Wednesday, August 30, 2017

INTEGRACIÓN RACIAL AUTÉNTICA

Cuando los ciudadanos de la raza negra reciben el  trato previsto en la Declaración de la Independencia y la Constitución de los Estados Unidos, pueden florecer y progresar como los de cualquier otra raza en goce de las oportunidades que ofrece un sistema basado en la libertad.
Pero cuando hay el prejuicio de creerlos víctimas sobrevivientes de un esclavismo que se abolió hace más de una centuria, a las que hay que dar un trato protectivo como si fueran ciudadanos de segunda clase, la situación de ese grupo étnico se ha comprobado que lejos de mejorar, empeora.
Entre 1890 y 1940, cuando aún dominaba la segregación, pero no las leyes protectivas, el índice de matrimonios negros superaba al de los blancos. Entre 1940 y 1950 la participación laboral negra era superior a la de los blancos y el ingreso de los negros creció mucho más rápido que el de los blancos.
Entre 1940 y 1970, cuando todavía regía la ley Jim Crow y no había la “affirmative action” que privilegia a los negros en el ingreso a diversas instituciones, el número de negros en la clase media profesional se cuadruplicó. En otras palabras, las distancias raciales estaban en proceso de acortarse para beneficio de toda la comunidad. 
Fue a partir de la Guerra contra la Pobreza del demócrata Lyndon Johnson en el decenio de 1960 que el proceso se desaceleró. Los homicidios de los negros, que habían caído en un 18% y 22% en 1940 y 1950, subieron al 90%. ¿Qué ocurrió? ¿El legado del esclavismo resucitó y fue la causa? ¿Entonces, si se derriban monumentos recordatorios se recupera el proceso en favor de los negros?
Por cierto que no. Las causas del deterioro están en el proteccionismo, el concepto de victimización y la destrucción de la moral “burguesa” de respetar la unidad familiar y tener hijos dentro del matrimonio, no fuera de él para optar por un subsidio del Estado. Los hijos así son proclives a desertar de las escuelas, al fracaso, la adicción, el crimen y la pobreza.
La Declaración de la Independencia, basamento de la Constitución, dice que todos los hombres son creados iguales. No todos lo eran al nacer la República, pero la esclavitud fue abolida tras una cruenta Guerra Civil en 1864. La total integración de los negros se frustró con la muerte de Lincoln, hasta que en 1960 hubo necesidad de dictar  leyes antidiscriminatorias.
Los demócratas, defensores de la esclavitud y obstructores de la vigencia de la integración legal, política y social de los negros  terminaron asumiendo el papel de protectores de la etnia, aprobando medidas que han generado efectos negativos, en búsqueda de la dependencia política de los supuestos beneficiarios. 
El análisis del fenómeno lo hace no un blanco supremacista sino un negro, Jason L. Riley, escritor y columnista del diario The Wall Street Journal. Tiene 47 años, nació en Buffalo, Nueva York y es ejemplo de alguien que rechazó asumir el papel de víctima para labrarse por si mismo una brillante carrera profesional. Con frecuencia aparece en los paneles de la televisión. A continuación su artículo publicado hoy: 


Modern Liberalism’s False Obsession With Civil War Monuments

Black accomplishments in the ’40s and ’50s prove that today’s setbacks are not due to slavery.

A statue of Confederate Gen. Thomas Jonathan "Stonewall" Jackson in Richmond, Va., Aug. 23.
A statue of Confederate Gen. Thomas Jonathan "Stonewall" Jackson in Richmond, Va., Aug. 23. Photo: Chip Somodevilla/Getty Images
By
Jason L. Riley
Visit the American Museum of Natural History in New York City, and between exhibits of dinosaur skeletons, Asian elephants and Alaskan moose you might notice a bust of Henry Fairfield Osborn and a plaque honoring Madison Grant. Osborn and Grant were two of the country’s leading conservationists in the early 1900s. They also were dedicated white supremacists.
Osborn, a former president of the museum, founded the Eugenics Education Society—now known as the Galton Institute—which sought the improvement of humanity through selective breeding. Grant, a co-founder of the Bronx Zoo, is known today for his influential 1916 best seller, “The Passing of the Great Race,” a pseudoscientific polemic arguing that nonwhite immigrants—which included Eastern and Southern Europeans by his definition—were tainting America’s superior Nordic stock. Osborn, who was a zoologist by training, wrote the introduction to Grant’s book, which Hitler called “my Bible.” The New Yorker magazine once described Grant as someone who “extended a passion for preserving bison and caribou into a mania for preserving the ‘Nordic race.’ ”
Given their options, why are liberals so focused on monuments to Civil War figures? Politically, it makes some tactical sense. The GOP has spent decades warding off claims of racism, and forcing Republican politicians to defend prominent displays of Confederate statuary keeps them on the defensive. On another level, however, liberals make a fetish of Civil War monuments because it feeds their hallowed slavery narrative, which posits that racial inequality today is mainly a legacy of the country’s slave past.
One problem with these assumptions about slavery’s effects on black outcomes today is that they are undermined by what blacks were able to accomplish in the first hundred years after their emancipation, when white racism was rampant and legal and blacks had bigger concerns than Robert E. Lee’s likeness in a public park. Today, slavery is still being blamed for everything from black broken families to high crime rates in black neighborhoods to racial gaps in education, employment and income. Yet outcomes in all of those areas improved markedly in the immediate aftermath of slavery and continued to improve for decades.
Between 1890 and 1940, for example, black marriage rates in the U.S. where higher than white marriage rates. In the 1940s and ’50s, black labor-participation rates exceeded those of whites; black incomes grew much faster than white incomes; and the black poverty rate fell by 40 percentage points. Between 1940 and 1970—that is, during Jim Crow and prior to the era of affirmative action—the number of blacks in middle-class professions quadrupled. In other words, racial gaps were narrowing. Steady progress was being made. Blacks today hear plenty about what they can’t achieve due to the legacy of slavery and not enough about what they did in fact achieve notwithstanding hundreds of years in bondage followed by decades of legal segregation.
In the post-’60s era, these positive trends would slow, stall, or in some cases even reverse course. The homicide rate for black men fell by 18% in the 1940s and by another 22% in the 1950s. But in the 1960s all of those gains would vanish as the homicide rate for black males rose by nearly 90%. Are today’s black violent-crime rates a legacy of slavery and Jim Crow or of something else? Unfortunately, that’s a question few people on the left will even entertain.
Just ask Amy Wax and Lawrence Alexander, law professors at the University of Pennsylvania and University of San Diego, respectively, who were taken to task for co-authoring an op-ed this month in the Philadelphia Inquirer that lamented the breakdown of “bourgeois” cultural values that prevailed in mid-20th-century America. “That culture laid out the script we all were supposed to follow,” they wrote. “Get married before you have children and strive to stay married for their sake. Get the education you need for gainful employment, work hard, and avoid idleness. . . . Be respectful of authority. Eschew substance abuse and crime.”
The professors noted that disadvantaged groups have been hit hardest by the disintegration of these middle-class mores and that the expansion of the welfare state, which reduced the financial need for two-parent families, hastened social retrogression. “A strong pro-marriage norm might have blunted this effect,” they wrote. “Instead, the number of single parents grew astronomically, producing children more prone to academic failure, addiction, idleness, crime, and poverty.”

For the suggestion that something other than continuing racial bigotry and the legacy of slavery has contributed to racial inequality, a coalition of faculty and students at the University of Pennsylvania promptly accused the professors of advancing a “racist and white supremacist discourse.” The reality is that there was a time when blacks and whites alike shared conventional attitudes toward marriage, parenting, school and work, and those attitudes abetted unprecedented social and economic black advancement.

Monday, August 28, 2017

CULPA DE TRUMP

Nada raro que surjan quienes acusen a Donald Trump de culpable del huracán Harvey, que se ha descargado con furia sobre Texas y amenaza ir a Luisiana: seguramente porque se negó a adherirse al Acuerdo de París que atribuye al hombre el calentamiento global que causa huracanes.
Ya hubo un comentarista de la cadena de TV CNN que dijo que Trump se fastidió cuando supo que Harvey pasó de la categoría 4 a la 1. Dios, afirmó el locutor, le jugó una mala pasada al Presidente que quería que la gente desvíe su atención a los daños de ese huracán y no a dos medidas por él anunciadas.
CNN, claro, se volvió a equivocar por su sola obsesión anti Trump. El huracán, si bien redujo su velocidad, en cambio envió a la costa tejana con ciudades como Corpus Christi y Houston volúmenes aterradores de agua (once trillones de galones), causando acaso la mayor catástrofe en la historia del Estado.
En contraste con lo ocurrido en el 2005 con el huracán Katrina, esta vez la coordinación de rescate ha funcionado óptimamente entre las agencias del Estado y Federal y de los Estados vecinos. Hay al menos cinco muertos, casi medio millón de afectados y más de 30.000 refugiados en todo local público disponible.
El Presidente Trump y Melania, su cónyuge, visitarán a Texas mañana, sin dejar la mira en la reanudación de los esfuerzos para que el Congreso, que reanuda sus sesiones la próxima semana y está controlado por el partido republicano, enmiende su conducta obstructiva, se unifique frente a la oposición demócrata y avance con la agenda del partido que le llevó al poder.
Pese a que el GOP domina la Casa Blanca, las dos cámaras del Congreso y la mayoría de gobernaciones y congresos estatales, han pasado más de siete meses de ejercer el poder y no ha logrado anular el Obamacare ni aprobar las leyes relativas a reducir los impuestos, modernizar la infraestructura de transportes, garantizar la seguridad de fronteras y similares.
Pese a la falta de cooperación del Congreso, salvo en lo que concierne al nombramiento clave del nuevo juez de la Corte Suprema de Justicia, Trump ha procedido a eliminar innumerables decretos ejecutivos de su antecesor que impedían una libre y amplia inversión privada en los sectores industrial, energético y ha iniciado la revisión de tratados comerciales para alcanzar mayor reciprocidad de beneficios para el país.
La economía se ha revitalizado con dichas medidas, pero con las reformas que están pendientes en la legislatura, el impulso podría ser aún mayor, lo que constituiría un aliciente indispensable para generar más empleo y riqueza y con ello más estabilidad social. Que sería la mejor respuesta a la oposición demócrata que busca atizar la discordia con el tema del racismo y la inequidad en el ingreso.
Las medidas a las que se refería el comentarista del CNN, divulgadas este fin de semana por el gobierno, son la prohibición de aceptar en las fuerzas armadas a los transgéneros y el perdón o indulto al sheriff o alguacil del condado de Maricopa, Arizona, Joe Arpaio. Para la izquierda “progresista”, Trump ha cometido dos errores imperdonables con ello.
Los equivocados son ellos y por cierto los columnistas de la mayoría de los medios de comunicación que hablan al unísono. En cuanto a las personas que por cualquier motivo optan por un cambio de sexo, este gobierno les dice que la institución militar no está abierta a ellos: ni para aceptarlos operados, ni para financiar las costosas operaciones de cambio de sexo si hubieren ingresado.
Las fuerzas armadas no son laboratorios de experimentación social. Están allí para preparar a gente apta para la guerra. No es derecho de cualquier ciudadano el ingresar en ella, es un privilegio que se alcanza si se cumplen determinados requisitos (sea o no obligatorio el reclutamiento, como lo era en el pasado). ¿Está obligado un entrenador de fútbol a admitir a un cojo, o uno de basket a un manco?
La otra medida que condena la izquierda es el perdón a Arpaio, sheriff de 85 años de edad que ha sido reelecto seis veces en ese poblado fronterizo acosado permanentemente por inmigrantes ilegales llegados a través de la frontera con México. Su objetivo constante no ha sido perseguir a gente de determinada tez, sino a la que ha infringido la ley de fronteras. La mayoría, no por coincidencia, era y es latina.
Obama es enemigo de Arpaio. Obama, como Hillary Clinton, es partidario de las fronteras abiertas y de amnistía para los ilegales. Un juez federal, alineado con Obama, planteó juicio a Arpaio por “ofender” a los latinos al pedirles sus papeles en cualquier circunstancia premonitora de un delito, como frente a un semáforo, etc. El juez consideró ese un acto de “profiling” inconstitucional y lo amenazó con multa y cárcel si no dejaba de hacerlo.
El “profiling” o perfil de las personas es práctica usual y universal entre los agentes de seguridad del mundo y permite reducir las infracciones. Era lo habitual en la ciudad de Nueva York con Giuliani, pero cuando DeBlasio, demócrata, lo levantó, la delincuencia volvió a remontarse. En Israel es práctica obligatoria en inmigración, debería serlo en este país también. ¿No es lógico suponer que un  agente bien entrenado tenga un olfato especial para intuir quién es y no delincuente? Una equivación fortuita bien vale la pena.
Arpaio quiere cumplir con la ley migratoria y denunciar a los ilegales al ICE, policía federal de inmigración, que demanda esa cooperación. En otros Estados hay oposición y se han convertido en “santuarios” para proteger a los ilegales infractores de la ley. Trump quiere acabar con esa práctica y antes de que el juez federal condene a Arpaio, lo ha perdonado en uso de una facultad constitucional.
¿Por qué la ola de protectores y defensores de los ilegales no dirige su ira contra las causas de la deserción, de la migración riesgosa de tanto ciudadano hispano y de otras etnias, que muchas veces paga cuantiosas sumas a intermediarios o “coyotes” y arriesga sus vidas para ingresar a los Estados Unidos, sin cumplir la ley?
Esa gente huye de países insatisfecha de las condiciones de vida que allí prevalecen, debido a la corrupción que resulta del incumplimiento de la ley. Los Estados Unidos les atrae porque es próspero pero esa properidad se explica sobre todo porque aquí se acata la ley. ¿Cómo proteger entonces a quienes buscan hospedarse en un país de leyes, si ellos comienzan por quebrantar la ley del país huésped?
Los demócratas los defienden diciendo que muchos se amoldan a las costumbres locales, no roban, no delinquen. Para ellos, para los que ya están aquí en esas condiciones, Trump les plantea un proceso distinto para la opción de legalizarse. Para los que han cometido otros delitos, la decisión es una sola y clara: deportación.
El perdón a Arpaio es justificable desde todos los ángulos, el humano entre los más visibles: 85 años de edad, ex-militar, 50 años de servicio a la comunidad, 6 de reelección como sheriff. Tiene derecho, en su ancianidad impoluta, a un retiro honroso. ¿Se puede decir algo ni remotamente aproximado de los más de 1.700 criminales perdonados en cifra récord por Obama? (Lea este link del NYT)

Wednesday, August 23, 2017

AHORA TRUMP ES RACISTA Y PRO NAZI

O fascista, según la oposición de los demócratas “progresistas” y algunos de su propio partido republicano que lo detestan. Hasta hace poco decían y aún siguen diciendo que ganó las elecciones con ayuda de Putin, ex jefe de la KGB de la extinta URSS y ahora Presidente de Rusia. 
Quedaron en ridículo en sus primeros intentos de acusar a Donald Trump de haber aventajado a su rival demócrata Hillary Clinton en las elecciones de noviembre pasado con fraude. Desistieron cuando en los Estados que ellos seleccionaron, los primeros recuentos arrojaron ventajas adicionales a...Trump.
Luego arreciaron con el tema de los rusos y aún funcionan tres comisiones en el Senado, la Cámara Baja y un Investigador Especial nombrado por el FBI. Han transcurrido más de ocho meses y no existe el menor vestigio de una prueba de las acusaciones, pese a los millones invertidos en los más caros abogados en el papel de sabuesos.
No se dan por vencidos. Ahora sacan a flote un argumento que esgrimían de tiempo atrás: que Trump es fascista, pro nazi y supremacista blanco. La  acusación tomó vuelo a raíz de los incidentes en Charlotteville, Va, entre grupos filo nazis y opositores, a causa de lo cual murió arrollada una mujer joven.
El Presidente denunció la violencia, pero la oposición y los medios dijeron que la le faltó enfatizar la crítica a los supremacistas blancos, dado que el autor del arrollamiento pertenecía a ese grupo. El lunes subsiguiente al día de la tragedia, Trump les complació condenando con nombres a los grupos extremistas neonazis, al Ku Klux Klan y otros.
Fue al día siguiente que Trump aceptó preguntas de los reporteros, en una reunión convocada para anunciar un proyecto de revitalización de la infraestructra del transporte en el país. En el borrascoso intercambio de preguntas, quedó incompleta la frase del Presidente cuando dijo que en uno y otro lado podía haber gente decente.
Lo que quiso decir es que entre los que organizaron la manifestación en Charlotteville había no solo neonazis, sino gente que protestaba por la decisión de demoler la estatuta del general Robert E. Lee, comandante de las fuerzas del Sur en la Guerra Civil, ubicada en un parque de esa ciudad desde hace mucho tiempo. 
De ese desliz se aprovecharon los anti Trump para condenarlo de pro nazi y protector del movimiento supremacista blanco. Anoche en Phoenix, Arizona, el Presidente volvió sobre el tema y releyó sus declaraciones de repudio inequívoco al racismo contenidas en los tres días de la polémica. Aunque pasó por alto explicar el “gaffe” o error de su frase inconclusa.
Como en el caso de la supuesta intervención rusa para llevar a Trump a la Casa Blanca, nadie puede explicar por qué él es fascista o pro nazi. Ni siquiera han llegado a definir qué entienden ellos por fascismo o nazismo. Quizás no lo hacen a sabiendas de que el nazifascismo busca el control absoluto del poder, con anulación de las libertades individuales.
En ello se identifica el nazismo con el marxismo y hay estudios ("The Big Lie: Exposing the Nazi Roots of the American Left" by Dinesh D´Souza) que prueban que el nazismo surgió de comunistas alemanes defraudados por la forma cómo evolucionaba el marxismo de Lenin. Trump ganó la Presidencia porque en su campaña prometió restaurar los principios esenciales de este país sobre la división de poderes, vulnerados precisamente en los últimos años con el “progresismo” de gobernantes demócratas.
Los demócratas le tachan a Trump de racista, pero el racismo es algo inherente a ese partido que defendió a la esclavitud, que creó al Ku Klux Klan y obstruyó permanentemente los esfuerzos para terminar con la segregación de los negros, hasta muy avanzado el siglo XX. 
¿Cuáles son las pruebas del racismo o pro nazismo de Trump? No existen. Su hija Ivanka se convirtió al judaismo para casarse con un judío. Varios judíos prominentes son sus asesores o integran su gabinete. Tiene excelentes relaciones con Israel. Es pro vida, a diferencia de los demócratas que veneran a Planned Parenthood, creada por Margaret Sanger para eliminar a negros, morenos en general y discapacitados, lo cual inspiró a Hitler.
¿Hasta cuándo se prolonga la frustración demócrata por la pérdida de Hillary? Ese insensato capricho, pueril, tiene paralizado al Congreso y absorbe la atención de los mayores medios de comunicación mientras siguen pendientes de trámite proyectos de fundamental importancia como los relativos a la salud, la reducción de impuestos, la infraestructura vial, la seguridad de las fronteras.
Es de confiar que lo que ocurre en el frente interno, no se refleje en el frente externo. Trump anunció un plan claro para derrotar al terrorismo islámico radical, que se ha prolongado por más de 16 años por la falta de voluntad política para alcanzar la victoria. Para lograr ese objetivo, urge una actitud más reflexiva, madura y patriótica de parte de la oposición.

Thursday, August 17, 2017

LENÍN Y CORREA

El Presidente del Ecuador Lenín Boltaire (así, con B) Moreno es réplica de su predecesor Rafael Correa, al menos en lo ideológico. Quienes se han ilusionado y creen lo contrario a raíz de sus últimas simulaciones con las que pretende diferenciarse, se equivocan. 
Lenín parece sorprendido e indignado de la corrupción que ha encontrado en el gobierno de Correa y por la catástrofe económica que ha heredado y ha prometido blandir una varita mágica para convertir todo lo malo en bueno. Mas ocurre que él fue coautor y cómplice de ese gobierno durante ocho años.
Correa y él decidieron marchar unidos en la transformación del país según el modelo chavista impuesto en Venezuela por Cuba y que se aplicó ya en Nicaragua y Bolivia, está en vías de concretarse en Colombia y se pudo parar a tiempo en Argentina tras el fracaso en Brasil. Es el modelo del tan cacareado “socialismo del siglo XXI”.
La táctica de este socialismo para captar el poder no es utilizar las armas para la insurgencia al estilo Che Guevara, sino la propaganda para asumir el mando con votos y no abandonarlo jamás. Para ello, ya en el poder, el líder manipula el sistema democrático para debilitarlo, trasladando todo el control del Estado a un Ejecutivo autoritario.
Es lo que hizo Correa al quebrar las ramas legislativa y judicial y reorganizarlas bajo su dominio. Es lo que hizo Chávez y lo está haciendo Maduro con la ilegal Asamblea Constituyente. Lo que manipuló Santos en Colombia al desacatar el mandato popular y capitular ante las FARC para que se conviertan en el partido político más poderoso financiado por el narcotráfico.
La narcoguerrila, que asesinó, secuestró, robó, violó y mutiló a centenares de colombianos por más de cincuenta años para instaurar una dictadura de tipo socialista, ahora podrá hacerlo pacíficamente en las urnas gracias a un acuerdo de paz fraudulento que saludaron tanto el Papa Francisco como las Naciones Unidas.
El objetivo de la dupleta Lenin/Correa es el mismo. Las supuestas rabietas entre ambos a propósito de corrupciones compartidas, son una comedia. Nada pasará o pasará muy poco. Todo seguirá igual en cuanto a continuar con la meta de alcanzar la igualación de los resultados mediante la redistribución de la riqueza y el control absoluto del poder con el silencio de la oposición.
(Fernando Larenas tenía el prestigio de periodista independiente. Ha dejado de serlo al aceptar la dirección del diario El Telégrafo, de propiedad del Estado. Ni una sola crítica o análisis objetivo sobre la gestión de Lenín se ha publicado bajo su gestión, ni menos sobre su censurable apoyo a Maduro. Reproduce comentarios del diario Granma de Cuba, oficial de los Castro. Vergonzoso, Larenas)
Si dudas quedaran acerca del pensamiento político de Lenín, bastaría releer la carta de condolencia que envió a Raúl Castro por la muerte de su hermano Fidel, a quien lo endiosa. O las declaraciones hechas por él o por su Canciller con las que justifica el respaldo a Nicolás Maduro, quien mató a más de un centenar de ciudadanos que se oponían a la Asamblea para una nueva Constitución que le otorgue poderes absolutos.
Según la Constitución chavista que regía, ese tipo de asambleas solo pueden convocarse si en un referendo el pueblo lo aprueba. La oposición organizó un simulacro de elecciones y siete millones de votantes de los 20 millones de inscritos (no hay votación obligatoria) negaron la Asamblea. Pero Maduro convocó directamente a la Asamblea, sin previo referendo y está instalada haciendo y deshaciendo todas las estructuras.
El gobierno de Moreno aduce que respalda a Maduro porque respeta el derecho interamericano de No Intervención. Pero para nadie es desconocido que en Venezuela hay intervención directa de Cuba: militar, policial y de espionaje, así como la ayuda militar de Rusia, Siria e Irán. A eso se refería Donald Trump cuando dijo que en la crisis de Venezuela, no se descarta la “opción militar”: para contrarrestar la intromisión militar extranjera en esa nación.
A continuación se transcriben artículos aparecidos en los Diarios El Nuevo Herald y The Wall Street Journal, en los que se menciona la intervención extranjera en Venezuela, que Lenín omite citar. Lo que los “socialistas del Siglo XXI” están resueltos es a no perder lo que ganaron mañosamente en las urnas, si es preciso a sangre y fuego, como lo está haciendo Maduro en Venezuela.

(De El Nuevo Heradl)


Aumentan denuncias de injerencia cubana en Venezuela


El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, acompañado del mandatario cubano, Raúl Castro, mientras coloca flores en la tumba del fallecido líder cubano Fidel Castro, en la ciudad de Santiago (Cuba).
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, acompañado del mandatario cubano, Raúl Castro, mientras coloca flores en la tumba del fallecido líder cubano Fidel Castro, en la ciudad de Santiago (Cuba). . EFE
August 16, 2017 5:03 PM
El viaje sin anunciar del presidente venezolano Nicolás Maduro a Cuba esta semana, con el aparente motivo de rendir homenaje al fallecido Fidel Castro, ha avivado las denuncias sobre la influencia del gobierno de Raúl Castro en la actual crisis en Venezuela.
“Así que el Sr. Maduro viajó anoche [el lunes] en secreto a Cuba. ¿A qué iría? Ha ido más a la Habana que a Maracaibo o San Cristóbal” comentó en Twitter el líder opositor Henrique Capriles.
“¿A qué fue el señor Maduro”, continuó en un video emitido este miércoles a través de Periscope. “¿A entregar más nuestro petróleo, a comprometer más a la fuerza armada, fue a buscar refuerzos de militares cubanos para que sigan...dirigiendo a los militares venezolanos?”, añadió el gobernador del Estado Miranda.
En la medida en que la crisis política en ese país se ha agudizado, los opositores venezolanos y cubanos han redoblado las criticas a lo que consideran como una injerencia perniciosa del gobierno de La Habana en la situación interna en Venezuela.
“El castrismo ensaya y aplica en Venezuela toda su tecnología represiva”, escribieron en una declaración 42 opositores cubanos. “Desde La Habana se diseña la estrategia para instalar el totalitarismo y se envían los agentes necesarios para concretar sus objetivos. El régimen chavista, plagado de corrupción y narcotráfico ha sido su aliado perfecto”, señalaron.
Los firmantes—entre los que se encuentran Berta Soler, Guillermo Fariñas, José Daniel Ferrer y Antonio Rodiles—destacaron que “Raúl Castro, Nicolás Maduro, Diosdado Cabello, [el coronel e hijo del actual gobernante]Alejandro Castro deben ser responsabilizados por igual sobre la situación desastrosa que se vive en la nación hermana”.
Para la oposición venezolana este es un tema tan importante que en la declaración de rechazo al comentario del presidente Donald Trump sobre una opción militar en Venezuela, la Mesa de la Unidad señaló también que esa nación ha sido “intervenida militar y políticamente por Cuba no solo afectando nuestra soberanía e independencia, sino también constituyendo una de las principales causas de la violencia y la represión por parte del Gobierno”.
El viaje de Maduro para reunirse con Castro, inicialmente mantenido en secreto y solo confirmado por los medios cubanos el miércoles, apunta además a otra de las críticas frecuentes que ha recibido el gobernante venezolano: que actúa bajo la asesoría política cubana.
“Creo que la salida de la nueva Asamblea Nacional Constituyente fue fraguada en Cuba”, comentó el periodista y escritor Carlos Alberto Montaner. “Con la Constitución de 1999 no podían hacer una revolución comunista. Les hacía falta un modelo más hermético porque la experiencia del gobierno cubano es que si construyen un aparato de defensa del modelo político, ellos sobreviven”.
Castro recientemente felicitó a Maduro por la instalación de la Asamblea en una carta en la que sintetizó el consejo de su gobierno: resistir y apelar a la “unidad del pueblo”.
“La experiencia demuestra que cada acto de terror levanta la moral del pueblo, cada agresión lo hace más fuerte, cada golpe fortalece la unidad”, escribió Castro.
Castro pronosticó “días de fuerte lucha, de acoso internacional, de bloqueos, de limitaciones; pero también serán días de creación y trabajo para los revolucionarios y todo el pueblo venezolano que, como hasta hoy, no estará solo y nos tendrá a los cubanos, en la primera fila de la solidaridad militante y más comprometida con su causa”.
Para Cuba la estabilidad del gobierno de Maduro es vital pues Venezuela es su principal socio comercial y proveedor de combustibles a precios subsidiados, gracias a un acuerdo de intercambio de petróleo por servicios médicos firmado en el años 2000.
Aunque los suministros de petróleo han disminuido considerablemente desde el pico de 100 mil barriles diarios, Maduro sigue comprometido con cierto nivel de abastecimiento que ha impedido un colapso en la isla. Hasta cuándo podrá hacerlo, teniendo en cuenta la aguda crisis financiera que enfrenta su gobierno, sigue siendo una interrogante.
Mientras tanto, la oposición venezolana lleva años denunciando la presencia cubana. A partir de la consolidación de la alianza entre Hugo Chávez y Fidel Castro, Cuba amasó un considerable poder dentro de ese país, haciéndose del control de las cédulas de identidad y pasaportes así como de las redes institucionales de PDVSA y de ministerios públicos. En 2012, la entonces diputada María Corina Machado había pedido investigar al Grupo de Cooperación y Enlace (GRUCE) de la Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba dirigido por el General de División Ermio Hernández Rodríguez por su intervención en asuntos de competencia de la Fuerza Armada Nacional.
“Como dijo el Secretario General de la OEA, Luis Almagro, en una audiencia del Senado el 19 de julio [de este año], hay aproximadamente 15.000 militares y fuerzas de seguridad del régimen cubano que actúan ‘como un ejército de ocupación de Cuba en Venezuela’”, comentó el congresista por la Florida Mario Díaz-Balart.
“El mundo necesita conocer y enfrentarse a la ocupación de Venezuela por parte del régimen cubano”, continuó, “y necesita apoyar los reclamos del pueblo venezolano de democracia y los derechos humanos básicos”.
Sin embargo, el tema no ha sido abordado claramente por el gobierno estadounidense, pese a que ha impuesto sanciones a funcionarios venezolanos y está escribiendo nuevas regulaciones para prohibir los negocios con empresas cubanas controladas por los militares.
El Departamento de Estado declinó contestar preguntas sobre si el gobierno de Estados Unidos siente preocupación por la injerencia cubana en Venezuela y si ha tratado este asunto con países de la región con los que ha colaborado para presionar a Maduro. Pero en una entrevista reciente, el director de la CIA, Mike Pompeo, subrayó que la presencia cubana y de países hostiles como Rusia o Irán en Venezuela justificaba el interés de EEUU en la crisis de ese país.
“Los cubanos están allí, los rusos están allí, los iraníes y Hezbolá están allí. Eso es algo que pone en riesgo a nuestro país”, dijo Pompeo a Fox.
Para el abogado Jason Poblete, quien sigue de cerca la política estadounidense en el hemisferio, los intereses de Cuba de mantener los suministros de petróleo venezolano, están detrás de los esfuerzos del gobierno de La Habana de apuntalar a Maduro a toda costa.
“Cuba está interesada en proteger el petróleo. Si tú quieres resolver el problema venezolano, tienes que resolver el tema cubano”.

(De The Wall Street Journal) 

Mary Anastasia O’Grady
Asked on Friday about the deteriorating situation in Venezuela, President Trump said “I’m not going to rule out a military option.” But he has yet to articulate the geopolitical dimension of the Venezuelan crisis.
An Aug. 5 rebel raid on a weapons arsenal at Fort Paramacay, Valencia, suggests that factions of the armed forces are ready to break with strongman Nicolás Maduro. This is logical since rank-and-file military from middle-class families have been hit hard by food shortages. And some soldiers are constitutional loyalists. They have kept silent to preserve their careers, but they are surely unhappy. 
Venezuela’s civilian population, particularly in rural areas, is well-armed. With 80% of the country opposed to the Maduro regime, a fracture inside the military raises the odds that a popular rebellion might succeed. 
But the opposition has an uphill climb. Some of the army’s would-be rebels oppose Mr. Maduro only because they believe he sold out the revolutionary values of Hugo Chávez. If they prevail, the democrats get nowhere.
Consider also that although a counterrevolution threatens the status quo, it also presents opportunities for the dictatorship. The regime is likely to respond to an uprising by unleashing unprecedented repression. 
The opposition to Mr. Maduro also is up against an array of international antidemocratic forces. The cabal is run by Cuba on the ground but backed financially and strategically by Iran, Russia and Syria. These countries have been preparing for many years for a conflict that would establish Latin America’s “new world order.” They would also welcome the inevitable refugee crisis. 
The key to understanding the danger is to assess properly Venezuela’s vice president, Tarek El Aissami. He is close to Raúl Castro but also to Iran and Syria. 
I reported on Mr. El Aissami’s shady Middle Eastern connections in a 2014 Americas column. Back then he was governor of the Aragua state, where two companies owned by the Iranian military were engaged in secretive joint ventures with the Venezuelan military industry. 
Mr. El Aissami’s immigrant father is from Syria’s As-Suwayda governorate, a stronghold of Bashar Assad. The younger Mr. El Aissami maintains close ties to the area.
In 2003, before Mr. El Aissami was a governor, Hugo Chávez assigned him to work with Cuban intelligence to overhaul the Venezuelan immigration agency. Earlier this year I interviewed Misael López Soto, a former legal attaché in the Venezuelan Embassy in Iraq. He told me he left the job in 2015 because he objected to selling Venezuelan documents to people suspected of membership in foreign terrorist organizations. The regime pushed back against that claim, but CNN reported this April that six Venezuelans had been arrested for selling passports to Syrians. 
A former director of Venezuela’s immigration agency, Vladimir Medrano Rengifo, has asserted that Mr. El Aissami turned the office into a passport mill for Middle Easterners. Mr. Medrano told the Miami Herald in April that when he tried to detain and deport Syrians with irregular documents, Mr. El Aissami would not allow it: “He pressured us in an excessive manner so that these procedures would not be carried out and to let his ‘cousins,’ as he called them, pass.”
Mr. Medrano estimated that within one year Venezuela issued some 10,000 illegal passports. “Today we don’t know where these people are, nor what they are doing,” he said. “They could be anywhere in the world, traveling with Venezuelan documentation.”
During Mr. El Aissami’s 2007 stint as vice minister of the interior and then as minister of the interior from 2008-12, he created the Bolivarian National Police and took charge of training law enforcement. Joseph Humire, executive director of the Washington-based Center for a Secure Free Society, says field research suggests a high probability that Mr. El Aissami places his imported Middle Eastern extremists in Hezbollah-style training camps around the country. “Hezbollah/Iranian operatives turned Venezuelan police and military instructors” conduct arms, internal defense, and specialized technical training, he says. They also travel between Venezuela and the Middle East.
The ideology of Venezuela’s minister of defense, Vladimir Padrino López, is captured in a 2015 photo of him kneeling before Fidel Castro. But he is reputed to be even closer to the Kremlin. This January, Venezuela launched a series of civil-military exercises around the country, dubbed Plan Zamora, under the guidance of advisers from Iran, Russia and Cuba.
Russia supplies arms to Venezuela. In November the Kremlin sent new aviation and air-defense technology to Caracas. Reuters reported in May that Venezuela now has “5,000 Russian-made MANPADS surface-to-air weapons,” representing “the largest known stockpile in Latin America.”
Venezuelan democrats are ready to rebel. But they are starving, and also confronting an invasion by some of the world’s most experienced dictators. Perhaps the place for the free world to begin a rescue is to name the enemy. 
Write to O’Grady@wsj.com.


Wednesday, August 16, 2017

TRUMP Y LOS REPORTEROS

Donald Trump erró ayer al confrontarse con los reporteros. Los había llamado para anunciarles un gran plan para modernizar el sistema de transporte y comunicaciones en el país, pero la sesión degeneró en  un conato inútil con los periodistas.
El Presidente ha descrito con claridad la falta de profesionalismo de la mayoría de los medios de comunicación audiovisual que aliados con el partido demócrata y algunos republicanos que lo detestan, no cejan en su empeño de distorsionar y desinformar sobre su gestión. 
Es hora de que los ignore y sobrenade ese grupo de “progresistas”, cuya conducta no solo no mejorará sino que empeorará con refriegas como las de ayer en su Torre de Nueva York. En lugar de tocar el tema de la infraestructura, la batalla se circunscribió al trágico incidente del sábado pasado en Charlotteville, Virginia.
Trump, tras su exposición sobre el proyecto de transporte, pudo abrir la sesión a preguntas sobre este tema, pero limitarla con una sola y definitiva respuesta: que la demolición de la estatua del general Robert E. Lee en esa ciudad no era bien vista por todos y que algunos querían expresar su contrariedad públicamente.
La manifestación fue inicialmente negada por las autoridades demócratas, encabezadas por el Gobernador Terry McAuliffe. Pero un juez federal revocó esa negativa, invocando el derecho constitucional a la libre expresión. Entre los manifestantes había miembros de los White Nationalists o Nacionalistas Blancos y de los White Supremacists.
Los primeros rechazan ciertos privilegios que se han otorgado a los negros y a otras “minorías raciales”, juzgando que ello vulnera la Constitución que proclama que “todos los hombres son creados iguales”. Los  “Blancos Supremacistas” creen, ellos si, que la raza blanca es superior y por ello blandían en el mítin la cruz gamada nazi.
Hubo contramanifestantes sin permiso legal, quienes con la notoria falta de una preventiva acción policial comenzaron a agredir a los “supremacistas” (los “nacionalistas” se evaporaron) con bates, toletes y piedras, originándose una batalla campal. Fue cuando surgió un automóvil con el conductor criminal que arrolló y mató a una mujer e hirió a casi una veintena. Dos gendarmes murieron al caer un helicóptero policial de vigilancia.
Trump nunca se ha alineado con los blancos supremacistas. Ha rechazado la violencia de las partes. Lo dijo el sábado a poco de conocerse sin detalles del incidente, lo reiteró el lunes condenando con nombres de grupos racistas como el Ku Klux Klan y pro Nazis y volvió ayer a condenar a los extremismos de derecha e izquierda.
Demócratas y republicanos anti Trump aducen que es infame equiparar a la extrema derecha u Alt-Right con la extrema izquierda u Alt-Left (Alt por alternativa), porque en los incidentes del sábado la izquierda se expresaba contra el racismo que la derecha supremacista defiende. Ergo, "Trump es supremacista".
Ninguno de ellos, por cierto, menciona al Movimiento Black Lives Matter,  por ejemplo, cuya misión es asesinar policías porque según ellos solo están para matar negros. Ni hacen memoria de que Supremacismo y el Ku Klux Klan son creaciones del partido demócrata a comienzos del siglo XX para seguir oponiéndose a la integración de los negros.
La misma Guerra Civil, a propósito del General Robert Lee cuya estatua se quiere demoler, se desató por la tozudez de los demócratas del Sur en mantener la esclavitud. El enfrentamiento segó la vida de más de 600.000 personas, pero la segregación racial continuó al morir asesinado Abraham Lincoln, el presidente republicano que quiso sellar la paz otorgando todos los derechos a los negros.
Esa resolución la frustró un criminal demócrata y fueron los demócratas del Sur los que siguieron obstruyendo la integración de los negros en escuelas, en la vida social y política, hasta que a la postre cedieron casi una centuria más tarde. El Presidente Lyndon B. Johnson, un racista confeso, vio propicia la oportunidad política con la aprobación (unánime de republicanos y con minoría demócrata) del proyecto republicano de los Derechos Civiles, para tornarse en el campeón de la causa negra.
Se dieron casos curiosos como los del ahora senador Elijah Cummins, quien junto con Martin Luther King Jr y otros líderes negros hicieron la histórica caminata por el puente en Selma,  Alabama, que fue disuelta a palos por la policía de un gobernador demócrata segregacionista. Después de la paliza se convirtió en una fanático demócrata, en remedo del típico síndrome de Estocolmo.
Tampoco los anti Trump demócratas o republicanos, cuando hablan de su furia contra los nazis, recuerdan que Obama, Hillary, Sanders y todos los “progresistas” idolatran a Margaret Sanger, pionera y fundadora de la organización abortiva Planned Parenthood. El propósito de Sager fue la “purificación” de la raza blanca mediante la eliminación de los negros, los débiles y deformes con anti conceptivos, aborto, eutanasia y eugenesia. Hitler se inspiró en ella.
Trump no se equivocó en lo que dijo ayer, sino en cómo lo dijo y por qué lo dijo en tal ocasión. Los reporteros son reporteros, él es Presidente. No debe desafiarlos en su plano. Para eso están sus subalternos. Bastaba una aclaración sobre el tema y punto. Al país le interesa mucho más la obra práctica que está haciendo.

Thursday, August 10, 2017

COREA Y LOS DEMOS

La oposición demócrata y de los republicanos que no quieren a Donald D. Trump (más la gran prensa) se escandaliza porque el  Presidente ha prometido responder con furia y fuego (máximo poder destructor) al tirano de Corea del Norte, si osa atacar a los Estados Unidos con armas nucleares.
Qué falta de delicadeza, dicen tales “cortesanos”, recordando que no es ése el lenguaje diplomático empleado por sus predecesores ni el que mandan las normas para garantizar acuerdos de paz. Pero ¿qué es lo que esa escuela ha logrado en más de una veintena de años con la tiranía de los Kim?
Para comenzar, si la península coreana está dividida en dos es por la falta de coraje de un presidente demócrata, Harry Truman, que en 1952 cedió la victoria a punto de ser ganarda por el general Douglas MacArthur, en favor de un armisticio que adjudicó derechos soberanos al invasor al norte del paralelo 38.
Se instaló allí una dictadura férrea, amparada por quienes promovieron la invasión roja, China y la URSS. Cuando subrepticiamente y en violación a las regulaciones de Naciones Unidas, Corea del Norte inició el desarrollo de armas nucleares, la escuela de la diplomacia cortesana nada consiguió para detener su avance.
Al contrario, otro gobernante demócrata, Bill Clinton, mimó a Kim, le regaló alimentos y préstamos y le obsequió las fórmulas para que las plantas nucleares se conviertan en generadoras de electricidad. Rush Limbaugh, el comentarista de radio, decía hoy que a los Rosenberg se los ejecutó por entregar a los rusos fórmulas para fabricar la bomba atómica.
Al concluír la II Guerra Mundial, Estados Unidos propuso al mundo crear un organismo que garantice el exclusivo uso de Átomos para la Paz, en los momentos en los que era el único país con tecnología nuclear. Pero la URSS se negó y años más tarde se comprendió por qué: robó la fórmula a los Estados Unidos para buscar no la paz sino un equilibrio nuclear.
Luego Mao convenció a Stalin tener el derecho a sumarse al poder nuclear y más tarde se agregaron otras potencias de Occidente, la India, Pakistán y, últimamente y con el apoyo del demócrata Obama, Irán, el cual sin duda está en comunicación tecnológica con Corea del Norte.
Kim Jon Un, que heredó el cargo de su padre Kim Sung como Raúl Castro de su hermano Fidel, ha hecho numerosos experimentos con cohetes de alcance medio y largo, prohibidos por Naciones Unidas. Los últimos son de cohetes intercontinentales con cabezas nucleares que pueden activarse dentro del cohete, dado su tamaño mínimo.
Kim ha amenaza que sus misiles pueden alcanzar a Hawaii, Alaska e inclusivo Los Angeles, Chicago o Nueva York. En plan de prueba, dice que un cohete estallará a mediados de este mes cerca a Guam, posesión norteamericana en el Pacifico Occidental con bases militares de 7.000 soldados. Si ese objetivo es tocado por Kim, ha dicho Trump, Corea del Norte podría ser aniquilada.
Es un lenguaje muy parecido al de Truman tras lanzar la primera bomba atómica a los indoblegables japoneses, el 6 de agosto de 1945. Les pidió rendirse incondicionalmente o atenerse a las consencias mortífieras de un segundo artefacto nuclear. He aquí el párrafo pertínente (en este link se encontrará el documento completo):

If they do not now accept our terms they may expect a rain of ruin from the air, the like of which has never been seen on this earth. Behind this air attack will follow sea and land forces in such numbers and power as they have not yet seen and with the fighting skill of which they are already well aware.

Cuando Truman emitió ese comunicado, la URSS formaba parte del Eje que derrotó a los nazifascistas. Más tarde Stalin se dedicó a extender el marxismo leninismo por todo el orbe, más allá de la Cortina de Hierro dentro de la cual quedaron subyugadas a Moscú las naciones liberadas de la II Guerra Mundial. Una de las maniobras expansivas fue precisamente la invasión de la península coreana, fente a la cual Truman capituló con el armisticio. El otro objetivo militar fue Vietnam. Los resultados fueron aún peores para Occidente, ya que el frente interno en los Estados Unidos se corroyó y el izquierdismo obligó al Congreso y al Gobierno a renunciar a la victoria, que militarmente pudo también ser lograda, como en Corea.
Si bien la URSS se desarticuló en 1989, el expansionismo de la izquierda socialista/marxista/progresista no declina y avanza no por la vía militar sino a través de la captación del poder por la vía democrática y la paulatina supresión de las libertades y derechos democráticos, una vez asidos del poder. Los resultados son evidentes en partes de Europa, América Latina y dentro de los Estados Unidos,
En este país, la estrategia es minar la vigencia de la Constitución para volcar cada vez más poderes legislativos y reguladores a un Ejecutivo autoritario. Trump ha surgido como la respuesta popular para impedirlo, pero media una feroz campaña para bloquearlo por parte de demócratas, muchos republicanos y una prensa audiovisual y escrita que hace tiempo dejó de ser profesional.


Tuesday, August 8, 2017

LA TRAMPA A TRUMP NO FUNCIONA

Los esfuerzos de la oposición, incluída la gran prensa, por derrocar por cualquier medio al presidente republicano Donald D. Trump, no funcionan hasta el momento, pese a que las amañadas encuestas de opinión dicen que su popularidad ha caído al 33%.
Aún si esas encuestas dijeran que ese índice es de -33%, los medios aún seguirían ignorando que los seguidores de Trump siguen más fieles a él que nunca y que incluso se están sumando nuevos adherentes. Ello es visible en las concentraciones a las que asiste.
La última fue en una pequeña ciudad de West Virginia. Se adecuó un local para albergar a los muchos ciudadanos que querían estar presentes. Hubo 20.000 solicitantes, pero la capacidad limitó el número a 9.000. El ámbito fue festivo, como de campaña. Allí el gobernador demócrata anunció su conversión al GOP.
Según los demócratas y los republicanos traicioneros que no respaldan a Trump y que lo creen liquidado en apenas seis meses de gobierno, no cuentan para nada los logros de recuperación del empleo a la más alta tasa en 17 años, el alza récord de la Bolsa con más de 22.000 puntos, la reducción del déficit comercial, el optimismo para la reinversión.
Tampoco victorias diplomáticas sin precedentes como la votación 15-0 en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para acentuar sanciones a Corea del Norte para frenar su loca carrera nuclear,  cebada por Bill Clinton. Por primera vez China y Rusia respaldaaron la propuesta norteamericana de castigar al tirano coreano.
Parecidas conquistas diplomáticas se están concretando en la lucha contra el terrorismo islámico, contra ISIS y se forjan acuerdos para cercar a Irán para impedir su armamentismo y fomento del terrorismo. En ese aspecto, comienzan a funcionar las alianzas que Trump selló en sus visitas a Arabia Saudita y otros sitios de la región.
El líder republicano quería más, sobre todo con Rusia. Pero la oposición y muchos republicanos le bloquearon toda capacidad de maniobra y negociación con Vladimir Putin, al obligarlo a aceptar un incremento en las sanciones contra Rusia...por su supuesta interferencia en las elecciones presidenciales en las que perdió la demócrata Hillary Clinton.
Nadie ha presentado prueba alguna de tal interfrencia ni que ello hubiese influído en modo alguno en los resultados. Putin lo niega, Trump lo niega y lo han negado jefes de la CIA y FBI del régimen Obama. Pero la oposición se empeñó en insistir. El Director Subrogante del FBI nombró Investigador Especial para que profundice el caso, quien a su vez contrató a 16 abogados con salarios exorbitantes para que lo ayuden. Aparte hay comisiones en el Senado y en la Cámara de Representantes.
Han transcurrido ocho meses desde las primeras denuncias y nada. Ante esa realidad ya inocultable, la estrategia de los sabuesos gira hacia otra supuesta “colusión” o “corrupción” ruso/trompista que podría,  a juicio de ellos, comprometer al Presidente y llevarlo al Congreso para la destitución: negocios con los rusos de él o su familia.
Imaginar que conducta tan pueril pueda fructificar, es incomprensible en un partido que tuvo líderes como FDR o John F. Kennedy y en medios otrora líderes de la comunicación como The New York Times. Para comenzar, unos y otros deberían reflexionar que un Investigador Especial se nombra solo para ahondar casos en los que es evidente el crimen, no para iniciar búsquedas de un crimen.
A Bill Clinton se lo enjuició no por su conducta con Monica Lewinski, sino por mentir bajo juramento y cometer perjurio, lo cual está severamente castigado por las leyes. Fue absuelto por compromisos de índole político, pero la mentira ha sido la característica de Bill y su cónyuge Hillary, cuya derrota no acaban de aceptar sus partidarios.
Trump no miente. Al contrario de lo que le acusan es de ser excesivamente  cristalino y hablar lo que piensa de los hechos y de las personas, rompiedo la horma de lo que es “políticamente correcto”. El despilfarro de fondos del fisco en la búsqueda de pruebas de la “colusión” Trump/Putin quedará solo en eso: desperdicio de tiempo y dinero. 
Mientras tanto, la falta de cooperación de los republicanos en el Congreso rayana en la traición impide a Trump una mayor celeridad en en el proceso de desmantelar la telaraña de leyes y regulaciones de Obama para aumentar los controles del Ejecutivo en el libre mercado. La frustración mayor ha sido la imposibilidad de anular el Obamacare.
Esa ley de salud es el paso más audaz de estatización. La Constitución de los Estados Unidos, basada en la Declaración de la Independencia, busca otra forma de gobierno: la de libre competencia de mercado, de ingerencia limitada a defender los derechos individuales por parte del gobierno. Es el sistema que ha multiplicado la prosperidad y bienestar. Lo contrario genera miseria, como en estos mismo días se observa en Venezuela.
Maduro y antes Chávez, siguen el modelo de Cuba de los Castro en el cual el Estado lo es todo. Se ha regado por Nicaragua, Bolivia, Ecuador y ahora amenaza a Colombia, como antes a Argentina. Es el modelo que ensalzan “demócratas” como Bernie Sanders, el rival de Hillary en las primarias de las elecciones pasadas. Mary Anastasia O´Grady, del diario The Wall Street Journal, escribió la realidad de Venezuela y de Colombia en un artículo de advertencia que se transcribe a continuación:


In a video posted on the internet Sunday morning, former Venezuelan National Guard captain Juan Caguaripano, along with some 20 others, announced an uprising against the government of Nicolás Maduro to restore constitutional order. The rebels reportedly appropriated some 120 rifles, ammunition and grenades from the armory at Fort Paramacay in Valencia, the capital of Carabobo state. There were unconfirmed claims of similar raids at several other military installations including in Táchira.
The Cuba-controlled military regime put tanks in the streets and unleashed a hunt for the fleeing soldiers. It claims it put down the rebellion and it instructed all television to broadcast only news of calm. But Venezuelans were stirred by the rebels’ message. There were reports of civilians gathering in the streets to sing the national anthem in support of the uprising. 
Note to Secretary of State Rex Tillerson: Venezuelans want to throw off the yoke of Cuban repression. They need your help. 
Unfortunately Mr. Tillerson so far seems to be taking the bad advice of his State Department “experts.” 
The same bureaucrats, it should be noted, ran Barack Obama’s Latin America policy. Those years gave us a rapprochement with Havana that culminated with the 44th president doing “the wave” with Raúl Castro at a baseball game in 2016. Team Obama also pushed for Colombia’s surrender to the drug-trafficking terrorist group FARC in a so-called peace deal last year. And it supported “dialogue” last year to restore free, fair and transparent elections in Venezuela. The result, in every case, was disaster.
Any U.S.-led international strategy to liberate Venezuela must begin with the explicit recognition that Cuba is calling the shots in Caracas, and that Havana’s control of the oil nation is part of its wider regional strategy. 
Slapping Mr. Maduro’s wrist with sanctions, as the Trump administration did last week, won’t change Castro’s behavior. He cares only about his cut-rate Venezuelan oil and his take of profits from drug trafficking. To affect things in Venezuela, the U.S. has to press Cuba. 
Burning Cuban flags, when they can be had, is now practically a national pastime in Venezuela because Venezuelans understand the link between their suffering and Havana. The Castro infiltration began over a decade ago when Fidel sent thousands of Cuban agents, designated as teachers and medical personnel, to spread propaganda and establish communist cells in the barrios. 
As I noted in this column last week, since 2005 Cuba has controlled Venezuela’s citizen-identification and passport offices, keeping files on every “enemy” of the state—a k a political opponents. The Venezuelan military and National Guard answer to Cuban generals. The Venezuelan armed forces are part of a giant drug-trafficking operation working with the FARC, which is the hemisphere’s largest cartel and also has longstanding ties to Cuba.
These are the tactical realities of the Cuba-Venezuela-Colombia nexus. The broader strategic threat to U.S. interests, including Cuba’s cozy relationship with Middle East terrorists, cannot be ignored. 
Elisabeth Burgos is the Venezuelan ex-wife of the French Marxist Regis Debray. She was born in Valencia, joined the Castro cause as a young woman, and worked for its ideals on the South American continent. 
Ms. Burgos eventually broke free of the intellectual bonds of communism and has lived in Paris for many years. In a recent telephone interview—posted on the Venezuelan website Prodavinci—she warned of the risks of the “Cuban project” for the region. “Wherever the Cubans have been, everything ends in tragedy,” she told Venezuelan journalist Hugo Prieto. “Surely we have no idea what forces we face,” Mr. Prieto observed—reflecting as a Venezuelan on the words of Ms. Burgos—because, as she said, there is “a lot of naiveté, a lot of ignorance, about the apparatus that has fallen on [Venezuelans]: Castroism.”
Cuban control of citizens is as important as control of the military. In Cuba this is the job of the Interior Ministry. For that level of control in Venezuela, Ms. Burgos said, Mr. Maduro must rely on an “elite of exceptional experts” Castro grooms at home. 
Cuba, Ms. Burgos said, is not “simply a dictatorship.” For the regime it is a “historical political project” aiming for “the establishment of a Cuban-type regime throughout Latin America.” She noted that along with Venezuela the Cubans have taken Nicaragua, Bolivia, Ecuador, and are now going after Colombia. “The FARC, turned into a political party and with all the money of [the narcotics business], in an election can buy all the votes that it wants.”
Mr. Tillerson is forewarned. Castro won’t stop until someone stops him. To get results, any U.S.-led sanctions have to hit the resources that Havana relies on to maintain the repression. 

Write to O’Grady@wsj.com.