Thursday, November 13, 2014

LA INFAMIA DEL OBAMACARE


El Obamacare, ley orientada al control estatal de los servicios de salud en los Estados Unidos, fue aprobada sin un solo voto republicano a favor y con la oposición del 64% de la población encuestada. Ahora se confirma que para lograrlo, el gobierno mintió de comienzo a fin del proceso.
El principal gestor del proyecto, un profesor del MIT, explicó repetidamente a académicos y expertos que el propósito de la ley era proveer servicios a toda la población, con amenaza de multa a quienes se resistieran, lo cual está prohibido por la Constitución.
Además, lo dijo antes y después de aprobada la ley (según videos que se han divulgado en estos días), que ésta se financiaría incrementando los costos de los usuarios en jóvenes y personas con altos ingresos, en favor de viejos y gente de menores ingresos. Para aquellos sin recursos, estaba previsto un subsidio federal.
Jonathan Gruber, que así se llama el economista del MIT, dijo que se había convenido en mentir acerca de la verdadera estructura del proyecto a los ciudadanos y a los medios de comunicación, pues de otro modo se habría repetido el mismo fracaso que tuvo Hillary Clinton cuando promovió un proyecto similar durante el gobierno de su cónyuge.
El Obamacare, sin tapujos, establece forzadamente un servicio prohibido por la Constitución y un impuesto que se negó existía. Se mintió, con Obama a la cabeza, al decir que el proyecto abarataba costos y que nadie estaba en peligro de perder su seguro privado si así lo quería, ni perder a los médicos escogidos si asi lo deseaban. 
La verdad es otra. Millones de ciudadanos perdieron sus pólizas con las cuales estaban satisfechos, obligados a optar por alternativas del Obamacare, tortuosas y más caras. Infinidad de jóvenes que gozan aún de magnífica salud, ve con repulsión que se les force a adquirir una póliza que no quieren y muchos la siguen eludiendo.
Las empresas de toda magnitud han preferido reducir la nómina de sus empleados de tiempo completo a medio tiempo, o despedirlos, para reducir costos de afiliación médica. Algunas prefieren pagar la multa por no afiliar a sus empleados. Otras empresas le hacen el juego a Obama, apoyándolo en su política pro ilegales, pues al emplearlos se eximen de hecho a asegurarlos.
Cuando la redistribución del ingreso vía mayores costos de prima para los de mayores ingresos no basta, Gruber y su equipo idearon los subsidios a los sin recursos. El subsidio federal, que se lo administra a través de los Estados que se acogen al Obamacare. Aquí surge otro problema, pues en la mayoría de  Estados (32 de 50)  los gobernadores son republicanos  y  ninguno de ellos simpatiza con el Obamacare.
Los obamistas sostienen que ello no impide que Washington de subsidios en los Estados sin Obamacare, pero otros opinan lo contrario. El asunto será resuelto por la Corte Suprema de Justicia a comienzos del año próximo. Fue gracias a la CSJ, por capitulación de su presidente John Roberts, que el Obamacare está vigente.
Contra toda lógica y jurisprudencia, Roberts (nombrado por George W. Bush) falló que el Obamacare era constitucional. Nunca supo explicar por qué, por lo cual hubo quienes especularon que su decisión, alineada con los demócratas, obedeció probablemente a alguna amenaza  o maniobra oscuras de Obama.
Esta vez el fallo podría ser diferente debido al resultado de las elecciones de la semana pasada, cuando las políticas radicales de Obama, incluída de manera saliente su Obamacare, han sido claramente repudiadas. Si la CSJ actúa acorde con la voluntad popular, que está reflejada además en la nueva mayoría del Congreso, el proyecto de salud debería ir al tacho de basura.
Igual destino tendría que darse al proyecto de amnistía para casi seis millones de inmigrantes ilegales (indocumentados), que Obama va a anunciar la próxima semana. Quiere hacerlo antes de que el Congreso se renueve el 3 de enero, con mayoría republicana en ambas cámaras. En la Cámara de Representantes está detenido un proyecto de reformas a la ley de inmigración, aprobada por el Senado demócrata en el 2013.
Los republicanos, en mayoría, objetan muchos puntos del proyecto y su extensión de casi 3.000 páginas, tantas como las del Obamacare, que ni los demócratas leyeron. Quieren que se lo apruebe por partes, concienzudamente, no en paquete y a ciegas. Lo cual disgusta al líder que quiere “resultados ya”, como con el Obamacare.
El proyecto del Senado podría ser muy bello, enternecedor y paternal, o “lleno de amor”, como quisiera Jeb Bush, pero no bastan esos ingredientes para que el Presidente coja una pluma y firme un Decreto Ejecutivo que lo sustituya. Porque la Constitución prohibe al Ejecutivo legislar. Máximo que co-legisle, al enviar proyectos al Congreso para que los estudie, lea, apruebe, enmiende o rechace.
Obama tiene un conflicto consigo mismo. Aguien le declaró predestinado y desde entonces pudo llegar a senador de Ilinois, luego a Washington como senador federal, más tarde a candidato presidencial y finalmente figurar como huésped por cuatro años en la Casa Blanca. Hubo templos griegos para proclamarlo vencedor en la contienda, pero sobraron las coronas de laureles pues se sentía ya más que emperador, mesías. 
La Constitución siempre le ha incomodado, tanto o más que el uso de la verdad. Aún antes de estar en la Casa Blanca, mintió sobre su identidad, sus estudios, tarjeta de seguro social, mentores, religión. Y una vez en el gobierno ha seguido mintiendo sobre Benghazi, el IRS, el operativo de fronteras, el Obamacare, los ilegales.
Acaso en lo único que no ha mentido es acerca de su propósito de re fundar a esta nación, porque según él sus cimientos son de arena. De ahi su irrespeto por la Constitución y la Declaración de Independencia, que son los pilares de esos “cimientos de arena” a los que él alude.
El país y el mundo están maltrechos a su paso. El terrorismo árabe continúa creciendo impune, el sistema privado está más débil que nunca, Obama se ha inclinado reverente ante China (en un gesto como el que tuvo con el monarca saudí) al acordar sobre contaminación atmosférica, Putin sigue mofándose de él y altos oficiales de las fuerzas armadas de USA continúan siendo dados de baja, sin explicación ninguna.
La avalancha antinorteamericana de Obama acaba de tener, por fortuna, una respuesta en los últimos comicios, inocultable pese a los silencios y tergiversaciones que pretenden esgrimir algunos medios de prensa. La “doctrina Obama” será bloqueada por el Congreso a partir de enero, hasta la expulsión final de este extraño y maligno huésped de la CB en el 2016.

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