Sunday, February 4, 2007

FEMINIZACION DE LO MILITAR

En el Ecuador el presidente Rafael Correa ha cancelado al comandante del Ejército por considerarlo responsable de la tragedia área en la cual la ministra de Defensa y su hija fallecieron, junto con 5 militares.
El mandatario, cuya impulsividad se está volviendo proverbial, no esperó a que culmine la investigación sobre el accidente y a que los expertos de varios países integrantes de la comisión correspondiente, que él autorizó, presenten el informe.
El ministro de Finanzas Patiño anunció esa decisión mientras era encargado de la secretaría de Defensa tras morir la titular. Este funcionario parece clonado del presidente, pues sus acciones y reacciones contra todo y contra todos los que no comulgan con sus ideas son similares y hasta peores que las de su jefe.
Por cierto, la muerte de la ministra pudo haber sido evitada si se hubiesen aplicado normas de seguridad vigentes. La ministra y peor su hija de apenas 17 años jamás debieron haber sido autorizadas para realizar el corto vuelo en helicóptero desde Montecristi al cercano aeropuerto de Manta.
Los dos helicópteros, en uno de los cuales iban los pasajeros civiles, estaban artillados y listos para un operativo militar de combate. Chocaron en el aire poco antes de aterrizar, porque un avión civil estaba a punto de despegar en la pista de Manta. La unidad líder “frenó” y la que seguía “se le vino encima” dice en un lenguaje pedestre pero muy descriptivo un informe al respecto.
Hubo varios responsables en el suceso. Los oficiales militares que permitieron el vuelo a la ministra y su hija, cualquiera que fuere el motivo. Y la ministra, que jamás debió ni insinuar, ni aceptar la invitación para volar sola o acompañada de su tierna hija.
Desde luego, una vez concluido el informe sobre la tragedia los responsables del accidente prevenible tienen que ser sancionados como estipule la ley. Pero hay otro responsable a quien probablemente nunca se le tomarán cuentas: el presidente de la República.
¿Por qué nombró a una mujer para ministra de Defensa y porqué insistió en nombrar a otra mujer para reemplazar a la occisa? ¿Por imitar a que ha sucedido en Colombia y Chile, donde hay damas en esas funciones? ¿O por la doble condición de mujeres y de socialistas tanto de la ministra fallecida como de su reemplazante?
La ministra extinta evidentemente no tenía ningún antecedente en asuntos militares, ni de fondo ni de forma o protocolo. De ahí que le faltar seguridad y autoridad para discernir sobre el vuelo en Montecristi: ¿los reglamentos lo permitían? Si conocía del impedimento, la supuesta invitación de los militares para volar no debió aceptarla. Por debilidad, por falta de autoridad, cedió y murió.
En la mentalidad prejuiciada de “socialistas” como Correa y los que le acompañan, la institución militar en América Latina es un instrumento al servicio de la dominación del imperialismo yanqui. El objetivo socialista es, pues, desprestigiarla, debilitarla y a la postre diezmarla. Y sustituirla con un ejército popular como el rojo soviético o chino, apoyado por las milicias y los comités de vigilancia, que ya se están formando en Venezuela a imitación de Cuba.
¿Qué mejor, en de ese contexto, que nombrar a mujeres como ministra de Defensa? La objeción no tiene tinte sexista. Las mujeres y los hombres juegan papeles distintos en la sociedad, encomiables ambos y nunca contrapuestos sino complementarios.
Esta verdad obvia, “self evident” como se diría en inglés, ha sido puesta en duda por los movimientos feministas en los Estados Unidos y regados luego por el mundo. Las mujeres han querido reivindicar sus derechos conculcados por una cultura machista y han reclamado y se han impuesto en sus exigencias para asumir el mismo papel de los machos en la comunidad.
Por el feminismo se abrió la inscripción de mujeres en las fuerzas armadas y allí se inició un peligroso fenómeno en la institución militar. En vista de que las mujeres, por razones biológicas, no podían someterse a los mismos niveles de pruebas y trabajos militares que los hombres, dichos niveles fueron reducidos.
La excelencia física y académica fue disminuida para evitar la supuesta segregación de género en las fuerzas armadas. Algo parecido ocurrió con la “affirmative action” que obliga a favorecer a los negros, en exculpación por la esclavitud sufrida en pasadas generaciones.
En las universidades se establecieron cuotas para el ingreso de negros con riesgo de corte de subsidios fiscales. Puesto que muchos negros carecían de la educación suficiente para pasar los exámenes de ingresos y para llenar los cupos, los rigores de exigencia fueron reducidos. Las consecuencias han sido una baja en los niveles académicos de las universidades.
El fruto de la “feminización” de las fuerzas armadas” en los Estados Unidos se está observando en la guerra actual contra el terrorismo. La fuerza combativa en Irak y se ve obstruida por el deseo de no errar en lo “políticamente correcto” y así ofender a las organizaciones pacifistas, en las cuales el influjo del feminismo, hedonismo y confusión sexual es obvio.
Los soldados norteamericanos en Irak no pueden combatir a los enemigos implacables y sanguinarios, que no respetan ni sus vidas ni las de escolares y otros seres inocentes. Tienen que ser femeninamente cautos pues si algún exceso cometen como en toda guerra, serán enjuiciados y humillados por sus propios conciudadanos y los medios de comunicación.
Los derrotistas piden retirar las tropas de Irak y dialogar con quienes han motivado la guerra. Una guerra no termina dialogando con el enemigo, sino con la derrota de una de las partes. Luego de la aceptación de la derrota, pueden iniciarse las conversaciones de posguerra, no antes.
El nombramiento de mujeres no preparadas para la función de ministras de Defensa parece encasillarse dentro de ese deseo socialista de restar prestigio y respeto a las fuerzas armadas tradicionales. ¿No hay también un inconfesado intento de humillar así la masculinidad del soldado ecuatoriano? La abrupta cancelación del comandante del Ejército parece ser otra señal en esa dirección.
En los Estados Unidos se propone ahora que los soldados no combatan directamente a los enemigos en el campo de batalla hasta derrotarlos, sino que se limiten a construir casas, escuelas, hospitales y asesoría. En el Ecuador el nuevo régimen ha proclamado que la institución militar tiene que dedicarse al “desarrollo social”.
Los militares, desde los tiempos griegos y romanos de nuestra cultura occidental se mantienen y entrenan para la guerra, para garantizar la seguridad nacional. Si el gobierno de Correa cree que el terrorismo no es una amenaza contra la seguridad del Estado, como ha dicho, debería liquidar a las fuerzas armadas si no ve motivo de peligro de la soberanía nacional.
Pero si no las disuelve, debe evitar feminizarlas pidiendo que construyan puentes y calles, vacunen a las niños y mujeres o edifiquen escuelas es distorsionar su misión y desmoralizar a los soldados. Para esos fines existen otros organismos públicos y privados. Pero el afán de Correa parece ser humillar a la institución militar. Refuerza la teoría que los jefes militares no hayan sido invitados a la ceremonia de posesión de la nueva ministra.

1 comment:

Neike said...

Este artículo demuestra dos cosas:

1-Que el hombre de las cavernas todavía no se ha extinguido, y

2- Que los talibanes no se encuentran solo en la religión musulmana.


Te voy a contar un chiste. Dios llama a Adan y le dice:

- Tengo una noticia buena y una mala.
- La buena primero, contesta Adan.

- Te voy a hacer 2 regalos, un cerebro y un pene
- Estupendo, ¿y la mala?'

- No tendras suficiente sangre para hacer funcionar los 2 al mismo tiempo.


Pues eso.