El “progresismo”, esa distorsionada visión que cree que la felicidad de los pueblos la pueden lograr los gobiernos autoritarios, tuvo un revés histórico en los Estados Unidos, en el Reino Unido, ocurrió en algunos países latinoamericanos, pero se robusteció en el pequeño Ecuador.
La victoria de Donald Trump contra el progresismo fue y sigue siendo una hazaña pues ha tenido que luchar y continúa luchando contra el boicot permanente de los grandes medios de comunicación audiovisuales del país, de algunos miembros de su propio partido y de burócratas obamistas incrustados aún en su gobierno.
El mandatario republicano avanza triunfante pese a los pronósticos en contrario. Ha logrado desmantelar muchas de las regulaciones de Obama que obstruían al sector privado en cuanto a inversión y expansión para la creación de empleo, mediante el mismo recurso de Decretos Ejecutivos que utilizó para soslayar la ingerencia constitucional del Congreso.
Aguardan grandes proyectos en materia tributaria, para los cuales requiere de la coparticipación de los legisladores. Su meta es reducir los impuestos para las corporaciones, los más altos entre las naciones industrializadas con el fin de incrementar la inversión interna y atraer la externa así como la repatriación de capitales.
Por cierto, paralelamente vendrán otras reducciones tributarias individuales y al propio tiempo continuarán los ajustes y reasignaciones del gasto fiscal con ánimo de frenar el descabellado aumento de la deuda de casi 20 trillones de dólares, la mitad de cuya cifra aumentó solo con el gasto irresponsable de Obama.
La tarea cumplida por Trump y la que le resta cumplir ha tenido un impacto inmediato positivo en la siquis colectiva, a menos de 100 días de su mandato y pese a tropiezos como el fiasco en la aprobación del proyecto de cesación del Obamacare. (Hubo un malentendido con un sector de los diputados de la Cámara Baja, pero las partes trabajan febrilmente para superar la controversia).
Desde que Trump asumió el mando el 20 de enero pasado, la Bolsa saltó a los 20.000 puntos, batiendo todos los récords. Ahora la tasa de empleos ha subido de los 185.000 que se esperaba para marzo, a 263.000, con lo cual la Bolsa se aproxima a marcar otro récord, aproximándose a los 30.000. La popularidad del Presidente, que había caído por lo del Obamacare, subió ya al 46%.
Hace varias semanas Trump lanzó al aire un Tweet con el que denunciaba que se acababa de enterar que el gobierno de Obama le vigiló durante la campaña, una vez elegido y hasta su posesión. Sus opositores de siempre lo tildaron de irresponsable y mentiroso. Ahora se sabe que dijo la verdad y se tiene el nombre del espía, Susan Rice, Directora de Seguridad Nacional hasta los últimos días del régimen progresista.
Rice es mentirosa congénita. Mintió un domingo en todos los canales de TV luego de la masacre de Benghazi, cuando una turba terrorista islámica asesinó al embajador norteamericano y a tres funcionarios. Dijo que esa era un reacción a un video divulgado por Internet contra el Islam que nadie vió. Los responsables de la masacre fueron Obama y Hillary Clinton.
Volvió a mentir cuando dijo en otra entrevista por TV que nada sabía del espionaje a Trump, denunciado por el jefe del comité de la Cámara Baja Devin Núñez. Luego admitió que era verdad, pero que no había motivación política en el espionaje ni en la filtración de nombres a dos diarios de Washington del general Flynn, nombrado para reemplazarla y que por ese motivo tuvo que renunciar.
Rice no tenía facultad legal para inmiscuirse en la misión de espionaje en la Casa Blanca ni mucho menos hacer públicos nombres de nadie, lo cual involucra a agencias como el FBI. Evidentemente lo que hizo fue por orden de Obama. Los dos tendrán que ser cuestionados por el Congreso y ella dar testimonio bajo juramento. Si es hallada culpable, irá a la cárcel.
Lo de Ecuador es un cuento triste. Muy opuesto a lo que ha ocurrido entre algunos de sus vecinos. En Argentina ganó el empresario Mauricio Macri y la justicia está interviniendo para juzgar y castigar las fechorías de Néstor Kirchner y su cónyuge Cristina Fernández. En Brasil se destituyó a Dilma Rousseff y la justicia también actuó de modo ejemplar para involucrar por sus delitos de corrupción a su antecesor “progresista”, Luz Inacio Lula da Silva.
Venezuela está en la cloaca tras el tsunami de Hugo Chávez y Nicolás Maduro. Todos los “progresistas” citados son inspiradores de la utopía del Socialismo del Siglo 21, que brota de los hermanos Castro y que es fuente de inspiración también para Rafael Correa y su sucesor, Lenín Moreno. La carta de condolencia que éste dirige por la muerte de Fidel a su hermano Raúl, lo dice todo.
En la primera ronda de las elecciones del Ecuador, Moreno ganó por estrecho margen a la decena de sus rivales. Cuando se inició la campaña para la segunda vuelta, Guillermo Lasso, el contendor, tenía una ventaja según las encuestas de uno o dos puntos. Era una revelación aterradora. Se esperaba que la reacción anti Correa/Moreno habría sido de 15, 20 o más puntos, una vez unificada la oposición.
No fue así y Moreno ganó. Lasso y sus partidarios aducen que hubo fraude pero es difícil que lo prueben. La batalla contra el “progresista” Correa se la perdió hace diez años, cuando éste vapuleó la Constitución y las leyes y la gente no reaccionó. Disolvió y rehizo el Congreso, disolvió y rehizo la Corte Suprema, convocó a una Asamblea para que apruebe su Constitución, persiguió a periodistas, confiscó a diarios. (En Paraguay, la maniobra del actual presidente para extender su mandato pese a prohibirlo la Constitución fue detenido, cuando el pueblo se rebeló, llegó al Congreso e incendió el piso bajo).
Correa hizo lo que le vino en gana (logró que se aprobara su reelección) y ahora nuevamente se ha impuesto al colocar en el Palacio de Gobierno a quien fuera su vicepresidente. El que hoy es su vicepresidente, será el vicepresidente de Moreno. Diarios independientes como Hoy se vieron forzados por él a cerrar y El Comercio fue vendido a un extranjero, algo que prohibe la Constitución.
Donald D. Trump emergió triunfante tras derrotar a 16 contrincantes en la primaria del GOP y luego a Hillary Clinton, protegida de Obama, pese a todos los idus en contrario. No ocurrió lo mismo con Guillermo Lasso, un líder a todas luces débil, como lo demuestran los resultados. Sombrío panorama el que se avizora para la pequeña nación del Ecuador.
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