Monday, November 10, 2014

NO A LA GUERRA DE OBAMA


Los resultados de las elecciones del martes pasado en los Estados Unidos han cambiado radicalmente la visión acerca de cómo se ha manejado la política exterior del presidente Barack Hussein Obama, especialmente en el Medio Oriente.
Tan pronto se enteró de la aplastante derrota sufrida por él y su partido  demócrata, Obama ordenó enviar 1.500 soldados más al Irak y pidió al Congreso autorización formal para continuar la guerra contra el Isis, más la asignación de casi 6.000 millones de dólares con ese objetivo.
Los republicanos, que en enero controlarán las dos cámaras del Congreso, primeramente deberían aplazar la discusión del asunto hasta el próximo año, para luego negarla. La decisión militar de Obama es tardía y confirma que es política, pues la adoptó a la espera de conocer los resultados de los comicios.
No solo entre los republicanos sino en todos los sectores hubo descontento por la falta de coraje de Obama para detener el avance del terrorismo árabe en el Medio Oriente y otras regiones. El retiro de las tropas de Irak tras asumir el mando en el 2009 fue fatal, al permitir la expansión terrorista que culminó con la formación del Isis.
Se le presionó para que revise sus tácticas y refuerece al Irak para detener al Isis, que se había convertido en califato o estado islámico con un ejército de 50.000 hombres bien apertrechados con armamento USA, pero se limitó a autorizar bombardeos por aire, sin ataques por tierra con tanques, soldados e inteligencia.
Su teoría y su promesa no fue acabar con el Isis, sino debilitarla. Es por ello probablemente que se ha negado a declararle la guerra formal, con o sin la venia del Congreso. Una guerra declarada no se detiene cuando el rival se ha debilitado, sino cuando se lo ha pulverizado o ha capitulado. Dice Obama que para enfrentar al Isis, busca la ayuda del Irán.
Pero Estados Unidos no puede ni debe aliarse con Irán. Es un estado terrorista, que ha financiado y financia el terror dentro de la zona y fuera de ella, como en Argentina. Y cuyo objetivo nacional es la desaparición de Israel, hasta hoy aliado cercano de USA. El Irán, además, se resiste a inspecciones internacionales para despejar acusaciones de que está en el proceso de crear armas nucleares.
Obama negocia con Teherán sobre ese tema y le acaba de enviar una nueva misiva comprometedora, a espaldas del Congreso, que se especula es de aceptación al programa de nuclearización parcial de Irán. El Senado, en manos republicanas, tiene el mandato de frenar esta maniobra.
La supuesta rectificación de última hora, post eleccionaria, de Obama con respecto al Irak, no engaña a nadie. Como lo ha confesado desde el inicio de su mandato, su espíritu pro musulmán es notorio, no solo cuando se prosternó 90 grados ante el rey de Arabia Saudita, sino en muchos actos de gobierno.
(En días pasados, el canal de TV PBS divulgó un documental biográfico de la actual Reina Isabel de Gran Bretaña. Fue reconfortante ver escenas de su visita, junto a su cónyuge, a los jeques de Arabia Saudita y otros monarcas que se ahogan en petrodólares: las columnas vertebrales de los  célebres visitantes nunca se doblaron ni una pulgada)
Cuando un ex-marine norteamericano cruzó la frontera mexicana e hizo una maniobra equivocada, cayó preso porque en su coche había armas que la ley de ese país prohibe. Permaneció siete meses en la cárcel y según sus familiares, Obama no hizo ninguna gestión para averiguar de su suerte ni menos para tratar de obtener su libertad.
Pero cuando un soldado en Afganistán, convertido al Islam, desertó de su unidad y se entregó al enemigo, Obama lo liberó (con gran despliegue de publicidad) a cambio de cinco de los peores asesinos de la prisión de Guantánamo. Esos y otros talibanes han regresado a sus puestos de combate en Afganistán, Irak o Siria para seguir luchando contra los Estados Unidos. 
Como lo afirma el general Ray Odierno, veterano de las campañas de Irak y Afganistán, las guerras de Medio Oriente tienen que ser resueltas hoy por las tribus que se están peleando allí entre sí. Una intervención  tardía y parcial como la que ahora propone Obama, no le beneficia a los Estados Unidos sino a uno de los grupos en pugna, el que lidera Irán.
El columnista Pat Buchanan, que cita a Odierno, parece insinuar que la mejor opción para USA y para Occidente es, en este instante -con Obama aún en la Casa Blanca- que allá en Medio Oriente se libre algo así como una “guerra ecológica” en la que los unos se coman a los otros, hasta que sobreviva el más fuerte.
Ese sobreviviente, como todo terrorista musulmán, continuará señalando a los Estados Unidos y a Israel como a sus peores enemigos y continuará empeñado en destruirlos “en el nombre de Alá”. Para impedirlo habrá que revigorizar a las Fuezas Armadas de esta nación que han perdido con este régimen la fe en si mismas y el 50% de su presupuesto.

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