El presidente Hugo Chávez se encaramó en el poder a horcajadas sobre una oposición desorientada y paralizada por un sentimiento de culpa. Venezuela, después de todo, cayó en manos de Chávez en gran parte por la falta de liderazgo de sus dirigentes democráticos.
Pero inicialmente las arbitrariedades que Chávez cometió en su administración primera originaron una reacción popular y militar y fue depuesto. Pero poco duró esa maniobra, ya que quien asumió el mando de la república demostró no estar capacitado para dirigir un nuevo orden de democrático en el país.
A la final Chávez reasumió el poder y a partir de entonces se dedicó, con la asesoría directa de Fidel Castro, a consolidarse y tratar de perpetuarse en la función de presidente autoritario. Sus acciones y discursos lo califican como un discípulo ejemplar de Fidel: virtualmente toda oposición ha sido demolida.
De todas maneras a Chávez le tomó tiempo alcanzar el poder que ahora detenta. Y, sobre todo, tuvo que recurrir a un fraude escandaloso para lograr la reelección para un segundo período de 6 años, que ha prometido extenderlo a otros 6.
El fraude se denunció oportunamente. Básicamente, consistió en suspender el conteo de votos cerca de la medianoche porque los primeros resultados le desfavorecían. Hacia la madrugada, el control electrónico fue manipulado y la victoria para Chávez se anunció con presteza al mundo entero.
Las protestas de fraude pudieron haber tenido alguna repercusión. Pero fueron silenciadas con la abrupta intervención del ex presidente de los Estados Unidos, Jimmy Carter, quien desoyó los reclamos y sin escuchar a los reclamantes, declaró a Hugo Chávez como ganador en unos comicios “impecables, límpidos y transparentes”.
La historia del fraude quedó fuera de los textos y los diarios. Chávez, muy ágil, continuó en su objetivo de concentrar todos los poderes en si mismo, cada vez con más y más respaldo de la mayoría de ciudadanos, víctimas principales de los pasados regimenes frágilmente democráticos que no supieron aprovechar las enormes riquezas del país, sobre todo petroleras, para crear un ambiente de libre acceso a las oportunidades para progresar.
El gobernante venezolano, protegido por el incremento en los precios del petróleo, disfraza su tránsito a la dictadura total con la prédica de una socialismo bolivariano del siglo XXI, que supuestamente repartirá riqueza a todos lo pobres pero que a la postre los empobrecerán más.
Chávez, discípulo de Fidel, ha tenido discípulos. Uno de ellos, Evo Morales de Bolivia, da indicios de incompetencia. Con dificultad entrelaza algunas frases en español y ha sido nulo para controlar la asamblea constituyente que debía estar a sus órdenes para darle un estatuto jurídico que le consagre como dictador. Muy distinto el caso de otro de sus discípulos, Rafael Correa del Ecuador.
Éste expresa con soltura, con una verborrea tropical ahita de insultos contra los ricos, los Estados Unidos, los partidos políticos. Ha quemado etapas en relación con el maestro. En menos de 6 meses ha desecho a los partidos, al Congreso, al Tribunal Supremo Electoral, al Tribunal de Garantías Constitucionales y ha reducido la capacidad de respuesta de los medios de comunicación.
En cuanto a los medios, hay que exceptuar a varios columnistas que no se han arredrado y continuan criticando los actos y discursos dictatoriales de Correa. Lo que se echa de menos es una posición frontal de los diarios y emisoras de radio y TV contra las actitudes y amenazas del gobernante contra la libertad de expresión.
Correa afirma que hay respeto a dicha libertad y que él hace uso precisamente de ese derecho para criticar lo que él cree censurable de los medios. No es ese el papel de un gobernante. Por su función, tiene que abstenerse de asumir la posición de un crítico directo para señalar lo bueno y lo malo que en su opinión tienen los medios. Eso queda en manos del público, de los clientes de esos medios.
Lo cual no implica perdón por los errores que los medios puedan cometer de buena o mala fe en la divulgación de informaciones y opiniones. Pero cuando ese error se detecta hay que sustentarlo, pedir rectificaciones o sanciones que la misma ley establece.
Si Correa fuese presidente en los Estados Unidos, gran parte de su tiempo tendría que dedicarlo a castigar y silenciar a centenares de miles de medios de comunicación que probablemente no serían de su agrado. Desde los tabloides de supermercados hasta los “talk shows” de radio, CNN o FOX . El mismo The New York Times o The Wall Street Journal correrían peligro de amenazas, de ser callados o censurados por el molesto “füherer” tropical.
Lo penoso es que con cada nuevo gesto dictatorial de Correa, con cada discurso sabatino venenoso, con cada bofetada a quien no piense como él o no logre su venia previa para opinar, su popularidad se acrecienta. El voto por el SI le fue favorable en un 82%. Luego de este resultado y de manotazos al viento contra sus opositores su popularidad subió al 78%, sobrepasando incluso a Uribe de Colombia.
El 1 de mayo encabezó la marcha de los trabajadores y a su paso recibió pétalos de rosas desde los balcones quiteños, igual que Simón Bolívar cuando paseaba en triunfo por las mismas calles capitalinas. El gesto de Correa en el desfile era claro: estoy con los trabajadores (explotados) y en contra de los empresarios (explotadores).
Un jefe de Estado no puede alinearse con ninguna de las partes porque ambas son parte constitutiva y sustantiva de la comunidad, en lo social y económico. No hay prosperidad ni progreso sin las dos partes y la misión ideal del gobernante es armonizar y evitar conflictos de conformidad con la ley, no exacerbarlos. Correa quiere esto último.
Ahora anuncia que unificará los salarios de los trabajadores, tanto urbanos como rurales. Es absurdo. Si se aplica –obviamente con un ajuste y la unificación al alza- ello significará quiebra de las empresa agrícolas, escasez de alimentos, inflación y, como consecuencia, mayor pobreza general.
También ha aceptado ser prioste en Pujilí, otra payasada de su parte. Su meta, en temas indigenistas, es borrar 500 años de oprobio del blanco sobre el indio. No ha elaborado su propuesta, pero se supone que quiere volver a la época de la dominación inca prehispánica en el vasto Tahuantinsuyo, con el actual Ecuador incluido.
El paraíso precolombino no era tal, según revelan los documentos y según se observó dramatizado el ejemplo de los mayas y aztecas en la película de Mel Gibson Apocalypto. Últimos análisis históricos indican, además, que la disputa entre Huáscar y Atahualpa obedecía al intento de “modernizar” la sociedad inca por parte de Huáscar y no a conflictos de poder territorial como lo cuentan los textos de historia en las escuelas.
El trabajo colectivo de las masas debía ser colectado para el goce de las momias, de los incas muertos y sus allegados. No para satisfacer el hambre de los súbditos en un “paraíso socialista”. Huáscar quiso cambiar este concepto por absurdo y halló la oposición implacable de Atahualpa, convertido en defensor de un statuo-quo ominoso.
Correa, como Chávez, desea para “su” pueblo el bienestar. Pero lo quiere a su manera, concentrando todos los poderes. Se ha inventado, o repite la frase de alguno de sus subalternos, de que su gobierno tendrá como prioridad “el pago de la deuda social, no de la deuda externa”. La gente modesta lo escucha y sin demandarle explicación, le aplaude y le sigue como cordero al matadero.
Con el Banco Mundial Correa se peleó porque le objetó que haga mal uso de un fondo de reserva preventivo con los excedentes de los precios petroleros. Ahora dice que no pagará la deuda externa “ilegal”, justamente para destinar los pagos a “su” pueblo pobre, vía bonos y subsidios.
La ecuación no es tan simplista. Si en lo personal un individuo está ahogado en deudas, no por no pagarlas quedará exento de responsabilidad y no por destinar los correspondientes pagos a gasto innecesario mejorará la situación suya y de sus íntimos. Las deudas se contrajeron con voluntad de los gobiernos y hay que pagarlas. No existe alternativa.
A esta conclusión llegaría cualquier ciudadano con sentido común. Mucho más cabría esperarlo de un economista que obtuvo el doctorado en una universidad norteamericana, luego de pasar por las aulas de otra universidad belga. ¿Cree Correa en lo que está diciendo? Probablemente si y ello aboga la teoría de que padece de una psicopatía.
Ésta se reflejó también en su reacción contra sus hermanos, que en el afán de apoyarlo políticamente intentaron crear un movimiento con su nombre para respaldar candidaturas a integrantes de la asamblea constituyente. Si el que tomaran su nombre sin consultarlo le desagradó debió llamarlos para que rectifiquen. Prefirió el balcón para denunciarlos y castigarlos públicamente, en otro de sus típicos actos teatrales. (*)
¿Qué quería demostrar esta vez? ¿Qué es “incorruptible”, que castigará a los corruptos o que simulen serlo aún si fueren sus hermanos? ¿No circulaba por su mente la imagen de Robespierre Incorruptible y Castigador? ¿Será todo éste un presagio de que con Correa correrán también ríos de sangre de los opositores por las calles de Quito, que ahora quedaron cubiertas con los pétalos de sus admiradoras?
¿Cómo terminó sus días Robespierre? Guillotinado.
(*) Alguien me decía que Correa presionó a la Supertintendencia de Bancos para que acepte a su candidato para presidir el Banco de Fomento, con su estilo peculiar: a patadas. Luego se supo que el candidato es padrastro del mandatario. ¿Es cierta esta versión? A uno le asaltan las dudas pues ningún detalle al respecto se ha leído en los diarios tradicionales, por lo menos a través del Internet. Si es verdad ¿están entonces auto amordazados los medios de comunicación en el Ecuador?
1 comment:
Sr. JErvis, debe darse un paseo por Ecuador, lo mejor que pudo haber hecho el pueblo es reapaldar a su presidente. Que quizá explosivo, impulsivo...lo es, pero no es corrupto ni mentiroso.si es un estadista, no solo porque las cifras lo favorezcan sino porque lo ha demostrado, por eso hasta en las últimas votaciones de Sto. Domingo y Sta. Elena la fuerza politica de AP arrazó con todo.
Lejos de cualquier miramiento personal, debemos apoyar al proyecto macro y dejarnos de niñerias politicas e ideologicas.
gracias,
Verónica chávez
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