El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, habla de “vientos de guerra” a propósito de la decisión de su colega colombiano Álvaro Uribe de acordar con los Estados Unidos una lucha conjunta para derrotar al terrorismo y el narcotráfico en Colombia.
El acuerdo consiste en recibir tropas militares especializadas de ese país en siete destacamentos colombianos para reemplazar una tarea similar de vigilancia que ejercía la misión norteamericana en la base aérea de Manta, que fue expulsada por el presidente ecuatoriano Rafael Correa.
Lo que las tropas yanquis quieren es atacar a la “revoluición bolivariana” iniciada en América Latina dijo el bufón Chávez secundado por los bufones menores Rafael Correa y Evo Morales, de Bolivia. Lo que induce a pensar que si Uribe y USA luchan contra el narcoterrorismo y si Chávez cree que eso es atacar a su “revolución”, entonces el narcoterrorismo y su revolución son una sola cosa.
Lo han tratado de negar, pero no convencen. En Bariloche acaba de celebrarse la conferencia de Unasur, grupo que quiere ofrecer resistencia al avance del “imperialismo yanqui” en Sud América. El propósito de la cita era lograr una condena al acuerdo militar de Colombia y simbólicamentre
“decapitar” a Uribe.
El director de la farsa fue Correa. Pero a él, su maestro Hugo Chávez y demás lacayos de Fidel y Raúl Castro les fue muy mal. Uribe salió ileso, Correa recibió un halón de orejas del brasileño Lula da Silva, presidente del Brasil y la conferencia, por mayoría, decidió apoyar la lucha común contra el narcoterrorismo como Uribe propuso.
En su campaña electoral Correa sostuvo que las FARC no eran terroristas sino “combatientes por la libertad” y que se los debía calificar como “grupo insurgente”. Fue en base a esa convicción que ya de presidente colaboró y protegió a esa agrupación, hasta el golpe certero de Uribe en Angostura.
Ahora, dado que la situación bilateral con Colombia y el mundo ha variado, Correa trata de variar su postura, pero nadie le cree. Se ha revelado como un fascista que cree que la salvación de los pueblos solo puede ser dada con gobiernos autoritarios que absorban todos los poderes, sin derecho a réplica.
En ese contexto, los correas y chávez tratan de bloquear a gobiernos que quieren combatir a guerrilleros y terroristas como las FARC, porque estas organizaciones quieren acabar con la democraica, una forma de gobierno antípoda a su cosmovisión centralista/estatista. Por ello en Bariloche Correa, líder temporal de Unasur, ensayó varias estrategias para debilitar el acuerdo militar, pero en todas ellas fracasó.
Tuvo la arrogancia de insinuar que el presidente Barack Hussein Obama, de Estados Unidos, se siente ante Unasur a explicar el porqué del acuerdo con Colombia, probablemente para recibir o no la aprobación. Poco lo faltó para ordenarle a Obama que vaya a su despacho, en Carondelet, para que ante él como líder del organismo, le pida su asentimiento.
Tampoco hubo eco a su otro pedido: que una misión de Unasur vigile el comportamiento de los tropas militares colombiano y gringas en los siete destacamentos del proyecto. Eso lo dijo después de divagar sobre la imposibilidad que hay de controlar la actividad de los militares gringos en bases como las de Manta.
El exabrupto de Correa se explica porque Obama es quien ahora está en la Casa Blanca. Su tarea de siete meses ha sido debilitar la imagen y la propia estima de los Estados Unidos, interna e internacionalmente. Sus discursos en El Cairo, América Latina y otros sitios se han centrado en pedir perdón por los pecados supuestamente cometidos por todos sus antecesores, sin exepción y prometer enmiendas y sumisión.
Es increíble cómo se ha doblegado ante Chávez y Castros y Correas en relación con Honduras. Zelaya salió de su país por decisión nacional, popular e institucional, pues no se quería permitirle que convierta al país en otro satélite de Chávez, como Ecuador, Bolivia y Nicaragua.
Chávez es enemigo confeso de los Estados Unidos y del capitalismo democrático. Quizás por esas razones Obama lo respalda en este caso de Honduras, de manera tan claramente anti democrática.
Insiste y presiona para que Zelaya sea restituído y corta visas y ayuda a Honduras como si fuera una nación infestada por el racismo, como lo fue Sudáfrica o de respaldo al terrorismo y el desafío a Naciones Unidas en cuanto a armamentismo nuclear, como Irán. De esa debilidad y de esa inconsistencia se aprovechan bufones como Chávez y Correa.
Al igual que Correa, Obama no cree que al terrorismo hay que llamarlo de esa manera. Por decisión suya ahora los Estados Unidos no están en guerra contra el terrorismo sino contra...no se sabe a ciencia cierta qué, pero no al terror de Al Qaida, Talibanes, Hamas y otros. Para reforzar su posición, ha dado pasos firmes para liquidar a la CIA.
Los pasos iniciales los dio Bill Clinton, quien siguió el proceso interno de debilitar la imagen patriótica de los Estados Unidos, nacido a raíz de los fracasos militares de Vietnam, guerra contra la expansión comunista que se perdió por influjo político de los “libs” o izquierdosos de Washington. Obama acaba de acusar formalmente a la CIA de torturar a los enemigos combatientes que fueron capturados en actos de guerra posteriores a 9/11 y apresados en Guantánamo (torturas “terribles” como lanzar humo a las narices de los angelitos, amenazarles con represalias que nunca llegaron a cumplirse, waterboarding que jamás les ahogó, etc). A los interrogadores y a los abogados que revisaron las leyes pidió que se les enjuice y condene (pero no a los congresistas de ambos partidos que autorizaron los procedimientos).
La CIA ya no hará trabajos de compilacion de información o inteligencia, esa labor será manejada por Obama desde la Casa Blanca. Fácil suponer los resultados, todos contrarios a la seguridad de los Estados Unidos, no obstante que la principal misión de los presidentes de ésta y de cualquier otra nación es garantizar la seguridad nacional.
Cheney, el vicepresidente de George W Bush, dijo que lo razonable habría sido que Obama ordene interrogar a los agentes de la CIA acerca de cómo lograron que USA esté protegida durante ocho años de nuevos ataques de los terroristas, para aprender. No para castigarlos.
Algo parecido debió haber hecho Correa con Uribe. Tras el ataque a la base de Angostura, lejos de romper relaciones diplomáticas con Colombia debió haberle pedido excusas por no haber cooperado para combatir al narcoterrorismo y prometido aunar esfuerzos a futuro para mejor cumplir esa misión de vital interés mutuo.
Pero Obama y Correa tienen otro concepto de la vida. Hablan ambos de defender la soberanía, pero evidentemente son antes “liberals” que el uno norteamericano y el otro ecuatorianos. Para su agenda liberal no tienen empacho en proteger al terrorismo o ceder ante enemigos como Chávez o Ahjmadinejad, destruir a la CIA y reducir el presupuesto de defensa.
En esa tendencia no sorprende la exaltación al “papa” liberal que acaba de morir, Edward Kennedy. Para los liberals, como que está camino de la canonización y santificación. Ted se decía católico pero fue el mayor propulsor del aborto, condenado sin derecho a negociación por la Iglesia Católica.
Le exaltan por defensor de los indefensos, pero por su influjo han muerto en el país unos 50 millones de seres humanos, los más indefensos de los indefensos: los nonatos. Y dejó morir a una joven mujer cuando el vehículo que él conducía, borracho, cayó en una laguna. Huyó mientras la mujer se asía del techo en el auto volcado, pugnando por respirar y salir, pero murió no ahogada sino sofocada.
El autor del accidente, al huir, pasó por una estación de bomberos y nada dijo. Fue a dormir y solo al día siguiente notificó a la Policía. ¿Cuál fue la sanción? Como en los mejores países del tercer mundo, apenas dos meses de “probation” o probatoria, es decir: nada.
Fidel Castro elogia a Ted Kennedy. Bien sabe él que su hermano Robert, como Procurador y en anuencia con John F., presidente, tenía listo un plan para asesinar a Fidel en uno de sus viajes rutinarios por Varadero, el 1 de diciembre de 1963. Por una serie de complejas imbriaciones relatadas con toda minuciosidad y documentación en el libro Legacy of Secrecy escrito por Lamar Waldron con Thom Hartmann (Counterpoint, 2008), el plan se frustró por el asesinato días antes de John F. Kennedy.
John F siempre estuvo arrepentido por el error de haber negado apoyo al plan Bahía de Cochinos para derrocar a Fidel Castro. Jrushov, con su estilo bufonesco, se mofó de él por su debilidad y pasó a instalar las bases de cohetería en Cuba, lo que a la postre John F. no lo permitió.
JFK quiso enmendar el error y superar la frustración con el plan del 1 de diciembre. Pero la mafia, indignada por los asedios de Robert, se adelantó en la venganza sin que nada tuvieran que ver ni Castro ni Oswald. Robert, muerto se hermano, retomó su liderazgo e intentó llegar a la presidencia entre otros motivos para culminar su lucha contra la mafia. Pero ésta se lo adelantó y lo asesinó en plena campaña en 1968.
La mafia tiene ramificaciones en varias ciudades clave y se interconectan entre sí, aunque en ocasiones batallen. Una de ellas y muy poderosa es la de Chicago. La misma que ha amamantado y criado a Obama. El mismo que ahora exalta a Ted Kennedy el cual es exaltado también por Fidel.
Obama, en su corto lapso de gobernante, ha arremetido contra el sistema de libre empresa y de libre competencia capitalista. Ha estatizado la banca y la industria automotriz y ahora está en feroz campaña por liquidar la libre competencia entre las aseguradoras de salud, para sustituirlos con un solo proveedor, el Estado.
Correa ha logrado triunfos espectaculres de parecida significación pero en otras dimensiones en el Ecuador debilitando a banca e industria, cercando a los medios de comunicación, anulando el equilibrio de poderes propio del sistema democrático. Extrañas coincidencias entre los líderes de un país diminuto y la primera potencia mundial, ambos unidos por la enfermedad del utopismo populista y demagógico de corte fascistoide.
Es probable que salgan adelante en sus empeños, pero no por mucho tiempo. La historia está plagada de gobernantes que abusan de su poder y lo llevan a extremos fascistas. El sacrificio de libertades y vidas humanas es inmenso y tanto, que terminan por sucumbir, para que una vez más la rueca de la historia de vueltas y se repita a si misma.
La sola excepción, por casi 250 años, han sido los Estados Unidos. Pero con Obama y la mafia que le rodea se agolpan las dudas. ¿Terminará este país sucumbiendo también ante la tiranía, como Roma, Grecia y tantos regímenes no solo de antiguos tiempos sino de los cercanos del pasado siglo e incluso del presente?
(P.S.: Como para aportar más argumentos a lo que esta nota contiene, el presidente Correa acaba de anunciar que clausurará Teleamazonas porque ha difundido un video que revela lo que todos han sospechado: que él ha amnipulado y manipula a los asambleistas a su antojo. Pero en lugar de tratar de explicar su conducta inmoral, acusa a Teleamazonas de “cloaca” por utilizar el derecho del pueblo a ser informado de todos, absolutamente de todos los actos del gobierno. No importa cómo se obtuvo la noticia, lo que importa es su contenido si es real, como así lo admite en su amenaza el propio autócrata gobernante. ¿Y de cuándo acá Correa tiene derecho a que se prohiba un programa de TV, esta vez de una peruana Bozzo? Para vergüenza nacional, el canal ya lo había suspendido adelantándose a los deseos del amo).
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