Kim Jong-Un, el jerarca de Corea del Norte, fue acorralado de manera muy inteligente por Donald J. Trump, líder de la mayor potencia económica y militar del planeta. Pero no lo humilló. Prefirió darle la oportunidad de optar por un mayor bienestar para su pueblo a cambio de archivar sus sueños nucleares.
La oposición está desconcertada. Pensaba que la actitud enérgica contra Kim por parte de Trump desencadenaría la III Guerra Mundial, esta vez con armas nucleares. Pero la firmeza de Trump lo que hizo es asfixiar aún más la pobreza norcoreana, contando con la cooperación de China con lo cual Kim se vio, ciertamente, acorralado.
En contraste con sus antecesores, Trump no ofreció dádivas a Kim para que cambie su conducta, sino todo lo contrario. Le dijo que si insistía en su programa de expansión nuclear, prohibido por las Naciones Unidas, no descartaría inclusive la intervención militar, dando a entender con ello que las instalaciones nucleares coreanas podrían ser pulverizadas.
En respaldo a su retórica, flotas navales y aéreas norteamericanas navegaban por la Península en espera de una reacción. Secretamente se iniciaron los diálogos. De pronto cesaron las pruebas de lanzamiento de mísiles de alcance intercontinental. Luego hubo los juegos olímpicos en Seul y la participación norcoreana. Finalmente, los encuentros entre Moon de Sudcorea y Kim.
El nuevo Secretario de Estado Mike Pompeo viajó de incógnito a dialogar con Kim y se divulgó la buena nueva: Norcorea renunciará al programa nuclear. Días más tarde se anunció que Kim y Trump se entrevistarán en Singapur el 12 de junio para sellar el acuerdo histórico. Previamente Kim invitará a periodistas internacionales a presenciar entre el 22 y 24 de este mes el desmantelamiento de las instalaciones nucleares.
¿A cambio de qué? se pregunta la gente. Pompeo lo ha dejado entrever. A cambio de abrir la sociedad hermética de Corea del Norte a la inversión de los Estados Unidos y de otros países, de manera similar (pero con enmienda a los errores que ahora se trata de corregir) a lo que ha ocurrido con China y Vietnam, principalmente.
Bien se podría especular que los delegados de Trump con Kim y sus delegados describieron la alternativa: ¿prefieren seguir invirtiendo los escasos recursos en un arsenal nuclear que no tiene futuro o renunciar y abrir las fronteras a la inversión extranjera para obtener más electricidad, vías, alimentos y prosperidad?
Trump ha renunciado a condicionar un cambio de Kim a que opten por un modelo jeffersoniano de democracia, como lo han querido otros Presidentes, pues es misión imposible de alcanzar si no proviene desde dentro de las sociedades. Pero le mejoría de la economía es dable, como en el caso de China donde sigue rigiendo una férrea dictadura comunista y un Presidente vitalicio, Xi.
En otros regímenes similares lo que prevalece es solo miseria y dictadura, como hasta hoy en Corea del Norte, Cuba, Venezuela, Nicaragua y acaso próximamente en el Ecuador. En todas esas culturas ha prevalecido el culto al caudillo, al autócrata, a la prevalencia del Estado (Gobierno) sobre el individuo, en contraste con la fórmula opuesta que se aplica en los Estados Unidos y sus seguidores.
Argentina era próspera, con índices similares a los de Estados Unidos hasta comienzos del Siglo XX. Con Perón y el populismo la economía se vino abajo y ahora Mercri, el presidente actual de contraria ideología no la puede rescatar. Venezuela era nación rica en petróleo, Chávez y Maduro la han vuelto mendicante. Ecuador vive sin brújula tras casi cien años de populismo velasquista.
Mientras el asunto Corea del Norte toma su dramático nuevo curso, en Irán hay también transformaciones. El acuerdo Obama para ayudar al régimen dictatorial y teocrático de los Ayatolas ha sido desecho por Trump y ahora están acorralados. Las sanciones económicas y comerciales se restablecerán y las inversiones norteamericanas y europeas que se habían iniciado con el Acuerdo Obama, se suspenderán.
Irán tendrá que adoptar en lo nuclear una actitud similar a la de Corea del Norte o sufrir las consecuencias de un bloqueo que asfixiará más al pueblo, que ahora se rebelará abiertamente, sabiendo, contrariamente a lo ocurrido con Obama, que contará con el respaldo de los Estados Unidos para defender sus derechos.
Paralelamente se ha confirmado otra decisión de Trump, la ubicación de la sede de la embajada de los Estados Unidos en Jerusalén, la capital de Israel desde hace 3.000 años, cuestionada por las Naciones Unidas en la que predomina el voto árabe y anti semita. Otra victoria del raciocinio y del respeto a la Historia por parte de Trump.
Pero persiste dentro del país el hostigamiento de Bob Moeller, el agente especial nombrado para ligar a Trump con Putin acerca de una supuesta conspiración contra Hillary para ganar las elecciones del 2016. La gente ya está fatigada con ese empeño que entra en su segundo año con gasto de millones de dólares a un equipo de 17 abogados anti Trump, que nunca han llegado a detectar ninguna prueba de nada. Incluso voces de la oposición claman porque la farsa inconstitucional llegue a su fin.
No comments:
Post a Comment