Sunday, August 11, 2013

LAS JUSTIFICACIONES DE UN DICTADOR


Los calificativos difieren, pero todos conducen a una misma definición: la absorción absoluta del poder. Llámense dictadores, autócratas, tiranos, reyes o monarcas, califas o zares (césares) un común objetivo los identifica: ejercer el gobierno sin oposición.
Los reyes, monarcas, emperadores o faraones generalmente justificaban la absorción del poder absoluto por decisión divina. Con el paso de los años, si bien no se arguye el origen divino de las monarquías, algunas subsisten pero encuadradas dentro de un marco legal limitante en gran medida de sus poderes otrora omnímodos.
Las dictaduras, en la era romana, surgieron originalmente por mandato del Senado para que el líder escogido pudiera enfentar crisis inesperadas con mayor maniobrabilidad. Pero esa autorización era temporal y caducaba al cesar la emergencia y por ende el mandato senatorial. 
En tiempos modernos las dictaduras generalmente han brotado como una reacción popular ante crisis que los gobernantes en ejercicio no pudieron controlar. Un rey endeble, como Luis XVI en Francia, fue origen de una revolución que a la postre degeneró en sucesivas dictaduras, las del Terror primero, la de Napoleón después.
Más recienemente se tiene el caos en que se sumió Rusia y que el Zar Nicolás Alejandro II no pudo contener. Advino la revolución comunista bajo el lioderazgo de Lenin, que prolongó el régimen autocrático por más de 7 decenios. El caso de Alemania, aplastada y humillada tras la I Guerra Mundial explica el aparecimiento de Hitler y su gobierno belicista que solo pudo ser derrotado con otra Guerra Mundial.
En los países tercermundistas proliferan los ejemplos de dictaduras brotadas como respuesta a la corrupción de regímenes que desacataron la ley. Se formaron gobiernos civiles o militares, a veces una combinación de los dos y siempre concluyeron por similares problemas de los gobiernos precedentes.
Hay la excepción de Cuba, claro está. El régimen de Bastista cayó con la revuelta de Fidel Castro, quien una vez encaramado en el poder no ocultó su ideología comunista. La implantó a sangre y fuego y aún se aferra al poder, con su hermano Raúl, pese a que ha transcurrido más de media centuria de un modelo que ha suprimido las libertades y ha empobrecido al pueblo cubano.
Los dictadores post Fidel han adoptado una técnica distinta para captar el poder. No la revolución armada que el Che Guevara fracasó en difundir por el globo, sino la toma del poder mediante el voto y luego la manipulación del sistema jurídico y constitucional para deshacer la democracia más o menos frágil e implantar una dictadura perpetua.
Eso ha ocurrido en el Ecuador, país en el cual Rafael Correa ha absorbido las funciones ejecutiva, legislativa y judicial con el respaldo del 84% de la  población electoral. Ahora busca la reelección indefinida que su mentor Hugo Chávez no logró plasmar debido al cáncer que lo mató,  en contraste con el gran mentor Fidel, al parecer inmortal.
De todos modos las dictaduras de todos los tiempos y en todos los confines tenían una justificación: componer algo que andaba mal, aun cuando fuere aplicando métodos discutibles, fundamentalmente por la pérdida de las libertades ciudadanas. Nunca se ha dado el caso de querer una dictadura para dañar algo que estaba bien.
Irónicamenrte, eso es lo que está ocurriendo en los Estados Unidos con el primer presidente negro (realmente mulato), Barack Hussein Obama. Su campaña la basó en un discurso lírico que sedujo a los más, prometiendo corregir los entuertos e imperfecciones de la democracia imperante, pero sin buscar su destrucción para sustituirla por el socialismo/fascismo.
Lo sustantivo de su doctrina, que lo divulgó al iniciar su gobierno, es la convicción de que el sistema en los Estados Unidos es injusto y que hay que sustituirlo. Pidió perdón por los errores que supuestamente esta nación ha cometido en el pasado y juró expiarlos, frenando en seco su “expansinismo explotador e imperialista”.
En los cuatro años del primer periodo sus propósitos se han cumplido y en el segundo van camino de consolidarse. Estados Unidos dejó de ser la potencia económica indiscutida, cediendo el paso a China. En lo militar ha dejado inconclusas las guerras contra el terrorismo en Irak y Afganistán y aún antes de concretarse el retiro de las tropas norteamericanas, el área ha quedado bajo control de talibanes y Al Qaeda.
Al Qaeda, responsable por los actos terroristas del 9/11, tuvo el respaldo de Obama en Egipto, en Siria y en Libia y otras naciones del norte de África. En Siria, el envío secreto de armas a esa organización se frustró cuando fuerzas talibanas interceptaron el operativo en Bengahzi, Libia, con la muerte del embajador y tres altos funcionarios. 
Las fuerzas armadas continuan debilitadas con la permisión de más y más mujeres en posiciones de combate de alto riesgo y el respaldo a los homosexuales de ambos sexos. El índice de abusos sexuales se ha elevado en grado exponencial pero autoridades y congresistas tuercen la mirada de las verdaderas causas: la promiscuidad y permisividad  en los campamentos militares.
Obama se ha negado a calificar a los terroristas árabes como tales. Cuando en el 2009 un militar árabe norteamericano Malik Hasan abrió fuego graneado en Fort Hood, Texas y mató a 13 compañeros, el acto fue procesado no como terrorista, sino como de violencia en el sitio de trabajo. Solo hace pocos días se ha iniciado el juico del asesino: que debió haber sido condenado a muerte ipso facto, por traición en favor del enemigo islámico.
Ninguna nación puede enfentar a los enemigos potenciales si no dispone de un apropiado aparato de inteligencia que prevenga acciones de hostilidad. Obama, siempre opuesto no solo a la institución militar sino a los servicios de inteligencia, ha adoptado una actitud ambigua frente a la delación de Snowden sobre los alcances y métodos de espionaje de los Estados Unidos.
Si bien no lo considera un patriota, tampoco lo tacha de traidor. A la postre ha cedido a lo que se proponía Snowden: limitar los alcances de la CIA y el FBI para no lastimar al enemigo. Ha prometido “más transparencia” a los métodos utilizados, lo que deja perplejos a muchos: ¿cómo espiar si se anuncia cómo se espiará, a quién y cuándo?
La economía, sin la cual la hegemonía militar y cultural es imposible, sigue en declinación. La deuda de 17 trillones de dólares continúa al alza y las fórmulas que Obama da para superar la depresión, la deuda y la falta de empleo, son más gasto y más deuda.
La visión capitalista, que implica libertad de pensamiento y competencia en y que ha probado ser óptima para la prosperidad, está siendo reemplazada por un centralismo del ejecutivo. Esta revolución socialista sin armas se plasma con la venia de los medios de comunicación, cuyos periodistas no necesitan instrucciones de Obama para hacerlo, pues están nutridos de la misma ideología anti capitalista y anti USA que el presidente.
El Obamacare es otro instrumento de dominación. Si termina por aplicarse asestará otro golpe mortal a la clase media y a la libre competencia de las agencias privadas proveedoras de seguros médicos. El sistema, con defectos, ha dado al mundo y a este país la mejor medicina del mundo. Con el Obamacare, el Estado lo controlará todo y todo se deteriorará, con encarecimiento de precios y racionamiento de servicios.
La gente dependerá más de controles y decisiones del gobierno y sus burócratas. El subsidio humillante de los “food stamps”, originado para auxiliar a los verdaderamente pobres se ha incrementado en un 70% desde 1990 y con Obama son 47,6 millones las personas que lo reciben, en la mayoría de casos sin justificación. En otras, desalentando a la gente a buscar empleo y mejorar sus condiciones de vida por su propio esfuerzo.
Los escándalos de Benghazi, de la persecución del IRS a los grupos del Tea Party para bloquear su influjo en los comicios de reelección del 2010, el operativo “Fast and Furious” para armar a los narcotraficantes de México    con un soldado norteamericano muerto, pasan desapercibidos por la gran prensa. Frente a estos incidentes, lo de Watergate es una minucia.
Cuando los precios de la gasolina en tiempos de George W Bush comenzaron a subir unos centavos sobre los 1.80 dólares por galón, los diarios y las estaciones de radio y TV publicaban todos los días reportajes sobre la maldita ineficiencia del régimen republicano. Ahora los precios se han colocado en los 4 dólares y hay silencio absoluto en diarios, radio y TV.
El ocaso de USA en lo económico, militar y cultural se agudiza y la clase media desfallece. La masa de pobres sin empleo aumenta, al tiempo que se fortalecen el poder de la Casa Blanca, la burocracia y los sindicatos. Mas la riqueza no la crea el gobierno sino el sector privado y si éste se reduce por alza de impuestos para financiar el gasto y el castigo al ahorro y la inversión, el gobiernos y su burocracia se quedarán sin recursos y el sistema se resquebrará hasta el colapso final.
El freno pudiera darse en las próximas elecciones de mitad del período, en el 2014, preludio de las presidenciales del 2016. Por desgracia, aún no se perfila un lidarazgo fuerte para impulsar y entusiasmar a la oposición. Y si no se aprovechan esas dos instancias, el sueño de Obama se transformar a este país se habrá cumplido. 

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