La destitución de Alberto Acosta de sus funciones como presidente de la Asamblea Constituyente es desde todo punto de vista reprochable y la condena involucra por igual tanto al presidente Rafael Correa como al propio Acosta y a los asambleístas del oficialismo.
Correa ha dado repetidas muestras de autoritarismo, desde el momento mismo en que asumió el poder. Fue gestor de la descalificación de los congresistas y luego de la clausura del Congreso, así como de un estilo de gobernar mediante decretos leyes de emergencia que nadie fiscaliza.
La remoción de Acosta es una acción despótica más que se suma a destituciones de autoridades elegidas por voto popular, elaboración de leyes con la artimaña de los “mandatos” de su Asamblea dócil y la anulación del equilibrio de poderes de la democracia tradicional.
Alberto Acosta es el propio responsable de su destino. Al aliarse con Correa debió entender que en el país iba a gobernar un solo hombre, no dos y que ese gobierno se extendía al modo cómo habría de comportarse la Asamblea: al total capricho y sumisión del jefe de Estado.
La Asamblea se instaló exclusivamente para revisar la Constitución vigente o para crear una nueva, como ahora lo está haciendo. Pero Acosta hizo caso omiso del mandato popular expresado en las urnas y prefirió inclinarse sumiso y desde un principio a lo que Correa le imponía.
Durante más de la mitad del tiempo de sesiones, la Asamblea ha obedecido sin chistar las órdenes del gobernante para nombrar y destituir autoridades, para crear y rehacer leyes y para interferir en el sistema jurídico e institucional del país, al ritmo marcado por Carondelet.
Tan solo a última hora la Asamblea de Acosta se dedicó a estudiar las reformas constitucionales y lo hizo de manera lenta, confusa, contradictoria y exasperante. Dada la estrechez del tiempo los asambleístas se auto prorrogaron hasta el 26 de julio en sus funciones, en la confianza de que ese lapso era suficiente para terminar la nueva Constitución.
No fue así y Acosta creyó que había que ampliar más el plazo de la Asamblea. Pero Correa le objetó, decidiendo que la Constitución esté lista hasta el 26 de julio, o antes produciéndose el distanciamiento entre los dos “amigos”. El resultado fue la humillación de Acosta.
Alberto Acosta no se rebeló. Su protesta lacrimosa se ha limitado a reproducir en su website de la Asamblea algunas frases de José María Velasco Ibarra, su tío abuelo, en las que divaga sobre la amistad. Si alguien ha sido inconsecuente en extremo con los “amigos”, ese es Velasco Ibarra, quien como Correa no vacilaba en echar por la borda a sus colaboradores, sin previo aviso y cualquiera que hubiere sido el nivel de amistad con el autócrata.
Correa, como Velasco Ibarra, no tiene amigos sino esbirros incondicionales. Lo que debió hacer el sobrino nieto de era enfrentar al gobernante y hacerle entender que la Asamblea debía ser una institución independiente y con la sola y clara misión de reformar la Constitución.
No tuvo entereza para hacerlo al comienzo, ni la ha tenido después. Para paliar su humillación por lo menos renunciar a la Asamblea. Pero ha preferido inclinarse una vez más ante Correa y seguir de asambleísta. Un individuo que no se respeta a sí mismo, por lo general no respeta a los demás y termina perdiendo el respeto de los más. Lo cual parece no haber ocurrido esta vez ya que hay quienes ensalzan el supuesto espíritu democrático de Acosta, sacrificado por Correa.
La verdad es que los dos son uno en cuanto a visión política, con la diferencia de que el que ejerce el real poder es Correa, no Acosta. Ambos se unieron para dar marcha atrás a la historia y no para rectificar los yerros de un mal aplicado sistema democrático, sino para virtualmente sustituir ese sistema por un régimen autoritario.
La nueva Constitución que atropelladamente va a aprobar contra reloj la Asamblea es fiel reflejo de esa voluntad fascista que caracteriza a Correa y Acosta y a sus más íntimos manipuladores como Patiño, Ponce y Alvarado. El objetivo es impedir aún más el desarrollo de los derechos individuales de propiedad y expresión. Sin un claro mandato constitucional a favor de la propiedad privada, tanto material como intelectual, el desarrollo en libertad se frustra.
A Correa no le gusta la democracia, lo acaba de confesar a propósito de la lentitud de la Asamblea para aprobar la Constitución. Dijo que detesta la democracia del bla/bla/bla, como dando a entender que prefiere la democracia del si/si/si, del si a sus mandatos, por supuesto, sin opción de análisis y peor protesta. Lo refleja su temperamento neurótico cuando trata con periodistas o con gente que discrepa, como ese ingenuo exiliado al que tildó de idiota en España.
La Constitución que se prepara, sin discutirse como quiere Correa, si se aprueba durará lo que dure Correa en el poder. Mas hay indicios de que el No acaso logre imponerse en el referendo de septiembre próximo, lo que explicaría la impaciencia del presidente para que la Asamblea apruebe rápido la Constitución. Mientras más demore, más se deteriora la imagen de la asamblea (y de él).
¿Qué ocurriría si el No prevalece? Archivado el galimatías de los asambleístas, teóricamente la Constitución en vigencia debería realmente entrar a plenitud. Lo cual no implica retornar al pasado ni restituir por ejemplo a congresistas, jueces o autoridades destituidas. Pero si debería significar el inicio del retorno a la estabilidad institucional, con la elección de un nuevo Congreso en plazo razonable.
El obstáculo para una pacifica transición del caos a la estabilidad de las instituciones democráticas es, por cierto, el propio Correa. Él dice estar convencido del triunfo del Si por lo que se ha negado a especular sobre la posibilidad del No. Su sueño de perpetuarse en el poder por 10 o más años ¿lo reemplazará con seriedad para acatar el No?
En todo caso, no por la incertidumbre la gente debería dudar en votar por el No, que es un no a Correa, un No al populismo autoritario que se pretende perpetuar con una Constitución aprobada al apuro. Ya se generarán situaciones propicias para la transición pacífica orientada a recuperar el sentido común en el manejo de las cosas del Estado.
Si la nueva Constitución cae en el tacho de basura, habrá que volver a reflexionar que la Asamblea de Correa jamás debió ser convocada. Nadie desconoce que el país necesita de cambios y uno de ellos es el relativo a la Constitución. Pero para ello bastan los instrumentos contemplados en la propia Constitución para introducir enmiendas.
Las enmiendas requieren de meditación y tiempo para elaborarlas, para aprobarlas y ratificarlas. Los Estados Unidos han tenido una sola Constitución, la que se aprobó en Filadelfia el 17 de septiembre de 1787 y que cambió el sistema confederado por el federado. Surgió con vacíos en lo referente a los derechos civiles.
En 1791, por iniciativa de Madison, se aprobaron las primeras 10 enmiendas sobre el tema, que se conocen como The Bill of Rights. En total ha habido 27 enmiendas, frente a centenares que se propusieron y nunca se aprobaron. La enmienda tiene que ser aprobada por los 2/3 de cada cámara federal, luego por legislaturas de los 50 estados federados y las ¾ partes de dichos estados. El proceso puede durar no semanas, como impone Correa, sino años. Pero no puede exceder de 7 años.
Rafael Correa, tan incómodo con la democracia, aquí no tendría nada que hacer con las enmiendas que se propongan. La Constitución le prohíbe al Presidente de la República intervenir en el proceso (solo puede opinar). Unna vez aprobada una enmienda no tiene que aceptarla o rechazarla, como una ley del Congreso: entra en vigencia automáticamente.
Colombia, país que sufre la iracundia irrazonable de Correa, ha tenido una de las Constituciones más viejas en la región, la de 1886. Fue cambiada en 1991 por una asamblea constituyente que funcionó paralelamente al Congreso para facilitar la reconciliación nacional por el brote de extremismos guerrilleros. La última enmienda fue la del 2005, para permitir la reelección presidencial.
El beneficiario fue, claro, Álvaro Uribe. Rafael Correa no le perdona que haya dado una profusa divulgación a los documentos de las computadoras encontradas en el campamento de los narcoterroristas, en Angostura. Rompió relaciones diplomáticas y se niega a restaurarlas, pese a la presión regional.
Correa ha lanzado groseros insultos a Uribe y éste se ha limitado a responderle de manera objetiva, con documentos, sin vituperios. Su desempeño en el cargo tiene el respaldo del 80% de los ciudadanos y es universalmente aplaudido en América y Europa por su lucha antiterrorista y por su exitosa gestión económica.
Correa hizo una gira por los dos continentes para intentar convencer a los gobernantes que le respalden en su rechazo a Uribe. Fracasó estrepitosamente.
Gasta millones de dólares en aviones de combate tripulados y no tripulados para vigilar la frontera con Colombia. Si es para impedir el paso de narcoterroristas puede hacerlo sin gastar un centavo si decidiera entrar en cordura y se sumara a la lucha internacional contra el terrorismo, con los recursos militares existentes.
Con gastos innecesarios como éste y otros despilfarros hechos al amparo de los decretos de emergencia, la economía en el Ecuador está en soletas y la inflación avanza. Este hecho, más los disparates despóticos de Correa, auguran un No en el próximo referendo, útil para detener la destrucción del sistema democrático en que se han enfrascado los Correa, Acosta y demás “amigos” del caudillo.
Friday, June 27, 2008
Sunday, June 22, 2008
VOCACIÓN POR LA ESTULTICIA
Son tantos los deslices del presidente ecuatoriano Rafael Correa, ya en el poder por más de un año y medio, que si así continúa así hasta su relevo a lo menos que podría aspirar en su retiro es a armar algún programa de radio bufonesco.
En su último “show” radial del sábado, amenazó a la Unión Europea con no continuar las negociaciones comerciales y de otro tipo, si sus países miembros no revocan una ley que aprobaron días atrás para regular conjuntamente la permanencia ilegal de inmigrantes en esa región,
Previamente, Correa anunció que liderará una cruzada para movilizar a toda América Latina contra los europeos, por pretender aplicar ley tan inhumana y tan feroz, que incluye el apresamiento en recintos especiales a los indocumentados hasta por 18 meses, previa a su deportación si su situación jurídica no cambia.
La actitud lacrimosa del mandatario ecuatoriano puede conmover a algunos, pero lo que ocurre es que la Unión Europea se ha cansado de tolerar a tanto inmigrante, no solo de América Latina y África sino de otras regiones, que insiste en residir clandestinamente en territorios de la Unión.
Al mandatario ecuatoriano le irrita que en otras naciones los gobernantes se preocupen por respetar y hacer respetar las leyes. En el Ecuador, él ha dado muestras repetidamente de lo contrario y tanto que para evitar reclamos o sanciones eliminó la división de poderes del Estado con su clásico chequeo y balance entre sí para evitar excesos.
En Europa, como en Estados Unidos, es falso que la xenofobia haya impulsado crear la ley de prohibición y castigo a los inmigrantes. Lo que se rechaza y se repudia es el ingreso impune de extranjeros que no se sujetan a las normas y regulaciones de ingreso. Quienes se han sujetado a la ley son hoy inmigrantes legales y gozan de derechos como los europeos de nacimiento.
Lo que puede variar entre Europa y la UE sobre el tema es cómo solucionar el problema ya preexistente de la presencia de indocumentados. En USA el presidente GWBush quiso modificar la ley para conceder a los ilegales un plazo razonable para convertirse en ciudadanos y un trámite pragmático para otorgar visas de trabajo temporales a quienes deseen ingresar por tiempo limitado para tareas estaciónales.
Ni en Europa ni en los Estados Unidos se desconoce el valor del flujo migratorio en las dos vías para el fortalecimiento de las economías y culturas. Pero en los últimos años, por negligencia y debilidad en aplicar las reglas, la inmigración ilegal se ha multiplicado a niveles intolerables, lo que ha forzado a revisar esta situación anómala.
La UE lo ha resuelto ya con la ley que indigna a Correa. En los Estados Unidos el asunto se aplazó y deberá ser resuelto por el nuevo gobierno aposesionarse el 20 de enero del 2009. La propuesta Bush, que es compartida por el candidato republicano John McCain, luce como la opción más humana y objetiva.
Como si hubiese previsto que la UE estaba próxima a adoptar resolución tan severa para terminar con el problema de los ilegales, Correa ordenó que se elimine de la legislación ecuatoriana la exigencia de antecedentes penales previa a la concesión de visas de turismo. En adelante cualquier ciudadano de cualquier país que alegue visitar al Ecuador como turista recibirá una visa sin más trámite por 90 días, no se sabe si prorrogable por igual lapso.
El régimen dice que el deseo es fomentar el turismo. Pero el resultado será la creación de un santuario para los delincuentes, incluidos los terroristas y narcotraficantes, o la combinación de las dos “profesiones” que tanto Correa como la Asamblea Constituyente se niegan a calificar como criminales.
Con anterioridad, los narcoterroristas cruzaban la frontera con cierto disimulo. Ahora lo harán con desparpajo y ya con visas legales de turismo. Se dice que en Venezuela pululan árabes e iraníes terroristas. Con la “revolucionaria” reforma de Correa, esos “turistas” comenzarán también a infestar campos y ciudades en el Ecuador.
Correa, frente a la ley inmigratoria de la UE, debió más bien emprender en una gran cruzada para unir esfuerzos regionales para mejorar las condiciones de vida en la zona, para ASÍ desalentar a sus ciudadanos a aventurarse a ir a otras tierras y culturas hallar empleo y un medio más humano.
Lo que están haciendo quienes más protestan contra Estados Unidos y la UE por sus políticas de inmigración (Correa, Chávez, Morales, Ortega, Castro), es lo opuesto a ese objetivo. Con sus regímenes cada vez más concentradores del poder, han frenado el crecimiento por la falta de inversión interna y externa al tiempo de asfixiar las libertades y el derecho a la protesta.
La decisión de emigrar, en la mayoría de casos y especialmente para la gente más modesta, tiene connotaciones de hondo traumatismo. Si el destino es otro que el de España, tienen la barrera del idioma y el discrimen que ello genera en y, en todos los casos, la confrontación con culturas diferentes y un largo lapso de soledad.
Pero lo hacen porque la situación en sus países de origen se ha hecho, para ellos, insostenible. Y seguirán emigrando porque la recuperación de los estragos de los actuales autócratas demandará años para superarlos, si no se perpetúan como en Cuba. Más si insisten en ingresar ilegalmente ahora saben con certeza que serán apresados y en último término deportados si son sorprendidos sin papeles.
La amenaza de Correa en este teman no tendrá eco. Como no han tenido eco otras de sus bravatas bufonescas como el intentar lograr respaldo en la América Latina y en Europa contra del presidente de Colombia, Álvaro Uribe, por el asalto y destrucción del campamento de narcoterroristas y la divulgación sobre todo de los documentos allí encontrados que prueban su vinculación y la de Chávez con las FARC.
En este tema, Correa vuelve a arremeter contra Uribe en su show radial al decir que el ecuatoriano muerto en el campamento de Angostura fue por culatazos y que otros tres fueron ajusticiados con tiros en la nuca. En la guerra “asimétrica” contra el terrorismo, esos métodos de muerte reprobable parecen válidos para Correa si los perpetran los “luchadores por la libertad” como califica o calificaba a los terroristas, pues nunca los ha condenado. Si lo hacen los militares en un acto militar de guerra (y el gobierno colombiano lo ha negado) entonces la condena sale a flote.
También vuelve con el sonsonete de que Colombia impulsa a los terroristas a refugiarse en el Ecuador, en una estrategia para involucrar a este país en la lucha contra el terrorismo internacional. Aparte de ser falso, hay que entender que ningún gobernante necesita de otro estímulo que la detección de acciones guerrilleras en su territorio para combatirlas.
Correa sabía de la presencia de terroristas en Angostura y los toleró. Autorizó la reunión de la conferencia de las FARC en Quito, auspiciada por Chávez, luego de la cual varios delegados viajaron al campamento para dialogar con el jefe Raúl Reyes. Varios murieron, otros fueron curados en Quito y luego obtuvieron el salvoconducto para ir a Nicaragua, en lugar ir a la prisión.
La situación ha variado tras la revelación de las computadoras y el cambio también de Chávez. Ahora los militares ecuatorianos descubren y destruyen casi a diario campamentos de narcoterroristas colombianos en varias zonas cercanas a la frontera. En un último operativo, apresaron por fin a un ecuatoriano y dos colombianos y capturaron documentos. En una incursión anterior el campamento estaba vacío pero hallaron dos computadoras portátiles. Nadie ha averiguado dónde están ni qué contienen.
Correa habla de una “estrategia del yunque” ideada por Uribe para forzar al Ecuador a aliarse en el combate antiterrorista. El narcoterrorismo no es problema del Ecuador sino de Colombia, dice hasta el cansancio. Pero los hechos no de ahora sino de hace mucho tiempo demuestran lo contrario: el Ecuador es por igual víctima del narcoterrorismo y de sus consecuencias laterales de lavado de narcodólares y la contaminación de drogas a la juventud.
Pero para Correa el tráfico de drogas no es problema si la cantidad que se transporta y negocia no es mayor (no se especifican cifras). Por ello ordenó que se liberen a los apresados por esos delitos y que de la ley se borre este delito. La ley, para él, en esta línea como tantas otras, es detalle insignificante.
El cúmulo de errores de Correa hace vislumbrar a varios analistas la posibilidad de que el No triunfe en el referendo de septiembre próximo. Éste teóricamente se limitará a aprobar o no la nueva Constitución. Pero en realidad el tema central será rechazar o no a Correa.
Algún articulista se aventura a decir que Correa, consciente de que el No podrá imponerse, ha iniciado una estrategia para desligarse de “su” Asamblea y decir que sus frutos no son los que él y “su” pueblo esperaba. Y ha comenzado a distanciarse del presidente del organismo, Alberto Acosta, azuzándolo para que queme etapas y concluya como quiera la Constitución nueva.
No importa cómo termine ese documento. Es un adefesio de fondo y forma y la convocatoria misma a la Asamblea y peor en Montecristi, fue una equivocación monumental. En la convocatoria de septiembre el pueblo tendrá que salir a las urnas para decirle NO al autor de tanto descalabro. En Venezuela, Argentina, Nicaragua y Bolivia, el pueblo se está rebelando contra los autócratas. ¿Por qué no en el Ecuador?
En su último “show” radial del sábado, amenazó a la Unión Europea con no continuar las negociaciones comerciales y de otro tipo, si sus países miembros no revocan una ley que aprobaron días atrás para regular conjuntamente la permanencia ilegal de inmigrantes en esa región,
Previamente, Correa anunció que liderará una cruzada para movilizar a toda América Latina contra los europeos, por pretender aplicar ley tan inhumana y tan feroz, que incluye el apresamiento en recintos especiales a los indocumentados hasta por 18 meses, previa a su deportación si su situación jurídica no cambia.
La actitud lacrimosa del mandatario ecuatoriano puede conmover a algunos, pero lo que ocurre es que la Unión Europea se ha cansado de tolerar a tanto inmigrante, no solo de América Latina y África sino de otras regiones, que insiste en residir clandestinamente en territorios de la Unión.
Al mandatario ecuatoriano le irrita que en otras naciones los gobernantes se preocupen por respetar y hacer respetar las leyes. En el Ecuador, él ha dado muestras repetidamente de lo contrario y tanto que para evitar reclamos o sanciones eliminó la división de poderes del Estado con su clásico chequeo y balance entre sí para evitar excesos.
En Europa, como en Estados Unidos, es falso que la xenofobia haya impulsado crear la ley de prohibición y castigo a los inmigrantes. Lo que se rechaza y se repudia es el ingreso impune de extranjeros que no se sujetan a las normas y regulaciones de ingreso. Quienes se han sujetado a la ley son hoy inmigrantes legales y gozan de derechos como los europeos de nacimiento.
Lo que puede variar entre Europa y la UE sobre el tema es cómo solucionar el problema ya preexistente de la presencia de indocumentados. En USA el presidente GWBush quiso modificar la ley para conceder a los ilegales un plazo razonable para convertirse en ciudadanos y un trámite pragmático para otorgar visas de trabajo temporales a quienes deseen ingresar por tiempo limitado para tareas estaciónales.
Ni en Europa ni en los Estados Unidos se desconoce el valor del flujo migratorio en las dos vías para el fortalecimiento de las economías y culturas. Pero en los últimos años, por negligencia y debilidad en aplicar las reglas, la inmigración ilegal se ha multiplicado a niveles intolerables, lo que ha forzado a revisar esta situación anómala.
La UE lo ha resuelto ya con la ley que indigna a Correa. En los Estados Unidos el asunto se aplazó y deberá ser resuelto por el nuevo gobierno aposesionarse el 20 de enero del 2009. La propuesta Bush, que es compartida por el candidato republicano John McCain, luce como la opción más humana y objetiva.
Como si hubiese previsto que la UE estaba próxima a adoptar resolución tan severa para terminar con el problema de los ilegales, Correa ordenó que se elimine de la legislación ecuatoriana la exigencia de antecedentes penales previa a la concesión de visas de turismo. En adelante cualquier ciudadano de cualquier país que alegue visitar al Ecuador como turista recibirá una visa sin más trámite por 90 días, no se sabe si prorrogable por igual lapso.
El régimen dice que el deseo es fomentar el turismo. Pero el resultado será la creación de un santuario para los delincuentes, incluidos los terroristas y narcotraficantes, o la combinación de las dos “profesiones” que tanto Correa como la Asamblea Constituyente se niegan a calificar como criminales.
Con anterioridad, los narcoterroristas cruzaban la frontera con cierto disimulo. Ahora lo harán con desparpajo y ya con visas legales de turismo. Se dice que en Venezuela pululan árabes e iraníes terroristas. Con la “revolucionaria” reforma de Correa, esos “turistas” comenzarán también a infestar campos y ciudades en el Ecuador.
Correa, frente a la ley inmigratoria de la UE, debió más bien emprender en una gran cruzada para unir esfuerzos regionales para mejorar las condiciones de vida en la zona, para ASÍ desalentar a sus ciudadanos a aventurarse a ir a otras tierras y culturas hallar empleo y un medio más humano.
Lo que están haciendo quienes más protestan contra Estados Unidos y la UE por sus políticas de inmigración (Correa, Chávez, Morales, Ortega, Castro), es lo opuesto a ese objetivo. Con sus regímenes cada vez más concentradores del poder, han frenado el crecimiento por la falta de inversión interna y externa al tiempo de asfixiar las libertades y el derecho a la protesta.
La decisión de emigrar, en la mayoría de casos y especialmente para la gente más modesta, tiene connotaciones de hondo traumatismo. Si el destino es otro que el de España, tienen la barrera del idioma y el discrimen que ello genera en y, en todos los casos, la confrontación con culturas diferentes y un largo lapso de soledad.
Pero lo hacen porque la situación en sus países de origen se ha hecho, para ellos, insostenible. Y seguirán emigrando porque la recuperación de los estragos de los actuales autócratas demandará años para superarlos, si no se perpetúan como en Cuba. Más si insisten en ingresar ilegalmente ahora saben con certeza que serán apresados y en último término deportados si son sorprendidos sin papeles.
La amenaza de Correa en este teman no tendrá eco. Como no han tenido eco otras de sus bravatas bufonescas como el intentar lograr respaldo en la América Latina y en Europa contra del presidente de Colombia, Álvaro Uribe, por el asalto y destrucción del campamento de narcoterroristas y la divulgación sobre todo de los documentos allí encontrados que prueban su vinculación y la de Chávez con las FARC.
En este tema, Correa vuelve a arremeter contra Uribe en su show radial al decir que el ecuatoriano muerto en el campamento de Angostura fue por culatazos y que otros tres fueron ajusticiados con tiros en la nuca. En la guerra “asimétrica” contra el terrorismo, esos métodos de muerte reprobable parecen válidos para Correa si los perpetran los “luchadores por la libertad” como califica o calificaba a los terroristas, pues nunca los ha condenado. Si lo hacen los militares en un acto militar de guerra (y el gobierno colombiano lo ha negado) entonces la condena sale a flote.
También vuelve con el sonsonete de que Colombia impulsa a los terroristas a refugiarse en el Ecuador, en una estrategia para involucrar a este país en la lucha contra el terrorismo internacional. Aparte de ser falso, hay que entender que ningún gobernante necesita de otro estímulo que la detección de acciones guerrilleras en su territorio para combatirlas.
Correa sabía de la presencia de terroristas en Angostura y los toleró. Autorizó la reunión de la conferencia de las FARC en Quito, auspiciada por Chávez, luego de la cual varios delegados viajaron al campamento para dialogar con el jefe Raúl Reyes. Varios murieron, otros fueron curados en Quito y luego obtuvieron el salvoconducto para ir a Nicaragua, en lugar ir a la prisión.
La situación ha variado tras la revelación de las computadoras y el cambio también de Chávez. Ahora los militares ecuatorianos descubren y destruyen casi a diario campamentos de narcoterroristas colombianos en varias zonas cercanas a la frontera. En un último operativo, apresaron por fin a un ecuatoriano y dos colombianos y capturaron documentos. En una incursión anterior el campamento estaba vacío pero hallaron dos computadoras portátiles. Nadie ha averiguado dónde están ni qué contienen.
Correa habla de una “estrategia del yunque” ideada por Uribe para forzar al Ecuador a aliarse en el combate antiterrorista. El narcoterrorismo no es problema del Ecuador sino de Colombia, dice hasta el cansancio. Pero los hechos no de ahora sino de hace mucho tiempo demuestran lo contrario: el Ecuador es por igual víctima del narcoterrorismo y de sus consecuencias laterales de lavado de narcodólares y la contaminación de drogas a la juventud.
Pero para Correa el tráfico de drogas no es problema si la cantidad que se transporta y negocia no es mayor (no se especifican cifras). Por ello ordenó que se liberen a los apresados por esos delitos y que de la ley se borre este delito. La ley, para él, en esta línea como tantas otras, es detalle insignificante.
El cúmulo de errores de Correa hace vislumbrar a varios analistas la posibilidad de que el No triunfe en el referendo de septiembre próximo. Éste teóricamente se limitará a aprobar o no la nueva Constitución. Pero en realidad el tema central será rechazar o no a Correa.
Algún articulista se aventura a decir que Correa, consciente de que el No podrá imponerse, ha iniciado una estrategia para desligarse de “su” Asamblea y decir que sus frutos no son los que él y “su” pueblo esperaba. Y ha comenzado a distanciarse del presidente del organismo, Alberto Acosta, azuzándolo para que queme etapas y concluya como quiera la Constitución nueva.
No importa cómo termine ese documento. Es un adefesio de fondo y forma y la convocatoria misma a la Asamblea y peor en Montecristi, fue una equivocación monumental. En la convocatoria de septiembre el pueblo tendrá que salir a las urnas para decirle NO al autor de tanto descalabro. En Venezuela, Argentina, Nicaragua y Bolivia, el pueblo se está rebelando contra los autócratas. ¿Por qué no en el Ecuador?
Sunday, June 15, 2008
PACIFISTAS VS TERRORISTAS
El presidente colombiano Álvaro Uribe, con su demoledor ataque al campamento de Angostura asentado en territorio ecuatoriano, asestó un golpe mortal no solo a Raúl Reyes y a la veintena de sus secuaces que allí lo acompañaban, sino a la tesis de que es preferible dialogar y transar con el terrorismo que derrotarlo por las armas.
La acción militar se complementó, por supuesto, con el hallazgo de documentos de varias computadoras portátiles en poder de los terroristas, que prueban de modo inequívoco que las FARC recibían protección y respaldo de varios jefes de gobierno, sobre todo del presidente venezolano Hugo Chávez.
En la danza de apoyo a los “revolucionarios” de las FARC, que pretendían y aún pretenden ampliar su influjo a varios países de Latinoamérica figuran también, según los documentos, Rafael Correa, Evo Morales e incluso Daniel Ortega, de Nicaragua.
La sola muerte de Reyes fue fatal para las FARC. El impacto se agravó con el fallecimiento de Manuel Marulanda Tiro Fijo, líder principal del movimiento. Hay presunciones, aún sin confirmarse, de que Marulanda murió por los bombardeos de los militares colombianos y no por un paro cardíaco como han divulgado sus seguidores.
En todo caso, hay evidencias de que los terroristas de las FARC, que con los del movimiento menor ELN han perturbado la paz en Colombia por casi media centuria, está siendo doblegada por Uribe, llegado al poder por el voto popular y que mantiene un respaldo del 80% del pueblo debido a sus gestiones vigorosas y eficientes para enfrentar y derrotar al enemigo.
Las deserciones terroristas aumentan, al tiempo que se debilita su acción de intimidación, muerte, corrupción y secuestros. Nadie desestima que lo que resta de las FARC es aún temible e impredecible, pues se espera lo mismo que cabe esperarse de una bestia feroz, malherida y muy próxima a morir.
Antes de Uribe, mandatarios como Pastrana y Samper cedieron y optaron por dialogar y delegar soberanía territorial y poder a los terroristas. Se llegó al extremo de asignarles un territorio libre de la extensión de Suiza, para que allí aplicaran su propia ley. A cambio se iniciaron diálogos que no condujeron a la paz, sino al robustecimiento y chantaje del terrorismo.
Uribe resolvió dar por terminado ese juego inútil de cesión de autoridad para enfrentar al terrorismo todo el peso de la fuerza pública, convencido de que ese es el único lenguaje que entienden. La paz, parecía que lo advirtiera, se negocia con el enemigo solo tras derrotarlo.
Es lo que está registrándose tras la operación Angostura. Chávez, una vez delatado por las computadoras, se ha replegado y cambiado de discurso. Ahora es contrario a la revolucionaria armada y dice que ese es un recurso ya no aplicable en la época actual. Exhortó a sus protegidos de las FARC a liberar a los 700 u 800 rehenes que aún tienen en prisión, a cambio de nada. En suma, el Chávez revolucionario y bolivariano, exaltador de Reyes y Marulanda, ahora les pide entregar las armas y reincorporarse a la vida civil.
¿Qué ha ocurrido? Nada espectacular, nada fuera del sentido común. Solo que los terroristas, que buscan sustituir al sistema democrático mediante la violencia y en asociación con el narcotráfico, han sido superados militarmente por las fuerzas del orden y ahora al parecer están en vías de extinción.
Rafael Correa, un repetidor de Chávez, también casi en los mismos términos se ha expresado por la necesidad de que las FARC dejen las armas y se disuelvan. Y ha anunciado que, en adelante, cualquier terrorista colombiano que cruce las fronteras al Ecuador será reprimido por la fuerza militar ecuatoriana.
Actitud muy distinta a la que tuvo con Reyes y su asentamiento en territorio ecuatoriano, de cuya existencia él y los militares ecuatorianos tenían sin duda conocimiento. Su ministro de Seguridad, Rafael Larrea, tuvo varios contactos con Reyes allí para adelantar negociaciones con las FARC para la liberación de rehenes clave para la propaganda terrorista.
Todo eso se frustró con el ataque a Angostura y las computadoras. El tono de matón de barrio de Correa contra Uribe se ha esfumado e igual su retórica de que el problema de las FARC no tiene una solución militar. Solo le faltaría pedir disculpas a Uribe y prometerle que se unirá a sus esfuerzos de lucha contra el narcoterrorismo internacional, cooperando con información de inteligencia y aporte militar.
Lo que ha sucedido en Colombia no es nuevo en la historia de la violencia. Con el surgimiento del poderío nazi hubo quienes pensaban igual: con Hitler había que dialogar y ceder (cederle Checoeslovaquia, por ejemplo). Así se hizo con el británico Chamberlain en Munich y a su retorno a Londres fue vitoreado por lo mucho que había hecho para sellar la paz europea.
Las consecuencias no tardaron y para doblegar a Hitler fue necesaria una Segunda Guerra Mundial con millones y millones de muertos y destrucción. Algo similar siguió a la victoria aliada con el auge y expansión de la URSS y su deseo de imponer su estilo de gobierno fascista. Cuando se quiso frenar esa expansión en la península coreana, primeramente y más tarde en Vietnam, hubo protestas de gente que se oponía y abogaba por la opción del diálogo pacifista.
El presidente John F Kennedy, dentro de esa línea, fue débil frente a Jrushov. Prefirió dar marcha atrás en el acuerdo para derrocar a Fidel Castro y de ese modo afianzó su estabilidad en el poder a 50 millas de la Florida. Fidel aún sobrevive y domina en Cuba, el país más empobrecido de América Latina junto a Haití, pese a haber tenido en la región uno de los índices de vida más altos antes de la “revolución”. Jrushov, envalentonado con la debilidad de Kennedy se decidió a instalar bases de cohetería nuclear en la isla, para así amedrentar aún más “imperio”. USA finalmente reaccionó y las bases fueron desmanteladas, pero a costa de una nueva cesión: el retiro de bases de contención en varias partes del globo clave y el juramento de no tocar a Fidel.
La expansión comunista se acrecentó en Europa, África, Asia, América Latina. Toda maniobra para oponerse a ese designio era interpretado por los “pacifistas” alineados con Moscú como una táctica imperial, militarista e intervencionista. Fue menester la llegada de un líder de firmes convicciones morales y políticas para detener de una vez el avance rojo: Ronald Reagan.
Sin vacilaciones, respondió al desafío y frente a las instalaciones de cohetería soviética en las fronteras con Europa Occidental puso las baterías made in USA. Paralelamente, volcó el esfuerzo nacional para modernizar y rearmar a las fuerzas armadas, desoyendo la cantinela de timoratos y los pacifistas. A poco tiempo, fue el imperio comunista, no el supuesto “imperio” capitalista, el que capituló y sobrevino la caída del Muro de Berlín.
El peligro rojo ha tomado otras formas con el terrorismo de los grupos árabes extremistas. Como en tiempos de la URSS, el principal objetivo es desarticular al “imperio” yanqui y su sistema de vida basado en la democracia, la tolerancia y la libertad. Ese terrorismo ha perpetrado atentados en el interior de Estados Unidos y también en Europa, Asia, África y América Latina.
Ese terrorismo, con el denominador común del odio a USA y la cultura occidental tiene seguidores y adeptos en varias regiones del mundo, que se alían abierta o encubiertamente entre sí. Entre ellos figuran Hugo Chávez y Rafael Correa. Repudian todo lo que sea “yanqui” e intercambian embajadas con Irán. Juzgan que GWBush y su cruzada contra el terrorismo son actos genocidas y exaltan a Ahmadinejad y a cualquier otro líder que hable mal de los Estados Unidos. El icono, ni qué decirlo, es en Latinoamérica Fidel Castro.
Pero en el Irak y Afganistán los Estados Unidos y las fuerzas aliadas, bajo el mandato de Naciones Unidas, están derrotando al terrorismo de Al Qaeda que respaldan Irán y Siria y está cercano el día en que sea finalmente derrotado. Más tarde se hablará de condiciones para la paz, en proceso similar al que se está viviendo en Colombia.
Ante las evidencias, Chávez y Correa titubean acerca de cómo evitar un colapso no solo en lo internacional sino en el ambiente interno. Chávez ha dado traspiés y ha promulgado y cancelado leyes represivas absurdas. Correa, por su parte, quiere ahora por ejemplo que las compañías petroleras no se vayan, prorroga plazos y según parece ya no repite que si se quieren ir, pues “que les vaya bonito”. Seis petroleras le han planteado juicio en cortes internacionales por sus reformas unilaterales a contratos de producción.
La Constitución que va a aprobar “su” Constituyente es un paso hacia atrás en la historia y desafía al sentido común. Lo único que cabe es votar por el NO en el próximo plebiscito de septiembre. Parecería que el NO triunfará con abrumadora mayoría. Pero hay que persuadir a la gente para que lo haga y no se perfila aún una campaña de persuasión efectiva.
No hay indicios, solo voces aisladas, de que se esté forjando un movimiento en tal sentido. En contraste, el diario El Universo informa que Correa despliega una intensa campaña por el SI, aplicando estrategias chavistas y fidelistas y con los vastos fondos fiscales a su alcance, que nadie controla ni revisa.
Si la situación no se altera en pro de un NO masivo, es probable que Correa se anote una nueva victoria electoral, la sexta. Con ello, él podría sentirse y con razón con renovadas fuerzas por continuar aplicando su estilo autoritario de gobierno sin obstáculos que está precipitando al país hacia una cloaca.
La inflación llegará a los 2 dígitos, quizás al 15% en los próximos meses (en Venezuela está casi en el 30%). Y aunque lleguen magos de Argentina para cambiar las estadísticas, los precios seguirán en alza. Hay que aspirar a que la popularidad de Correa siga a la baja, aunque se castigue con prisión a las encuestadoras como Informe Confidencial, ya amenazada, que así lo refleja.
Si la oposición no se organiza, si no se estructura una campaña técnicamente ideada para contrarrestar la que ya ha emprendido Correa por el SI, el castigo a la indiferencia será muy rudo. Y si por algún milagro termina por imponerse el NO, acaso ello podría atribuirse más bien al cúmulo aplastante de los errores del mismísimo Correa, que no a conquistas de una invisible oposición.
La acción militar se complementó, por supuesto, con el hallazgo de documentos de varias computadoras portátiles en poder de los terroristas, que prueban de modo inequívoco que las FARC recibían protección y respaldo de varios jefes de gobierno, sobre todo del presidente venezolano Hugo Chávez.
En la danza de apoyo a los “revolucionarios” de las FARC, que pretendían y aún pretenden ampliar su influjo a varios países de Latinoamérica figuran también, según los documentos, Rafael Correa, Evo Morales e incluso Daniel Ortega, de Nicaragua.
La sola muerte de Reyes fue fatal para las FARC. El impacto se agravó con el fallecimiento de Manuel Marulanda Tiro Fijo, líder principal del movimiento. Hay presunciones, aún sin confirmarse, de que Marulanda murió por los bombardeos de los militares colombianos y no por un paro cardíaco como han divulgado sus seguidores.
En todo caso, hay evidencias de que los terroristas de las FARC, que con los del movimiento menor ELN han perturbado la paz en Colombia por casi media centuria, está siendo doblegada por Uribe, llegado al poder por el voto popular y que mantiene un respaldo del 80% del pueblo debido a sus gestiones vigorosas y eficientes para enfrentar y derrotar al enemigo.
Las deserciones terroristas aumentan, al tiempo que se debilita su acción de intimidación, muerte, corrupción y secuestros. Nadie desestima que lo que resta de las FARC es aún temible e impredecible, pues se espera lo mismo que cabe esperarse de una bestia feroz, malherida y muy próxima a morir.
Antes de Uribe, mandatarios como Pastrana y Samper cedieron y optaron por dialogar y delegar soberanía territorial y poder a los terroristas. Se llegó al extremo de asignarles un territorio libre de la extensión de Suiza, para que allí aplicaran su propia ley. A cambio se iniciaron diálogos que no condujeron a la paz, sino al robustecimiento y chantaje del terrorismo.
Uribe resolvió dar por terminado ese juego inútil de cesión de autoridad para enfrentar al terrorismo todo el peso de la fuerza pública, convencido de que ese es el único lenguaje que entienden. La paz, parecía que lo advirtiera, se negocia con el enemigo solo tras derrotarlo.
Es lo que está registrándose tras la operación Angostura. Chávez, una vez delatado por las computadoras, se ha replegado y cambiado de discurso. Ahora es contrario a la revolucionaria armada y dice que ese es un recurso ya no aplicable en la época actual. Exhortó a sus protegidos de las FARC a liberar a los 700 u 800 rehenes que aún tienen en prisión, a cambio de nada. En suma, el Chávez revolucionario y bolivariano, exaltador de Reyes y Marulanda, ahora les pide entregar las armas y reincorporarse a la vida civil.
¿Qué ha ocurrido? Nada espectacular, nada fuera del sentido común. Solo que los terroristas, que buscan sustituir al sistema democrático mediante la violencia y en asociación con el narcotráfico, han sido superados militarmente por las fuerzas del orden y ahora al parecer están en vías de extinción.
Rafael Correa, un repetidor de Chávez, también casi en los mismos términos se ha expresado por la necesidad de que las FARC dejen las armas y se disuelvan. Y ha anunciado que, en adelante, cualquier terrorista colombiano que cruce las fronteras al Ecuador será reprimido por la fuerza militar ecuatoriana.
Actitud muy distinta a la que tuvo con Reyes y su asentamiento en territorio ecuatoriano, de cuya existencia él y los militares ecuatorianos tenían sin duda conocimiento. Su ministro de Seguridad, Rafael Larrea, tuvo varios contactos con Reyes allí para adelantar negociaciones con las FARC para la liberación de rehenes clave para la propaganda terrorista.
Todo eso se frustró con el ataque a Angostura y las computadoras. El tono de matón de barrio de Correa contra Uribe se ha esfumado e igual su retórica de que el problema de las FARC no tiene una solución militar. Solo le faltaría pedir disculpas a Uribe y prometerle que se unirá a sus esfuerzos de lucha contra el narcoterrorismo internacional, cooperando con información de inteligencia y aporte militar.
Lo que ha sucedido en Colombia no es nuevo en la historia de la violencia. Con el surgimiento del poderío nazi hubo quienes pensaban igual: con Hitler había que dialogar y ceder (cederle Checoeslovaquia, por ejemplo). Así se hizo con el británico Chamberlain en Munich y a su retorno a Londres fue vitoreado por lo mucho que había hecho para sellar la paz europea.
Las consecuencias no tardaron y para doblegar a Hitler fue necesaria una Segunda Guerra Mundial con millones y millones de muertos y destrucción. Algo similar siguió a la victoria aliada con el auge y expansión de la URSS y su deseo de imponer su estilo de gobierno fascista. Cuando se quiso frenar esa expansión en la península coreana, primeramente y más tarde en Vietnam, hubo protestas de gente que se oponía y abogaba por la opción del diálogo pacifista.
El presidente John F Kennedy, dentro de esa línea, fue débil frente a Jrushov. Prefirió dar marcha atrás en el acuerdo para derrocar a Fidel Castro y de ese modo afianzó su estabilidad en el poder a 50 millas de la Florida. Fidel aún sobrevive y domina en Cuba, el país más empobrecido de América Latina junto a Haití, pese a haber tenido en la región uno de los índices de vida más altos antes de la “revolución”. Jrushov, envalentonado con la debilidad de Kennedy se decidió a instalar bases de cohetería nuclear en la isla, para así amedrentar aún más “imperio”. USA finalmente reaccionó y las bases fueron desmanteladas, pero a costa de una nueva cesión: el retiro de bases de contención en varias partes del globo clave y el juramento de no tocar a Fidel.
La expansión comunista se acrecentó en Europa, África, Asia, América Latina. Toda maniobra para oponerse a ese designio era interpretado por los “pacifistas” alineados con Moscú como una táctica imperial, militarista e intervencionista. Fue menester la llegada de un líder de firmes convicciones morales y políticas para detener de una vez el avance rojo: Ronald Reagan.
Sin vacilaciones, respondió al desafío y frente a las instalaciones de cohetería soviética en las fronteras con Europa Occidental puso las baterías made in USA. Paralelamente, volcó el esfuerzo nacional para modernizar y rearmar a las fuerzas armadas, desoyendo la cantinela de timoratos y los pacifistas. A poco tiempo, fue el imperio comunista, no el supuesto “imperio” capitalista, el que capituló y sobrevino la caída del Muro de Berlín.
El peligro rojo ha tomado otras formas con el terrorismo de los grupos árabes extremistas. Como en tiempos de la URSS, el principal objetivo es desarticular al “imperio” yanqui y su sistema de vida basado en la democracia, la tolerancia y la libertad. Ese terrorismo ha perpetrado atentados en el interior de Estados Unidos y también en Europa, Asia, África y América Latina.
Ese terrorismo, con el denominador común del odio a USA y la cultura occidental tiene seguidores y adeptos en varias regiones del mundo, que se alían abierta o encubiertamente entre sí. Entre ellos figuran Hugo Chávez y Rafael Correa. Repudian todo lo que sea “yanqui” e intercambian embajadas con Irán. Juzgan que GWBush y su cruzada contra el terrorismo son actos genocidas y exaltan a Ahmadinejad y a cualquier otro líder que hable mal de los Estados Unidos. El icono, ni qué decirlo, es en Latinoamérica Fidel Castro.
Pero en el Irak y Afganistán los Estados Unidos y las fuerzas aliadas, bajo el mandato de Naciones Unidas, están derrotando al terrorismo de Al Qaeda que respaldan Irán y Siria y está cercano el día en que sea finalmente derrotado. Más tarde se hablará de condiciones para la paz, en proceso similar al que se está viviendo en Colombia.
Ante las evidencias, Chávez y Correa titubean acerca de cómo evitar un colapso no solo en lo internacional sino en el ambiente interno. Chávez ha dado traspiés y ha promulgado y cancelado leyes represivas absurdas. Correa, por su parte, quiere ahora por ejemplo que las compañías petroleras no se vayan, prorroga plazos y según parece ya no repite que si se quieren ir, pues “que les vaya bonito”. Seis petroleras le han planteado juicio en cortes internacionales por sus reformas unilaterales a contratos de producción.
La Constitución que va a aprobar “su” Constituyente es un paso hacia atrás en la historia y desafía al sentido común. Lo único que cabe es votar por el NO en el próximo plebiscito de septiembre. Parecería que el NO triunfará con abrumadora mayoría. Pero hay que persuadir a la gente para que lo haga y no se perfila aún una campaña de persuasión efectiva.
No hay indicios, solo voces aisladas, de que se esté forjando un movimiento en tal sentido. En contraste, el diario El Universo informa que Correa despliega una intensa campaña por el SI, aplicando estrategias chavistas y fidelistas y con los vastos fondos fiscales a su alcance, que nadie controla ni revisa.
Si la situación no se altera en pro de un NO masivo, es probable que Correa se anote una nueva victoria electoral, la sexta. Con ello, él podría sentirse y con razón con renovadas fuerzas por continuar aplicando su estilo autoritario de gobierno sin obstáculos que está precipitando al país hacia una cloaca.
La inflación llegará a los 2 dígitos, quizás al 15% en los próximos meses (en Venezuela está casi en el 30%). Y aunque lleguen magos de Argentina para cambiar las estadísticas, los precios seguirán en alza. Hay que aspirar a que la popularidad de Correa siga a la baja, aunque se castigue con prisión a las encuestadoras como Informe Confidencial, ya amenazada, que así lo refleja.
Si la oposición no se organiza, si no se estructura una campaña técnicamente ideada para contrarrestar la que ya ha emprendido Correa por el SI, el castigo a la indiferencia será muy rudo. Y si por algún milagro termina por imponerse el NO, acaso ello podría atribuirse más bien al cúmulo aplastante de los errores del mismísimo Correa, que no a conquistas de una invisible oposición.
Sunday, June 8, 2008
VICTORIA DIPLOMATICA
El presidente ecuatoriano Rafael Correa ha aceptado reanudar las relaciones diplomáticas con Colombia, que él las rompió unilateralmente, “inmediatamente y sin precondiciones”, según anuncios oficiales de Quito y Bogotá.
¿Seguirá ufanándose Correa de la “victoria diplomática” que dice haber alcanzado sobre su homólogo colombiano Álvaro Uribe, a raíz del ataque que éste ordenó el pasado 1 de marzo al campamento terrorista de Angostura y por el cual no solo cortó lazos diplomáticas sino que movilizó militares a la frontera?
Tras el impecable ataque militar a los narcoterroristas, los soldados se llevaron algunas evidencias del enemigo, entre ellas las célebres computadoras portátiles que contenían decenas de miles de documentos que comprueban con nitidez los nexos de Correa con las FARC y sobre todo de su inspirador, el presidente venezolano Hugo Chávez.
Tan pronto comenzaron a divulgarse desde Bogotá los contenidos de varios de esos documentos, Correa se sintió descubierto y se desesperó. Emprendió una gira precipitada por varios países latinoamericanos y 3 de Europa, para tratar de adelantarse al impacto de las denuncias con la cantaleta que los documentos eran falsos y manipulados.
¿Los resultados de la gira, según Correa? : un triunfo desde el punto de vista diplomático. La realidad es otra, salvo el respaldo que obtuvo en dos de sus otros aliados con las FARC, Venezuela y Nicaragua. En Europa lo recibieron con cortesía, pero le advirtieron que las FARC están considerados terroristas por la UE y no como quisieran él y Chávez, grupos beligerantes.
En Brasil, Lula le expresó igual criterio y luego se supo, por los documentos de las computadoras, que anteriormente el gobierno brasileño había confirmado que cualquier incursión guerrillera en su territorio sería rechazada por las armas. Además, una organización sindical de izquierda se negó a aceptar a delegados de las FARC a una convención de trabajadores en esa nación.
Le ganamos la guerra diplomática y “mediática” a Uribe, dijo Correa. Y no solo eso: añadió que el presidente colombiano había perdido prestigio, que nadie le respeta, que ha sido demolido diplomáticamente por la fuerza de su persuasión. Pero los hechos demuestran lo contrario.
La cancillera María I Salvador, por orden de Correa, recitó sucesivamente varias condiciones para concederle a Uribe la gracia de reanudar las relaciones cortadas por la muerte de los terroristas. Inicialmente dijo que Uribe deje de hablar de los documentas y deje de fomente con ellos una guerra mediática que afectaba al Ecuador.
En otra oportunidad fue más allá y dijo con desfachatez que Urbe archive los documentos antes de conversar sobre reanudación. Tan disparatada propuesta, fue desautorizada por Correa, quien dijo que ella no le había entendido bien la orden que le dio. Salvador no se inmutó por la humillación y continúa en el cargo.
Continúa también pese a que lanzó otra condición inútil a Uribe: que envíe una platita para compensar los daños por el bombardeo del 1 de marzo. ¿Para qué? ¿Para reconstruir el campamento y volverlo a poner a órdenes ya no de Reyes, que está muerto, ni de Marulanda que también murió, sino de Cano que lo ha reemplazado?
Además Correa ha dicho en incontables ocasiones, con el eco sus esbirros, que el affaire de las computadoras y sus documentos es farsa tramada por Uribe, que no hay que hacer caso, que su consciencia está muy tranquila, que le tiene sin cuidado lo que hagan con ellos.
En la última conferencia de la OEA, no obstante, Salvador pidió al organismo que se haga cargo de los documentos, sin especificar para qué. Si el secretario general Insulza ejerciese el cargo seriamente, utilizaría esos documentos para proponer a la Asamblea una pública condena a Ecuador y Venezuela por violar la Carta en el capítulo que repudia total y absolutamente al terrorismo.
¿Por dónde la victoria diplomática del Ecuador? En la confrontación, iniciada por Correa ¿cuál ha ganado y quién ha perdido con la reanudación de las relaciones diplomáticas de manera “inmediata y sin precondiciones”?
La respuesta es obvia: el ataque a Angostura ha robustecido a Uribe porque las FARC se han debilitado con la muerte allí del segundo a bordo, Raúl Reyes y, subsecuentemente, del líder máximo Marulanda Tiro Fijo y otros altos de la nómina, así como con las continuas defecciones. Las FARC y ese otro grupo menor pero igualmente asesino ELN, están debilitados y en retirada.
En cuanto a Correa y Chávez, su verborrea e insultos para tratar de descalificar el contenido de los documentos, avalados por la INTERPOL, no logran detener el continuo deterioro de su imagen dentro y fuera de sus países. Lo dicen las encuestas y lo dice la actitud de los gobiernos del mundo libre.
La “victoria diplomática” que Correa dice haber alcanzado frente a Colombia, es comparable a la otra “victoria” que el Ecuador conquistó frente al Perú. Durante muchos, demasiados años, los gobiernos de Quito alimentaron la doctrina del Derecho Territorial que le asistía al Ecuador para reclamar territorios “robados” por el Perú a lo largo de la historia republicana.
En aulas de escuelas, colegios y universidades se atormentaba a los estudiantes para que memorizasen los límites del Ecuador desde los de la Cédula Real de 1563 hasta los del Protocolo de Río de 1942. Perú era “el enemigo secular” al que había que derrotar hasta obligarle a devolver los territorios aprehendidos, hasta incluir dentro de las fronteras a Iquitos, pues ya no se hablaba de Cali y Popayán, ya de Colombia.
Como la fragilidad estructural del Ecuador existe desde que advino a la era republicana, el reclamo territorial no podía hacerlo por las armas, que ha sido el método tradicional en la historia de las disputas territoriales entre países. Se recurrió, pues, a la diplomacia. Pero, ayer como ahora, esa diplomacia no logró ningún respaldo para Ecuador, simplemente porque carecía de razón. Como hoy en el caso con Colombia.
¿Cuál fue el resultado de la “victoria diplomática” frente al Perú? Que el Ecuador acepte, sin condiciones, el trazo de la frontera del Protocolo de Río, que el país ya aceptó y que solo requería de determinadas correcciones y precisiones para su total aplicación. (Corrección: Ecuador si tuvo una compensación por sus años de “heroica” lucha diplomática: un pedacillo de tierra en un sitio al que nadie va y del que nadie se acuerda.
En el caso de la “victoria diplomática” con Colombia, la compensación que debería exigirse no es de Colombia a Ecuador sino viceversa. La Cancillería debería enviar una nota de disculpa a Bogotá por los deslices diplomáticos incurridos tras el ataque de Angostura y, paralelamente otra nota de gratitud por haber liquidado un foco de terroristas que por igual son enemigos de Colombia, y Ecuador y el mundo civilizado.
Lo cual no ocurrirá, por cierto. Al contrario, Correa se empecina en mediar para liberar a los rehenes de las FARC como quiso e hizo Chávez y para ello dice que no pedirá permiso a nadie. Salvo, se entiende, a Cano. Bogotá le ha reiterado de inmediato que no está autorizado a ninguna gestión con las FARC y que si lo hace estará violando el principio de no intervención.
Al tiempo de empantanarse con el caso Colombia, Correa está empeñado ahora en desviar la atención hacia la política interna del país, en referencia a la nueva Constitución de su Asamblea ad-a.C. Ha iniciado la campaña para que se vote por el Si en septiembre, inclusive antes de que sus asambleístas la terminen de aprobar. Mas la imagen de Correa se ha debilitado notoriamente con su fracaso ante Colombia y ello y la economía podrían influir para que el Ecuador se salve de él con un mayoritario No en las urnas.
Hay algunos puntos que debidamente expresados y divulgados insistentemente por todos los medios, podría acrecentar el NO:
- Cuando Correa ganó las elecciones, la gente quería un líder que impulse el cambio, pero no hacia el socialismo;
- El socialismo, palabra que podría ejercer cierto atractivo a gente no bien informada de su real significación, es para Correa concentración de todos los poderes y no aumento de la riqueza, sino igualación de la pobreza;
- Los votantes querían, como todo pueblo, un líder que inspire optimismo y confianza y no uno que se dedique a hostigar, calumniar y criminalizar a quien discrepe con él;
- La gente quería y quiere cambio, pero no un cambio para suprimir o debilitar al sistema democrático de libre mercado y sustituirlo por un socialismo que no reforma, sino que destruye;
- Quería y quiere cambio para enmendar los errores del sistema que regía, mediante la aplicación de la ley la administración de justicia, no con la demolición de todo lo existente para corromperlo más;
- Votó por la Asamblea Constituyente, pero para que introduzca mínimas enmiendas para mejorar la vigente, no para dictar una nueva que no durará sino lo que dure su beneficiario, el presidente Correa y director supremo de la Asamblea;
- Los cambios que la gente quiere, consciente o subconscientemente se orienta, en definitiva, a garantizar una mayor libertad para la acción individual creativa, no para reducirla y concentrar el poder de decisión en unos pocos burócratas.
Las acciones en sentido opuesto de este gobierno están conduciendo a la recesión al país según lo demuestran las estadísticas. La peor y que resume todos los desastres, es la inflación, que casi ha llegado al 10%. La inflación debía ser nula si se aplicaba correctamente la dolarización de la economía. Con la dolarización los gobiernos están obligados a limitar sus gastos con sujeción estricta a los ingresos.
Eso no ha ocurrido, sino lo contrario y los ingresos extra por los precios altos del petróleo se han dilapidado. Con la dolarización se debió estimular la exportación y las inversiones; pero lo que ha habido es desestímulo y, como en el caso del arroz, prohibición para exportar porque los precios en el mercado internacional han mejorado.
En el campo de la diplomacia, Correa malentendió al votante. Jamás lo habrían elegido si revelaba su admiración y conexiones con Chávez. En el Perú cuando los electores votaron por Alan García, descartando con amplio margen al rival que tuvo la “imprudencia” de revelarse chavista durante la campaña. Tampoco el votante ecuatoriano habría respaldado a Correa si sabía que en su gobierno colaboraría con las FARC.
El ecuatoriano común rechaza la violencia terrorista. Nunca fructificó en el país en sus varios intentos por arraigarse. Y igualmente comprende que si bien el problema guerrillero es de Colombia, su influjo ha llegado al Ecuador y que es indispensable unir esfuerzos con Bogotá y cualquier gobierno democrático en la lucha sin cuartel para combatir y liquidar al terrorismo.
¿Seguirá ufanándose Correa de la “victoria diplomática” que dice haber alcanzado sobre su homólogo colombiano Álvaro Uribe, a raíz del ataque que éste ordenó el pasado 1 de marzo al campamento terrorista de Angostura y por el cual no solo cortó lazos diplomáticas sino que movilizó militares a la frontera?
Tras el impecable ataque militar a los narcoterroristas, los soldados se llevaron algunas evidencias del enemigo, entre ellas las célebres computadoras portátiles que contenían decenas de miles de documentos que comprueban con nitidez los nexos de Correa con las FARC y sobre todo de su inspirador, el presidente venezolano Hugo Chávez.
Tan pronto comenzaron a divulgarse desde Bogotá los contenidos de varios de esos documentos, Correa se sintió descubierto y se desesperó. Emprendió una gira precipitada por varios países latinoamericanos y 3 de Europa, para tratar de adelantarse al impacto de las denuncias con la cantaleta que los documentos eran falsos y manipulados.
¿Los resultados de la gira, según Correa? : un triunfo desde el punto de vista diplomático. La realidad es otra, salvo el respaldo que obtuvo en dos de sus otros aliados con las FARC, Venezuela y Nicaragua. En Europa lo recibieron con cortesía, pero le advirtieron que las FARC están considerados terroristas por la UE y no como quisieran él y Chávez, grupos beligerantes.
En Brasil, Lula le expresó igual criterio y luego se supo, por los documentos de las computadoras, que anteriormente el gobierno brasileño había confirmado que cualquier incursión guerrillera en su territorio sería rechazada por las armas. Además, una organización sindical de izquierda se negó a aceptar a delegados de las FARC a una convención de trabajadores en esa nación.
Le ganamos la guerra diplomática y “mediática” a Uribe, dijo Correa. Y no solo eso: añadió que el presidente colombiano había perdido prestigio, que nadie le respeta, que ha sido demolido diplomáticamente por la fuerza de su persuasión. Pero los hechos demuestran lo contrario.
La cancillera María I Salvador, por orden de Correa, recitó sucesivamente varias condiciones para concederle a Uribe la gracia de reanudar las relaciones cortadas por la muerte de los terroristas. Inicialmente dijo que Uribe deje de hablar de los documentas y deje de fomente con ellos una guerra mediática que afectaba al Ecuador.
En otra oportunidad fue más allá y dijo con desfachatez que Urbe archive los documentos antes de conversar sobre reanudación. Tan disparatada propuesta, fue desautorizada por Correa, quien dijo que ella no le había entendido bien la orden que le dio. Salvador no se inmutó por la humillación y continúa en el cargo.
Continúa también pese a que lanzó otra condición inútil a Uribe: que envíe una platita para compensar los daños por el bombardeo del 1 de marzo. ¿Para qué? ¿Para reconstruir el campamento y volverlo a poner a órdenes ya no de Reyes, que está muerto, ni de Marulanda que también murió, sino de Cano que lo ha reemplazado?
Además Correa ha dicho en incontables ocasiones, con el eco sus esbirros, que el affaire de las computadoras y sus documentos es farsa tramada por Uribe, que no hay que hacer caso, que su consciencia está muy tranquila, que le tiene sin cuidado lo que hagan con ellos.
En la última conferencia de la OEA, no obstante, Salvador pidió al organismo que se haga cargo de los documentos, sin especificar para qué. Si el secretario general Insulza ejerciese el cargo seriamente, utilizaría esos documentos para proponer a la Asamblea una pública condena a Ecuador y Venezuela por violar la Carta en el capítulo que repudia total y absolutamente al terrorismo.
¿Por dónde la victoria diplomática del Ecuador? En la confrontación, iniciada por Correa ¿cuál ha ganado y quién ha perdido con la reanudación de las relaciones diplomáticas de manera “inmediata y sin precondiciones”?
La respuesta es obvia: el ataque a Angostura ha robustecido a Uribe porque las FARC se han debilitado con la muerte allí del segundo a bordo, Raúl Reyes y, subsecuentemente, del líder máximo Marulanda Tiro Fijo y otros altos de la nómina, así como con las continuas defecciones. Las FARC y ese otro grupo menor pero igualmente asesino ELN, están debilitados y en retirada.
En cuanto a Correa y Chávez, su verborrea e insultos para tratar de descalificar el contenido de los documentos, avalados por la INTERPOL, no logran detener el continuo deterioro de su imagen dentro y fuera de sus países. Lo dicen las encuestas y lo dice la actitud de los gobiernos del mundo libre.
La “victoria diplomática” que Correa dice haber alcanzado frente a Colombia, es comparable a la otra “victoria” que el Ecuador conquistó frente al Perú. Durante muchos, demasiados años, los gobiernos de Quito alimentaron la doctrina del Derecho Territorial que le asistía al Ecuador para reclamar territorios “robados” por el Perú a lo largo de la historia republicana.
En aulas de escuelas, colegios y universidades se atormentaba a los estudiantes para que memorizasen los límites del Ecuador desde los de la Cédula Real de 1563 hasta los del Protocolo de Río de 1942. Perú era “el enemigo secular” al que había que derrotar hasta obligarle a devolver los territorios aprehendidos, hasta incluir dentro de las fronteras a Iquitos, pues ya no se hablaba de Cali y Popayán, ya de Colombia.
Como la fragilidad estructural del Ecuador existe desde que advino a la era republicana, el reclamo territorial no podía hacerlo por las armas, que ha sido el método tradicional en la historia de las disputas territoriales entre países. Se recurrió, pues, a la diplomacia. Pero, ayer como ahora, esa diplomacia no logró ningún respaldo para Ecuador, simplemente porque carecía de razón. Como hoy en el caso con Colombia.
¿Cuál fue el resultado de la “victoria diplomática” frente al Perú? Que el Ecuador acepte, sin condiciones, el trazo de la frontera del Protocolo de Río, que el país ya aceptó y que solo requería de determinadas correcciones y precisiones para su total aplicación. (Corrección: Ecuador si tuvo una compensación por sus años de “heroica” lucha diplomática: un pedacillo de tierra en un sitio al que nadie va y del que nadie se acuerda.
En el caso de la “victoria diplomática” con Colombia, la compensación que debería exigirse no es de Colombia a Ecuador sino viceversa. La Cancillería debería enviar una nota de disculpa a Bogotá por los deslices diplomáticos incurridos tras el ataque de Angostura y, paralelamente otra nota de gratitud por haber liquidado un foco de terroristas que por igual son enemigos de Colombia, y Ecuador y el mundo civilizado.
Lo cual no ocurrirá, por cierto. Al contrario, Correa se empecina en mediar para liberar a los rehenes de las FARC como quiso e hizo Chávez y para ello dice que no pedirá permiso a nadie. Salvo, se entiende, a Cano. Bogotá le ha reiterado de inmediato que no está autorizado a ninguna gestión con las FARC y que si lo hace estará violando el principio de no intervención.
Al tiempo de empantanarse con el caso Colombia, Correa está empeñado ahora en desviar la atención hacia la política interna del país, en referencia a la nueva Constitución de su Asamblea ad-a.C. Ha iniciado la campaña para que se vote por el Si en septiembre, inclusive antes de que sus asambleístas la terminen de aprobar. Mas la imagen de Correa se ha debilitado notoriamente con su fracaso ante Colombia y ello y la economía podrían influir para que el Ecuador se salve de él con un mayoritario No en las urnas.
Hay algunos puntos que debidamente expresados y divulgados insistentemente por todos los medios, podría acrecentar el NO:
- Cuando Correa ganó las elecciones, la gente quería un líder que impulse el cambio, pero no hacia el socialismo;
- El socialismo, palabra que podría ejercer cierto atractivo a gente no bien informada de su real significación, es para Correa concentración de todos los poderes y no aumento de la riqueza, sino igualación de la pobreza;
- Los votantes querían, como todo pueblo, un líder que inspire optimismo y confianza y no uno que se dedique a hostigar, calumniar y criminalizar a quien discrepe con él;
- La gente quería y quiere cambio, pero no un cambio para suprimir o debilitar al sistema democrático de libre mercado y sustituirlo por un socialismo que no reforma, sino que destruye;
- Quería y quiere cambio para enmendar los errores del sistema que regía, mediante la aplicación de la ley la administración de justicia, no con la demolición de todo lo existente para corromperlo más;
- Votó por la Asamblea Constituyente, pero para que introduzca mínimas enmiendas para mejorar la vigente, no para dictar una nueva que no durará sino lo que dure su beneficiario, el presidente Correa y director supremo de la Asamblea;
- Los cambios que la gente quiere, consciente o subconscientemente se orienta, en definitiva, a garantizar una mayor libertad para la acción individual creativa, no para reducirla y concentrar el poder de decisión en unos pocos burócratas.
Las acciones en sentido opuesto de este gobierno están conduciendo a la recesión al país según lo demuestran las estadísticas. La peor y que resume todos los desastres, es la inflación, que casi ha llegado al 10%. La inflación debía ser nula si se aplicaba correctamente la dolarización de la economía. Con la dolarización los gobiernos están obligados a limitar sus gastos con sujeción estricta a los ingresos.
Eso no ha ocurrido, sino lo contrario y los ingresos extra por los precios altos del petróleo se han dilapidado. Con la dolarización se debió estimular la exportación y las inversiones; pero lo que ha habido es desestímulo y, como en el caso del arroz, prohibición para exportar porque los precios en el mercado internacional han mejorado.
En el campo de la diplomacia, Correa malentendió al votante. Jamás lo habrían elegido si revelaba su admiración y conexiones con Chávez. En el Perú cuando los electores votaron por Alan García, descartando con amplio margen al rival que tuvo la “imprudencia” de revelarse chavista durante la campaña. Tampoco el votante ecuatoriano habría respaldado a Correa si sabía que en su gobierno colaboraría con las FARC.
El ecuatoriano común rechaza la violencia terrorista. Nunca fructificó en el país en sus varios intentos por arraigarse. Y igualmente comprende que si bien el problema guerrillero es de Colombia, su influjo ha llegado al Ecuador y que es indispensable unir esfuerzos con Bogotá y cualquier gobierno democrático en la lucha sin cuartel para combatir y liquidar al terrorismo.
Monday, June 2, 2008
A RAFAEL CORREA HAY QUE DERROTARLO
Junio 2, 2008
A RAFAEL CORREA HAY QUE DERROTARLO
Ha transcurrido un año y medio de gobierno del presidente Rafael Correa y no queda sino una conclusión: con este sujeto no cabe discutir ni debatir. La única alternativa para evitar que termine destruyendo al país es derrotarlo.
Derrocarlo sería la palabra, pero para ello deberían intervenir los militares y éstos, por ahora, están como embobados y anestesiados. No han reaccionado a ninguna de las humillaciones del mandatario, lo que induce a pensar que, por lo pronto, restan muy pocas esperanzas en ellos.
Entonces ¿cómo derrotar a Correa? Pues utilizando lo mismo que él utilizó para llegar al poder, usurparlo y demoler al sistema democrático merced al cual se convirtió en Presidente: el voto popular para decir No a la Constitución de la Asamblea. Lo cual equivaldría a decir No a Correa para que sea él y no los técnicos del Banco Central los que tengan que “irse de patitas a la calle”.
Discutir con argumentos los errores de gobierno de Correa se ha vuelto inútil, sobre todo a raíz de la confusión mental en que se han sumido él y los suyos a raíz del descubrimiento y divulgación de los documentos de las computadoras portátiles de las FARC.
Ese hallazgo y la autenticidad ratificada por la INTERPOL se han constituido en un golpe mortífero contra Rafael Correa, del cual no logra superarse. Cuando el presidente colombiano Álvaro Uribe lo llamó por teléfono en la mañana del sábado 1 de marzo para contarle que el (“su”) campamento de Angostura había sido bombardeado, la primera reacción de Correa fue…de estupefacción: quedó helado, sin palabras.
Ahora entendemos por qué. Ese campamento se construyó y operaba con la complacencia de Correa. Fue allí que su ministro de Seguridad Gustavo Larrea se entrevistó varias veces con el cabecilla Raúl Reyes de las FARC, para seguir a Hugo Chávez, presidente de Venezuela, en el juego de negociar la liberación de Ingrid Betancourt.
Poco ha poco, reponiéndose de la sorpresa, Correa ha ido reaccionando con iracundia cada vez mayor. Primeramente dijo que el campamento era solo un puesto de avanzada móvil (tenía estructuras de cemento armado), luego se engolfó en una serie de improperios para sostener que los documentos eran ficticios, manipulados por Uribe. En otra ocasión afirmó que las computadoras no estuvieron nunca en Angostura.
Con el paso de los días Correa ha dicho que los documentos son falsos, que le tienen sin ningún cuidado, que su conciencia está tranquila, para luego solicitar copia de los documentos, pedir a la Fiscalía que los analice e insistir en que la INTERPOL miente. Pero se niega a recibir al técnico de esta institución, que ha ofrecido viajar a Quito para demostrarle el por qué del pronunciamiento de autenticidad.
En la cita de estos días de la OEA en Medellín, Correa a través de su Canciller María I Salvador ha pedido a la organización que investigue los documentos. ¿Para qué, si él sostiene o sostenía, que son falsos? La OEA no está capacitada para poner en duda la idoneidad de la INTERPOL, que tiene el aval de sus más 100 países integrantes, entre los cuales figuran todos los de la OEA. Lo único dable para la OEA sería aplicar sanciones a Ecuador y Venezuela por proteger y financiar al terrorismo, prohibido expresamente por la Carta de la sexagenaria institución. Pero Insulza es uno de los más insulsos secretarios generales que ha tenido la OEA y nada positivo puede esperarse de él, máxime que su solo empeño es hacer campaña presidencial en Chile.
El impacto del descubrimiento de las laptops de las FARC ha desestabilizado aún más la inestable mente de Correa. E igual de sus inmediatos seguidores. Ocurre que los documentos revelaron, entre otras cosas más, que toda la familia Larrea estaba vinculada con los terroristas. No solo Gustavo, sino su hermano Iván Marcelo, candidato presidencial fallido por movimientos de extrema. (Pero no se menciona a Hugo Larrea Benalcázar, padre de los dos y célebre por su socialismo/velasquismo, otrora activo y militante).
Gustavo e Iván Larrea, con la misma dialéctica pueril de su jefe Correa, repiten que si se cree a las FARC por los documentos de las computadores, entonces también habrá que creer lo que han dicho sobre las vinculaciones de Uribe con los paramilitares colombianos. Pero a los documentos de las FARC hay que creerles porque son auténticos, por ratificación de la INTERPOL. En cuanto a los paramilitares Uribe los ha combatido, ha desmovilizado a 30.000 de ellos e inclusive extraditó a los Estados Unidos a una docena de sus cabecillas.
Pruebas de la veracidad de los documentos son múltiples, como se ha señalado en anteriores ocasiones (el traficante ruso de armas, los “misioneros” de las FARC capturados en Costa Rica con 480.000 dólares para insurgencia y otros similares que se concretaron con las pistas de esos documentos). Acaba de divulgarse otra prueba: la negativa de Lula a dialogar con las FARC y otra negativa del PT, sindicato izquierdista de trabajadores brasileños, para recibir a delegados de ese grupo terroristas a una convención en Brasil.
La corresponsal del diario The Wall Street Journal, uno de los diarios más serios y prestigiosos de los Estados Unidos (y del mundo), hace hoy un recuento y evaluación del hallazgo de los documentos que se pueden leer en este link o enlace, que incluye el audio de una entrevista con la autora del artículo.
En su desesperación por desligarse de las pruebas, Correa también ha entrado en gastos sin licitación para comprar aviones de combate tripulados y no tripulados en el Brasil. Lo justifica diciendo que así podrá mejor vigilar la frontera con Colombia para evitar “nuevos ataques” a la soberanía nacional por militares de ese país. El gesto no es patriótico ni patriotero: es disparatado y pueril.
Porque Colombia, como lo acaba de decir Uribe en Medellín, en 50 años de lucha contra el terrorismo, jamás ha atacado a países vecinos. La incursión en Angostura no fue contra Ecuador, fue contra los terroristas colombianos. Dijo que Correa debería estar grato con él, porque acabó con un campamento de indeseables.
¿O son deseables para Correa? Porque si no lo son, debió haber hecho desde un principio lo obvio para un demócrata: impedir su acceso o aprehenderlos y exterminarlos si cruzan la frontera. Puesto que para el demócrata Uribe son indeseables los terroristas, entonces lo obvio habría sido que Correa y Uribe unan fuerzas para combatirlos, a uno y otro lado de la frontera.
En lugar de ello, Correa los ha protegido. Se lamenta a última hora de que Uribe no destine suficientes fuerzas militares y policiales para impedir que crucen la frontera hacia el Ecuador. Pero ésta es misión de los gobiernos hacia los que convergen los terroristas, no lo inverso. Al menos así piensa otro gobernante afortunadamente hoy converso a la democracia, Alan García de Perú.
En fin, el peligro para la supervivencia de lo poco que queda de democracia en el Ecuador se magnifica con los quebrantos causados en la psiquis de Correa con la captura de las computadoras de las FARC. El peregrinaje que hiciera por América Latina y Europa para rogar que no le crean a Uribe fracasó de manera rotunda y humillante.
En lo interno, todo lo que hace por propia iniciativa u ordena a sus serviles de la Constituyente se orienta a acentuar el control del poder en sus manos. Si se advierten fallas en las operaciones de la banca privada, hay que estatizarla. Si escasean los alimentos en el mercado mundial, el Estado tiene que controlar la producción y mercado, como lo dijo en Nicaragua. Si hay mujeres insatisfechas en su vida sexual, hay que revertir esa tendencia por mandato constitucional.
Los caminos y carreteras del país están en escombros: hay que poner en manos militares su reconstrucción. A poco, la experiencia fue peor. Petroecuador, el monstruo estatal en quiebra, no mejoró sino que empeoró al mando de los marinos. ¿Qué les ha ofrecido a los aviadores para garantizar su pasividad?
Su intención en lo militar, según el ministro de Defensa Javier Ponce, es desligar a la institución de la nociva influencia norteamericana y probablemente también de sus equipos. Para futuros adiestramientos habla de Brasil, Chile y algún otro. Todos siguen la línea yanqui, que ha probado por lo demás ser la más eficiente. No menciona a Rusia, China o Irán. Acaso el “gran cambio” comience con otra imitación a Chávez: uniformes verde oliva traídos de China. Son los que usan ahora Chávez y sus soldados y son los que Chávez obsequió a las FARC.
Mientras más tiempo Correa se quede en el poder, más daño hará al país. Poco importa que las encuestadoras todavía le marquen altos índices de popularidad, sobre el 50% (una le baja al 46%). La gente está atosigada por la verborrea de Correa y su maquinaria de propaganda y reaccionará cuando tenga acceso a mejor información sobre la farsa de este gobierno y sobre la farsa que es la Asamblea Constituyente.
La Asamblea está elaborando una nueva Constitución. Sería pérdida de tiempo analizar los artículos que va aprobando. Todos se encauzan a fortificar el control de los poderes en Correa, como ya lo vienen de señalar algunos articulistas en diarios del Ecuador. En lo económico se está proponiendo no es un crecimiento sino el “decrecimiento” (¿como en Cuba?) de la economía según con acierto lo dice Walter Spurrier.
A la Asamblea, a su Constitución, a Correa y los suyos habrá que meterlos en un solo saco y echarlos al estercolero de la historia. ¿Cómo? No por las armas o la sedición, sino por la misma fuerza del voto que empinó a Correa al poder. La oportunidad es el próximo referendo sobre el nuevo texto constitucional.
En Venezuela el pueblo le dijo No a Chávez en su pretensión de perpetuarse en el poder. En Bolivia ya son tres provincias o departamentos los que se distancian de Morales y anhelan la autonomía. ¿Por qué no puede ocurrir algo parecido en el Ecuador, en cuanto a rechazar a un autócrata? Hay que confiar en que la anestesia que afecta a los ecuatorianos sea solo pasajera y que se disipará paulatina pero sostenidamente tan pronto acceda a una mejor información.
Correa se ha adelantado. Aún antes de que termine de elaborarse la nueva Constitución, pide que se la apruebe sin discutirla. Y ha puesto en marcha una abrumadora propaganda por todos los medios. La respuesta no puede ser otra que usar sus mismas armas, pero para la anti propaganda.
Con partidos políticos destrozados por Correa, la iniciativa debería quedar en manos de algunos líderes sobrevivientes de esos partidos, pero además debe invitarse a la juventud (como en Caracas), a intelectuales independientes, a dirigentes empresariales, a periodistas y hacer un frente común.
Tendría que crearse con urgencia un fondo para colectar fondos para el No a la Constitución, o sea un No a Correa. Los más afortunados, que quieran velar no solo por sus fortunas sino por la preservación de los valores permanentes de la democracia y libertad, deberían proveer los fondos iniciales para contratar a alguna gran empresa especializada en relaciones públicas de dentro o fuera del Ecuador, para que organice y arranque la campaña.
Las colectas podrían hacerse de modo que, si lo prefieren, no se afecte a la identidad de los donantes. Las donaciones no tendrían límite mínimo ni máximo y podrían llegar vía Internet desde cualquier punto del orbe donde haya exiliados “idiotas” como en España, o de parte de cualquier otro simpatizante de cualquier nacionalidad.
El tiempo apremia: hay que quemar etapas. Aquí en los Estados Unidos existe toda una técnica aconsejable para allegar fondos, en todo campo de actividades, incluido por cierto el político. La cruzada en el Ecuador debería empezar ya. La indiferencia o la reacción lenta, serían demoledoras.
A RAFAEL CORREA HAY QUE DERROTARLO
Ha transcurrido un año y medio de gobierno del presidente Rafael Correa y no queda sino una conclusión: con este sujeto no cabe discutir ni debatir. La única alternativa para evitar que termine destruyendo al país es derrotarlo.
Derrocarlo sería la palabra, pero para ello deberían intervenir los militares y éstos, por ahora, están como embobados y anestesiados. No han reaccionado a ninguna de las humillaciones del mandatario, lo que induce a pensar que, por lo pronto, restan muy pocas esperanzas en ellos.
Entonces ¿cómo derrotar a Correa? Pues utilizando lo mismo que él utilizó para llegar al poder, usurparlo y demoler al sistema democrático merced al cual se convirtió en Presidente: el voto popular para decir No a la Constitución de la Asamblea. Lo cual equivaldría a decir No a Correa para que sea él y no los técnicos del Banco Central los que tengan que “irse de patitas a la calle”.
Discutir con argumentos los errores de gobierno de Correa se ha vuelto inútil, sobre todo a raíz de la confusión mental en que se han sumido él y los suyos a raíz del descubrimiento y divulgación de los documentos de las computadoras portátiles de las FARC.
Ese hallazgo y la autenticidad ratificada por la INTERPOL se han constituido en un golpe mortífero contra Rafael Correa, del cual no logra superarse. Cuando el presidente colombiano Álvaro Uribe lo llamó por teléfono en la mañana del sábado 1 de marzo para contarle que el (“su”) campamento de Angostura había sido bombardeado, la primera reacción de Correa fue…de estupefacción: quedó helado, sin palabras.
Ahora entendemos por qué. Ese campamento se construyó y operaba con la complacencia de Correa. Fue allí que su ministro de Seguridad Gustavo Larrea se entrevistó varias veces con el cabecilla Raúl Reyes de las FARC, para seguir a Hugo Chávez, presidente de Venezuela, en el juego de negociar la liberación de Ingrid Betancourt.
Poco ha poco, reponiéndose de la sorpresa, Correa ha ido reaccionando con iracundia cada vez mayor. Primeramente dijo que el campamento era solo un puesto de avanzada móvil (tenía estructuras de cemento armado), luego se engolfó en una serie de improperios para sostener que los documentos eran ficticios, manipulados por Uribe. En otra ocasión afirmó que las computadoras no estuvieron nunca en Angostura.
Con el paso de los días Correa ha dicho que los documentos son falsos, que le tienen sin ningún cuidado, que su conciencia está tranquila, para luego solicitar copia de los documentos, pedir a la Fiscalía que los analice e insistir en que la INTERPOL miente. Pero se niega a recibir al técnico de esta institución, que ha ofrecido viajar a Quito para demostrarle el por qué del pronunciamiento de autenticidad.
En la cita de estos días de la OEA en Medellín, Correa a través de su Canciller María I Salvador ha pedido a la organización que investigue los documentos. ¿Para qué, si él sostiene o sostenía, que son falsos? La OEA no está capacitada para poner en duda la idoneidad de la INTERPOL, que tiene el aval de sus más 100 países integrantes, entre los cuales figuran todos los de la OEA. Lo único dable para la OEA sería aplicar sanciones a Ecuador y Venezuela por proteger y financiar al terrorismo, prohibido expresamente por la Carta de la sexagenaria institución. Pero Insulza es uno de los más insulsos secretarios generales que ha tenido la OEA y nada positivo puede esperarse de él, máxime que su solo empeño es hacer campaña presidencial en Chile.
El impacto del descubrimiento de las laptops de las FARC ha desestabilizado aún más la inestable mente de Correa. E igual de sus inmediatos seguidores. Ocurre que los documentos revelaron, entre otras cosas más, que toda la familia Larrea estaba vinculada con los terroristas. No solo Gustavo, sino su hermano Iván Marcelo, candidato presidencial fallido por movimientos de extrema. (Pero no se menciona a Hugo Larrea Benalcázar, padre de los dos y célebre por su socialismo/velasquismo, otrora activo y militante).
Gustavo e Iván Larrea, con la misma dialéctica pueril de su jefe Correa, repiten que si se cree a las FARC por los documentos de las computadores, entonces también habrá que creer lo que han dicho sobre las vinculaciones de Uribe con los paramilitares colombianos. Pero a los documentos de las FARC hay que creerles porque son auténticos, por ratificación de la INTERPOL. En cuanto a los paramilitares Uribe los ha combatido, ha desmovilizado a 30.000 de ellos e inclusive extraditó a los Estados Unidos a una docena de sus cabecillas.
Pruebas de la veracidad de los documentos son múltiples, como se ha señalado en anteriores ocasiones (el traficante ruso de armas, los “misioneros” de las FARC capturados en Costa Rica con 480.000 dólares para insurgencia y otros similares que se concretaron con las pistas de esos documentos). Acaba de divulgarse otra prueba: la negativa de Lula a dialogar con las FARC y otra negativa del PT, sindicato izquierdista de trabajadores brasileños, para recibir a delegados de ese grupo terroristas a una convención en Brasil.
La corresponsal del diario The Wall Street Journal, uno de los diarios más serios y prestigiosos de los Estados Unidos (y del mundo), hace hoy un recuento y evaluación del hallazgo de los documentos que se pueden leer en este link o enlace, que incluye el audio de una entrevista con la autora del artículo.
En su desesperación por desligarse de las pruebas, Correa también ha entrado en gastos sin licitación para comprar aviones de combate tripulados y no tripulados en el Brasil. Lo justifica diciendo que así podrá mejor vigilar la frontera con Colombia para evitar “nuevos ataques” a la soberanía nacional por militares de ese país. El gesto no es patriótico ni patriotero: es disparatado y pueril.
Porque Colombia, como lo acaba de decir Uribe en Medellín, en 50 años de lucha contra el terrorismo, jamás ha atacado a países vecinos. La incursión en Angostura no fue contra Ecuador, fue contra los terroristas colombianos. Dijo que Correa debería estar grato con él, porque acabó con un campamento de indeseables.
¿O son deseables para Correa? Porque si no lo son, debió haber hecho desde un principio lo obvio para un demócrata: impedir su acceso o aprehenderlos y exterminarlos si cruzan la frontera. Puesto que para el demócrata Uribe son indeseables los terroristas, entonces lo obvio habría sido que Correa y Uribe unan fuerzas para combatirlos, a uno y otro lado de la frontera.
En lugar de ello, Correa los ha protegido. Se lamenta a última hora de que Uribe no destine suficientes fuerzas militares y policiales para impedir que crucen la frontera hacia el Ecuador. Pero ésta es misión de los gobiernos hacia los que convergen los terroristas, no lo inverso. Al menos así piensa otro gobernante afortunadamente hoy converso a la democracia, Alan García de Perú.
En fin, el peligro para la supervivencia de lo poco que queda de democracia en el Ecuador se magnifica con los quebrantos causados en la psiquis de Correa con la captura de las computadoras de las FARC. El peregrinaje que hiciera por América Latina y Europa para rogar que no le crean a Uribe fracasó de manera rotunda y humillante.
En lo interno, todo lo que hace por propia iniciativa u ordena a sus serviles de la Constituyente se orienta a acentuar el control del poder en sus manos. Si se advierten fallas en las operaciones de la banca privada, hay que estatizarla. Si escasean los alimentos en el mercado mundial, el Estado tiene que controlar la producción y mercado, como lo dijo en Nicaragua. Si hay mujeres insatisfechas en su vida sexual, hay que revertir esa tendencia por mandato constitucional.
Los caminos y carreteras del país están en escombros: hay que poner en manos militares su reconstrucción. A poco, la experiencia fue peor. Petroecuador, el monstruo estatal en quiebra, no mejoró sino que empeoró al mando de los marinos. ¿Qué les ha ofrecido a los aviadores para garantizar su pasividad?
Su intención en lo militar, según el ministro de Defensa Javier Ponce, es desligar a la institución de la nociva influencia norteamericana y probablemente también de sus equipos. Para futuros adiestramientos habla de Brasil, Chile y algún otro. Todos siguen la línea yanqui, que ha probado por lo demás ser la más eficiente. No menciona a Rusia, China o Irán. Acaso el “gran cambio” comience con otra imitación a Chávez: uniformes verde oliva traídos de China. Son los que usan ahora Chávez y sus soldados y son los que Chávez obsequió a las FARC.
Mientras más tiempo Correa se quede en el poder, más daño hará al país. Poco importa que las encuestadoras todavía le marquen altos índices de popularidad, sobre el 50% (una le baja al 46%). La gente está atosigada por la verborrea de Correa y su maquinaria de propaganda y reaccionará cuando tenga acceso a mejor información sobre la farsa de este gobierno y sobre la farsa que es la Asamblea Constituyente.
La Asamblea está elaborando una nueva Constitución. Sería pérdida de tiempo analizar los artículos que va aprobando. Todos se encauzan a fortificar el control de los poderes en Correa, como ya lo vienen de señalar algunos articulistas en diarios del Ecuador. En lo económico se está proponiendo no es un crecimiento sino el “decrecimiento” (¿como en Cuba?) de la economía según con acierto lo dice Walter Spurrier.
A la Asamblea, a su Constitución, a Correa y los suyos habrá que meterlos en un solo saco y echarlos al estercolero de la historia. ¿Cómo? No por las armas o la sedición, sino por la misma fuerza del voto que empinó a Correa al poder. La oportunidad es el próximo referendo sobre el nuevo texto constitucional.
En Venezuela el pueblo le dijo No a Chávez en su pretensión de perpetuarse en el poder. En Bolivia ya son tres provincias o departamentos los que se distancian de Morales y anhelan la autonomía. ¿Por qué no puede ocurrir algo parecido en el Ecuador, en cuanto a rechazar a un autócrata? Hay que confiar en que la anestesia que afecta a los ecuatorianos sea solo pasajera y que se disipará paulatina pero sostenidamente tan pronto acceda a una mejor información.
Correa se ha adelantado. Aún antes de que termine de elaborarse la nueva Constitución, pide que se la apruebe sin discutirla. Y ha puesto en marcha una abrumadora propaganda por todos los medios. La respuesta no puede ser otra que usar sus mismas armas, pero para la anti propaganda.
Con partidos políticos destrozados por Correa, la iniciativa debería quedar en manos de algunos líderes sobrevivientes de esos partidos, pero además debe invitarse a la juventud (como en Caracas), a intelectuales independientes, a dirigentes empresariales, a periodistas y hacer un frente común.
Tendría que crearse con urgencia un fondo para colectar fondos para el No a la Constitución, o sea un No a Correa. Los más afortunados, que quieran velar no solo por sus fortunas sino por la preservación de los valores permanentes de la democracia y libertad, deberían proveer los fondos iniciales para contratar a alguna gran empresa especializada en relaciones públicas de dentro o fuera del Ecuador, para que organice y arranque la campaña.
Las colectas podrían hacerse de modo que, si lo prefieren, no se afecte a la identidad de los donantes. Las donaciones no tendrían límite mínimo ni máximo y podrían llegar vía Internet desde cualquier punto del orbe donde haya exiliados “idiotas” como en España, o de parte de cualquier otro simpatizante de cualquier nacionalidad.
El tiempo apremia: hay que quemar etapas. Aquí en los Estados Unidos existe toda una técnica aconsejable para allegar fondos, en todo campo de actividades, incluido por cierto el político. La cruzada en el Ecuador debería empezar ya. La indiferencia o la reacción lenta, serían demoledoras.
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