Dos asesinos musulmanes armados con ametralladoras AK47, las más mortíferas del mercado, llegaron sin que nadie lo notara a un auditorio en la ciudad de Garland, cercana a Dallas, Texas y habrían causado una carnicería si un policía no los liquida a tiempo con su revólver.
El hecho debería haber sucitado un escándalo mayúsculo en los medios de comunicación, máxime al confirmarse que el crimen estuvo inspirado por el ISIL/ISIS (Estado Musulmán que se está esparciendo por el Oriente Medio) y cuyo objetivo era masacrar a quienes habían acudido allí a sumarse a un acto de respaldo a la libertad de expresión.
En ese mismo local de Garland, meses atrás, se había autorizado a los musulmanes a que tengan una conferencia para condenar la islamofobia, a raíz de la reacción producida por el asesinato a los caricaturistas de la revista Charlie Hebdo de París. Los conferenciantes propusieron que en Estados Unidos se dicte una ley para prohibir que se ofenda al Islam.
Quienes organizaron la conferencia de Texas querían explicar que tales prohibiciones a la libre expresión no están permitidas por la Constitución de este país. Promovieron charlas y un concurso de caricaturas sobre el tema y uno de sus invitados fue Geert Wlders, el holandés condenado a muerte por el Islam debido a sus críticas a esta religión.
Aún cuando la cita se celebró en un local cerrado y con asistencia de solo unas 200 o 300 personas, la organizadora Pamela Geller fue precavida debido a los antecedentes de esta gente sin escrúpulos. Buscó seguridad, pero con recursos de la institución, unos 50.000 dólares según dijo. Soldados con todos los pertrechos antiterroristas vigilaban el evento.
Pero fue un policía de tránsito fuera de servicio el que escuchó un disparo de los terroristas al herir (no de muerte) a un vigilante desarmado y acudió prestamente. Usó su revólver de reglamento y liquidó a los dos. Luego acudieron refuerzos y el vehículo en que los dos llegaron, quedó en custodia.
Es una hazaña no suficientemente destacada y elogiada. Porque si los asesinos avanzaban hasta el interior del auditorio y descargaban sus armas automáticas, habría habido decenas de muertos, muchos más que en Ferguson o Baltimore, que han ocupado a los medios por semanas y meses.
Lo que ha ocurrido, en contraste, es un desvío del enfoque del suceso para intentar opacar la culpabilidad de los asesinos, acusando de estúpidos y provocadores a quienes idearon el acto de reafirmación del derecho a la libertad de expresión. Lo penoso es que entre tales acusadores figuran “mitos” de una TV que se precia de independiente, como Bill O´Reilly de FoxNews.
Afortunadamente en el mismo canal lo rebatió Megyn Kelly, respaldada por un “scholar” de la Universidad de California. No hay nada provocativo ni estúpido en expresar lo que uno piensa acerca de cualquier asunto, se dijo. La Corte Suprema lo ha ratificado, incluso cuando la gente abuchea en los funerales de los soldados caídos en la guerra, o cuando queman banderas, o las acciones no violentas del Ku Klux Klan.
Lo que los islámicos hacen (y no ahora sino siempre), es matar a quienes no profesan su fé o no la profesan como ellos. Los árabes y los cristianos convivían en paz en Jerusalén. Fue en el año 600 con Mahoma y un Islam forjado a sangre y fuego que comenzaron los conflictos. Cuando los peregrinos estaban en peligro de muerte si visitaban a Jerusalén, en el siglo XI el Papa Urbano II pidió ayuda para protegerlos, momento en que surgieron las Cruzadas.
O´Reilly y todos los demás complacientes, sean o no periodistas, pueden opinar lo que quieran sobre cómo tratar al Islam y al Corán. Pero eso no impide que alguien tenga el derecho a discrepar y hacer caricaturas, pronunciar discursos y escribir artículos y libros sobre el tema y en el tono que le plazca. ¿No lo dijo hace tiempos Voltaire? ¿No estoy de acuerdo con lo que dices, pero daría mi vida por defender el derecho a que lo digas?
El propósito de Geller no era como han insinuado, derrotar o debilitar al Islam, menos al islamismo radical. A éste se lo derrota militarmente, en los campos de batalla, algo a lo que Obama se niega sistemáticamente. El único objetivo de Geller era advertir a los musulmanes que aquí en los Estados Unidos no habrá ley Shariah y que la Primera Enmienda seguirá en vigencia pese a Obama e indecisos como O´Reilly.
Lo de fondo con lo sucedido en Texas no es la “provocación” de Geller. Es el atentado y la comprobación de que el terrorismo del islamismo radical, que degüella a infieles y rapta y viola ante las cámaras de TV, está ya en suelo norteamericano, según propia confesión. Y que el presidente Obama se niega a reconocerlo para tomar las decisiones apropiadas.
Mientras tanto, Pamela Geller ya ha sido amenazada de muerte, igual que lo ha sido en Holanda Wilders. Éste viaja acompañado de agentes de seguridad holandesa, pero Pamela no ha recibido ninguna llamada ni de la CIA ni del FBI. Se ignora si habrá agentes en los anunciados funerales de uno de los dos asesinos, en una mezquita de Kansas. ¿Hasta cuándo la gente se ciega ante la evidencia pro musulmana de Obama? ¿Y las FF.AA.?
Hay quienes pretenden incluir críticas al Islam dentro de la figura de las “expresiones de odio” (hate speech), susceptibles de prohibición y castigo. Pero esa figura no existe en la Constitución. Y no la puede expedir la Corte Suprema porque la Constitución le prohibe legislar. La única rama con capacidad para hacerlo es el Congreso, de ahí que se la conozca como “Legislatura”.
La realidad es que el Congreso ha ido cediendo paulatinamente su poder a las dos ramas, desde hace uno 70 años según los estudiosos. En ninguna parte de la Constitución se autoriza matar legalmente a los nonatos, pero desde 1973 la Corte decidió que si se podía. Tampoco nada hay en su texto que hable de “derechos civiles” para el matrimonio homosexual. Pero el próximo mes es probable que legisle en tal sentido.
Del mismo modo la Constitución es clarísima en su texto original y en el añadido de los 10 Derechos Civiles, al referirse a la expresión del pensamiento: es libre y punto. En ningún acápite dice, “pero no debe ser odioso”, porque puede serlo para unos si, pero para otros no.
Que sea incómoda la democracia para los musulmanes, se entiende, o para los que viven o añoran regímenes autócratas. ¿Pero para los norteamericanos y norteamericanos que confiesan no ser obamistas? Es difícil creerlo, debe tratarse de una aberración, ojalá que temporal. ¿O será miedo a Obama y al Islam?
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