Friday, February 23, 2007

USA NO ES UNA NACION DE COBARDES

La empresa encuestadora The Moriah Gropu, que en el 2002 fue calificada como la Encuestadora del Año, revela que la mayoría del pueblo norteamericano no respalda el planteamiento demócrata de retiro inmediato de las tropas de Irak sin antes lograr la victoria.
El 57% de los encuestados afirma que los demócratas han ido demasiado lejos en su presión para que el presidente Bush ordene la retirada y el repliegue en la lucha contra el terrorismo, frente al 46% que opina en contra. En ese mismo porcentaje apoyan la tesis del jefe de Estado de permanecer allí hasta cumplir la misión.
Inclusive muchos que cuestionan varios aspectos de la conducción de la guerra, sostienen en un 56% (frente al 41%) que el pueblo norteamericano debe estar junto con el presidente Bush en Irak “porque estamos en guerra”.
Los resultados de ésta y otra encuesta con parecidos resultados, no ha sido difundida por los principales medios de comunicación escritos y audiovisuales, lo cual no extraña pues su actitud es abiertamente contraria a la lucha contra el terrorismo en Irak y Afganistán, o en cualquier otro punto donde se vea afectada la seguridad de los Estados Unidos.
Si así piensa la mayoría en este país ¿por qué las votaciones de noviembre pasado fueron adversas aunque por estrecho margen al presidente Bush? Las consecuencias fueron de enorme impacto, pues los demócratas recuperaron el poder en las dos cámaras del Congreso, tras un lapso de 12 años.
Los demócratas afirman que las elecciones de noviembre fueron un referéndum sobre la guerra en Irak y Afganistán y que el pronunciamiento fue inocultable: de rechazo total a la decisión de Bush y un respaldo al derrotismo. Con esa tesis, que no tendría discusión, los demócratas emprendieron en una campaña para declarar perdida la guerra antiterrorista y reclamar que los soldados vuelvan a casa lo antes posible.
Tal teoría, sin embargo, parece estar muy lejos de ser cierta. Las encuestas indican que el pueblo norteamericano no quiere repetir la aciaga desgracia de Vietnam, cuando los Estados Unidos perdieron por primera vez una guerra y no en el campo militar, sino en el político, en Washington.
¿Cuál la interpretación, entonces, de la pérdida de noviembre? Aún cuando tangencialmente se ha mencionado, probablemente la causa esté en el retiro del apoyo al partido republicano por parte de los inmigrantes, legales o no, en su mayoría de origen hispano. Fue un castigo fatal a los republicanos que lejos de apoyar la propuesta Bush para resolver el problema migratorio, lo execraron con tintes xenófobos.
Muchos hispanos, leales a Bush, se abstuvieron por ello de votar debido a la frustración, o en algunos casos inclusive votaron por los demócratas, rompiendo así el balance que favorecía a los republicanos y que todos los expertos y encuestas predijeron que se mantendría, horas antes de las votaciones.
Los comentaristas de amplio auditorio en la radio y la TV, como Rush Limbaugh, Bill O¨Really o Hannity se lanzaron en una feroz campaña para desprestigiar a la propuesta Bush. Ésta, en esencia, pedía y pide que los 12 millones o más de inmigrantes ilegales se sometan a un proceso de transición a la legalidad hasta conseguir o no la nacionalización y que, paralelamente, se establezca un sistema de admisión a trabajadores extranjeros con visa temporal.
Los opositores al plan afirmaban y afirman que el objetivo es la amnistía, o sea la consagración de la ilegitimidad frente a la legitimidad en los ingresos. Y pugnaban y pugnan porque la prioridad debe ser la seguridad de las fronteras, al extremo de propugnar que se levante un muro como el de Berlín a lo largo de la frontera de casi 5.000 kilómetros que separa en tierra firme con México.
Bush incansablemente ha dicho que la seguridad de la frontera se reforzará, pero que eso solo es una parte del problema. Lo que realmente favorecerá al sistema de modo transparente y legal será resolver paralelamente la situación de los ilegales que ingresaron con regímenes anteriores y regular eficientemente el ingreso de nuevos inmigrantes que vienen en busca de trabajo.
Los argumentos han caído en el vacío en el lado republicano e irónicamente parece que el plan Bush podría ser aprobado ahora que hay mayoría demócrata en el Congreso. Si tal ocurre, ello sería bueno ahora y lo será siempre, incluso para los futuros comicios locales, estatales o federales, de congresistas y de presidente y vicepresidente en el 2008. En otras palabras, con el respaldo restituido de los hispanos, la catástrofe de noviembre no se volvería a repetir.

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