ahí el peligro de la vaguedad de su pedido en cuanto a objetivos, definición del enemigo, estrategia, delimitación de áreas geográficas, extensión de la autorización y más detalles clave. 
La imprecisión de Obama se explica porque nunca ha identificado al enemigo como al radicalismo musulmán. Ahora califica como tal al Idis/Isil por presión política. Hace un año para él eran un grupo de novatos que se tomaban el nombre de Alá en vano. Al igual que los asesinos de la revista Charlie Hebdo de Paris, el capitán de Fort Hood de Texas que mató a 13 de sus compañeros de armas y  la horda de Benghazi.
Cada vez es más evidente que Obama es un musulmán camuflado, que aparenta ser cristiano para proteger al Islam desde la Casa Blanca. Lo demostró sin rodeos en el Desayuno para la Oración en Washington, evento que organizan anualmente los cristianos con presencia de los Presidentes. En lugar de disimular su yo, aprovechó la oportunidad para insultarlos con citas antihistóricas.
Pretendió colocar en el mismo nivel moral y de crueldad a los jihadistas del Isis/Isil y más movimientos terroristas del Islam, con las Cruzadas y la Inquisición. Las Cruzadas fueron guerras de resistencia a la agresión de los árabes, en tanto que los herejes muertos por la Inquisición fueron víctimas de seculares, no de la Iglesia. En todo caso ¿qué guerra no genera muerte y destrucción?
Obama y sus partidarios demócratas y no demócratas se vanaglorian de ser “pacifistas”, esto es, de preferir la diplomacia a la guerra. En su campaña del 2008 prometió acabar con las guerras de Irak y Afganistán y dentro de esa óptica, cerrar la prisión de Guantánamo con prisioneros de guerra. En sus seis años de gobierno, ha tratado por todos los medios de cumplir sus promesas. 
En contraste, petenden hacer aparecer a los opositores republicanos como “warmongers” o seres sedientos de guerra. Es una visión errada. No por detestar la guerra las guerras dejarán de existir. La agresión, que en suma es transgredir el orden y la ley comunmente aceptados, va con  lo humano. Lo ideal sería una vida sin guerras, en perpetua paz y armonía.
Pero es una utopía inalcanzable. Como es utópico tratar de zanjar todas las discrepancias y quiebras del orden y las leyes con la aplicación de la mágica diplomacia obamista. Ninguna diplomacia ha sido válida sin el respaldo de la fuerza. Ninguna ley, dentro de cualquier sociedad,  puede cumplirse sin mecanismos de respaldo para hacerla cumplir.
La doctrina Obama lo está comprobando. A menos de que su propósito sea favorecer la expansión del Islam, si quería por lo contrario “degradarlo” hasta “minimizarlo” y en último término “anularlo” mediante el diálogo y la diplomacia, esa doctrina ha fracasado. El Islam dispone ya del primer Califato del siglo XXI con el Isis/IIis en Siria e Irak y el Pentágono acaba de anunciar que 20.000 nuevos militantes se han sumado a los 40.000 ya existentes.
El Isis ha contaminado la península arábiga, ha llegado a Libia y más naciones de Noráfrica y a Nigeria donde son inenarrables las atrocidades de los terroristas contra cristianos, niñas y niños. Si el líder de la primera potencia de Occidente se niega a identificar por su nombre a su principal enemigo ¿qué clase de guerra y contra quiénes quiere empenderla?

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