Barack Hussein Obama ha confirmado a los líderes demócratas del Congreso que en sus últimos dos años de gobierno continuará en la “ofensiva”, sin importarle que la opinión pública le sea adversa ni que las dos cámaras legislativas hayan pasado a control de los republicanos tras su aplastante derrota electoral de noviembre pasado.
No solo la oposición y el Congreso le importan un bledo a Obama. En seis años de gobierno ha dado muestras de su total desapego a la Constitución, a las leyes y a la cultura y tradiciones de este país. Nunca como ahora una potencia de la envergadura de Estados Unidos está siendo carcomida desde adentro, no por un enemigo externo.
Las Fuerzas Armadas, según estadísticas oficiales, están pasando por su peor crisis de desconfianza en el comandante en jefe. Que fue el que declaró el retiro de tropas de Irak y Afganistán, aceptando una derrota militar y el fortalecimiento del enemigo árabe/musulmán, que el 9/11 causó en Estados Unidos más muertes que el Japón en 1941 en Pearl Harbor.
Obama persiste en no asociar el Islam con el terrorismo áabe, pese a las evidencias en contrario. Resolvió no viajar a París para sumarse a otros mandatarios en una marcha de repudio a la tragedia de la revista satírica en que murieron 10 periodistas y otras 7 personas, porque no concordaba con la causa que motivaba el gran encuentro.
Desde Yemén se anunció que el acto terrorista fue fraguado y financiado allí. La respuesta de Obama a esa confirmación fue ordenar la libertad de otros cinco asesinos (algunos yemenitas) de Guantánamo. No les pagó pasaje y viáticos a Yemén, pero si a Estonia desde donde no les será difícil movilizarse a cualquier sitio clave de Europa, para reasumir sus funciones terroristas contra Occidente. Se reencontrarán con ex-huéspedes que Obama liberó anteriormente de la celda caribeña.
Entre los cuales figurarán los cinco encarcelados por alta peligrosidad que el presidente intercambió con el soldado norteamericano que desertó en Afganistán. Obama se ha propuesto liberar a todos antes de entregar el poder en el 2017. Arguye que aún no se los ha juzgado, lo que a su juicio es injusto. Olvida que no son delincuentes comunes sino prisioneros de guerra y que la guerra no ha terminado.
Él piensa diferente, sin embargo. Con la muerte de Osama Bin Laden en el 2011 tomó los micrófonos para anunciar que Al Qaeda y el terrorismo musulmán eran ya historia. Sabía que era mentira, pero la dijo para ganar la reelección en el 2012. El terrorismo, claro está, se hallaba en plena actividad y originó la masacre de Benghazi con la muerte del embajador. Urdió más mentiras, porque las elecciones estaban ad-portas. Y las ganó.
Los juristas sostienen que Obama no viola la ley en el caso Guantánamo, pues el Ejecutivo está facultado para ello, como George W Bush lo estuvo para crear la prisión. Aducen que tampoco existe una declaración formal de guerra, como la hubo con FDR en 1941, tras el ataque japonés a Pearl Harbor. No obstante, la cultura política de esta nación tiene otra lectura.
El terrorismo radical islámico tiene declarada la guerra a Estados Unidos y Occidente aún antes del 9/11. Pero fue a partir de esta fecha que el país y sus instituciones se unificaron para luchar hasta la victoria. Si no ha habido la declaratoria formal que se reclama, este sería el momento para que el nuevo Congreso la proclame, sobre todo para bloquear las ambigüedades arteras de Obama.
Si Estados Unidos está en guerra contra el terrorismo y lo está porque el terrorismo sigue en el ataque, entonces no se justifica que Obama haya fumadola pipa de la paz con Fidel Castro, aún si tiene al Papa Francisco consigo. Cuba sigue siendo un Estado terrorista. Y sigue bajo embargo y el embargo no puede ser levantado por el Ejecutivo sino por el Congreso. La reanudación de relaciones diplomáticas, la liberación del comercio y de viajes no puede darla Obama, porque eso es parte del embargo.
Igual sucede con la inmigración. Obama, sus pares de América Latina y el Papa Francisco pueden estar muy de acuerdo con la aministía a cinco o más millones de ilegales, pero ello es inconstitucional. Solo el Congreso está facultado para revisar las leyes inmigratorias y si hay lentitud en el proceso, nadie lo puede acelar quebrando la Constitución.
En los asuntos internos, Obama seguirá haciendo uso abusivo de los decretos ejecutivos para gobernar y legislar a su antojo, con prescindencia del Congreso. Lo hará escudado en la ley, pues muchas de sus acciones se basan en poderes gradualmente cedidos por el Congreso a lo largo de las últimas décadas en favor del Ejecutivo. El manejo administrativo se ha tornado cada vez más complejo y de ahí el surgimiento de tantas agencias autorizadas para actuar con autonomía.
Se han contabilizado unas 2.000 agencias y 7.000 regulaciones que deciden cómo han de vivir, comer, sanar, vestir, morir más de 300 millones de habitantes de este país. Las agencias de alimentos, del aire, del agua, del medio ambiente, de los gases, de los libros, de los empaques, de las calorías, de los pastos, de los autos, de los pájaros, los desagües.
En fin, de todo lo imaginable. Son regulaciones virtualmente inapelables y respecto a las cuales puede exculparse el propio Presidente. No obstante es un peligro creciente de disolución del sistema democrático tradicional, sobre todo si al frente del Ejecutivo está alguien que quiere destruirlo, como es el caso de Obama.
El tema se lo analizó en parte en un Blog del pasado noviembre, que se lo transcribe parcialmente a continuación:
De otro lado, es un hecho que el Ejecutivo, especialmente con Obama, va adquiriendo poderes cada vez mayores que no se sabe cómo frenar. No ha sido un proceso súbito, nacido con el actual mandatario, aunque con él si se ha acentuado. Sus raíces se remontan a comienzos del siglo pasado e involucran a un apellido célebre en esta nación, Roosevelt.
Theodore Roosevelt, republicano y Franklin D Roosevelt, demócrata, son en niveles distintos los impulsores de que el Congreso vaya cediendo paulatinamente poderes a la función ejecutiva. Anterior a FDR está, por supuesto, Woodrow Wilson y su teoría del progresismo, vigente hasta la fecha en el partido demócrata.
Los académicos analizan que las tres funciones o poderes del gobierno (Estado) Ejecutivo, Judicial y Legislativo, que se contrapesan entre sí según la Constitución de los Estados Unidos, recientemente están siendo rezagadas o disminuídas por una cuarta función insospechada: la burocracia de las Agencias Reguladoras Independientes.
Hasta la fecha hay 2.000 agencias con capacidad para dictar regulaciones, ejecutarlas y sancionar a quienes las incumplan. Sus dictados, con atribuciones que la Constitución dividía en tres funciones independientes de mutuo control, son además inapelables. Los estudiosos dicen que tales agencias han dictado 7.000 regulaciones hasta hoy.
Las agencias no han surgido por generación espontánea. Han florecido por delegación de poder del Congreso. Allí figuran las agencias para el medio ambiente, el medicare, obamacare, de educación, inmigración y todas las derivaciones y ramificaciones imaginables. Obama puede argüir acaso con razón que no es él quien crea impuestos al carbono, sino la EPA autorizada por el Congreso.
El partido republicano de oposición GOP, que acaba de obtener mayoría en el Senado y que fortaleció la que tenía en la Cámara de Representantes, no sabe cómo combatir a Obama, que seguirá en el poder dos años más. Ha quebrado la Constitución al legislar para dar la amnistía a cinco millones de ilegales, en el caso IRS, Benghazi, Fast and Furious, nombramiento de zares por ministros, la guerra en Siria.
Sigue legislando o modificando leyes con decretos ejecutivos o a través de las agencias reguladoras independientes. Serían causas para la interpelación y destitución, pero ello se descarta por impráctico desde el punto de visto político. El congelamiento de fondos para sus proyectos es también arma de dos filos, por la reacción adversa que podría acarrear.
John Boehener, el jefe de la Cámara de Representantes, llama a la cordura a sus coideaerios republicanos, para evitar medidas extremas. Mientras se devanan los sesos ¿qué hacer para detener el avance de ese cuarto poder fantasma que se ha infilitrado por todos los poros de la sociedad norteamericana y que amenaza con regularlo todo, hasta cómo respirar y cómo pensar en el Internet?
Un académico de la universidad (es la universidad Hillsdale College que ofrece cursos gratuitos on lline en inglés) dice que quizás lo que podría hacer el Congreso para comenzar a recuperar su poder perdido es disponer que las regulaciones de las Agencias no se conviertan en leyes, sin antes ser examinadas y autorizadas por la Legislatura. Pero tal consejo equivaldría al de tratar de volver a llenar un frasco con leche derramada.
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