El asalto terrorista esta mañana a la sala de redacción de una revista satírica en París, que mató a cuatro de sus caricaturistas y a otras ocho personas, entre ellas dos gendarmes, no deja dudas acerca del desafío que hoy existe en Occidente: o se aniquila al terrorismo musulmán o ellos terminarán por imponerse.
No hay términos medios posibles. No solo el presidentre Barack Hussein Obama es culpable de la expansión del terrorismo en el mundo. Lo es también en parte George W Bush, por dejar inconclusa la guerra contra el terror en Afganistán y en Irak. Si bien los regímenes en ambos países fueron derrocados, quedaron abiertas las vías para que sobreviva el terrorismo.
Obama agravó la situación al retirar las tropas primero en el Irak y luego en Afganistán. El terrorismo se reactivó, bajó de las cavernas y se tomó las calles y las armas dejadas por los soldados norteamericanos para regarse desde Siria al Irak y formar el primer Califato del siglo XXI con el nombre de Isis o cualquier sigla parecida.
Los sacrificios en vidas y dinero vertidos por los Estados Unidos y aliados en la cruzada antiterrorista, que siguió al holocausto del 9/11 quedaron así truncados. Los terroristas han extendido su poder a sangre y fuego no solo en el Medio Oriente sino en Noráfrica, exceptuado Egipto y en el Irán, estado terrorista por excelencia, donde los planes nucleares siguen en auge.
Mientras tanto, las oleadas de inmigrantes árabes musulmanes inundan todos los intersticios urbanos de Europa y han avanzado imparables a los Estados Unidos y América Latina. No se integran, como ha ocurrido con otros movimientos migratorios de Alemania, Irlanda o Italia: se aislan, mantienen su propia vestimenta y organizan grupos de presión para hacer prevaler sus leyes y costumbres por sobre las locales.
En Marsella, Francia, los musulmanes son ya entre el 30% o el 40% de la población. En Londres, el nombre de pila más popular entre los recién nacidos es Mohamed. La tasa de natalidad entre los nativos europeos decrece a ritmo más acelerado que la tasa de crecimiento de los inmigrantes árabes.
Cuando hay actos terroristas de origen árabe/islámico, los “liberals” como Obama y sus seguidores o niegan la realidad o dicen que el terrorismo no refleja a la “grande y noble comunidad musulmana”, que en su mayoría “ama la paz”. Pero esa mayoría se mantiene silenciosa mientras la minoría (entre 180 y 225 millones) sigue causando el terror en todo sitio urbano vulnerable de Occidente.
La falta de entereza para afrontar y derrotar al enemigo, en esta ocasión el terrorismo, no es actitud nueva en los Estados Unidos. Es resultado de un sentimiento injustificable de culpa detectable a raíz de la victoria en la II Guerra Mundial. El país se convirtió en la primera potencia, pero su rival, la Unión Soviética, se encargó de esparcir por el globo la doctrina del “imperialismo” (explotación) como la causa real del poder norteamericano.
El Muro de Berlín cayó en 1989 y la URSS se desintegró, pero las teorías socialistas/marxistas no han desaparecido. Obama cree en ellas, al igual que otros dirigentes clave como el actual alcalde de Nueva York Bill de Blasio. Han demostrado su repudio por el sistema y en sus dos esferas de influencia, han tratado de minimizar los aparatos de seguridad, policial en el caso de Blacio, externa e interna en el de Obama.
Los primeros síntomas de no concluir una guerra con la victoria, que debía ser la consecuencia lógica de una guerra, se observan con el presidente demócrata Harry S. Truman, que sin embargo fue quien tomó la decisión de lanzar las bombas atómicas en el Japón para concluir la II Guerra Mundial. En la de Corea, en la que Estados Unidos comandó las fuerzas de la ONU, prefirió no derrotar al invasor chino/ruso comunista y se allanó al armisticio.
John F. Kennedy, otro demócrata, profundizó la guerra anticomunista en el Vietnam, pero más tarde, por influencia demócrata, las fuerzas armadas se replegaron antes de la victoria, en la primera gran derrota militar para el país. Antes, Kennedy erró al quitar el apoyo a una revuelta para derrocar a Fidel Castro, quien había traicionado sus promesas entregándose a la URSS. Más tarde Kennedy pagó las consecuencias de su equivocación con la crisis de los misiles.
El fracaso de Vietnam debilitó la moral y el espíritu militar en los Estados Unidos. Entraron en vigencia nuevas reglas de combate para no herir ni humillar al enemigo. Se aceptaron en las filas a homosexuales y a mujeres en puestos de avanzada en el combate. El reclutamiento obligatorio cesó y los veteranos fueron recibidos con burlas al regresar del campo de batalla.
La guerra en el Irak dura más de diez años. Las fuerzas militares de Estados Unidos y de 34 países aliados lo invadieron y bastaron días para derrocar a Saddam Hussein. En lugar de consolidar con igual rapidez y eficiencia la victoria, los soldados recibieron órdenes no de perseguir y acabar con los terroristas, sino de construir escuelitas, caminos, fuentes de agua y distribuir bolsas de alimentos.
En el ataque de hoy en París participaron tres hombres con el traje negro propio del ejército del Isis. Portaban armas automáticas de alto poder y tenían un plan premeditado con características militares. La grabación de video registra claramente el grito de guerra Allahu Akbar (Alá es Grande) distintivo de ataque de los terroristas islámicos, suicidas o no.
En Suecia, Alemania y en otros países de Europa la gente comienza a fatigarse de los musulmanes. En Alemania hubo una muchedumbre de 18.000 personas inconformes en las calles. La premier Merkel les criticó, insinuando que había un tinte racista en su actitud. (Lo dijo antes del suceso de hoy). Obama y sus voceros rechazaron lo ocurrido, lo calificaron de acto terrorista pero omitieron mencionar Islam.
En Colombia el terrorismo dura casi ya tanto tiempo como Fidel en Cuba. Varios presidentes trataron de transar con los narcoterroristas y fracasaron. Álvaro Uribe recuperó la dignidad del Estado y estaba a punto de someterlos a la ley en su segundo mandato. Su ministro de defensa, Juan Manuel Santos, que cooperó con él en esa empresa, fue nombrado su sucesor en la presidencia y lo traicionó.
Santos ahora negocia con las FARC en una misión imposible. La solución única es la que se le dio a Pablo Escobar Gaviria: la muerte a manos de los representantes de la ley. En el Ecuador, León Febres Cordero estuvo inspirado. Cortó de raíz al grupo terrorista Alfaro Vive Carajo. Muchos le critican de violento por haber acabado con la violencia. Pero si no lo hacía, quién sabe si Ecuador terminaba convertida en una mini Colombia.
En Europa los líderes europeos han seguido la línea blanda de Hollande, Merkel y David Cameron frente al avance y pretensiones de los musulmanes, pero lo sucedido hoy quizás les haga cambiar de opinión. A Obama no lo cambia nadie. Será pro islámico hasta el fin de sus días y hasta el fin de su permanencia en la Casa Blanca, el 20 de enero del 2017.
En dos años puede seguir haciendo mucho daño. La sola esperanza de protección hasta esa fecha es el Congreso que a partir de este mes tiene una mayoría de oposición en las dos cámaras. No será suficiente, pues Obama es capaz de cualquier alternativa sinuosa apartada de la ley, como lo ha demostrado incontables veces en seis años de gobierno. Pero por lo menos tendrá un obstáculo a sus ambiciones izquierdistas.
No comments:
Post a Comment