Sunday, August 16, 2009

URIBE/CORREA, QUÉ DIFERENCIA

¿Por qué el Ecuador no ha tenido la suerte de contar con un líder de la calidad de Álvaro Uribe para la presidencia de la República en estos últimos 30 años de tan débil y mal formada democracia?

En ese lapso ha habido presidencias efímeras, por muerte en el caso de Jaime Roldós o por expulsiones forzadas como las de Mahuad y Bucaram. Ninguno evidenció calidad de estadista capaz de dejar en herencia un respeto por la institucionalidad democrática y el sistema. Al contrario, el legado fue de incredulidad y escepticismo en la política.

De ello se aprovechó Rafael Correa. Con su discurso demagógico y la falta de contendores talentosos, engañó a la mayoría y se asió del poder. Pero una vez en él, su propósito no fue corregir los yerros de los líderes que lo antecedieron para fortalecer la democracia, sino lo opuesto.

Sus maniobras para aplastar al Congreso y forjar una asamblea para que apruebe la farragosa nueva Constitución, le han conferido poderes cuasi omnímodos a través de un proceso con fachada democrática.

Álvaro Uribe es la antípoda de Correa como presidente de Colombia. No es un orador de masas, pero lo que dice convence y lo que se propone hacer, lo hace. Ronald Reagan era conocido como el Gran Comunicador por su facilidad oratoria. Pero él decía que no era un gran comunicador, sino comunicador de cosas grandes.

Tanto Uribe como Reagan tienen el don de decir cosas sensatas con claridad y sentido común, lo que es aceptado por la mayoría. Y traducen su pensamiento en acciones positivas. Reagan guió a sus conciudadanos a recuperar el optimismo y salir del sentimiento de frustración y derrotismo de los gobiernos demócratas anteriores. Y reanimó la economía cortando impuestos, proteccionismos y subsidios, impulsando así el libre mercado, único mecanismo de creación real y multiplicación de riqueza.

Uribe ha hecho lo propio. Su meta central fue reafirmar el patriotismo y la fe en Colombia en sus compatriotas, abandonando la posición cómplice de su antecesores con la narcoguerrilla. Suprimió concesiones territoriales y diálogos con los dirigentes de las FARC y prometió, en cambio, lo único que cabe con el terrorismo: derrotarlo por la fuerza de las armas hasta el rendimiento incondicional.

Los frutos han comenzado a beneficiar a los colombianos. Hay más paz y más posibilidad de producir, invertrir y comerciar, al punto que Colombia es una de las naciones con mayor tasas de crecimiento e inversión en la región. La lucha no ha concluído, pero la victoria está del lado de la ley y la democracia.

En el combate contra la narcoguerrilla, Uribe ha tenido que enfrentar no solo a enemigos internos sino externos, los gobiernos de Venezuela y Ecuador protectores de las FARC. Ecuador inclusive admitió en su suelo a los narcos colombianos, siendo el caso más notorio el del campamento de Angostura.

Uribe advirtió en varias ocasiones a Correa sobre la presencia en el Ecuador de los narcoterroristas, enviándole coordenadas precisas de las posiciones geográficas. El silencio cómplice fue la única respuesta.

A Uribe no le quedó otra alternativa que bombardear el 1 de marzo del año pasado al campamento, situado en la frontera. La acción fue impecable y lo fue porque Correa jamás se enteró de ella para prevenir a las FARC. Murió el líder Raúl Reyes y una veintena más de terroristas, rescatándose documentos clave de 3 computadoras portátiles.

Correa se enloqueció de angustia y emprendió precipitada gira por varios países de América Latina y Europa en busca de apoyo a su protesta por el ataque y muerte de sus terroristas protegidos. Nadie le prestó oídos. Rompió relaciones diplomáticas con Colombia y siguió protestando por el ataque. Lo hizo en una reunión de la OEA en Santo Domingo y allí Uribe se vio forzado a pedirle perdón por el ataque, pero sin jamás expresale su arrepentimiento por la decisión.

Correa sigue quejumbroso y Uribe se ha visto impelido a recordarle que ya le pidió perdón en Santo Domingo. Correa ahora dice que acepta este “segundo” perdón y que está dispuesto a reiniciar diálogos para una eventual normalización de relaciones entre los dos países.

Pero con una condición, ha dicho Correa: que Uribe ya no le haga acuerdo de las FARC...¿Qué insinúa con ello? ¿Que Uribe incinere los discos duros de la computadoras de Reyes que prueban que Correa y Hugo Chávez se negociaban con las FARC? ¿Que silencie nuevos testimonios que se van a presentar con el tiempo? Es una postura equivalente a la de los islámicos extremistas como Ahmadenejad de Irán (compinche de ambos sujetos) que pide negar el Holocausto. El Holocausto es un hecho histórico que no se puede negar. Los vínculos de Chávez y Correa con las FARC lo son también, en otra magnitud. No está en Uribe poder ignorarlos.

Correa, según los documentos, se comprometió a expulsar a los militares norteamericanos de la base anti narcótica de Manta y lo cumplió. Ahora esa misión se traslada a Colombia. Los militares yanquis estarán en siete campamentos y actuarán de consuno con los militares colombianos para seguir combatiendo al narcoterrorismo.

Los protectores de las FARC, para sorpresa de nadie, protestaron contra este acuerdo insinuando que es una maniobra imperialista para sojuzgar a las naciones del “socialismo del siglo XXI”. Para despejar dudas ante tan ridículas afirmaciones, Uribe también emprendió una rápida gira por varias naciones de la región y los resultados fueron, qué contraste con Correa, de aceptación o respaldo al convenio militar.

La popularidad de Uribe sigue en el 75%, la de Correa comienza a declinar. Muchos quisieran que Uribe acepte la presión para buscar una tercera reelección. La conseguiría, pero ello atentaría contra el principio de la democracia alternativa (George Washington, a quien se lo queria hacer rey, no aceptó una tercera elección. Pero fue el demócrata Franklin D Roosevelt quien vició ese principio aceptando ser reelecto 4 veces...).

Correa ha sido reelecto una vez y quisiera serlo muchas más, como su mentor Chávez. Pero al paso que va, acaso no complete ni su segundo mandato. Para sustituirlo ¿se vislumbra por algún lado a alguien con los atributos de Uribe?

Si la respuesta es negativa y si no cuaja lo de la tercera en su país ¿no querrá Uribe “darse un saltito” al Ecuador “para dar gobernando” al país por unos cuatro u ocho añitos?

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