El Presidente Trump acaba de cancelar la cita con el dictador Kim Jong-Un de Corea del Norte, que estaba prevista para el 12 de junio próximo, en vista de las insolencias que acaba de proferir sin sentido contra el Vicepresidente Mike Pence y la oposición demócrata celebra el posible fracaso de las negociaciones como si fueran del bando coreano contrario.
Mike Pence había repetido lo que ya ha dijo el Asesor de Seguridad John Bolton: que si Norcorea no admitía deshacerse por completo de su arsenal nuclear, como lo hizo Libia en tiempos de Gaddafi, el acuerdo sería incompleto. En el 2003 Gaddafi renunció voluntariamente a su arsenal, vistos los sucesos de Irak con Sadam Hussein. Las relaciones mejoraron con Occidente pero en el 2011 Obama y Hillary Clinton apoyaron a los rebeldes jihadistas y Gaddafi murió asesinado.
Ni Bolton ni Pence insinúan que Kim Jong-Un se desarme y caiga, como en una emboscada, en manos de una insurrección. Al contrario, le están proponiendo con Trump que reconsidere el gasto y reoriente la economía, abriendo el mercado a la inversión y la tecnología extranjeros de Occidente para acelerar el desarrollo y el bienestar de su pueblo, de modo parecido a lo que ha ocurrido en Corea del Sur, de etnia similar.
El lado sur de la Península se ha convertido en uno de los más avanzados centros industriales y tecnológicos del mundo, en contraste con la cárcel comunista del lado norte, congelada así desde 1953, año de la firma del Armisticio que dividió en dos a la Península en el Paralelo 38. Trump deja en manos de Kim la posibilidad de revivir la cita suspendida, cita que no fue pedida por él sino por el dictador norcoreano acosado por la presión económica y comercial impuesta por las Naciones Unidas por iniciativa norteamericana.
Sectores de la oposición a Trump, incluidos muchos medios de prensa, intentan justificar a Kim Jong-Un al insinuar que no se le puede forzar a “capitular” con un desarme nuclear a cambio de nada por lo que urge cierta reciprocidad. Ignoran que no se trata de una guerra y por tanto que no puede hablarse de “capitulación”. Corea del Norte violó el Acuerdo de No Proliferación de Armas Nucleares de Naciones Unidas y su sola opción es sujetarse al Acuerdo sin las dádivas a las que ha estado acostumbrado por regímenes anteriores de los Estados Unidos.
Esta vez tendrá que cumplir con la ley. Preferible con la oportunidad que le tiende Trump. Si no, por la fuerza de las armas, como así lo ha dicho repetidamente el actual mandatario, en idéntico mensaje extendido al Irán. La incógnita pendiente es la actitud final que adopte China, que pasó a proteger a Corea del Norte luego de extinguida la Unión Soviética. En todo caso, queda claro que la ley sin respaldo de la fuerza es insuficiente y que en estos momentos la fuerza la tienen, por fortuna, los Estados Unidos: en lo moral, militar, económico, político y cultural.
Y que esa fuerza está manejada hoy por un hombre con clara visión de la Historia: Donald J. Trump.
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