La democracia, como la entendían Washington, Lincoln y Churchill está en declinación en los úlimos años, pese a que para preservarla la humanidad se vió involucrada en dos gigantescas y cruentas guerras mundiales y otras menores que han quedado inconclusas.
La declinación es una verdad evidente. No de otro modo se explica que en los Estados Unidos se haya reelecto a Barack Hussein Obama, no obstante que en su primera administración hizo todo lo posible por debilitar y resquebrajar el sistema democrático y constitucional que ha convertido a los Estados Unidos en la primera potencia mundial.
En Europa la aplicación de los principios democráticos que reflotaron y se esclarecieron tras los dos conflictos bélicos allí originados, comenzaron a corroerse con las malas prácticas socialistas. Ahora la presión de los excesivos beneficios no financiados del “welfare state” tiene quebrados a la mayoría de sus países.
En otras regiones, como en América Latina, la supervivencia de regímenes democráticos es una excepción. Lo que prevalece es la proliferación de los gobiernos populistas y autocráticos que han sido la tónica a través de la mayor parte de su historia y que han mantenido a la zona en un nivel crónico de retraso.
El panorama es sombrío en otros confines, pero la preocupación mayor ha de centrarse en Occidente, cuna de la concepción judeo cristiana de la “democracia occidental”. ¿Debido a qué fenómeno se han emponzoñado las mentes de los líderes y de las masas de los pueblos de Occidente, al extremo de reaccionar impasibles ante el retroceso de la democracia?
Entre las varias teorías, una es la del “nuevo orden mundial” según la cual, luego de la II Guerra Mundial los “dueños” del mundo occidental, es decir banqueros, monarcas, estadistas, CEOs de medios de comunicación y de grandes corporaciones, se reunieron en un hotel para acordar la forma de terminar de una vez por todas con las guerras.
Es lo mismo que se propusieron los gobiernos con el Tratado de Versalles tras la I Guerra Mundial o lo que quisieron las Naciones Unidas luego de la II Guerra y fracasaron. Ahora los “dueños” del mundo, encabezados por los Rothschild y Rockefeller en el hotel Bilderberg de Holanda, tramaron formar un gobierno global por ellos manipulado que evite discrepancias, disputas, conflictos y guerras.
Desde hace más de 40 años esos señores se reúnen en secreto y se supone que diseñan las estrategias ahora en boga en los planos político, militar, de población, clima, banca, educación. El objetivo es uniformizar y colectivizar la mente, los objetivos, el lenguaje y silenciar protestas. En esa empresa, el compromiso de silencio por parte de los medios es capital.
A los complotados en el Bilderberg se los llama “bilderbergers”. Son miembros entre otros papá Bush, los Clinton, Murdoch, altos jefes militres norteamericanos y de Europa, políticos, periodistas. Todos comparten que el calentamiento de la tierra es un hecho y que lo causa el hombre con el petróleo y las vacas con su excremento. La ciencia les contradice, pero ellos insisten.
También respaldan la homosexualidad, el matrimonio gay, el libre uso de anticonceptivos y el aborto porque según ellos favorecen a la humanidad y paz y algunos, como Bill Gates y su mujer Melinda, dan cuantiosas sumas de dinero en pro de esas causas. No les importa que tales prácticas causen daños a la humanidad que quieren proteger con la reducción drástica del crecimiento demográfico.
Dentro de la meta de uniformidad, los bilderbergers parece que se han trazado el plan de desapaecer las hegemonías mundiales, principamente la de los Estados Unidos. Lo están logrando con Obama, un oscuro líder acaso por ellos escogido por el color de su piel y por sus inclinaciones tempranas hacias las teorías colectivistas inculcadas en él por sus tutores como Bill Ayerst, adalid de Saul Alinsky, el mismo de Hillary Clinton.
En Europa la globalización avanza, aunque con tropiezos, con la formación de la Unión Europea. La Comunidad Económica funcionó bien, mientras se proponía unificar para comerciar e invertir. Pero cuando intentó borrar las diferencias políticas y crear un gobierno común en Bruselas, surgieron protestas, sobre todo en el Reino Unido.
La colectivización, según los bilderbergers, tiene que afianzarse transformando la mentalidad de la gente a través de dos medios clave: las instituciones de educación y de difusión de noticias y opinión. La infiltrración en ellas a partir del decenio de 1960 ha sido impresionante y profundo y los resultados, desde su punto de vista, impecable.
Con pocas excepciones grandes, medianos y pequeños diarios, revistas y estaciones de radio y TV han degenerado su misión en los Estados Unidos y en otras partes del mundo. Informan con limitaciones y protegen a los regímenes de turno, temerosos de las retaliaciones que se aplican con impunidad.
El sistema educativo, al menos en los Estados Unidos, ha terminado por distorisionar la historia de este país, omitiendo las verdaderas causas y orígenes de su fundación. Los discursos de Obama al inicio de su gestión lo reflejan, cuando en Egipto dijo en 2009 que Estados Unidos era un país como cualquier otro y que en su creación el islamismo fue de tanta importancia como el judeocristianismo.
El ex gobernador Jeb Bush (se ignora si es bilderberg como su padre, su hermano George W no lo es) y Hillary Clinton acaban de unirse en una charla para proclamar que es deber de la humanidad esparcir por el mundo los beneficios de un nuevo sistema educativo de los Estados Unidos llamado Core...cuyos alumnos no pueden ni ubicar al país en un mapa.
La deuda de USA se aproxima a los 18 trillones de dólares, La protesta es anémica. ¿Se busca el colapso de la moneda y de la economía? ¿Para reemplazarla por una moneda universal, administrada por una banca universal gerenciada por los Rockefeller, Soros y Rothschild?
Suena a locura, pero están ocurriendo tantas aberraciones que tales versiones podrían no lucir tan descabelladas. Caerían, además, dentro del pensamiento de Platón, padre de los modernos utopismos. Según él, la república ideal, en la que piensan los bilderbergers (y con ellos todos los socialistas, fascistas y populistas de la historia) es la regida por una élite que dicta las normas perfectas de conducta para la colectividad.
Tales normas no pueden ser disputadas y, para ello, hay que ejercer la fuerza. Generalmente esa fuerza la dan las armas. La estrategia actual es mediante la educación y los medios, para lograr los votos. Se lo acaba de ver en Estados Unidos (ahora en la ciudad de Nueva York), en Europa, en varios países de América Latina, donde se está institucionalizando la reelección indefinida.
En el Ecuador, por ejemplo, donde la democracia ha sido tan endeble, el actual mandatario es un populista autócrata entronizado en el poder contra toda lógica democrática y pretende reelegirse indefinidamente como en Nicaragua o Venezuela y aparentemente lo logrará. Defiende a Maduro y se opone a que la OEA revise el caos y la matanza que él ordena, porque ese es un “en acto de humanismo”. La periodista O´Grady del WSJ lo pulveriza.
Si la conspiración Bilderberger resulta verdadera ¿hay alguien con poder que pudiera enfrentarla? ¿Quizás Putin? Podría decirse que la indignación contra él no es por Crimea y Ucrania, que a la final no tiene la importancia que quieren darla para la seguridad ni de Europa peor para la de la comunidad “internacional”. ¿Entonces?
Quizás precisamente porque se está rebelando contra el “nuevo orden mundial” que quieren imponer los bilderbergers. Acusarlo de que busca restaurar el imperio comunista de la URSS, como dijo Obama esta mañana en uno de sus canales de TV incondicionales, CBS, no tiene sustento. Decirlo porque ha movilizado tropas en la frontera de Ucrania, tampoco.
Esa movilización podría explicarse porque de todas partes se pide, incluso del lado republicano, que se arme a los ucranianos anti Putin con todo tipo de armas. ¿No está Putín en el derecho a defenderse ante una agresión anunciada? Sobre la crisis interna de Ucrania, está previsto un referendo para reformar la constitución y llamar a elecciones. ¿Es eso una guerra contra Occidente?
Sería ingenuo que Putin quiera reconstruir la URSS en las condiciones de la economía actual de Rusia. Más probable es que pretenda fortalecer la Federación Rusa ya existente en lo económico, antes que dilapidar energías en aventuras militares suicidas. Como bien lo ha dicho Putin, las sanciones económicas a Rusia, serían sanciones para todos.
Lo cual es indicativo de que la globalización es un hecho. Pero no tiene que estar gobernada necesariamente por un conjunto de normas dictadas y administradas por una elite que nadie ha nombrado. Ello es contrario a la naturaleza humana y siempre que ha querido aplicarse de una u otra forma con uno u otro membrete, ha fracasado en la historia.
Los enigmas esperan ser descifrados. ¿Por qué la democracia está en repliegue? ¿Qué hay de verdad sobre el Bilderberg? ¿Cuál es la referente a Putin y su destino?
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