Los demócratas y “progresistas” de todo espectro político están llegando a extremos de locura o infantilismo al insistir en que Hillary Clinton, su candidata perdedora, fue presa de una conspiración rusa en las elecciones presidenciales en favor de Donald Trump.
Ahora quieren que el recién posesionado Fiscal General, senador Jeff Sessions, renuncie porque en el interrogatorio al que fue sometido en el Senado, previo a su nombramiento, no confesó que había conversado en dos ocasiones con el embajador ruso Sergey Kiolyak, durante la campaña.
Lo acusan de perjurio, pero Sessions aclara que la pregunta específica se refería a si había conversado con funcionarios del gobierno ruso acerca de asuntos relativos a la campaña, lo cual negó. En ese entonces, Sessions era miembro del Comité de las Fuerzas Armadas del Senado y conversó con el embajador en un coctel (y en su oficina, durante una visita protocolaria del embajador, en la que no se trató de ningún hacker a Hillary).
Los medios audiovisuales afines al partido demócrata y contrarios a Trump han magnificado el supuesto perjurio y presionan para que Sessions ceda o se abstenga de participar en una investigación independiente sobre la supuesta vinculación Trump y de gente de su campaña con Rusia y Putin, para “corromper” el pasado proceso eleccionario.
El propio Fiscal General y varios altos dirigentes republicanos han admitido que, de comprobarse que existe alguna prueba de nexos o complicidad con Rusia para cambiar el curso de las elecciones en los Estados Unidos, lo procedente sería que haya una investigación y que el Fiscal designe a un Investigador Independiente, como manda la ley.
Mientras ello no ocurra, no hay base para instaurar juicio alguno, ni menos para sugerir que Jeff Sessions renuncie. Así lo han dicho los republicanos que han sido entrevistados y el propio Fiscal, pero la versión de los medios es que el GOP está fraccionado y que una de las fracciones “exige” que Sessions se retire por haber mentido bajo juramento ante el Senado.
Aparte de la evolución reciente del “affaire ruso” ¿qué se proponen probar los demócratas? ¿De qué manera Putin y su enclave influyeron de manera tan eficaz para inclinar la votación de los ciudadanos en pro de Trump con una mayoría de 306 votos electorales frente a solo 232 de Hillary? ¿Fue acaso falsificando boletas, comprando votos, hackeando las urnas de votación electrónica?
No. La sola información que se tiene hasta la fecha es que supuestamente los agentes de Putin hackearon las computadoras del comité electoral de Hillary y robaron emails de Podesta y otros dirigentes de la campaña para entregarlos para su difusión a Julian Assange, de WikiLeaks, refugiado en la embajada del Ecuador en Londres.
El contenido de los emails nada tiene que ver con Trump. Se referían al manejo corrupto de ese partido en la campaña para deshacerse de Bernie Sanders, rival de Hillary en las primarias. WikiLeaks no obtuvo filtraciones del GOP, porque este partido blindó sus computadores por consejo que dio el FBI a los dos partidos.
La divulgación de los emails ocurrió avanzada la campaña y es difícil saber si influyó y en qué medida en el discernimiento de los votantes, expuestos a una vibrante campaña por casi dos años. En todo caso, lo que expuso no fue sino un esquema de la corrupción en el proceso, que significó inclusive el despido de varios dirigentes del partido demócrata.
Claro que la intrusión en los asuntos internos por parte de agentes de otra nación es condenable. Pero en este caso, si se comprobare que en efecto fueron los rusos los hackeadores, habría que reclamarles por la intrusión, pero al mismo tiempo agradecerles por aleccionadores. Las elecciones, en una democracia como la de Estados Unidos, tienen que ser limpias. Y ha quedado demostrado que no lo fueron en el lado demócrata, presuntamente gracias a los rusos.
Que hayan sido los rusos los hackeadores sigue siendo especulativo por parte de los demócratas/progresistas, cerebralmente afectados por la pérdida de Hillary en las pasadas elecciones y por el brillante discurso que Trump acaba de pronunciar ante el Congreso en Pleno. Si tienen pruebas concretas de la supuesta conspiración ¿por qué no las exhiben?
Y si hay tales pruebas ¿se circunscriben éstas a los emails de WikiLeaks? Si es así, sería penoso, muy penoso para el partido rival del GOP.
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