Sunday, October 23, 2011

SE CUMPLE OTRO OBJETIVO: LA RETIRADA

El presidente demócrata Barack Hussein Obama continúa triunfante en su propósito de campaña de transformar a los Estados Unidos de primera potencia mundial en todos los órdenes, en un “imperio” en ruinas. La orden de retirada de tropas en Irak es otra prueba.

Tan pronto se posesionó en enero del 2009, Obama comenzó a poner en práctica lo que aprendió de sus maestros izquierdistas/marxistas, para quienes USA y la democracia capitalista son los responsables de todos los males del mundo, por lo cual hay que pulverizarlos.

Entre sus principales mentores figuran el pastor Jeremiah Wright, de la Iglesia Trinity United Church of Christ de Chicago, a la cual asistió Obama y en la cual casó con Michelle y bautizó a sus dos hijas y el catedrático de la Universidad de Illinois, Bill Ayers, terrorista confeso en su juventud.

Las prédicas de Wright, incendiarias y racistas, fueron escuchadas por el ahora ocupante de la Casa Blanca por mas de veinte años continuos. Nadie que no comparta y acepte sus criterios de ataque a la esencia cultural e histórica de esta nación podría tolerar sus sermones, ni siquiera por un día.

En cuanto a Ayers, autor de un atentado terrorista en sus años de estudiante universitario, lo ha justificado aduciendo que fue un esfuerzo de protesta contra el sistema que “no produjo muertes” ni daños mayores, por lo que fue absuelto. En sus escritos y libros y en sus clases, aboga por la destrucción de la democracia capitalista debilitándola desde adentro, sin guerrillas, mediante votos, manipulando sus fragilidades.

Es un recurso ahora en boga a raíz del consejo de Mao Zedong a los extremistas, tras el fracaso de los intentos revolucionarios del Che Guevara en Angola y Bolivia imitando las acciones guerrilleras que llevaron al poder a Fidel Castro hace más de 50 años en Cuba, junto con camaradas como el propio Che.

Hay varios discípulos victoriosos del nuevo estilo de infiltración en los sistemas capitalistas endebles: Hugo Chávez en Venezuela, Rafael Correa en Ecuador, Evo Morales en Bolivia, Daniel Ortega en Nicaragua, Cristina Fernández en Argentina. A los que habría que sumar los casos de un socialismo distinto, pero igual de destructor, en Europa.

Lo impredecible ha sido el surgimiento en los Estados Unidos, bastión del capitalismo, de un líder de esa laya. Obama, desde su posesión en la Casa Blanca no ha cesado de divulgar urbi et orbe que este país está en declinación, pidiendo excusas por los supuestos errores cometidos por una forma de vida que ha resuelto liquidar.

En lo interno, la economía está en ruinas. Y en el frente externo, todas sus decisiones se encaminan a lo mismo. Obama, como senador, se opuso siempre con otros pocos legisladores a la guerra contra Irak, pese a las evidencias de la inteligencia de USA y Europa de que allí había armas nucleares y químicas, estas últimas utilizadas para asesinar masivamente a sus conciudadanos kurdos.

A la postre no se detectó la presencia de estas armas, pero es presumible que en el lapso entre la advertencia a Hussein de aceptar la inspección a expertos de Naciones Unidas y la guerra, el líder árabe pudo transportar dichas armas a Siria, según se probó con las fotografías satelitarias de grandes camiones cruzando el desierto en esa dirección. (Israel bombardeó más tarde las instalaciones que Siria montaba en su territorio con esos artefactos).

Bush continuó la guerra y reforzó el número de tropas para alcanzar la victoria. Se estableció un gobierno democrático libremente elegido por votación popular y se hubiera alcanzado la paz duradera de no mediar la oposición interna de demócratas como Obama y la debilidad de Bush de no haber declarado formalmente la guerra al terrorismo islámico para alcanzar rápidamente la victoria (como inicialmente en Afganistán).

Las “rules of engagement”, es decir las reglas de juego para guerrear, habían sido paulatinamente ablandadas por los demócratas tras el proceso de socialización que arrancó en los años de 1960, luego de las dos grandes guerras que no ganaron los Estados Unidos: la de Corea, que terminó en un armistición que aún perdura y la de Vietnam.

Al error táctico/político de Bush se sumó su inhabilidad de resisitir a las presiones de la izquierda “pacifista” de tratar al enemigo como delincuente común, con derechos constitucionales. Al soldado norteamericano en los campos de batalla se le ha llegado a obligar a pedir permiso al superior para defenderse con las armas, por temor a herir los derechos del enemigo que, como terrorista, no está sujeto a ninguna ley. Así mismo, la decisión de Obama de permitir a los soldados homosexuales a que revelen y practiquen abiertamente su homosexualidad traerá consecuencias nefastas en lo militar.

Pese a que las fuerzas armadas de USA siguen siendo las mejor equipadas y adiestradas, no pueden ganar las guerras en esas condiciones, porque ha prevalecido el sentimiento derrotista de los políticos de izquierda en Washington, acentuado especialmente a raíz de Vietnam.

El general Douglas McArthur, héroe de la II Guerra Mundial y responsable de la reconstrucción y pacificación del Japón, decía que cuando una nación va a la guerra, el único propósito que existe es ganarla. En la de Corea, planteó con esa doctrina medidas para derrotar al enemigo norcoreano y sus promotores de China y la URSS. Pero Truman se opuso y optó más bien por destituirlo. El resultado fue el armisticio.

En cuanto a la guerra de Vietnam, no se la perdió militarmente sino por imposición de Washington. Los estudiantes universitarios organizaron revueltas por todo el país contra la guerra, con muertes, inspiradas no por principios sino para evadir el reclutamiento militar obligatorio. El Congreso se hizo eco y retiró los fondos para la guerra y ésta se perdió.

Obama sigue en la mismo línea. Si bien envió refuerzos a Irak, en ningún momento ocultó su menosprecio por la institución militar y por “la guerra de Bush”. Es verídica la versión de que el envío de mas tropas era un pretexto para confirmar que la guerra no era ganable y que, como lo había prometido en campaña, había que retirarse de Irak sin la victoria.

Acaba de confirmarlo. Ningún soldado quedará en ese país hasta fines de este año, salvo contingentes para resguardo de la sede de la embajada en Bagdad. El sacrificio de 4.400 soldados norteamericanos (muchos más que los 3.000 de las Torres Gemelas) y miles y miles de heridos y amputados ha sido en vano pues Irak, al igual que Afganistán, caerán en manos del terrorismo islámico bajo el liderazgo de Irán, que contará o cuenta ya con armas nucleares.

En la Alemania nazi fascista y en el Japón y Corea aún hay tropas que han evitado la regresión de las dictaduras que originaron la II Guerra Mundial y se creó la NATO para reforzar esa previsión. Con ello se evitaron los errores del armisticio que dio fin a la I Guerra Mundial y dejó sembradas las semillas para la subsiguiente conflagración global.

Sin el respaldo militar e ideológico, Irak y Afganistán caerán en manos de los talibanes y las milicias que financian y promueven los extremistas de Irán. Su influjo se extenderá a toda la región del Medio Oriente, como está ocurriendo en estos mismos instantes en Egipto, Siria y Libia. Obama, con su filosofía, ha facilitado ese proceso, desde la retaguardia según se ufana.

Las perspectivas son sombrías. China y la URSS por el momento son una incógnita, pero el islamismo terrorista se declara abiertamente enemigo de los Estados Unidos e Israel, porta estandartes de la vida en democracia. Pero este sistema se corroe por dentro (el canje de un prisionero israelí por 1.028 asesinos palestinos lo prueba) y, a menos que ocurra algún milagro, podría avizorarse su fin.

Si la izquierda extrema se está aprovechando de las fragilidades del sistema democrático para fracturarlo, la única forma de frenarla está también dentro del mismo sistema: los votos. En noviembre del 2012 los norteamericanos tendrán la oportunidad de bloquear la reelección de Obama. Si no lo hacen, la marcha degenerativa de la democracia seguirá su curso. Pero las elecciones parciales de noviembre del 2010, cuando el pueblo dijo rotundamene no al obamismo, alientan la esperanza para la redención.

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