La declinación del Diario El Comercio en años recientes era anuncio de lo que se veía venir: su muerte. Duele y entristece y además es frustrante para quienes creen, como quien ésto escribe, que se lo pudo evitar con un liderazgo más firme en defensa de la libertad de expresión.
Entre las causales de la decisión de vender el Diario más que centenario a un ciudadano exranjero, se menciona las leyes opresivas del actul régimen de Rafael Correa contra los medios de comunicación. Iguales argumentos tuvo el director del Diario Hoy, también Mantilla, al anunciar que se batía en retirada.
El Comercio, fundado en Quito en 1906, ha sido siempre el campeón de la defensa de la libre expresión. Ha librado batallas contra gobiernos civiles y militares que pretendieron reducirla o acallarla. El director Jorge Mantilla Ortega resistió al presidente Velasco Ibarra y a su ministro Camilo Ponce. Fue encarcelado pero terminó imponiéndose y recibió por ello una presea continental que exaltó su entereza.
Con Correa los medios y su líder El Comercio se amilanaron. Toleraron sus diatribas de muladar contra empresas y periodistas y nada hicieron para obstruir las abusivas multas y expulsiones a periodistas. El caso extremo de pasividad fue aceptar la ley Correa que creó un tribunal de burócratas para censurar virtualmente toda expresión del pensamiento.
El nuevo dueño de El Comercio es un señor Guzmán, identificado como un potentado de medios de comunicación de origen guatemalteco mexicano. Por simpatía que se tenga a lo latinoamericano, Guzmán es un extranjero. ¿Sobrevive el Grupo Andino y su Decisión 24? Si así es, la transacción podría ser objetada por Correa, pues la Decisión 24 prohibía la inversión extranjera en medios de comunicación.
Exista o no el Pacto y la Decisión 24 Correa puede hacer lo que le plazca, sin la resistencia real y efectiva de nadie. Sería irónico que intervenga en la negociación que acaba de anunciar la familia Mantilla y la vete y de un plumazo (al estilo Obama) la anule y decida que la empresa queda en custodia del Estado. Como lo hizo con el diario El Telégrafo, con los bienes de la familia Isaías y lo ha hecho en tantos otros ejemplos.
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La gente en los Estados Unidos y probablemente en otras partes se estará preguntando ¿qué más hará Obama para complacer a Fidel y a su hermano Raúl? Con la ayuda del Papa Francisco los ha bendecido y librado de toda culpa por tiranicidio, encarcelamientos y torturas a los opositores y cinco décadas de empobrecimiento a 13 millones de cubanos que no pudieron fugar de la isla.
Se rumora que Obama y Francisco planean visitar juntos a La Habana para celebrar el Gran Perdón a Fidel. Pero quizás eso no sea suficiente. Los Castro están flojos de dinero como cuando cesaron las dádivas de Moscú por lo del Muro de Berlín. El discípulo Maduro ha despedazado a Venezuela, las remesas de petróleo han bajado, así como los precios.
¿Qué hacer para aliviar al binomio perdonado? Por allá en Oriente Medio hay un país con un sistema y un líder que fastidian a Obama. Es Israel, que recibe de Estados Unidos ayuda militar y de capital. ¿Por qué no abandonar del todo a “esa sarta de judíos indeseables” (para Obama) y trasladar esa ayuda militar y los 3.000 millones de dólares o más de subidio anual a Cuba?
De ese modo el mentor de Obama, Saúl Alinsky y sus condiscípulos que conforman la elite de su gobierno, se sentirían satisfechos y redimidos. Según ellos, el embargo de más de 50 años sobre Cuba ha impedido que el “glorioso” esfuerzo de Fidel por redistribuir la riqueza en la isla no haya esparcido todavía la felicidad entre sus conciudadanos sobrevivientes.
Cuba era el país latinoamericano con el más alto nivel de vida en América Latina antes de la llegada de Fidel en 1959. 56 años más tarde y con más de 2 millones de emigrantes, Cuba está en la cola de la región, junto a Haití. Todo por culpa de los Estados Unidos, según Obama y los demos. Muchos confunden embargo con bloqueo. No hay bloqueo, sino embargo comercial aplicado solo por Estados Unidos, no por el resto de naciones.
La senadora demócrata Dianne Feinstein, que acusó a la CIA de aplicar perversidades para interrogar, debería sumarse al cortejo de homenaje a los Castros. Allí podría constatar cómo el régimen perdonado aplicaba y aplica torturas “buenas”, no a enemigos talibanes y jihadistas como los del 9/11, sino a compatriotas cubanos que osaron contradecir al dictador o al títere de su hermano. Y que los mantiene presos indefinidamente.
Si los republicanos tienen pudor, lo menos que podrían hacer tan pronto se conviertan en mayoría en las dos cámaras del Congreso a partir de enero, es impedir el levantamiento del embargo a Cuba mientras continúe en esa isla el tiranicidio perpetuo y echar a la basura todo intento de Obama por nombrar embajador en La Habana o asginar fondos para hacer efectivo el “perdón” a Fidel.
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