El presidente Rafael Correa amenazó con echar al tacho de basura a la OEA si no le complacía en condenar a Colombia por la muerte de una veintena de guerrilleros en territorio ecuatoriano. La OEA no le complació.
Hizo una rápida gira por Perú, Brasil, Venezuela y Panamá para buscar respaldo a su pedido de condenar a Colombia, con anterioridad a la conferencia de presidentes del Grupo de Río que se iba a realizar en Santo Domingo, República Dominicana.
La conferencia de Río concluyó y tampoco Correa logró su objetivo. Nadie condenó al presidente Álvaro Uribe por la incursión en si, reiterando simplemente algo obvio: que acciones militares en territorios extranjeros violan la soberanía.
Uribe probó con documentos que Correa y su mentor, el presidente venezolano Hugo Chávez, protegen, amparan e inclusive financian a los grupos narcoterroristas que desde 1964 tratan de imponer una dictadura comunista en Colombia. Pidió perdón por haber bombardeado el campamento terrorista en Angostura, Ecuador y prometió que no repetiría tales acciones si no hay motivo para ello.
El presidente colombiano se acogió así al único recurso que le quedaba en su combate al narcoterrorismo, cuando éste halla refugio en el Ecuador: es mejor disculparse que pedir autorización. El plan era demasiado preciso y fructífero como para arruinarlo si notificaba previamente a Correa, quien reiteradamente se ha negado a cooperar.
El campamento de los narcoterroristas en Angostura data de algún tiempo de asentado, según relatos de militares ecuatorianos y colombianos. Allí se encontraron corrales para cerdos y gallinas, dos generadores eléctricos a gasolina, pantallas plasma de TV y antena satelital, dos laboratorios para procesar alucinógenos, 400 libras de TNT y 65 granadas, aparte de fusiles y otras armas de fuego. Había, además, aulas para la enseñanza de tácticas guerrilleras y de explosivos, con discípulos inclusive de otras nacionalidades.
Es imposible suponer que un campamento de tales características no haya sido detectado por los militares o policías ecuatorianos, por denuncia de los pobladores de sitios aledaños alertados por el ruido de los generadores y por el tránsito de los extraños, por tierra y ríos. O por los radares…que se apagan por las noches…
¿Por qué el silencio de Correa y las autoridades militares y de seguridad? Uribe dice que en varias notas diplomáticas le advirtió que “Raúl Reyes”, uno de los más altos jerarcas de la FARC abatido en el ataque del sábado antepasado, estaba en algún lugar del Ecuador, según informes de inteligencia. Correa desoyó, como en otras ocasiones de similares denuncias.
Los militares colombianos, tras el bombardeo, llegaron al campamento, se hicieron del cadáver de “Reyes” y, además, de 4 computadoras con datos invalorables acerca de los vínculos de los terroristas con los gobiernos de Ecuador y Venezuela y con terroristas internacionales. Expertos de la INTERPOL de Australia, Corea del Sur y Singapur analizarán los informes y darán fe de su autenticidad.
En el Ecuador los “patriotas” están felices con Correa y su victoria diplomática en Santo Domingo. El propio presidente, al retornar a Quito, dijo henchido de orgullo que “por primera vez en la historia no se le ha despedazado al Ecuador en una mesa de negociaciones”. ¿Talvez estaba pensando en Tiwinza y el acuerdo de paz con Perú que terminó la disputa unilateral del Ecuador de nulidad del Protocolo de Río (nuevamente Río) de Janeiro de 1942? ¿Qué obtuvo a cambio?
Y en la cita del Grupo de Río ¿cuál fue la victoria ecuatoriana y cuál la derrota del “imperio” como dicen al unísono Chávez y Correa? Desde luego es edificante que los mandatarios de la refriega la hayan concluido con un abrazo y apretón de manos, por mediación del presidente de la República Dominicana, Leonel Fernández (nacido ¡horror! en la ciudad de Nueva York). Pero la refriega no debió producirse jamás si prevalecía el sentido común en el dueto Chávez/Correa.
Los apretones de mano y abrazos no han restaurado automáticamente las relaciones normales con Ecuador (Venezuela está a punto de hacerlo, Nicaragua ya lo hizo). El mandatario ecuatoriano ha dicho al diario El Clarín de Buenos Aires que quiere que la OEA o la ONU envíen fuerzas militares internacionales para que vigilen la frontera ecuatoriano colombiana.
Se alegra de que el conflicto haya terminado hasta el momento de manera pacífica, pero lamenta una vez más la pérdida de vidas humanas…de los terroristas infiltrados. Se queja con pasión por la violación de la soberanía ecuatoriana, pero no se refiere a los narcoterroristas acampados en Angostura, sino a la acción de las fuerzas armadas colombianas para exterminarlos.
Ni la OEA ni el Grupo de Río han condenado esa acción, porque juzgaron que era justa en sus objetivos. La incursión militar no iba dirigida contra militares ecuatorianos, o para conquista de territorio o para desestabilizar a Correa. Se la organizó exclusivamente contra narcoterroristas refugiados en la frontera ecuatoriana, liderados por un criminal con orden de captura con decenas de cargos y por cuya captura se ofrecía 5 millones de dólares.
Uribe ha rechazado la idea de una fuerza internacional de paz, con los “cascos azules” o de cualquier otro color. No se necesita ni se justifica. Lo que cabe es que Correa reflexione y se sume a la lucha contra el terrorismo internacional y que, lejos de ocultar su presencia en territorio ecuatoriano, la denuncie y emprenda acciones conjuntas con fuerzas similares de Colombia para erradicarlos. Esta fuerza binacional bastaría para terminar con los estragos terroristas a uno y otro lado de la frontera.
Las FARC, aunque aún duren años en su sabotaje contra la democracia, están en retirada. Lo prueba el asesinato de otro de los jerarcas del grupo, “Ríos”, a manos de su guardaespaldas. Éste quería desertar pero sabía que si lo descubrían en el intento, lo ejecutaban. Optó por adelantarse, mató a “Ríos” y a su amante, cercenó la mano de su jefe como prueba y se llevó consigo identidades, notas y una computadora.
Son síntomas de implosión de las FARC, dicen los entendidos. Ha habido más de 9.000 desertores en años recientes y el número de los que quedan ha bajado a 10.000. La superioridad de las fuerzas regulares es inmensa, con casi medio millón de soldados y armamento y pertrechos sin parangón, más el asesoramiento táctico y financiero de los Estados Unidos.
Miles de terroristas han sido muertos y capturados. Las FARC, por su lado, mantienen a no menos de 700 rehenes que liberarlos por dinero o para intercambiarlos con los terroristas presos. Mas la mayoría de éstos se niega al trueque para no retornar a las FARC, según versiones de la prensa internacional.
En todo caso, Correa ha dicho también que no restablecerá relaciones diplomáticas con Colombia sin antes consultar con Hugo Chávez. Éste viajó de Santo Domingo a Cuba para consultar a su vez con los Castro. De regreso a Caracas, anunció el repliegue de las tropas enviadas a la frontera y dijo que la ruptura diplomática con Colombia no fue formal y que la deshará tal como la hizo. ¿Qué espera Correa para actuar en armonía con su mentor?
Tras la “victoria” de Tiwinza traducida en el Acuerdo de Paz con el Perú, el comercio por la frontera con ese país creció en nueve años de 50 millones de dólares a 1.400 millones de dólares. Este hecho refleja lo que quieren los pueblos: paz para producir y comerciar, no bravatas y poses virulentas de estadistas improvisados e ineptos y menos por supuesto presencia de terroristas que asesinan, secuestran y extorsionan a seres inocentes, escudados por el anonimato y las sombras.
No comments:
Post a Comment