O sea: Alá es Grande. Este es el grito que los musulmanes lanzan a voz en cuello antes de cometer actos de barbarie a nombre de Alá y de Mahoma, su profeta. Los seguidores de este credo estarán entonando encantados esa invocación, en estos tiempos en que Obama les ha facilitado expandirse como nunca antes en la historia.
Obama nunca disimuló sus simpatías por Irán, cuyo Ayatola basa su tiranía teocrática en el islamismo más extremo. A poco de asumir su mando en el 2009, Barack Hussein Obama se alineó de inmediato con el régimen iraní al negar el más mínimo respaldo a un grupo rebelde que reclamaba alguna libertad en el Irán, que luego fue brutalmente reprimido.
No lo hizo, dijo en esa ocasión, por respeto a la soberanía iraní. Pero no tuvo empacho en enviar a su experto en elecciones a Israel para evitar que Benjamin Netanyahu sea reelecto Primer Ministro de Israel, ordenando el gasto de millones de dólares del fisco. Su odio a Netanyahu nació paralelo a su afecto por el Ayatola, en el 2009.
Desde luego el repudio de Obama hacia el premier israelí no es tan solo personal, es ideológico. Lo que detesta es a Israel y a la causa judía. Al parecer a los norteamericanos y en general a Occidente se les hace difícil aceptar esta realidad, pero allí están los hechos. La última prueba es su obsesión por lograr un acuerdo para que Irán, enemigo de USA por excelencia, prosiga en su proyecto nuclear.
En alguna conferencia o charla dada durante la campaña previa a su primera elección en el 2008, Obama sostuvo que no había equilibrio militar en el Medio Oriente, puesto que Israel tenía armas nucleares e Irán no. Con esa alusión, insinuó injustificadas las sanciones de Naciones Unidas para evitar que Irán se “nuclearice”.
Nunca Israel ha admitido que poseía armas nucleares, aunque era dable suponer que así sería dada su alta tecnología y la necesidad que tiene de estar eficientemente armado para contrarrestar la permanente agresión de los enemigos que le rodean por todos los flancos. Estados Unidos conocía ese secreto, por supuesto, pero lo mantenía en reserva.
Hasta ahora, que Obama lo acaba de hacer público. Se diría, al observar la actitud del actual huésped de la Casa Blanca, que Israel ha dejado de ser el mejor aliado de los Estados Unidos en esa región convulsionada, para ser reemplazado por Irán. La ruptura del secretismo perjudica a Israel, la firma de acuerdos en secreto, beneficia al Irán.
Dentro de esa perspectiva fue que Obama canjeó a cinco de los peores asesinos talibanes que estaban presos en Guantánamo, por un desertor. El soldado Bowe Bergdahl abandonó su campamento en Afganistán y se entregó al enemigo. Obama llamó a los padres del soldado a la Casa Blanca para anunciar en pública ceremonia la concertación del infame canje.
En un comienzo sus compañeros de armas creyeron que se había perdido en las inmediaciones del campamento, lo buscaron y algunos fueron muertos por el enemigo. Todos sabían que Bergdahl era un desertor. Pudo haber sido fusilado si era sorprendido como tal en el campo de batalla. Para Obama y su Asesora de Seguridad Nacional Susan Rice, Bergdahl es un héroe.
Un tribunal militar acaba de revisar el caso y ratifica lo que la mayoría presumía, que es desertor. Será juzgado por esa causa y por graves fallas de conducta, lo que podría significarle prisión de por vida. Ni Obama ni sus portavoces han opinado aún sobre el pronunciamiento militar, pero poco le importará.
Nada comentó cuando los militares le contradijeron sobre la masacre de Fort Hood, cuando un oficial musulmán al grito de Allahu Akbar mató a 13 de sus compañeros e hirió a varias decenas más. El gobierno se negó a calificar al acto como terrorista, reduciéndolo a “una acción violenta en un recinto de trabajo”. Los militares acaban de decir que era terrorismo y ello permitirá a los familiares de las víctimas algún alivio por compensación monetaria.
Las acciones terroristas islámicas no son acciones de musulmanes sino de “ideólogos del terror”, según las últimas piruetas verbales del actual jefe de la CIA, John Brennan, dichas en una entrevista con Chris Wallace en FoxNews. Insistió, como su jefe Obama, que el Isis/Isil se toma en vano el nombre del Islam para sembrar el terror y que cuando invocan a Alá para hacerlo en realidad lo hacen movidos por la “ideología del terror”.
Es un galimatías pueril que pretende ocultar lo que está a la vista de todos: respaldo al Islam más radical y expansionista encabezado por Irán. Isis/Isil no conjuga con el poder de Teherán. Por eso Obama no hizo intento real por liquidarlo. Ha esperado que en Irak gobierne un simpatizante de Irán y que éste ataque al Isis/Isil bajo la dirección de Irán, para intervenir.
Paralelamente a la develación del “secreto” atómico de Israel, el gobierno de Obama, por intermedio del jefe de Gabinete Denis McDonnough, acaba de amenazar a Israel a que renuncie a ocupar los territorios palestinos y a que retorne a los límites de 1967. Sería, como lo dice un historiador, como obligarle a Israel a encerrarse dentro de las vallas de un nuevo Auschwitz.
¿Quién mató a los 149 seres humanos que iban a bordo de la aeronave alemana filial de la Lufthansa, estrellada en los Alpes franceses? El fiscal francés se niega admitir que el copiloto que forzó al avión a precipitarse sea un terrorista. Pero lo era, sea o no islámico. Surgen sospechas sin embargo de que pudo haber sido musulmán. Como lo fueron los del 9/11 y aparentemente lo eran los que causarons las tragedias de las naves de Malaysia Air y Egipt Air.
Estos asesinatos colectivos no son inspirados por “la ideología del terror”, sino por Allahu Akbar y mientras mayor el número de víctimas, mayor la gloria de Alá. Si al piloto se le ocurría ir al baño cuando sobrevolaban grandes ciudades, la matanza habría sido peor. ¿Quién adiestró al copiloto Andreas Lubitz, de 28 años de edad, para este acto terrorista? ¿Dónde y cómo? Quizás algún día se sabrán las conexiones.
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