Sunday, June 8, 2014

CORREO Y PATIÑO MANEJAN EL ORO


La nueva matriz productiva: especular con oro en Wall Street
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12 de febrero del 2007, Hotel República, Quito. El entonces ministro de Economía Ricardo Patiño se reúne en secreto con especuladores de la deuda externa. El gustito por las apuestas fuertes con dinero ajeno no es nuevo. Fotograma: Teleamazonas.

La mañana del 14 de marzo del 2012, varios operadores de Wall Street se atragantaron con su café cuando leyeron en The New York Times este titular: "¿Por qué me largo de Goldman Sachs?". Uno de los ejecutivos del banco, Greg Smith, había decidido no seguir colaborando con una institución que estaba dispuesta a "perjudicar a sus clientes" con tal de aumentar sus ganancias.

Goldman Sachs es el mismo banco que acaba de concretar con Ecuador una operación para especular con oro en el mercado internacional. 
El Ecuador sólo podrá recuperar sus barras de oro dentro de tres años si primero paga el precio al que se cotice el metal en ese momento. Eso quiere decir que si el precio sigue cayendo, el Ecuador obtendrá una ganancia (puesto que habrá que desembolsar menos dinero para que Goldman Sachs devuelva las mismas 1.160 barras de metal que recibió). Pero el precio también podría subir... y entonces habrá una pérdida, que podría ser considerable. Ambas opciones están abiertas.
Todo lo que contó Smith en aquella ocasión ya había sido evaluado por la Comisión del Mercado de Valores de Estados Unidos (SEC, por sus siglas en inglés), que el año 2010 acusó de fraude a Goldman Sachs por su participación en la crisis de hace siete años. Nadie fue a la cárcel. El juicio se archivó a los tres meses, luego de que el banco acordó pagar una reparación de 300 millones de dólares al gobierno y 250 millones a los inversionistas.

En esencia, lo que hizo el banco fue vender -a los gobiernos socialistas de Grecia y España, entre otros- unos paquetes de hipotecas que sabía que eran incobrables. La SEC cree que Goldman Sachs empujó el precio de esos paquetes para que se derrumben, con lo cual obtuvo cuantiosas ganancias.

Mucha gente olvidó ya la historia de las hipotecas basura. Pero David Kocieniewski, periodista financiero de The New York Times, insiste en recordarla. Él cree que Goldman Sachs no ha perdido el gusto por especular, sólo que ahora apuesta con materias primas y metales. En uno de sus últimos artículos, Kocieniewski denuncia la especulación de Goldman Sachs con el aluminio, que según él le cuesta a los norteamericanos varios cientos de millones de dólares al día.

El banco parece haberle puesto el ojo también al oro, cuyo precio en la actualidad está a la baja. Meses atrás le propuso un intercambio del metal amarillo a Venezuela. Nicolás Maduro les entregaría 1,8 mil millones de dólares en lingotes a cambio de bonos. La operación finalmente nunca se concretó. Por algún motivo, Caracas llegó a la conclusión de que no sería buen negocio. 

Entonces Goldman Sachs se volteó donde Ecuador, que el pasado 2 de junio aceptó entregarle 1.160 barras de su oro físico a cambio de 580 millones de dólares en bonos, con un interés del 0,85% anual.

Con eso, en lugar de pagarle a un banco suizo para que cuide el oro ecuatoriano, el país recibirá casi 15 millones de dólares por intereses, en los tres años que durará el convenio.

No es mucho, pero es algo, y de eso se aferra el gobierno para defender el acuerdo.

Lo que ocurre es que además hay riesgos.

El más importante es que el Ecuador sólo podrá recuperar sus barras de oro dentro de tres años si primero paga el precio al que se cotice el metal en ese momento. Eso quiere decir que si el precio sigue cayendo, el Ecuador obtendrá una ganancia (puesto que habrá que desembolsar menos dinero para que Goldman Sachs devuelva las mismas 1.160 barras de metal que recibió). Pero el precio también podría subir... y entonces habrá una pérdida, que podría ser considerable. Ambas opciones están abiertas.

Si se mira la evolución del precio del oro (ver el gráfico más abajo), parece una buena apuesta. La tendencia desde hace dos años es a una caída constante. Junto con eso, como ya dijimos, la SEC cree que la crisis del 2007 se produjo en parte porque Goldman Sachs empujó el precio de las hipotecas basuras para que se derrumben, y quizás ahora su intención sea la misma, que el oro se siga hundiendo. Si es así, el Ecuador, su flamante socio, obtendrá una buena tajada del pastel.

Hay un antecedente que conviene recordar. En febrero del 2007, Ricardo Patiño se reunió con especuladores que le propusieron al entonces ministro de Economía que haga algún anuncio escandaloso sobre la deuda externa para que el precio de los bonos ecuatorianos se derrumbe. En esas circunstancias, ellos venderían como pan caliente seguros contra una eventual moratoria de la deuda externa ecuatoriana (Credit Default Swaps), cuyas ganancias, unos 200 millones de dólares, se repartirían como Patiño ordenase. "Necesitamos que usted asuste al mercado, y nosotros vendemos seguros de los bonos", le dijeron. El ministro nunca reveló esa información, pero uno de sus asesores, Quinto Pazmiño, entregó unos videos que había grabado secretamente de toda la negociación. Pazmiño murió de un ataque al corazón y a su esposa la asesinaron.

El gobierno ecuatoriano tampoco ha querido decir qué papeles le entregó Goldman Sachs a cambio del oro físico, como si esa información no tuviese importancia. Pero resulta, como también ya dijimos, que la SEC cree que antes de la crisis del 2007, Goldman Sachs repartía papeles basura, sabiendo que en realidad no tenían ningún valor. Por supuesto, ni Grecia ni España eran sus socios en ninguna operación de especulación, y quizás con Ecuador el trato sea distinto.

Lo que sí ha revelado el gobierno ecuatoriano es que esos papeles que recibió, por 580 millones de dólares, se podrían vender en el mercado internacional en menos de una semana; y que para tornar aun más atractiva la operación, Goldman Sachs le giró a Ecuador -contra la garantía del oro depositado- un préstamo adicional por 400 millones de dólares, todo lo cual quiere decir que la dictadura dispondrá ahora de casi 1.000 millones de dólares más para gastar.

Que siga la fiesta, entonces, ahora que sabemos cuáles serán los puntales de la nueva matriz productiva: la casa de empeño y la especulación. 

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