La epidemia del izquierdismo utopista, que se extiende por todo el orbe sin que al parecer nadie pueda detenerla, acaso esté generando los primeros síntomas de inmunización, al menos en ciertos lugares del planeta.
Primero fue la noticia de las elecciones en la India, la mayor democracia del mundo. Arrasó Narendra Modi, líder que favorece el sistema liberal de mercado, contrario a las doctrinas izquierdistas que tratan de sustituirlo por gobiernos restrictivos y autoritarios.
Modi era gobernador o primer ministro del estado de Gujara cuando en el 2002 se produjo una matanza de hindúes por parte de una horda de indios musulmanes. Los hindúes se amotinaron y a su vez causaron la muerte de un millar de musulmanes. Modi fue acusado de negligencia pero la Corte Suprema de la India lo absolvió de culpa.
No obstante el gobierno de Estados Unidos le canceló la visa de ingreso al país y la prohibición aún no ha sido levantada por Barack Hussein Obama, pese a la victoria aplastante que obtuvo en las votaciones. El portavoz de la Casa Blanca, en demostración del poco halago que el suceso despertó en su jefe, se limitó a validar los resultados sin calificarlos.
En Egipto la política pro islamismo radical de Obama ha sufrido un rotundo colapso. Tras el derrocamiento de Mubarak, un aliado de Estados Unidos al cual le retiró su apoyo, llegó por elecciones al poder el extremista de la Hermandad Musulmana Mohamed Morsi. Su gobierno desde un comienzo tuvo una orientación abiertamente jihadista.
La Hermandad Musulmana es matriz de movimientos terroristas como el Hamas, que financia Irán. Egipto se convulsionó a tal punto que las fuerzas armadas dieron un golpe de Estado, apresaron a Morsi, pusieron a un miltar al mando y convocaron a elecciones que tienen que concretarse en estos días.
Obama rechazó el derrocamiento de su protegido y suspendió las ayudas militares y económicas vigentes desde que Israel y Egipto suscribieron un tratado de paz en 1979, con las firmas de Anuar el Sadat y Begin. Pero la actitud de Obama, como en tantos otros conflictos del momento internacional, no afectaron a Egipto y el cambio ha seguido su marcha.
En Europa iguamente se está registrando un fenómeno de impresionante importancia frente a la tendencia irradiada allí y en otras partes en favor del centralismo, la obstrucción al libre mercado, el crecimiento de las burocracias y el gasto fiscal excesivo. En los comicios para el parlamento de la Unión Europea, el movimiento anti UE ha sido rotundo.
En el Reino Unido, Francia, Alemania, España, Holanda los ciudadanos han expresado su rechazo al estatus quo que ha generado estancamiento en las economías por el exceso de proteccionismo y altos tributos que van a engrosar las burocracias parásitas, ahora no solo a nivel nacional sino de toda la Unión y radicada en Bruselas.
La UE funcionaba bien cuando se limitó a facilitar el comercio entre los países miembros con la eliminación de barreras aduaneras y a la inversión multinacional privada. El crecimiento económico fue ostensible a partir de su aplicación,tras la tragedia destructiva de la II Guerra Mundial.
Pero luego surgieron los utopistas que quisieron extender la unión a lo político. Se inventaron un gobierno paneuropeo supranacional con asiento en Bruselas, como emulando a la unión americana. Pero se trataba de un imposible. Las 13 colonias que se unieron para formar los Estados Unidos tenían origen y objetivos comunes.
No así la Europa, siempre belicista y diversificada en naciones de la más variada cultura e idioma que no pueden borrarse de la noche a la mañana. Con la unión económica se suspendieron las guerras porque los intereses económicos se entrelazaron entre naciones beligerantes. Pero pretender la unión política fue y es un error.
Desde Bruselas comenzaron a imponerse regulaciones similares para tan disímiles nacionalidades como la alemana o la griega, la sueca o la española. En un primer momento la medida alentó a los países de menor desarrollo comparativo, como Grecia frente a Alemania, pero sobrevino la realidad al poco tiempo.
Grecia, España, Irlanda, Italia, Portugal no podían mantener el mismo ritmo de Alemania y Francia y quebraron. La sola alternativa fue el subsidio de los países más fuertes y medidas de austeridad por lo general muy mal recibidas por el ciudadano común. El malestar y la protesta crecieron y las elecciones de estos días son una clarinada de advertencia.
Aparte del impacto económico, la gente está disgustada y rehacia frente a la creación del super gobierno de Bruselas. En el Reino Unido se habla abiertamente de la necesida de convocar a un referendo para votar por la separación de la UE y en igual sentido se han pronunciado muchos de los electores del fin de semana en otras naciones europeas.
Más libertad no más gobierno parece ser la proclama del día, opuesta a la de la pandemia izquierdista. Los medios de alta circulación están consternados por los resultados y piden cuidarse del avance de la “extrema derecha”. Así califican a la tendencia que busca limitar el despilfarro, la intervención de los gobiernos y del supergobierno de Bruselas y proteger las autonomías nacionales para mejor vivir y progresar con libertad,
No tildan “extrema izquierda” a quienes respaldan el estatus quo del centralismo en la UE. A ellos los llama demócratas. Demócratas fueron los que llevaron a la ruina a ciudades como Detroit en Michigan, tras decenios de gobiernos demócratas. Pero son de “extrema derecha” los que quieren rescatar a esa y otras ciudades con unas soluciones realistas.
La rebelión anti utopista se acaba de dar también, con otros tintes, en Colombia. En las elecciones presidenciales del domingo pasado, Juan Manuel Santos, que busca la reelección, fue derrotado por Oscar Zuloaga con un margen del 29% frente al 25%. La definición ocurrirá el l5 de junio y se espera que Zuluoga sea el escogido con amplia votación.
A Zuloaga lo respalda el ex presidente Álvaro Uribe, quien había escogido a Santos como ministro de defensa para combatir a la guerrila de las FARC. Santos ordenó el asalto al campamento guerrillero en la frontera con el Ecuador, cuando sucumbió el líder de las FARC “Raúl Reyes”, un golpe mortal que comenzó a debilitar al movimiento.
Santos, de la familia propietaria del diario El Tiempo de Bogotá, llegó a la presidencia con el respaldo de Uribe, pero de inmediato traicionó sus actuaciones y frenó la avanzada que se había logrado para liquidar a las FARC. Propuso negociar con el enemigo para firmar la paz. Los diálogos, para mayor ironía, resolvió hacerlos en La Habana.
Los tratados de paz se firman con el enemigo únicamente tras ser derrotados. De otro modo es negociar en igualdad de condiciones. Los guerrilleros no son iguales, ni “luchadores por la libertad” como los llamó el presidente Rafael Correa para defenderlos. Son asesinos al margen de la ley y las instituciones democráticas. Cuba es la antidemocracia.
Sería penoso que Zuloaga, por alguna razón imprevista, no resulte elegido. Favorecería el criterio derrotista de ceder ante la violencia y el terrorismo, como Chamberlain frente a Hitler en 1938. O como Obama resuelto a no llamar terroristas a los terroristas árabes, obstruyendo toda forma abierta y encubierta para combatirlos en todos los frentes.
El Papa Francisco parece estar en esa línea. Dice que la raíz del mal de la violencia está en los que distribuyen armas. Obviamente se refiere a las amas de fuego. ¿No hay violencia y muerte acaso con los puños, puñales y cuchillos? El asesino de Santa Barbara California acaba de matar a sus tres compeñeros de cuarto no a balazos, sino a puñaladas.
Hitler invadió casi toda Europa y el Papa Pìo XII lo condenó. ¿Cómo iba a lograr el mundo frenarlo sino con el uso de las armas? Es una utopía suponer que desaparecidas las armas (¿todas?) desaparecerá la violencia humana. Decirlo es un infantilismo, es una utopia. Eso que lo diga un demócrata como Obama, que busca suprimir el uso civil de las armas para ejercer más control y evitar potenciales rebeliones populares.
Pero que lo diga un Papa jesuita es inaceptable. Como inaceptable es que con un abrazo al jefe de la Autoridad Palestina Mahmoud Abbas declare en vigencia el Estado Palestino, aún en discusión con Israel. Abbas acaba de unirse a Hamas que declaró, como Irán, que su finalidad es la extinción de Israel.
El Papa sabe que el estado palestino nunca ha existido, contrariamente al caso de Israel, formalmente instituído por las Naciones Unidas en 1948 tras casi 2.000 años de exilio. Los israelíes han propuesto aceptar la formación de un estado palestino, pero siempre que se garantice la seguridad del estado de Israel.
Hay que confiar en que la insensata prevalencia en los últimos años del pensamiento izquierdista/utopista comience a batirse en retirada, no solo en Asia, Europa y América Latina, sino también en los Estados Unidos. Por fortuna hay buenos augurios en contra de Obama para las eleccions parciales de noviembre próximo y las presidenciales del 2016.
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