Monday, July 7, 2014

LAS RAÍCES DEL OBAMISMO


Dos documentos audiovisuales expuestos al público la semana pasada cuando se celebraba otro aniversario de la Independencia de los Estados Unidos, prueban de manera elocuente el origen de las desviaciones ideológico culturales del presidente Obama y de sus seguidores, que se hallan aferrados al poder desde el 2009.
Uno de los documentos es la entrevista que hace Megyn Kelly, en Fox News, al extremista de izquierda Bill Ayerst. Éste, según propia confesión, fue integrante del grupo terrorista Weather Underground que hacia los años 1970 detonó bombas en edificios privados y en el Pentágono, causando muertes, heridos y daños.
El otro documento es la película “America”, dirigida y producida por Denish D´Souza, que inmigró de la India hace 30 años. Como en su film de hace cuatro años “2016”, que batió récords de taquilla, D´Souza trata de refutar en su segunda producción el empeño de la izquierda por hacer aparecer a los Estados Unidos como el país originario de todos los males del mundo.
Megyn Kelly, con su entrevista a Ayerst, confirma que es la mejor entrevistadora de TV de Fox y del pais, Ha superado a Bill O´Reilly quien bien haría en aunciar su retiro voluntario, satisfecho de su misión bien cumplida por más de un decenio.
Megyn, que tiene título de abogada, es frontal en su encuentro con Ayerst sin abandonar su papel de entrevistadora. Con habilidad profesional, encauza a su invitado hacia lo que interesa al público: que responda a las preguntas, que no las eluda, desvíe ni tergiverse, sin que al propio tiempo interfiera el ego del entrevistador.
Ayerst, ante la presión de Megyn, niega estar arrepentido de haber sido el autor de una veintena de atentados y más bien se lamenta de que no tuvieron mayor impacto en favor de la causa. ¿Cuál era la causa? Retirar el apoyo militar norteamericano en Vietnam y evitar el “genocidio” de 6.000 civiles vietnamitas por semana.
Cuando se le observó que las bombas del WU causaron muertos y heridos Ayerst dijo que John McCain lanzó más bombas y ocasionó más muertos en Vietnam. Megyn no lo dijo, pero en Vietnam había una guerra desatada por las URSS y China desde el Norte para apoderarse del Sur. Al interior de USA había paz.
En el curso de la entrevista, Ayerst confesó que no siente orgullo de ser norteamericano y que si la edad lo permitiera (tiene 70 años) volvería a optar por la violencia de su juventud para corregir los defectos de esta sociedad. No ve contradicción que él y su mujer gocen de salarios de 6 cifras como catedráticos en universidades estatales.
La visión que Ayerst tiene de los Estados Unidos es la misma que D´Souza transcribe al comienzo de su film “America”, dicha por los “liberals”. Colón y los colonizadores europeos fueron genocidas. Los blancos de la colonia eirigieron sus fortunas con el esclavismo negro. La república se enriqueció luego con las guerras de conquista y la explotación.
Son los mismos “talking points” o estribillos con que los camaradas que se adiestraban en Moscú difundían por Europa, África y América desde inicios del siglo XX. El capitalismo es explotación y su máxima expresión diabólica es los Estados Unidos. La salvación está en el marxismo/lenismo, cuya meca es Moscú y la URSS.
Lo problemático es que esta doctrina cala muy hondo en sus seguidores y los hechos no cuentan nada para desvirtuarla. No importa que la imposición del comunismo en la URSS, China, Cuba y otros países de la órbita causara la muerte por hambre y ejecuciones de más de 100 millones de personas. Su fe en la doctrina permanece inalterada.
Cuando hablan del oprobio norteamericano por la esclavitud, los “liberals” no mencionan que entre los indígenas precolombinos ya había esclavos, como ya los había en la Grecia y Roma antiguas. Fueron los vikingos, al expandirse hacia las islas birtánicas y el sur de Europa que crearon el muy lucrativo negocio de la venta de esclavos. A Francia, España, Italia, vendían “eslavos” como esclavos. De allí el origen de la palabra.
Lo que distingue a la esclavitud en los Estados Unidos, dice el film, es que para abolirla se requirió de una guerra civil con 620.000 muertos, más que los 405.000 norteamericanos muertos en la II Guerra Mundial. Y la guerra la peleó el republicano Abraham Lincoln para derrotar a los esclavistas y separatistas demócratas del Sur.
Los esclavistas no eran solo blancos. La película revela que había igual número de negros libertos esclavistas en el sur. Es conocido, además, que los traficantes blancos que iban al África no se dedicaban a la cacería de negros para embarcarlos para América. Eso lo hacían los negros. Como los musulmanes en el norte de África.
Los negros en los Estados Unidos, tras la Guerra Civil, no alcanzaron a plenitud sus derechos debido al asesinato de Lincoln, a manos de un demócrata. Es probable que él habría sorteado los obstáculos para lograr completar los ideales del sacrificio militar. Pero la desgracia ocurrió y la segregación continuó, pese a la abolición de la esclavitud.
Ayerst, Obama y los demócratas en general pretenden ser ellos los defensores de los negros y nunca perdonaron a Lincoln la abolición. Para mantener al negro “en su sitio”, organizaron el Ku Klux Klan, el movimiento de la superioridad blanca y con linchamientos se opusieron a todo intento de integración en escuelas, colegios, universidades, transporte y demás. 
Fueron presidentes republicanos como Eisenhower y Nixon los que tuvieron que recurrir a la fuerza para imponer medidas integracionistas. Hasta que finalmente el presidente Lyndon B. Johnson cedió a la presión  republicana y se aprobó y entró en vigencia la ley de Derechos Civiles que terminó con la discriminación racial, al menos en lo legal.
La esclavitud, así lo determinó la Iglesia Católica en la Edad Media, es condenable desde todo punto de vista. No debió tolerarse en las colonias de la futura república de USA, ni en la Constitución que la conformó. Pero había un dilema. Si se excluía la esclavitud, las 13 colonias nunca habrían constituído la Unión.
Al iniciar su mandato Lincoln no se declaró abolicionista,  pese a que su repudio a la esclavitud le era consustancial. Quería preservar la unidad y buscar alguna salida alternativa a la guerra pensando, como así lo dijo, que no siempre la vía directa es la mejor para cruzar un pantano. Pero fue inútil y la guerra estalló. Su misión desgraciadamente quedó trunca.
Según se estipula en la película de D´Souza, tanto en la Declaración de la Independencia como en la Constitución de los Estados Unidos queda claro que el derecho a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad son aspiraciones siempre abiertas, siempre perfectibles, nunca concluídas. Así lo entendió Martin L. King Jr., el propio Friedrich Douglass cuando dialogó con Lincoln sobre la esclavitud. La liberación era posible, era dable y aspirable aquí, en USA y no en Liberia como alguien sugería a los negros.
Porque hay negros que si aman a los Estados Unidos, que si han logrado aprovechar sus oportunidades y triunfar, como se demuestra en la película con ejemplos. Los demócratas que desprecian a este país tienen en sí mucho de amargura, ignorancia, envidia, revanchismo o, si están en la cima económica y política, ambición de poder y control.
Las quejas de Ayerst y los “libs” sobre el genocidio indígena a partir de Colón y los conquistadores, no tiene sustento. El 80% de los indígenas fue víctima de infecciones para las que no tenían defensa inmunológica. Es lo mismo que sucedió en Europa con la “peste negra” (asiática) que mató a 25 millones de personas o 1/3 de la población y entre 40 y 60 millones en Asia en el siglo XIV.
¿“America” se ha enriquecido por las guerras de conquista? La película lo refuta, citando al general Colin Powell: la única tierra que hemos reclamado luego de nuestras batallas es la que hemos necesitado para enterrar a nuestros muertos... (como fondo, los camposantos cubiertos de cruces en Normandía)
El subtítulo de la película “America” dice: ¿qué hubiera sido del mundo sin los Estados Unidos? Igual podría decirse de las tres Américas: ¿qué hubiera pasado con ellas si Colón nunca llegaba a América? En todo caso, ver la película y ver y escuchar a Bill Ayerst es como estar viendo y escuchando a Obama o a cualquiera de los suyos. Terrible.

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