Sunday, August 31, 2008

UNA JUGADA MAESTRA

El candidato presidencial por el partido republicano de los Estados Unidos, John McCain, acaba de orquestar un golpe maestro de estrategia política al designar a la gobernadora de Alaska, Sarah Palin, como candidata a la vicepresidencia.
Desde el punto de vista del “suspense” periodístico, fue admirable cómo supo imponer una total reserva a su equipo íntimo de colaboradores acerca del nombre de la persona escogida. Todos los medios impresos y audiovisuales y por los “blogers” se enfrascaron en un intenso combate por adelantarse con la primicia del nombre, sin conseguirlo.
Acaso el canal FOX TV fue el primero en enunciar el nombre de Sarah temprano en la mañana del viernes pasado con cierta seguridad, pero casi de inmediato se retractó por ciertos indicios en contrario. No obstante, hacia el mediodía de ese mismo día, la noticia se confirmó.
Acto continuo reverberaron las conjeturas, juicios, condenas, aplausos acerca de la selección. Aún continúa y continuará el debate, no solo entre los demócratas sino igualmente entre los republicanos y los independientes, así como entre los periodistas y comentaristas de todos los matices.
Todo lo cual confirma lo acertado de la decisión de McCain tanto por la calidad de la persona escogida, como por la forma de hacerlo. McCain, como todos señalan, es un “maverick”, vocablo inglés que originalmente se refiere a los becerros sin marca o apartados de la vaca madre y que, en el lenguaje corriente, significa independiente.
No independiente con respecto a un bagaje de principios, que McCain los tiene y bien arraigados como republicano, sino independiente en cuanto a discrepar con regulaciones u orientaciones rígidas de partido, que no comparte por considerar que no son adecuadas.
McCain, por ejemplo, discrepó con la estrategia militar del presidente GWBush, que se apoyó en sus comandantes y le recomendó que incremente el número de tropas en Irak para derrotar el enemigo. Bush atendió a su insinuación y ahora el terrorismo musulmán se halla allí en retirada.
También McCain se opuso a la tendencia radical del partido republicano en el manejo del problema de casi 12 millones de inmigrantes ilegales. Para él, como en este caso también para Bush, la solución era y es abrir las vías para que los actuales inmigrantes opten por la legalidad y para que los inmigrantes del futuro lleguen a este país temporal o permanentemente ajustados también a la ley.
El proyecto, bipartidista, no fue aprobado por el Congreso Federal. Pero lo será en la próxima administración, cualquiera que fuere electo en las elecciones presidenciales del 4 de noviembre venidero. La utopía de la muralla infinita en la frontera o la expulsión colectiva de los 12 o más millones de ilegales es impráctica y es contraproducente a los intereses nacionales.
Sarah Palin, de 44 años de edad, reúne condiciones muy similares de “maverick” como lo ha demostrado en Alaska. De profundas condiciones republicanas en lo atinente a política fiscal de reducción de impuestos y austeridad en el gasto, así como en su actitud contraria al aborto (se negó a abortar a su último hijo, al cual se le detectó el síndrome Down) y al matrimonio gay, se opuso a la corrupción de funcionarios republicanos, los derrotó en comicios y fue firme como edil y gobernadora. Goza del 80% de aprobación en Alaska.
Tiene otros atractivos como mujer y ejecutiva. Madre de 5 hijos, casado con un campeón de carrera sobre nieve con trineos arrastrados por perros esquimales (él mismo tiene ¼ de sangre esquimal), ha participado en la pesca comercial de salmones (tarea en extremo peligrosa, al punto que sufrió un percance en sus dedos) para la empresa que tienen con su marido y es una formidable oradora, como lo demostró el viernes pasado al agradecer por su nominación.
¿De qué se le acusa a esta dama, que además fue reina del pequeño pueblo en que creció y luego compitió por el título de Alaska? Los dardos le vienen sobre todo por su supuesta falta de experiencia, particularmente en política externa, lo que le perjudicaría al considerar que, si fallece McCain (tiene 72 años de edad), ella se convertiría automáticamente en la primera Presidenta de la nación más poderosa del planeta.
Quienes tal sostienen dicen que ello anula las críticas del lado de McCain a la falta de experiencia de Barak Hussein Obama, el candidato de los demócratas. Del lado republicano contestan que argüir así es admitir que Obama es, en efecto, inexperto. Pero además los republicanos contrastan la fructífera práctica ejecutiva de Sarah con la ninguna de Obama, que solo exhibe su paso por el Senado federal, al que ha asistido apenas 123 días en 4 años.
Si se combina las edades de los binomios, se observa que el de McCain apenas supera con 2 años al de Obama. En todo caso, lo que se elegirá en noviembre no es al vicepresidente, sino al presidente. Entre Obama y McCain las diferencias en experiencia, solidez y firmeza son siderales. Igual contraste se halla, por añadidura, entre los dos candidatos vicepresidenciales.
Joe Biden, de 65 años de edad, ha estado 34 años en el Senado y ha presidido el comité de relaciones exteriores en varios períodos. Pero su récord no es nada recomendable: se opuso a la primera guerra contra Hussein de Irak, en la guerra del Golfo y luego a la segunda. También se opuso, como Obama, al incremento de tropas que han conducido a la victoria en la segunda guerra contra Irak y, por otro lado, ha hecho campaña para que se divida a ese país en tres, una región para cada una de las tres facciones sunitas, shitas y kurdos, lo cual es receta para la disolución nacional.
Sarah Palin, en contraste, tiene ideas claras sobre cómo administrar asuntos de política interna y externa. Visualiza sin titubeos la presencia del enemigo en Irak, Afganistán y los Estados protectores del extremismo musulmán como Irán, Siria y, aunque no lo menciona todavía, los de reciente data como Venezuela.
Para una persona con mente lúcida y convicción de principios, la asimilación de las interioridades de la política foránea no será ni lenta ni tortuosa. Tendrá como su principal maestro al propio McCain, con quien tiene coincidencia plena en la cosmovisión y, además, los asesores que serán nombrados a su turno. Lo que importa es poseer buen criterio, buen juicio y ella lo tiene.
Es, además, optimista como firme partidaria de la cultura de la vida, no de la muerte como su rival. Anhela la victoria para las fuerzas militares en combate, no la derrota y su retirada, como su rival (su hijo mayor se enlistó en el Ejército y partirá en los próximos días al Irak). Cree en el valor de la individualidad, no en más interferencia del gobierno para la solución de todos los problemas.
Obama transpira resentimiento social, acaso por la penosa vida que llevó a poco de su nacimiento de un padre negro y una madre blanca, que pronto se divorció, casó con un indonesio, fue a vivir con él en Indonesia y luego entregó a Barak al cuidado de sus abuelos en Hawaii. Su padre negro, de Kenya, murió alcohólico
Obama y Michelle, su mujer, son muestra formidable de la superación de la barrera racial en los Estados Unidos, al haberse graduado ambos en las mejores universidades de Harvard y Princeton y llegar, con derecho, a tener una vida muy holgada y exitosa. Pero no lo reconocen y se han unido a predicadores que culpan de todos los males del mundo a los Estados Unidos, omitiendo sus propios logros y lo que este país ha hecho a favor de pueblos oprimidos por las tiranías, con sacrificio de incontables vidas.
McCain y Palin cantan otra canción. Es de alegría y confianza en el futuro y en la permanente defensa de los principios que alientan a este país desde los albores de su fundación en 1776. Obama acaso inspire compasión por su atormentada niñez y juventud, pero esos no son méritos suficientes para encumbrarlo a la presidencia de un país que premia la capacidad, la gratitud y que ha difundido y defenderá su libertad a cualquier costo individual y colectivo.

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