Donald Trump acaba esta tarde de hacer cierta otra importante promesa de su campaña electoral: echar por tierra el acuerdo de Obama en favor del desarrollo nuclear de Irán, país confeso pomotor del terrorismo internacional.
Barack Hussein Obama, al hacer campaña en el 2008 por la Presidencia, prometió terminar con el desequilibrio nuclear en el Medio Oriente que a su juicio favorecía a Israel. En cuanto pudo, lo logró con el acuerdo ahora desecho, que nunca fue aprobado por el Congreso.
Por decisión del Acuerdo de No Proliferación de Armas Nucleares de las Naciones Unidas, países como Corea del Norte e Irán estaban vetados de desarrollar plantas nucleares con fines militares. Corea del Norte, ayudada por China, violó ese Acuerdo y apoyó a Irán para que hiciera lo propio.
Han sido vanos los intentos por evitar la proliferación nuclear. Si se revisa la historia, se observa que fue Estados Unidos, único país poseedor de la bomba atómica tras la II Guerra Mundial, el que propuso un acuerdo a nivel global para el uso exclusivamente pacífico de la energía nuclear.
La Unión Soviética, que carecía de dicho recurso, no firmó el acuerdo pero mediante espionaje robó a los Estados Unidos las fórmulas secretas para fabricarlo. Tras conseguirlo hizo estallar sus primeras bombas atómicas y luego las de hidrógeno. La China de Mao, aliada comunista de la URSS, presionó a Moscú para obtener las fórmulas y a su vez desarrolló las técnicas nucleares que compartiría con Corea, India y Pakistán.
Ante la proliferación, como hongos, de la producción nuclear, las Naciones Unidas convinieron en frenar ese impulso. Los Estados Unidos, como primera potencia mundial, encabezó las gestiones con Corea del Norte pero los esfuerzos fracasaron al limitarse a la entrega de donaciones y regalos a la dictadura comunista a cambio de promesas para renunciar a la nuclearización que nunca se cumplieron.
Obama llegó al extremo de levantar todas las sanciones comerciales y económicas contra Irán más la entrega de 5.400 millones de dólares por préstamos atrasados, incluidos 1.500 millones de dólares en efectivo. Irán se comprometía a no desarrollar armas nucleares en diez años y abrirse a las inspecciones. El espionaje israelí acaba de descubir que todo eso fue una farsa.
Trump, en consecuencia, anunció hoy que anula el acuerdo (que apoyaron algunos países europeos) y resintaura severas sanciones económicas y comerciales contra Irán, hasta que la dictadura de los Ayatolas acepte, como Corea del Norte, a la renuncia total e incondicional de continuar en el desarrollo nuclear, no hasta que transcurran diez años, sino hasta siempre.
En los próximos días Trump se entrevistará con el dictador de Corea del Norte para sellar un programa de desnuclearización total y de paz junto con Corea del Sur y China. Quizás se den los pasos para acuerdos de inversión para el desarrollo económico de la zona al norte del paralelo 38 de la Península, que quedó aislada como cárcel orwelliana por decisión tácita de Truman en 1953.
La URSS se fortaleció y expandió por debilidad del demócrata Franklin D. Roosevelt tras la II Guerra Mundial, cuando el acuerdo para implantar la paz y la democracia no se cumplió tras la Cortina de Hierro. Corea quedó dividida en dos por indecisión de otro demócrata, Truman, e igual ocurrió en Vietnam cuando Lyndon B. Johnson, demócrata, se amilanó militarmente sin justificación ante los vietcong, produciéndose la retirada de Saigon en tiempos de Ford, republicano.
La paz y la ley no se logran sin el respaldo de la fuerza. Trump lo ha entendido así y este principio lo está aplicando a cabalidad. Los resultados de su estrategia coherente están a punto de probarse en pocos días con Corea del Norte. Seguidamente vendrá Irán, esperándose que para entonces se consolide un respaldo popular que se rebele contra una autocracia opresora y material y espiritualmente denigrante.
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