Sunday, June 3, 2012

¿PERIODISMO IGUAL TRAICIÓN?


El periodismo es una respuesta a la necesidad natural que tiene el hombre de comunicarse entre sí. Desde las remotas épocas en las que las ideas se perpetuaban en grafitos hasta cuando surgieron las primeras formas de escritura, la evolución ha sido vertiginosa.
Pero la necesidad sigue siendo la misma. Los humanos buscan transmitrir sus ideas, pensamientos y deseos a sus semejantes cercanos y luego extender el espectro de su comunicación a áreas y círculos cada vez más amplios, hasta alcanzar dimensiones globales.
Los medios de comunicación han ido escalando en sofisticación, desde las muros de las cavernas hasta los papiros, la imprenta y más tarde el telégrafo, la telefonía, la radio, la televisión y últimamente el portento del Internet que resume en un pequeño aparato tres formas de comunicación instantánea: voz, palabra escrita e imagen.
La sed insaciable de información demandó un mejoramiento complejo y eficiente de la comunicación. A la imprenta de Gütenberg sucedieron las linotipos, las rotativas, la impresión digital, las emisoras y los aparatos de radio y televisión. Estos ingenios tenían y tienen que ser administrados no con sentido artesanal, sino con alto sentido  de eficiencia empresarial.
Complejo o no el sistema, en la operación subyace un principio ético que no se altera culaquiera que fuere la característica del medio: honestidad en la transmisión del mensaje. Sea oralmente entre dos personas o a través de la expansión del alcance del mensaje a barrios, ciudades, naciones o el orbe enrtero, la información que se divulga tiene que apegarse a la verdad.
Cuando no lo hace, los medios, genéricamente llamados “prensa” pueden tornarse corruptos, como suele machacar con insolencia el presidente del Ecuador, Rafael Correa. Pero la prensa no es corrupta cuando critica a un gobierno, sino cuando deja de hacerlo o cuando adopta una actitud pasiva antes las constantes injurias y amenazas en su contra.
La prensa también puede ser traicionera. Tal el caso de la cobertura de la guerra de Vietnam en los Estados Unidos. Por primera vez en la historia de este país los periodistas no tuvieron ninguna censura para emitir sus despachos, como ocurrió en la II Guerra Mundial, por ejemplo. Pero ese derecho no lo ejercieron con honestidad.
Vietnam fue colonia de Francia desde mediados del siglo XIX hasta 1941, cuando la Alemania nazi derrotó a ese país e impuso el gobierno de Vichy. Éste cedió Vietnam al Japón, miembro del Eje. Mientras tanto Ho Chi Min, el líder norvietnamita comunista, se impuso en Hanoi con el apoyo de  armas, municiones, recursos y consejos tácticos de Moscú y Pekín. 
Desde entonces el objetivo de la trilogía roja fue apoderarse de Vietnam del Sur, que continuaba como posesión francesa. Los ataques continuaron hasta que en 1954 los franceses fueron forzados a capitular y firmar un armisticio, dividiendo a Vietnam en sur y norte, divididos por el Paralelo 17.
Los asedios de Moscú y Pekin no se detuvieron, en evidente deseo de expandir el dominio comunista en el sudeste asiático y más allá. Igual que con el Eje nazi fascista derrotado en 1945, el principal obstáculo para el objetivo expansionista comunista eran los Estados Unidos. Los sueños de Roosevelt de consolidar la paz tras la caída del Eje, probaron ser no más que eso, sueños, según lo advirtió tempranamente Winston Churchill.
El presidente John F, Kennedy decidió frenar al imperio rojo y autorizó el envío de asesores militares para ayudar al régimen sudvietnamita (que había sustituído al colonialismo francés) a resistir al nuevo eje Moscú/Pekín. Mas la corrupción y otros factores impidieron enfentar al poder militar y táctico de un Ho Chi Minh fuertemente armado por el imperio soviético.
El ataque de los norvietnamitas y vietcongs (sudvietnamitas terroristas) a naves militares norteamericanas en Tonkin, se interpretó y con razón como una declaratoria de guerra contra los Estados Unidos. Lyndon B. Johnson, que reemplazó al asesinado JFK, asumió la responsabilidad histórica de enviar tropas, no asesores, para combatir al enemigo. 
Dada la superioridad militar y tecnológica, los Estados Unidos supusieron que la guerra duraría poco. No fue así. La resistencia fue feroz por la táctica guerrillera del adversario. Aún así la victoria se inclinaba para USA. Hasta que llegó la ofensiva Tet de enero de 1968, fecha de una celebración lunar vietnamita por la cual se suspendieron las hostilidades por dos días.
Norvietnamitas y vietcongs lanzaron por la noche ataques simultáneos en varias ciudades de Vietnam del Sur, desconcertando a los impreparados soldados norteamericanos. El despliegue lo hicieron por la frontera con Laos y Camboya, oficialmente neutrales. Pese al ataque por sorpresa, la recuperación y el contraataque fue notable y la incursión de los comunistas terminó en derrota.
¿Qué informó la “prensa” en USA? El famoso Walter Cronkite, de la NBC, luego de una visita al campo de batalla cuajado de muertos dijo que la guerra estaba perdida y que había que descartar la victoria para buscar una salida “honorable” al conflicto. ¿Cuán honorable puede ser admitir la derrota cuando los mismos líderes militares norvietnamitas aceptaban que la ofensiva Tet fracasó?
Lo de Cronkite es el climax de la desinformación. Ya antes los medios se había dedicado a distorsionar la verdad con exceso de escenas de sangre y muerte, calificando la lucha de inútil porque era una guerra imposible de ganar. La prédica cayó en el terreno fértil de una juventud que no quería arriesgar su cómodo estatus quo con los horrores de la guerra y con la izquierda radical anti militar infiltrada en los medios y en los centros educativos.
Los ejemplos de desinformación se multiplicaron. Como en la heróica toma de la colina “Hamburger”. Los estrategas comandados por el general Westmooreland había decidido valuar la victoria con el número de insurgentes norvietnamitas muertos, no con territorios conquistados. Había qus buscar enemigos y destruirlos. Esa colina era un bastión con 4.000 soldados. La operación era difícil, una lucha de 3 contra 1.
El combate terminó sin embargo con una nueva victoria yanqui, pero con solo 1.200 enemigos muertos. Los restantes huyeron a Camboya y Laos, pero las fuerzas no podía exterminarlos para no incursionar en territorios vedados por impedimentos diplomáticos. En el lado norteamericano hubo 72 bajas.
Los medios informaron que la acción fracasó, que 242 soldados de USA murieron y que la mayoría norvietnamieta se salvó. ¿Para qué seguimos allá, dijeron? La oposición a la guerra en Vietnam subió a casi el 70 % y las manfestaciones y el descontento fueron imparables. Si Cronkite dice que la guerra está perdida, hay que aceptarlo, dijo Johnson. A ello siguió el corte de fondos por el Congreso y en 1975 los últimos soldados de USA huyeron en estampida de Saigon.
En la II Guerra Mundial, relata un documental de Edward Burns del 2011 que acaba de volverse a difundir en el History Channel, el promedio de días en combate era de 10 por cada soldado. En Vietnam fue de 240. Hubo casi 500.000 soldados en el ápice, con un tercio de voluntarios. Al regresar los sobrevivientes no se los recibió como héroes, sino como carniceros.
La prensa exageró, mintió y distorsionó, con lo cual fue factor principal de la primera derrota militar en la historia de los Estados Unidos. Y dejó la siembra anti militar hasta hoy, como es el caso del The New York Times al publicar secretos militares. O en la distorsión de los hechos de la guerra en Irak y Afganistán (incluído lo de la prisión en Abu Graib), los secretos de Israael en su defensa frente a Irán y la  delación del médico iraní que ayudó a ubicar a Bin Laden, condenado a 33 años de prisión.
La guerra es un operativo no deseado en el cual hay que matar o morir. No es una acción sujeta a exponer puntos de vista diferentes ante un tribunal, sino a zanjarlos por la fuerza. La prensa aquí ha contribuído con su campaña anti militar a mermar la capacidad de ataque y defensa de los soldados, imponiendo unas “rules of engagement” que los maniata, so pena de ser acusados de criminales de guerra.
En el caso del Ecuador la prensa ha resuelto ceder ante Correa. Éste utiliza un lenguaje procaz para denigar a prestigiosos medios escritos y audiovisuales, a reporteros y columnistas y encuentra amplios espacios para divulgar sus insolencias, sin réplica. Equivale a un desarme voluntario como el de los Estados Unidos frente al enemigo.
Se ha estrenado la película For  Greater Glory (Cristiada en español) de Andy García. Aparte de excelente, revela cómo en México los gobiernos del PRI y los sumisos medios de comunicación e historidadores han ignorado por completo las atrocidades del presidente Plutarco Calles (que fundó el PRI, partido único por 70 años) para silenciar a la Iglesia Católica y prohibir la libertad de cultos. La represión causó 90 mil muertos (equivalente a unos 2 millones en la USA actual) entre 1926 y 1929, entre ellos mártires frailes y civiles, 24 de los cuales fueron canonizados o beatificados por el Vaticano.
La prensa, el periodismo, es esencial para la humanidad. Pero si no se lo ejerce con ética y dignidad en un ambiente de libertad, es un oficio ruin.  

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