Sunday, September 28, 2008

CORREA, DICTADOR CONSTITUCIONAL

El presidente Rafael Correa Delgado ha sido consagrado en el Ecuador como dictador constitucional con una amplia mayoría de votos libremente consignados en las urnas durante el referendo de hoy.
La victoria del Si al proyecto de nueva Constitución, según todas las encuestas, fluctúa en el 70%. No hay dudas de que los ecuatorianos, con la excepción de unos pocos, ha querido que Correa continúe gobernando sin ningún apego a la ley ni a los principios democráticos.
Los dirigentes políticos de oposición que tuvieron la entereza de cuestionar al presidente y menos los que callaron, han probado no tener liderazgo. E igual los principales medios de comunicación y columnistas que criticaron a Correa.
Correa tiene el camino despejado para actuar con un autoritarismo sin tapujos, ahora que el pueblo le ha autorizado hacerlo. El hecho de que se haya aprobado una confusa Constitución de 444 artículos no tiene ningún valor jurídico, ya que igual no la respetará como no respetó la que teóricamente estaba en vigencia.
El valor del Si, para Correa y su camarilla, es la implícita ratificación y venia del pueblo para que él pueda seguir haciendo “lo que le de la gana”, como lo ha dicho repetidamente en sus discursos, alocuciones radiales y confrontaciones con todos los que no piensan como él.
Por lo mismo y dado que la oposición aunque mínima existe, tendrá que arbitrar las medidas que se le antojen para anularla del todo. Para ello tiene la asesoría permanente de Hugo Chávez, el presidente de Venezuela, a quien ha seguido en todos los pasos para arribar con éxito a la situación actual.
Ya encontrará los medios y recursos para amedrentar a los medios y periodistas que aún osan contradecirlo. En su mayoría, son los mismos medios y periodistas que lo apoyaron en la primera y segunda rondas electorales que le llevaron a la presidencia tras una carrera política corta, meteórica y, para él, muy efectiva.
Los arrepentidos de última hora, incluidos los políticos, medios de comunicación, articulistas y periodistas estrellas de Radio y TV, evidentemente no han tenido impacto ninguno, porque han perdido credibilidad: hace 2 años para ellos Correa era bueno ¿y ahora es malo? La campaña de Correa por establecer la guerra de clases, por lo mismo, no ha podido ser contrarrestada con sus razonamientos tardíos.
Correa no gobernará con la nueva Constitución sino con su propio criterio y su propio capricho. Para ello contará con un mínimo congreso o congresillo que sucederá a la obsecuente asamblea constituyente, creada por él, integrada por quienes él escoja y que actuará con igual servilismo y aberración de toda ley y concepto de democracia.
Para el próximo año habrá elecciones presidenciales. Innecesarias, dado que ya se sabe que este nuevo “mesías” volverá a ser adulado y reelecto sin oposición. Sus votantes lo tendrán por 8 años más en el poder. Creen que abundará en sus dádivas y que los sacará de pobreza. Pero será todo lo contrario.
El gobierno de Correa acumulará más poder y tributos, pero no creará riqueza. La riqueza social no proviene, no ha provenido nunca de los gobiernos, sino del esfuerzo colectivo privado, el esfuerzo de la gente. Lo demuestran los fracasos de todos los regímenes fascistas de izquierda o derecha encaminados por esa doctrina de la centralización del poder. Solo cuando el gobierno se mantiene al margen, como árbitro de disputas, el esfuerzo colectivo florece, se multiplican la producción y el empleo. Eso se observa en las sociedades libres y democráticas, las más prósperas del planeta.
La concentración del poder, que presupone la extinción de los mecanismos de control del ejecutivo como lo estipula la nueva Constitución así como la suma de recursos inevitablemente conduce al despilfarro y la corrupción. La riqueza nacional decae, aumenta la inflación, disminuyen las inversiones y se merman las fuentes de trabajo. La miseria es inevitable e incontenible.
El gasto fiscal ha aumentado ya en el 140%. Seguirá en aumento y puesto que los recursos decrecerán con la depresión de la economía y la probable caída de los precios del petróleo, la dolarización se borrará como siempre lo ha querido Correa y se comenzará a imprimir moneda para desatar una inflación galopante. Será el premio que reciba el pueblo por sus votos de hoy.

2 comments:

Anonymous said...

Ay, don Santiago, que verdades tan grandes usted escribe. El pueblo ecuatoriano se acaba de echar la soga al cuello. Alegremente van todos al matadero, cantándole loas al dictador.

No me sorprende. ¿Que podría sorprenderme de un pueblo que eligió Bucaram como presidente? Se merecen lo que buscaron. Lo único que da pena es el destino de ese 30% de personas inteligentes que votaron contra la tiranía y ahora están condenadas a vivirla.

Si no fuera porque tengo familia en el Ecuador, diría hasta aquí llegué, que tenga el país lo que tanto se ha buscado, la basura y el autoritarismo, el comunismo abierto, el chavismo más repelente.

Pero tengo familia en el Ecuador y todavía me importa el destino de un país tan perdido. Que desgracia, señores, que desgracia. Habrá que empezar a pensar como sacar a los nuestros del infierno cubano-correista que se les viene encima.

Anonymous said...

Lunes, Septiembre 29, 2008

Comentario al artículo de Santiago Jervis

Como siempre, sus comentarios reflejan de manera clara la verdadera situación que se vive en el país. Estamos asistiendo a la legalización de la dictadura y aquellos que todavía confían en que habrá una rectificación del presidente están soñando con un imposible. Las características internas del comportamiento de Correa, desgraciadamente, nos garantizan que la confrontación, el insulto, la descalificación a quién ose opinar, y un largo etcétera, seguirán dominando el panorama político y sicológico del Ecuador. Si no, ¿cómo va a ganar Correa la próxima elección? ¿Y las siguientes? ¿Va a renunciar tan fácilmente al método que le ha permitido ganarlas? Porque vamos a vivir en una campaña electoral permanente, con el uso discrecional y abusivo de los fondos públicos y el total desprecio de las leyes, incluidas las que el mismo gobierno promulgue.
César Mora