Cuando algunos comentaristas afirmaban que la falta de objetividad de los periodistas de los principales medios de comunicación obedecía a que eran políticos antes que profesionales del periodismo, sonaba como broma pesada. Parece que ha dejado de ser broma.
La fobia contra el Presidente Donald Trump y su causa republicana excede todo límite. El cerco tendido en su contra por los mayores medios escritos, de la radio y la TV ya habría echado por los suelos hace tiempo a su gobierno, de no mediar su recio liderazgo.
La furibunda campaña se inició la mañana misma del 9 de noviembre del año pasado, cuando se anunció su victoria que ellos no esperaban sobre la candidata demócrata Hillary Clinton. De inmediato buscaron culpables, primero en un fraude imposible de probar, luego en una supuesta intrusión rusa en las elecciones para favorecer a Trump.
Hasta la fecha y pese a todos los esfuerzos mediáticos, ha sido imposible probar que Trump y Putin se pusieron de acuerdo con ese fin. Lo único evidente son las filtraciones de emails de la campaña de Hillary para socavar en las primarias a su rival Bernie Sanders, pro soviético confeso y que se divulgaron vía WikiLeaks.
Pero los demoprogresistas han desarrollado tan mal su estrategia anti Trump, que a estas alturas sus maniobras se están volcando en su contra. En el afán de “profundizar” los supuestos vínculos de Trump con Putin, se sabe ahora que Obama y sus agentes de inteligencia vigilaban al rival de Hillary desde hace más de un año, antes de ser proclamado candidato.
Peor aún y ya cuando Trump fue electo, entregaron copia de los diálogos telefónicos del general Flynn, nombrado Director Nacional de Seguridad, con el embajador ruso en Washington, a reporteros del The New York Times y The Washington Post. Allí Flynn habría hablado sobre las sanciones de USA contra Rusia.
Flynn no le contó al Vicepresidente Pence de esta conversación. Esa fue la razón por la cual Pence negó en una entrevista de TV que alguien del grupo Trump hubiese mantenido jamás contactos con funcionarios rusos. Cuando se reveló la verdad, Flynn fue cancelado. El incidente en todo caso fue posterior a la campaña electoral, pero los medios abundaron en reportajes y comentarios para respaldar la teoría de la conspiración rusa.
Lo que si resaltaba es el hecho de que había y hubo espionaje de la Casa Blanca de Obama, como lo denunciara el propio Trump semanas atrás. Y que alguien, contra toda norma de seguridad nacional, autorizó hacer público el nombre de Flynn a dos diarios, delito que puede ser sancionado hasta con diez años de prisión para el responsable.
Se nombraron comisiones de investigación en las dos cámaras para hallar más “pruebas” de la colusión Trump/Putin. No encuentran ninguna. Lo que si encontró Devin Núñez, jefe de la comisión de la Cámara de Representantes, son pruebas de la vigilancia de la Casa Blanca a Trump y colaboradores. Tiene nombres de quienes ordenaron esas vigías y de quienes ordenaron publicar nombres de los espiados.
El Presidente ha invitado a los miembros de las comisiones a que visiten a la Casa Blanca para que constanten las pruebas, que no pueden salir de las instalaciones de alta seguridad, ni ser copiadas ni transmitidas. Pero la invitación no ha tenido respuesta. ¿Y los espacios concedidos por los medios a este escándalo mayor?: 0.
En los “talk shows” dominicales, el acoso de los entrevistadores a todos los republicanos entrevistados es patético. Todo quieren manipularlo hacia la confirmación de que la elección de Trump es nula, porque fue pre fabricada por Putin. No se menciona para nada las intervenciones de la CIA en los tiempos del Director Bush y sucesores para reorientar el curso político en Argentina, Chile, Guatemala y otros países latinoamericanos.
Tampoco hay una invitación a reflexionar cuán inteligente pudo haber sido Putin para “echar a perder” la “pureza electoral” en Estados Unidos divulgando emails de Hillary y su jefe de campaña Podesta y otros, en los que se puntualizaban pasos para arruinar al rival pro soviético Sanders, en uso de prácticas non sanctas.
Insisten en que Rusia intervino, como si fuera un axioma. Y callan sobre el hecho cierto del espionaje de Obama. Alguien (últimamente se ha sumado Robert Redford, el actor) ha dicho que la colusión Trump/Putin es incluso escándalo mayor que el de Watergate, el cual obligó a Richard Nixon a renunciar hace unos 45 años.
¿Peor? El tremendo delito de entonces comenzó con la implantación de escuchas en una convención demócrata del hotel Watergate, planeado por unos ayudantes de Nixon. Si hubiese sido lo contrario, espionaje demócrata en un recinto republicano, la denuncia habría merecido un nota del tamaño de un aviso clasificado en el NYT y ahí terminaba el caso. Pero no fue así.
Dos reporteros del The Washington Post decidieron investigar el asunto en profundidad y en el proceso Nixon se vio involucrado en contradicciones y mentiras que lo forzaron a renunciar. El espionaje que ahora se denuncia está a disposición de los reporteros de investigación del mismo diario y de los de similar envergadura. Pero Obama no es Nixon, ni es Trump y todo permanece silenciado.
La única cadena independiente de radio y TV, inmune al virus “progresista” es FoxNews, a lo cual habría que agregar algunos medios sociales, sin los cuales la población estaría sumida en una total bruma informativa, reminiscente del estado de control absoluto que George Orwell describe en su novela “From 1984 to the Brave New World”.
La principal misión de Trump es frenar el influjo retardatario de la izquierda “progresista”. Es retardataria y no progresista porque aborrece la división de poderes establecida por los Fundadores, para ceder cada vez más control al “estado administrativo” que legisla, ejecuta y sanciona de manera unilateral, con prescindencia de la rama legislativa.
Es un retroceso a las formas tiránicas de gobernar, que en 1776 se supuso que quedarían atrás para siempre con la Declaración de la Independencia y su textualización en la Constitución de 1778. Una prensa que no lo advierte así, no es una prensa independiente.
1 comment:
Excelentes textos.
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