¿Para qué la Asamblea Constituyente en el Ecuador?
Es otro de los caprichos del autoritario presidente Rafael Correa. La existencia de la asamblea se debe a su deseo de clausurar el Congreso Nacional para sustituirlo por ese organismo. El pueblo le dio la razón con una votación del 80%.
¿Dónde instalar la asamblea? Ya lo tenía pensado: en Montecristi, un pueblito célebre para los ecuatorianos porque allí nació Eloy Alfaro y célebre en el exterior porque allí se tejen los sombreros Panama Hats, llamados así porque la comercialización internacional se originó en ese país.
¿Por qué Montecristi? Porque él se cree descendiente biológico e ideológico de Alfaro, por la línea familiar Delgado (se ignora si hay información genealógica que lo confirme, lo cual en todo caso carece de importancia).
¿Por qué afinidad ideológica? Este detalle es más conflictivo. Si Alfaro es el “gran luchador” de las causas liberales, Correa está configurándose como el gran campeón de la destrucción de los principios liberales. Probablemente la afinidad que los una sea el autoritarismo. En el caso de Alfaro fruto de la fuerza y el fraude, en el caso de Correa por la manipulación de la Constitución y las leyes, respaldado por el sufragio popular.
En todo caso, Correa ordenó que se construya el edificio en Montecristi sin las molestas sujeciones a concursos y a un costo de 360 millones de dólares, mientras quedó vacío y sin uso el edificio del Congreso Nacional en Quito. Se requerirán casi 500 millones de dólares más para pagar sueldos a los 130 delegados a la Asamblea, empleados y mantenimiento.
Pero la dilapidación de los fondos fiscales, si bien condenable, no lo es tanto como la dilapidación del concepto y práctica de la democracia devenida con este organismo. La asamblea que acaba de instalarse en el Ecuador no es sino un instrumento servil del Ejecutivo, de Correa, según así se colige desde sus primeras resoluciones.
En una pueril declaratoria inicial la Asamblea asume poderes supremos que se superponen a los de toda otra autoridad e institución. Sería ingenuo suponer que incluso el propio Correa se someta a ello, en el supuesto de que alguna de las decisiones de los asambleístas pudiera contrariar su voluntad.
Acaba de demostrarlo. Si la Asamblea se inmiscuye en la tragedia de Dayuma en el Oriente, donde la población se levantó en protesta contra el gobierno y fue doblegada a sangre y fuego por los militares, Correa ha dicho que renunciará. Si la Asamblea de todos modos revisara las denuncias y emitiera decisiones de desafío al Presidente, sería muy hipotético que Correa renuncie.
El mandatario aludió concretamente a la posibilidad de que los 24 presos de ese villorrio sean indultados por la Asamblea. Los detenidos son ciudadanos modestos del lugar, acusados por Correa de “terroristas y saboteadores”. Aún no han sido sometidos a juicio ni peor sentenciados, pero el jefe de Estado se ha adelantado con la amenaza de renunciar si alguien en la Asamblea los defiende.
Correa ha estado pronto a defender a los terroristas de la FARC y a gobiernos que fomentan al terrorismo internacional como el de Irán. Pero califica a unos insignificantes campesinos de terroristas y está dispuesto a que se los condene hasta a 12 años de prisión, incluida la prefecta Guadalupe Llori. ¿Qué motivó la protesta de los habitantes? El incumplimiento de obras ofrecidas por gobiernos ineficientes y corruptos, tanto el actual como los precedentes. “La Patria ya es de todos” es el eslogan de esta administración, pero en la lista no cuentan ni los ricos ni los disidentes.
La asamblea se convocó para rehacer la constitución. Algunos ingenuos se ilusionaron y pensaron que era una buena receta para curar los males de un sistema democrático debilitado e inoperante. Pero ahora el tema “Constitución” es secundario. Con la asunción de todos los poderes comenzará a reformar al país contra reloj, en todas las instancias y en todos los niveles, sin que exista el peligro o la “molestia” de debates, discusiones ni oposiciones que interfieran.
Así lo quería y así lo quiere Correa. Y así actuarán los 80 asambleístas sumisos más algunos de los 50 restantes oportunistas y “genuflexos”. En tal situación ¿para que la Asamblea, para qué tanto gasto y pérdida de tiempo? Correa, un economista, pudo y aún puede ahorrarle al país si gobierna dictatorialmente de modo directo, sin la charada de esta asamblea inútil.
Algunos analistas creen que se ha producido una fisura en Acción País, el movimiento populista que ha respaldado a Correa desde el inicio de su aplastante marcha hacia el poder. Afirman que hay quienes quisieran darle un viso de legitimidad e independencia, bajo el liderazgo del presidente del organismo, Alberto Acosta, el asambleísta más votado. Pero el otro grupo es el de los incondicionales, al mando de Trajano Andrade, el más votado en Manabí.
Si la hipótesis funcionara a favor de Acosta, la Asamblea desoiría las amenazas de Correa y continuaría en la investigación de lo ocurrido en Dayuma. Si se confirmara que hubo excesos en el uso de la fuerza y sancionara a los culpables liberando a los presos, entonces Correa en cumplimiento de su palabra debería quedarse exiliado en Argentina. ¿Para que lo sustituya quién? ¿Acosta o Lenín Moreno el Vice de Correa?
Obviamente se trata de una hipótesis improbable, por pintorescos que sean los juegos especulativos en caso de cumplirse. En el país no hay, por el momento al menos, espacio para la disidencia, ni fuera y menos dentro del grupo populista del “césar” Correa. Éste es el supremo. Quien pretenda erguirse y criticarlo, o se prosterna y retracta, o es políticamente degollado, no importa cómo.
Mientras tanto, los asambleístas continuarán accediendo sin protesta a los pedidos del Presidente. Se dice que mañana darán paso al pedido de Correa para que la Constitución reformada se apruebe en referendo con la mayoría de votos válidos, excluyendo los nulos y en blanco. De esa manera creen que el Si tendrá una más fácil confirmación. (Correa, según él mismo lo dijo, tuvo la “viveza” de evitar los peligros de la Constituyente de Bolivia, ordenando que las reformas se aprueben con la mitad más uno de los votos, no con los 2/3)
A renglón seguido la Asamblea aprobará sin chistar una ley tributaria cuyos detalles nadie conoce, pero que se orienta a quitar la plata a los ricos para darla a los pobres. Esa es la imagen que quieren proyectar al “pueblo popular”. La nueva ley tendría el efecto de vasos comunicantes según el cual el dinero de los ricos fluye desde arriba hacia los pobres, como por arte de magia, física o gravedad.
Lo cual es, por cierto, a infantil. El dinero que se confisca a los “ricos” vía impuestos a la tierra, los depósitos bancarios y en general a los ingresos y patrimonio de los ciudadanos y el sector privado no va a fluir ni directa ni indirectamente a los pobres. Irá a engrosar las arcas del fisco corrupto y reducirá la riqueza colectiva, desalentando el ahorro y la inversión y agravando la pobreza del sector más empobrecido.
La Asamblea arrodillada también aprobará en tiempo récord la amnistía a las mujeres apresadas por narcotráfico. Correa revive así su frustración y rencor por el hecho de que su padre, ya fallecido, fue encarcelado en los Estados Unidos por actuar como “mula” para transportar cocaína.
Dolido por ese hecho, irrazonablemente quiere redimir a su padre y a los que han sido sorprendidos en similares acciones, sosteniendo que la sanción por tráfico ilícito de drogas es desproporcionada con respecto a la falta. Añade que el perdón se justificaría porque narcotraficantes como su padre no tuvieron mejor opción para colectar dólares con que alimentar a sus hijos, debido al alto desempleo.
Específicamente se conduele de las madres apresadas en las cárceles del Ecuador, que cayeron porque no tuvieron otro camino para atender a su prole. No reflexiona que si ese dinero mal habido pudiera dar pan los hijos de esas madres, en cambio la acción ilegal está contribuyendo a una red internacional de narcotráfico que envenena y mata, casi sin posibilidad de recuperación a millones de seres humanos en el mundo entero, sin excluir a niños y adolescentes.
Otra ley que Correa impondrá a la Asamblea será la que disponga más trabas y sanciones para el ejercicio de la libre expresión del pensamiento. Un individuo que no acepta sino el adulo y la venia a su modo de pensar y actuar, no quiere una prensa libre. La quiere subyugada y temerosa de la represión y represalias en el campo tributario, laboral, empresarial. La ley que va a enviar a la asamblea contemplará puntos específicos en esas áreas, según públicamente lo tiene anunciado.
Entre los 50 asambleístas que no pertenecen al oficialismo, hay gente ilustre que con seguridad argumentará con brillantez en contra de las arbitrarias propuestas de Correa. Pero su papel no pasará de allí pues prevalecerá la dictadura de la mayoría. ¿Cuál la alternativa, entonces? Un asambleísta disidente, Xavier Ledesma, de sinuosa trayectoria política, ha optado por dimitir al cargo, vista la impotencia. ¿Será una alternativa válida?
Algunos disidentes preferirán no abandonar y afrontar la lucha desigual con idealismo y coraje. A otros probablemente les sea difícil renunciar al jugoso salario de 4.100 dólares por mes y la oportunidad de la publicidad en diarios, radio y TV. El magnate Álvaro Noboa dice que asistirá en tanto no se viole la Constitución vigente. Pero la Constitución ya quedó rota con la clausura del Congreso y cuando la asamblea asumió los plenos poderes. ¿Hasta cuántas rupturas estará dispuesto a aceptar el heredero del imperio bananero?
La hipótesis del abandono de la Asamblea por parte de los 50 asambleístas no correístas sería espectacular. El organismo y su jefe, Rafael Correa, quedarían en ridículo interna e internacionalmente y todo lo que aprueben tendría la misma durabilidad efímera que se vislumbra tendrá este extraño experimento dictatorial en que es copartícipe una Constituyente, tal como en Venezuela. Porque aparte de sus victorias electorales, el gobierno de Correa no tiene nada positivo en su favor, ninguna promesa electoral cumplida.
Pero el pueblo venezolano reaccionó y votó en contra de Hugo Chávez a tiempo para frenar sus aberraciones socialistas del siglo XXI. Los universitarios y los militares, una vez más, jugaron el papel decisorio. El pueblo ecuatoriano podría quizás también despertar de su letargo si los asambleístas disidentes dejaran sus curules y abandonaran a Correa y los suyos, privándoles así del aval que su presencia y sus votos pudieran darle a la Asamblea.
2 comments:
Estimado Santiago Jervis:
Esa es la pregunta del millón de dólares y creo que muchos de los ecuatorianos que votaron por ella ya han alcanzado a reaccionar sobre el trabajo real encomendado a los asambleístas y, aspiro yo, que en las próximas semanas un algo o alguien les haga aterrizar en el verdadero mandato.
Vivo en Manabí y lo que miro no me gusta para nada.
Raúl Zavala
r_zabala@hotmail.com
http://raulzavala.blogspot.com/
De acuerdo estamos ante un psicopata, pero de marca mayor este sujeto no va a cambiar, apoyo cualquier medida encaminada a frenar los abusos y la intervencion a la propiedad privada
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