Al comienzo parecía una broma, luego “globo de ensayo” lanzado por sus familiares cercanos, pero ya esa broma ha dejado de serlo y comienza a transformarse en certeza: Jeb Bush se candidatizará para las elecciones presidenciales de noviembre del 2016.
Jeb fue un buen gobernador de la Florida por ocho años, en una época en que su hermano George W estaba en la Casa Blanca como Presidente, en la cual ya había estado antes con el mismo cargo el padre de ambos, George H Bush. Todos ellos del partido republicano, GOP.
Quienes admiran a Jeb Bush pueden deshacerse en elogios , al igual que pudieran hacerlo con respecto a su padre y hermano. Pero la sola idea de tener a otro Bush del mismo linaje en la Casa Blanca repugna a quienes lo considerarían un atentado a los principios sustantivos de la Constitución, que prohibe que el poder se transmita como en una monarquía.
Es probable que Jeb y quienes lo rodean tengan mucho dinero y que su objetivo sea bloquear al Tea Party, que surgió en el 2010 para oponerse a los abusos constitucionales de Obama. Pero el dinero, en esta era en que abundan los medios sociales al alcance de todos, acaso no baste para acallar la protesta anti establishment.
La gente reflexiona: si Jeb Bush gana la candidatura del GOP y Hillary Clinton la demócrata ¿qué tipo de contienda habría entre los dos? Porque Jeb en ningún caso confrontaría a su rival recordándole las mentiras en las que incurrió para ocultar su responsabilidad en la masacre del consulado de Benghazi en Libia, cuando ella era Canciller de Obama.
Imposible que lo haga, pues al cumplirse el segundo aniversario del evento en el cual perdieron la vida el embajador y tres altos funcionarios, Jeb Bush le condecoró a Hilllary con la más alta presea por Defensa de la Libertad, a nombre de una institución cuyo nombre no importa. Tampoco cabría que le incrimine por haber perdonado a su cónyuge por adulterio y perjurio en el caso de Monica Lewinsky.
No hay que olvidar que su hermando GeorgeW quiere tanto a los Bush que no solo les ha perdonado lo de Monica y Benghazi y más “diabluras” sino que ha confesado que Bill Clinton es como su otro hermano en otra madre, sin alusiones malignas de por medio. La campaña entre Hillary y Jeb, de concretarse, sería una farsa pues ninguno de los dos sería capaz de herirse uno al otro “ni con el pétalo de una rosa” (o péndulo, como diría Tres Patines).
De ello se percata la gente y por más artimañas que empleen Jeb Bush y el establishment de uno y otro partido, lo más probable es que se incline por apoyar a un precandidato de principios claramente republicanos, para no volver a caer en el error de ensayar a otros anodinos como John McCain o Mitt Romney, que fracasaron frente a Obama.
(Rush Limbaugh lanzó hoy una teoría. En la hipótesis de que Jeb y Hillary se disputen la presidencia, dijo, es probable que con tantas similutudes a la postre las dos candidaturas podrían fusionarse y convertirse en un solo binomio. Dejó a los radio escuchas la tarea de a quién colocar primero en la papeleta...)
Jeb Bush dice que no le importa lo que piensen “las bases” de su partido acerca de lo que él cree en favor de la amnistía parcial a los ilegales, la educación pública dirigida desde Washington y otros asuntos que amplían el poder central. Él seguirá su propia ruta, afirmó, aunque no sea la que prefieran las bases, esto es, el Tea Party. Quizás pensando en ello fue que dijo en el 2009 que ha llegado el momento de olvidarse de Reagan y mirar hacia adelante.
Lo que miraba Reagan es a la Constitución y a la Declación de la Independencia de los Estados Unidos. Y es lo que reclaman el Tea Party y la mayoría del GOP, de independientes y los demócratas pensantes. Los principios reflejados en esos documentos no han caducado. Mal hace Jeb Bush en aconsejar que nos olvidemos de Reagan. Si Reagan triunfó y fue reelecto es precisamente por su apego a esos principios.
Obama cree que tales principios son mutantes y que hay seres predestinados como él para cambiarlos de conformidad con los tiempos y las necesidades. Pocos como él han quebrado y siguen quebrando la Constitución. Cuando concedió aministía a 5 millones de ilegales por simple orden ejecutiva, el Senado intentó hace un par de días emitir una declaración en tal sentido.
La propuesta del senador Ted Cruz, del Tea Party, apenas tuvo el respaldo de 20 republicanos. Es de anhelar que la situación cambie desde enero, cuando las dos cámaras queden bajo control republicano. De otro modo, el mandato popular de las elecciones del pasado 4 de noviembre, de rechazo total a Obama, quedará adulterado.
Mientras tropieza el GOP con su victoria, Obama avanza en su demolición del sistema republicano. Ahora decidió restablecer las relaciones diplomáticas con Cuba. Dijo que 50 años de embargo no han dado resultados. Si los Castro siguen de careceleros intocados, entonces hay que postrarse ante ellos. No actuó así en Ucrania cuando gastó 5.000 millones de dólares para derrocar al gobierno legítimo.
El embargo no se impuso en 1961 por capricho. Fue en respuesta a las confiscaciones de Fidel a las propiedades de los Estados Unidos en la isla. La miseria de los cubanos no ha sido resultado del embargo, pues Cuba comercia con el resto de países del orbe. Si siguen cicrculando allí viejos Chevrolet, es porque no hay dinero para comprar autos nuevos de otras marcas.
Obama, con el apoyo del Papa Francisco, está premiando a uno de los regímenes más opresivos del planeta. Acaso porque allí se ha cumplido la aspiración de uno y otro de alcanzar la “redistribución de la riqueza”. En la isla la desigualdad que tanto les preocupa ha desparecido. Ahora todos son pobres. Mucho más que eso, son miserables, porque se les ha privado además de toda libertad.
Es una hipocresía suponer que con la reapertura de embajadas, el nivel de vida en Cuba va a mejorar. El sistema es carcelario, rígido. El dinero de más turistas y de potenciales inversionistas (acaso en turismo) fluirá no al bolsillo de la gente, sino al fisco. Como lo quiere Obama con el Obamacare y más impuestos para redistribuir la riqueza mediante foodstamps y más subsidios dentro del “estado de bienestar”. Y la deuda en 18 trillones de dólares!
Al menos Obama es coherente. Ha debilitado al frente militar y externo en general. Irán está a punto de tener armas nucleares, Israel crecientemente aislado, el terrorismo se expande por doquier. Hamas ha sido borrado de la lista de organizaciones terroristas y los talibanes no son mencionados por Obama como los autores de la masacre de niños en Pakistán.
En lo interno sigue en su cruzada por envilecer al sistema judicial y calumniar a la institución de la policía. Estados Unidos se siente inseguro, está desorientado, disminuído, escarnecido. Es el momento de frenar los mea culpa y autoflagelamientos injustificados y recuperar el liderazgo mundial perdido con 6/8 años de obamismo. Se logrará con visionarios, no con oportunistas como Jeb Bush.
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