Monday, June 19, 2017

¿QUIÉNES INCITAN A LA VIOLENCIA?

El fallido intento de asesinato masivo de legisladores republicanos en un campo de entrenamiento de béisbol cercano a Wasington, ha inducido a algunos políticos y comentaristas a dividir por igual la responsabilidad de un auge de la violencia a los dos partidos. 
Lo cual es demostración del daño que sigue ocasionando a la sociedad el tratar de aplicar el principio de lo “políticamente correcto” para calificar las acciones de los partidos, gobiernos y personas con circunloquios, por temor acaso de herir susceptibilidades.
El asesino del campo de béisbol, James Hodgkinson, era un demócrata que votó por Bernie Sanders y se había propuesto con antelación de seis meses matar al mayor número de republicanos en ese sitio, en el cual  pernoctó en su furgoneta durante dos meses antes de perpetrar el asalto.
De lo que no se enteró es de que uno de los diputados, Steve Scalise, era House Whip o líder de la mayoría y que por tanto tenía agentes secretos de seguridad que lo acompañaban. Sin ellos habría habido una masacre. El asesino murió pero Scalise quedó muy malherido y aún se encuentra hospitalizado.
El entrenamiento era previo a un partido tradicional entre republicanos y demócratas para recaudar fondos con fines caritativos. Se lo realizó de todas formas y previamente los dos equipos oraron en favor de Scalise y las otras víctimas, entre ellas los heróicos agentes que evitaron un impacto mayor del terrorista.
Las invocaciones se multiplicaron para que la retórica de ambos bandos “baje de tono”, a fin de no exasperar a gente proclive a la violencia. El diario The New York Times, portavoz de la izquierda, no se sumó al pedido pues sigue respaldando la versión de la obra Julio César de Shakespeare en Central Park, en la que Trump es el personaje apuñalado.
Si se revisa la Historia, se observa que la violencia ha sido instigada por el anarquismo y la izquierda radical, no por los republicanos. La Guerra Civil estalló porque los demócratas se negaban a abolir la esclavitud y fue un republicano, Abraham Lincoln, quien la lideró hasta la victoria. Pero ésta quedó inconclusa cuando un demócrata lo asesinó en el balcón de un treatro.
La integración inmediata de los negros se frustró con su muerte, tanto en sus derechos de votación como de acceso a la educación, el transporte y las otras formas de vida vedadas por la segregación. Todo intento de avance en favor de sus derechos, fue frustrado violentamente por los demócratas, incluso con grupos de linchamiento como el Ku-Klux-Klan.
Pat Buchanan, escritor y periodista, cita en una reciente columna varios de los casos de asesinatos e intentos de asesinato de Presidentes a manos de anarquistas de finales del siglo XIX y comienzos del XX, como James Garfield, William McKinley, Theodore Roosevelt, Franklin Roosevelt hasta la muerte de John F. Kenedy atribuída a Oswald, pro comunista (aunque hay datos de que fue maquinada por la mafia)
Al asesinato de JFK siguió el de su hermano Robert. Luego el de Martin Luther King. En 1972 el pre candidato presidencial George Wallace  fue baleado mientras hacía campaña en Maryland y quedó paralítico. Años más tarde fue Ronald Reagan quien recibió un disparo que lo debilitó para el resto de su segundo período presidencial. 
En ninguno de los casos los atentados fueron causados por  republicanos. Fente al atentado terrorista de Thomas McVeigh en Oklahoma, Bill Clinton dijo que la causa eran las críticas de comentaristas de radio de la derecha como Rush Limbaugh. Algo similar se dijo de Sarah Palin cuando la diputada Gabrielle Griffords casi muere con los disparos de un maniático.
La explicación de la diferencia de actitud frente a la vida entre demócratas y republicanos no es un misterio. Por lo general el demócrata es rehacio a aceptar la realidad de la condición humana y se inclina, con sinceridad o sin ella, por aspiraciones utópicas. Los bienintencionados quieren abolir el mal, la miseria, la desigualdad, las guerras y el odio.
Pero para ello imaginan medidas utópicas, inaplicables, con las cuales una vez en el poder sueñan con transformar al hombre, crear un nuevo hombre libre de pecado, de ambición, de independencia. Mas una vez en el poder la resultante inequívoca es la opresión para impedir el disenso, o sea  pérdida de las libertades individuales.
La utopía no es algo nuevo, ha anidado en el espíritu del hombre desde tiempos inmemoriales. Ha producido autarquías de los más diversos grados de perversión. Pero la idea persiste. En el siglo pasado con la etiqueta nazifascista desató la II Guerra Mundial y luego se prolongó con el socialismo marxista que perdura hasta hoy.
El GOP es antípoda del utopismo. Acepta la condición humana tal como es, con sus virtudes y defectos. Comprende, como lo comprendieron con sabiduría insuperable los fundadores de esta nación, que los hombres no son ángeles (Madison) y que, por tanto, para una convivencia pacífica hay que crear leyes y gobiernos por consenso, cuya misión sea garantizar los derechos a la libertad de sus ciudadanos, no conculcarlos.
Los demócratas no quieren dialogar sino imponer criterios. Obama esquivó por ello al Congreso para dictar leyes mediante decretos ejecutivos que ahora Trump está rovocando. Como Lincoln y Reagan, quiere restablecer el respeto a la Declaración de la Independencia de 1776 y la Constitución de 1787, que promueven una República Democrática muy distinta a la del Estado Administrativo demócrata/progresista que dio un salto acelerado con Obama.

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