Han sido dos negros en altas posiciones públicas los que han vuelto a remover el problema del racismo en los Estados Unidos, pero no para intentar superarlo, sin para empeorarlo.
El más importante es Barack Hussein Obama, actual Presidente de la República desde el 2009. El otro es Eric Holder, Fiscal General de la Nación, igualmente en el cargo desde comienzos del régimen.
Ni uno no otro son negros típicos norteamericanos, en el sentido de que ninguno de ellos desciende de esclavos llegados del África. Obama es mulato, su madre fue blanca y su padre era un negro que llegó como becario de Kenya a estudiar en los Estados Unidos.
Si bien Holder nació en el Bronx de Nueva York, su pade vino de Barbados y su madre también tiene ese ancestro caribeño. Ambos, Obama y Holder, jamás tuvieron las privaciones de la clase negra norteamericana pobre, ya que tuvieron acceso a la mejor educación y a las mejores universidades.
Fue a raíz de un fallo en favor de un hispano que mató a un joven negro en la Florida, en defensa propia, que Obama inició una retórica racista para denigrar la decisión legalmente impecable del jurado de seis mujeres. Holder le siguió a poco en igual tono.
El Presidente insinuó que el joven negro Trayvon Martin fue muerto por el hispano George Zimmerman, debido a su raza. Y mintió al decir que él entiende lo que es la discriminación porque la sintió en carne propia toda vez que veía apartarse a la gente en la calle, el ascensor o en la farmacia o un restaurante.
Holder lo secundó, anunciando que iniciará un juicio ciivil contra Zimmerman por violación de los derechos civiles, es decir, por racista. La querella probablemente no llegará a instaurarse, porque ya el FBI ha hecho una investigación del acusado, determinando no solo que no hay vestigios de racismo en él, sino lo contrario.
Pero el veneno verbal se esparció y gente que los sigue fanáticamente y que poco enterados están de la historia, los cree. Lo cual es falso. Lo que especialmente Obama denuncia es cosa del pasado. Grandes líderes como Martin L King Jr. impulsaron el cambio y ese tipo de discriminación al que alude casi ha desaparecido.
La prueba contundente es que el pueblo, incluídos blancos y negros, colocó en la Casa Blanca a un nego (mulato), con la esperanza de que ese gesto contribuiría a sepultar los “negros” prejucios del pasado. Tras la aprobación de las leyes de Derechos Civiles en el decenio de 1960, bloqueada por los demócratas desde el fin de la Guerra Civil, los negros ya pudieron votar y utiizar libremente todos los servicios sin discriminación.
Pero Obama (y los negros y blancos demócratas) que lo rodean quieren matener viva la idea de que persiste la animosidad blanca contra el negro y que allí radica la causa del atraso y alta criminalidad de la gente de esa etnia y que cualquier crítica a los fracasos de su gobierno de cinco años en todos los frentes, obedece a los que lo odian por ser negro (mulato).
La población negra es apenas el 13% de la población. Pero es la que genera el más alto índice de homicidios y asaltos y no solo contra los blancos sino entre sí. En Chicago, donde el uso de armas de fuego es altamente restringido, los negros se matan, roban y violan como en ninguna otra ciudad de los Estados Unidos, todos los días.
En Nueva York, donde los negros son el 24% de la población, el 83% de los asaltos con armas de fuego es ocasionado por negros. Si a ello se suman los hispanos, el porcentaje sube al 98%. La Policía dice también que 49 de cada 50 asaltos son cometido por negros o hispanos.
Fernando Mateo, un hispano de la raza negra y líder del sindicato de taxistas de la Gran Manzana, declaró que él detecta o es informado, que el 99% de los asaltos es obra de negros o hispanos. En NY, el 86% de los votantes blancos y el 97% de los votantes negros votaron por Obama.
Pero los adueñados de la dirigencia negra no quieren aceptar está realidad y siguen perorando que la situación de desventaja de los negros se debe a la “injusticia social” impuesta por los blancos. Y no a la disolución de la unidad familiar, causa de que el 73% de los niños negros nazca en hogares de un solo padre (la madre).
Ese 73% es sobreviviente, puesto que muchos negros mueren antes de nacer debido a la presión de las leyes y regulaciones demócratas en favor del aborto sin límite. Son los demócratas también los creadores desde el siglo XIX de querer prohibir el derecho constitucional a portar armas, por temor a que los negros se armen para defender sus derechos.
En tales condiciones se entiende que los niños sin un hogar estable se lancen a las calles y caigan en el delito de la violencia y las drogas. Viven en virtuales ghettos donde la educación en escuelas y colegios es pésima, pues todo intento por mejorarla es obstruído por los sindicatos demócratas.
Es un círculo vicioso en el cual nada tienen que ver los prejuicios racistas de antaño, ya superados. Lo demuestran las excepciones de negros que han logrado evadir el cerrojo demócrata que les obliga a la dependencia y se han superado por propio esfuerzo en todas las áreas del deporte, la ciencia, el arte, la empresa.
Ellos, ultrajados por los negros demócratas, predican el cambio de enfoque al problema negro, a fin de situarlo donde está: en el constante deterioro de valores acicateado por leyes supuestamente protectoras del Estado, pero que en realidad ahondan la larga tradición esclavista de quienes prefirieron que el país se escinda, antes que admitir la abolición de la esclavitud.
La maraña verbal de dirigentes como Al Sharpton, Jesse Jackson, Obama, Holder quiere dar la impresión de que la esclavitud es una invención de los gringos blancos y que son los blancos los que buscan perpetuarla pese a las reformas legales a las que ellos, los demócratas, se han opuesto históricamente.
La verdad es otra. La esclavitud, que se remonta al Código Hamurabí del 1760 AC, fue una institución de más de diez décadas en la propia África hasta muy entrado el siglo XX . En ese lapso la mayoría de naciones africanas tenía en esclavitud hasta 1/3, 1/4 y hasta 2/3 de la población. En Etiopía había 2 millones de esclavos de un total de 8 a 10 millones de habitantes, que terminó solo con la guerra perdida ante Italia en 1930. Nigeria fue el último país en abolir la esclavitud en 1936. Pero aún se la practica en África, con mayor o menor disimulo.
Aparte de la esclavitud intra continental, el drenaje de recursos humanos, que tan óptimas ganancias rendía a los traficantes negros, se producía por varias rutas: 4 millones por el Mar Rojo, otros 4 millones por el Océano Índico, 9 millones por el Sahara hacia compradores islámicos y de 11 a 20 millones por el Atlántico, hacia América.
Los primeros esclavos negros llegaron con los españoles a lo que es hoy la República Dominicana. Del Caribe pasaron eventualmente a los Estados Unidos para las plantaciones de tabaco y algodón y luego llegaron en embarques de holandeses y británicos hasta que el Reino Unido abolió el tráfico en 1833. Los proveedores de negros eran, por supuesto, negros. Los esclavos eran prisioneros de guerra, delincuentes o simplemente resultado de raptos.
De suerte que si persistiera el movimiento de algunos líderes (negros y blancos demócratas) para que el Congreso asigne cuantiosas sumas de dinero en compensación a los descendientes de esclavos, también deberían extender la exigencia a los empresarios negros del África que vendieron a sus antepasados (Ojo, Obama y Holder estarían exentos).
El esclavismo no es exclusivo de los negros. En Roma y antes en Atenas, Egipto, todo el Medio Oriente, en la Edad Media, entre los moros y cristianos, inclusive entre los judíos, siempre ha sido un buen negocio traficar ganado humano, no importa el color de la piel. Grandes réditos para el vendedor, grandes ganancias para el comprador de trabajo gratuito.
La palabra esclavo proviene de eslavo. A los vikingos les encantaban apresar y vender eslavos de cabellos rubios, muy apetecidos por británicos y otros europeo. De esa tradición deriva el nombre. La costumbre fue seguida también por los ingleses y las presas de su esclavismo eran los irlandeses católicos, que se negaban a renunciar a su religión católica.
En el siglo XVII venideron a buen precio 30.000 irlandeses al Nuevo Mundo. Se registra en 1650 el envío de una carga especial de niños blancos: 100.000, de 10 a 14 años de edad, separados a la fuerza de sus padres con destino a las Indias Occidentales, Virginia y Barbados. Otros 2.000 fueron vendidos en Jamaica y una 52.000 mujeres blancas a Virginia y Barbados.
Surgió con los irlandeses un problema de mercado: pagaban por ellos menos que por los negros: 5 libras frente a 50 libras. Pero el ingenio comercial pronto funcionó. Se hizo aparear a las mujeres blancas con negros, para cosechar mulatos. El precio fue ligeramente superior, pero luego la práctica fue eliminada por contrapoducente.
La esclavitud, pues, es tan antigua como el hombre. En los Estados Unidos se dio por contagio al mismo tiempo que se irradiaba por otros confines del Nuevo Mundo. Siempre hubo defensores que lucraban con él, pero también siempre hubo críticos. La gran batalla para abolirla aquí causó 600.000 muertos con la Guerra Civil que lideró Lincoln, un republicano.
Lincoln fue asesinado y no pudo continuar con la misión en paz de restaurar la dignidad de los negros. El gran paso adelante se dió un siglo más tarde, con la ley de los Derechos Civiles. La situación ha mejorado. No será perfecta pero insistir en que todo sigue igual es una infamia más de los negros (y blancos) apoderados por equivocación de la Casa Blanca.
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