Ya ni sus fanáticos incondicionales pretenden negarlo: Obama no quiere combatir al terrorismo islámico. Para muchos, entre los cuales figura el ex líder republicano en la Cámara de Representantes, Tom DeLay, ello obedece a que el actual presidente demócrata sigue siendo en el fondo un musulmán.
En Estonia, de camino a la reunión que celebrará mañana en Gales con miembros de la OTAN, Obama volvió a trastabillar cuando se le forzó a definir su estrategia para combatir a los terroristas del Isis, tras el anuncio del degüello del segundo periodista norteamericano, divulgado a través del Internet.
Dijo que conversaría con los socios del organismo para ver qué hacer con esos terroristas, a los que antes había calificado de muchachos amateurs, a fin de preparar juiciosamente un paquete de medidas que atenúen sus impulsos, los desarme poco a poco y finalmente los induzca de buenas maneras a que se dispersen. A la postre, dijo, se hará justicia.
Envió, esos si, condolencias a los familiares de la víctima Steven Sotloff, como hizo con los familiares del anterior asesinado, James Foley. Con la diferencia de que esta vez no llamó a su caddy para seguir jugando al golf en Martha´s Vineyard, porque ya estaba en Estonia. En ambos casos su rostro era igualmente inexpresivo y glacial.
Cuando dijo en su conferencia de prensa de hoy que “se les hará justicia”, era evidente que sigue pensando en el terrorismo árabe como si fuera una contravención común, a la que hay que juzgar en los tribunales ordinarios, dotando a los “supuestos” contraventores de todos los derechos que la ley les otorga para una defensa privada o de oficio.
Por eso se opuso y se opone a la prisión de Guantánamo, en donde están aún algunos de los peores terroristas árabes a los que se capturó en plena situación de guerra. Los que aún están tras de rejas, con comodidades inalcanzables para muchos, aguardan juicios militares que acaso nunca lleguen por el cambio de mentalidad del actual régimen.
Hace pocos meses, Obama liberó a cinco de los más peligrosos talibanes de Guantánamo a cambio de un soldado norteamericano desertor. El acto está prohibido por la Constitución en fondo y forma, pero de nada ha servido ninguna protesta verbal y ocasional de algún legislador o columnista. Solo han quedado amenazas.
Esta actitud cómplice de Obama es coherente con la que tuvo a inicios de su mandato, cuando un musulmán con el grado de mayor, Nidal Malik Hasan, ametralló en Fort Hood a sus compañeros soldados, matando a 13 e hiriendo a 30. Obama nunca calificó al acto como terrorista, sino solo como de violencia en el lugar de trabajo.
Hasan, que está preso, asesinó a mansalva en un campamento militar y al grito de AlaAkbar, la invocación a Alá de los terroristas. La última novedad de este sujeto es que ha solicitado al Califato que se está consolidando en el Medio Oriente, primero con Siria e Irak y luego con Jordania e Israel, que le concedan la ciudadanía, probablemente honorífica.
La actitud del Primer Ministro David Cameron del Reino Unido contra el terrorismo, ha sido recibida con alivio por quienes observan con horror los crímenes de esta horda islámica, no solo contra los dos periodistas norteamericanos sino contra inocentes niños, mujeres y adultos que se resisten a dejar su fé católica, cristiana u otra que no sea la musulmana según ellos la entienden.
Cameron ha dicho que planteará al parlamento reformas legales para impedir que fluya el libre tránsito de terroristas desde el Reino Unido hacia el Califato y viceversa, con autorización para retirar pasaportes a quienes tienen pasaporte británico (tal el caso del asesino de los periodistas) y la ciudadanía británica, eventualmente. Está seguro que contará con apoyo bipartidista.
En su alocución, el Premier reiteró la decisión de la Corona de impedir por todos los medios el avance islámico que quiere arrasar en el Reino Unido con los valores y principios de la cultura milenaria británica, para tratar de imponer la ley Sharía, con sus costumbres y prejuicios medievales. En Holanda, Bélgica y otros países europeos, esa batalla parece estar perdida.
En los Estados Unidos, con Obama, el predominio musulmán ha dado un salto impresionante a punto tal que líderes del CAIR (Council on American Islamic Relations) tienen sitio preferencial en la Casa Blanca. Al tiempo que el gobierno busca excluír todo rezago cultural judeocristiano en las costumbres nacionales, exalta constantemente lo musulmán.
Se ha hecho clásico el video en el cual se ve a Obama inclinándose 45 grados reverente ante el sultán de Arabia Saudita y otro en el cual dice que Estados Unidos no es judeocristiano. Ser ateo, budista, musulmán o nada no exonera desconocer la historia. La Declaración de Independencia, la Constitución, la moneda, los libros, discursos y documentos prueban lo contrario.
Si bien el sistema parlamentario permite mayor flexibilidad para formar y modificar leyes, por no tener una Constitución rígida, en los Estados Unidos no se requiere de nuevas leyes para frenar al terrorismo, dentro y fuera del país. Luego del atentado del 9/11, cuyo aniversario se conmemora la próxima semana, se expidió una detallada ley para pevenir nuevos ataques similares.
Lo que ocurre es que esas leyes y regulaciones no se han cumplido como fueron inspiradas, o se han cumplido mal, para aumentar viciosamente el poder de vigilancia de un ejecutivo concentrador del poder. Realmente de lo que se precisa no es de nuevas leyes, sino de nuevos y buenos ejecutores de esas leyes.
Según la ley el terrorismo y los terroristas, así como quienes los protegen de uno u otro modo, o los financian, pueden estar sujetos a penas de hasta 15 años de prisión. Obama sería uno de los primeros contraventores, ya que tiene entre sus asesores a protectores y promotores del Hamas y otras organizaciones terroristas.
Los medios audiovisuales y escritos constantemente difunden protestas de los árabes encapuchados o no, en barricadas o no, en las calles y plazas de ciudades, que gritan desaforados contra Israel, un aliado de los Estados Unidos y en favor de Hamas, una organización terrorista. Deberían ser puestos ipso facto en prisión por la Policía.
Obama conoce de leyes, pues las estudió en Harvard. ¿Será esa una de las razones (aparte de su inclinación pro Islam) por las cuales se niega sistemáticamente a decir terroristas a los que son terroristas y calificar de terroristas a los actos terroristas de dentro y fuera de los Estados Unidos? Pues si simpatiza por Hamas y los llama terroristas podría ir a la cárcel o, en su caso, al Congreso para una interpelación.
Tras el Holocausto y la barbarie nazi, en Alemania se prohibió al partido nazi, a sus seguidores, simpatizantes y promotores. Quienes infrinjan esa disposición, pueden ir a la cárcel. Igual teóricamente podría y debería ocurrir aquí con el terrorismo y sus simpatizantes. Pero aquí no solo que no se los encarcela, sino que a muchos se los deja gobernar.
A continuación se transcriben links o enlaces de partes básicas de la ley antiterrorista post 9/11 de los Estados Unidos y otro enlace de una versión en español:
18 U.S. Code Chapter 113B - TERRORISM
- § 2331. Definitions
- § 2332. Criminal penalties
- § 2332a. Use of weapons of mass destruction
- § 2332b. Acts of terrorism transcending national boundaries
- [§ 2332c. Repealed.]
- § 2332d. Financial transactions
- § 2332e. Requests for military assistance to enforce prohibition in certain emergencies
- § 2332f. Bombings of places of public use, government facilities, public transportation systems and infrastructure facilities
- § 2332g. Missile systems designed to destroy aircraft
- § 2332h. Radiological dispersal devices
- § 2333. Civil remedies
- § 2334. Jurisdiction and venue
- § 2335. Limitation of actions
- § 2336. Other limitations
- § 2337. Suits against Government officials
- § 2338. Exclusive Federal jurisdiction
- § 2339. Harboring or concealing terrorists
- § 2339A. Providing material support to terrorists
- § 2339B. Providing material support or resources to designated foreign terrorist organizations
- § 2339C. Prohibitions against the financing of terrorism
- § 2339D. Receiving military-type training from a foreign terrorist organization
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